El Proyecto Vaivén es una propuesta para construir, incluir y compartir experiencias a través del arte.
Por Paula de Jesús Altamirano. Estudiante FCC.
Fátima de 13 años y Sofía de 15 prueban por primera vez un viaje en ascensor. Sus gritos y alaridos de hermosa intensidad infantil y aventurera resuenan dentro del Museo Evita Palacio Ferreyra.
Quien las oye emocionarse es Andrea Spacceci, integrante del Proyecto Vaivén y coordinadora del Museo Evita Palacio Ferreyra. La de Fátima y Sofía es una de las tantas experiencias vividas dentro de las salas a lo largo del proyecto.
Proyecto Vaivén es un proyecto de extensión que comienza a gestarse en el 2015, desde la cátedra de Morfología de la Facultad de Artes en la UNC, Museo Evita, Nylon ONG y otras organizaciones barriales interesadas en volver accesible e inclusivo el contacto con el arte a sectores olvidados y estigmatizados.
Vaivén atesoró durante todo el año una experiencia colectiva con Barrio Chino, Villa el Nylon y la comunidad de Barrio Ladrilleros.
Historias Barriales
Sol Aliverti es licenciada en Comunicación Social y está a cargo del “Taller de Historias”, que propone introducir a los adolescentes de barrios marginados al mundo periodístico.
“Los chicos tienen a su disposición el Museo Evita, y lo aprovechan manteniendo un interés constante por las obras, el arte, y la historia”, cuenta Sol.
Cecilia Devoto y Pablo Risso, estudiantes de Comunicación y Artes respectivamente, también son parte central del taller como coordinadores, promoviendo actividades vinculadas con la historia cotidiana de los chicos.
Entre niños pequeños y adolescentes, luego de varios encuentros donde los chicos plantean y debaten qué es lo que quieren hacer, qué les interesa y qué quieren producir, Ceci y Pablo les dan a los chicos las herramientas necesarias para llevar a cabo el taller de periodismo, y reciben a cambio producciones que cada vez los sorprenden más gratamente.
Como aquella vez que tuvieron una visita, la del boxeador “Pepe” Casas en el Museo: los chicos le hicieron preguntas profundas que dejaron a todos sorprendidos y a raíz de esto produjeron entre todos un perfil sobre el mismo que superó, como siempre, todas las expectativas.
Otra de las actividades realizadas fue la realización de un “Diccionario Villero”. Ceci cuenta que “fue una propuesta de Alan (uno de los chicos) que se armara un diccionario villero, y el mismo empezó a contarnos que significaba las palabras que el usaba […] él lo explicaba, nosotros no hicimos nada más que escribirlo.”
Bordando en el Museo
Cada sábado de 15 a 17:30 el Museo Evita y Mica, la profe, se preparan para recibir a las mamás de Villa el Nailon, Guerrilleros, Barrio Chino y cualquiera al que le motive juntarse, compartir un mate, un encuentro, historias, y quizá, aprender a bordar.
Mica es una mamá de Barrio Guerrilleros, una comunidad donde las mujeres son prácticamente invisibles. Ella misma se consideraba una persona que “no sabe hacer nada”, pero sus manos son autoras de los más delicados trajes de pedrería de los carnavales.
Esto fue el puntapié para, este año, comenzar a trabajar con las mujeres desde el Proyecto Vaivén. Para Mariana, docente de la Facultad de Artes y directora del proyecto, “las mujeres en la comunidad son las que trabajan y traen la plata al hogar, las que cuidan los niños y las que están totalmente invisibilizadas porque “no saben hacer nada”… Pero hacen de todo.”
Usina creativa
Vaivén, no sólo incluye a niños, mujeres y adolescentes: también invita a las personas mayores, llenas de amor y ganas de colaborar.
Así, en el Museo se formó un grupo de adultos de más de 60 años, de diversos lugares, que se juntan una vez a la semana para pensar, a la par de los directivos, actividades para recibir a los chicos.
“Ellos ayudan con los adolescentes, preparan muestras, les transmiten su valor y significado, y lo más importante, trabajan a la par de ellos, acompañándolos en los talleres y animándose unos a otros”, dice Mariana.
La Casita
Hace 7 años que los niños de Villa El Nailon consiguieron una cabaña donde poder jugar, pintar, merendar y tener momentos de recreación.
Pablo Risso ayuda en la organización del centro comunitario “La Casita”, un espacio recuperado que ha pasado del deterioro y el saqueo constante a ser cuidado y preservado por los mismos vecinos como un lugar predilecto.
La Casita promueve la articulación entre los barrios populares y las instituciones. Para Pablo, hace un tiempo sería “impensado o completamente extraño” ver a un niño, joven o adolescente de alguno de estos barrios entrar en un Museo. Hoy en las calles de tierra donde se criaron se habla de esto, se comparte, se motivan entre ellos a participar de esta experiencia.
“Es un proyecto fundamentalmente humano, es un camino que se proyecta como transformador social, como productor, como anticipador de por dónde debe ir la sociedad”, relata el joven estudiante de Artes.
Una de las actividades de recreación preferida de los chicos son los talleres de producción gráfica, Ceci cuenta que “a los chicos, algo que les paso con el museo en El Nailon, es que les encanta ver sus trabajos, les encanta verse en las fotos, porque es el único lugar donde ellos se pueden encontrar, donde pueden verse a sí mismos, donde pueden ver sus escritos.”
Frutos de Vaivén
El año pasado, en los inicios de Proyecto Vaivén, se trabajó junto con los niños de Villa El Nailon en un proyecto de Huerta comunitaria, donde los chicos pudieron conocer y resolver a través del diálogo, cuestiones como la violencia, el respeto mutuo, y otros.
Este año, con la siembra hecha, se pueden ver los frutos, más allá de la huerta comunitaria, se recogen frutos afectivos, emotivos, significativos. Vaivén, prioriza los vínculos y los intereses de la comunidad, atesora el proceso de construcción con los chicos y la participación y predisposición de las comunidades.
“Empezaron chicos que apenas querían hablar de sí mismos, que recorrían el museo con un interés no muy alto; y a medida que fue pasando el tiempo y que nosotros fuimos abriendo las puertas para conocer el universo de ellos y presentarle a ellos el universo que nosotros tenemos para mostrar, empezaron a venir más y más chicos. Y cada viernes se podía ver ese entusiasmo de entrar al museo y entrar a un lugar que era totalmente imposible para ellos; es comenzar a entender cómo podía entrar el arte en sus vidas y encontrar herramientas para contar esa experiencia.”, esta fue la mirada de Sol Aliverti, que junto con el equipo de Proyecto Vaivén se proponen seguir trabajando en las comunidades, en sus intereses y necesidades.