En un contexto de implacable persecución política, Rodolfo Walsh elaboró una obra con plena vigencia. La “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar” desafió al poder en nombre de la sociedad y de un compromiso profesional y personal irrenunciable.

Por Claudio Vera *

Eran tiempos complicados para la libertad y los derechos humanos. Una época que se reproduce en la historia, desde la memoria y desde otras formas de imponer el poder. El 24 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh publicó como pudo su “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar” y ese acto significó un momento fundamental para la sociedad argentina y para el periodismo en particular.    

Se trata de una obra que apela al compromiso periodístico de no callar. En sus palabras se puede encontrar una pintura exacta de la realidad comandada por la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, que tuvo su comienzo con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Con datos precisos, surgidos de un exhaustivo trabajo de investigación, este testimonio expone el plan que llevaba un año de existencia.

El relato comienza con una justificación que va desde la situación en general que se vive en esa época con respecto a la censura, a una cuestión personal que involucra no sólo a Walsh sino también a su familia y entorno, como la reciente muerte de su hija, el allanamiento de su casa, el asesinato de amigos y la falta de libertad que sufría como tantos argentinos. Por todo eso el periodista se siente “obligado” a denunciar lo que sucede.

De esta manera se desarrolla la descripción del estado político argentino al momento del Golpe y todos los aspectos que se refieren a la violación de los derechos humanos durante la dictadura. Con gran precisión y munido de un caudal de información importante, detalla el plan que las Fuerzas Armadas idearon y estaban aplicando.  

Otro de los puntos interesantes de la Carta es su contextualización y la manera en que el autor apela al escenario regional en determinado momento del texto. Se ofrece el ejemplo de países vecinos y va un poco más allá cuando se acude a cierto paralelismo con el proceder en otros lugares del mundo: “…simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de ‘cuenta-cadáveres’ que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam”.

Un trabajo formidable que no pierde vigencia con el paso del tiempo, teniendo en cuenta que las formas de ejercer el poder y la dominación se van acomodando a las realidades. Es una manera -la única posible- de entender al periodismo como servicio a la comunidad y sin ubicarse como elemento funcional de la autoridad. En palabras de su autor, “son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa junta”.

Lo que uno de los exponentes más importantes del denominado Nuevo Periodismo no advirtió es que también levantaba la bandera ética de la profesión, una bandera que muchos tomaron pero que luego les resultó demasiado pesada. En ese sentido, la Carta es una obra testimonial que sigue una línea coherente con trabajos anteriores de Walsh. Un aspecto central del valor de esos trabajos es el contexto en el cual este escritor desarrolló su “vocación”, ya que no se trataba del ejercicio de una libertad de expresión que podía costarle su trabajo, sino que ponía en peligro su propia vida y la de sus seres queridos. Peligro que finalmente se tradujo en una triste realidad.



“La ética del comunicador sigue estando en crisis, y el legado de Rodolfo Walsh está más vigente que nunca”.

Carta Abierta a la Argentina actual

Por estos días, la Argentina atraviesa uno de esos momentos críticos en los que es necesario disponer de “voces” que denuncien y no pierdan de vista la dignidad. No puede admitirse un periodismo que insista en pintar una realidad que pone de manifiesto el “sacrificio” de los que menos tienen en pos de un cambio radical que conduzca al progreso.

En tiempos de ajustes y de una inflación descontrolada, es inadmisible que aquellos que disponen de herramientas comunicacionales las pongan al servicio del poder económico fundamentalmente y político después. Claro que el tema de la pauta oficial entra en un plano principal en este escenario y aquí es donde vuelve a surgir la necesidad de esa palabra ya mencionada: la dignidad. La clase trabajadora, como aquellos que se alimentan de una ideología política distinta, son el principal blanco.  La ética del comunicador sigue estando en crisis, y el legado de Walsh está más vigente que nunca.

La “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar” denuncia la desaparición y asesinato de civiles víctimas del terror estatal, pero también expone la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, cuyos derechos se ven invadidos constantemente. Cuestiones económicas y sociales completan la narración que cierra un trabajo excelente y necesario.

No sólo periodistas y escritores disponen de este relato para aferrarse a la razón de ser del desempeño profesional; también quienes no pertenecen al ámbito de la comunicación podrán apropiárselo. Es un mensaje a la sociedad, un llamado al compromiso desde las propias convicciones en cada lugar de trabajo. En estos días en que los recursos para difundir mensajes se han multiplicado, parece no haber excusas.

Se trata de una Carta para leer todos los días, para recordarnos que los abusos de poder en todos los sentidos requieren de un puño levantado y la legítima adhesión a la bandera de los derechos humanos. Pero también es para oírla en la intensa voz de Alfredo Alcón disponible en Youtube. Es para leer todos los días y luego alzar la mirada para dejarla bien arriba.

* Estudiante de 5° año de la Licenciatura en Comunicación Social, orientación gráfica, de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC-UNC).