“Ojalá en la pospandemia surjan experiencias artísticas novedosas y sensibles”, plantea Pedro Sorrentino, subsecretario de Cultura de la UNC. En ese escenario como en el actual, el Estado y la Universidad deben “trabajar en los intereses y demandas sociales relacionadas con esas nuevas interacciones”. 

Por Roy Rodríguez *

Quizás fue el encierro. O la pandemia. O ambos. Y nuestros lenguajes ya cargaban con contradicciones que un día resolverá el poeta. O acaso un algoritmo. Quién sabe. Pero expresiones como ausencia de presencialidad, presencialidad ausente, presencialidad virtual o “público desde sus casas”, se volvieron comunes y, a su vez, inexactas. Incapaces de describir parte de los cambios que sufrieron los hechos artísticos en los últimos seis meses. Pedro Sorrentino es subsecretario de Cultura de la Universidad Nacional de Córdoba. Habla de esos cambios y de los nuevos escenarios en la Universidad, en la ciudad y en el mundo.

“Cambió todo, completamente. Estábamos, quizás como todos, acostumbrados a realizar un trabajo en la presencialidad. La gestión y organización se hacían con reuniones periódicas para la planificación, luego para establecer las bases de las convocatorias o receptar propuestas y, finalmente, convocar a jurados. Todo eso, naturalmente, se suspendió. Muchas de esas actividades pasaron a la virtualidad. Y todo lo orientado de cara al público indudablemente se vio resentido”.

Lo nuevo, esta vez fue nuevo. Y el tiempo se detuvo. O pasó demasiado rápido. Si hasta Zoom parece una palabra vieja, seis meses después. O quizás aún resuene como un movimiento de cámara para Sorrentino, este licenciado en Cine y Diplomado en Estudios Avanzados en Teoría e Historia de lo Audiovisual que gestiona las actividades artísticas y culturales de la Universidad desde que Hugo Jury es rector. Cuenta entonces su experiencia ante la nueva realidad: “La ausencia de presencialidad nos llevó a reflexionar sobre las nuevas formas de consumo. O, mejor dicho, las posibilidades que brindan las herramientas tecnológicas como sustituto inevitable para comunicar y transmitir las experiencias artísticas. Sin dudas, valoramos como indispensable la presencialidad, pero ante el impedimento sanitario, una buena estrategia fue seguir manteniendo el contacto en emisiones a través de las redes sociales. Hubo presentaciones y esbozos de presentaciones, tanto de artes escénicas, como musicales. Hubo también actividades de exposición de artes visuales. Y, teniendo en cuenta el contexto, se trabajó en actividades de capacitación. Los integrantes de la orquesta, por ejemplo, que no dieron conciertos, elaboraron piezas de carácter pedagógico sobre los instrumentos y las composiciones que ejecutan”. 

Re-elaborar, en muchos casos fue re-pensar la realidad y dejar de lado algunos vectores tradicionales del trabajo artístico. Agrega Sorrentino que desde la Secretaría de Extensión de la cual depende Cultura, se plasmó a través de la orquesta un trabajo colaborativo con el Programa Unidos por la Música, que integran orquestas de niños y jóvenes de sectores vulnerables. Desde la virtualidad, claro.

Esenciales y virtuales

Cuando desde el Estado nacional se definieron las actividades esenciales respecto de aquellas que podían ser postergadas durante la cuarentena, los hechos artísticos quedaron inmediatamente relegados. Un dictamen que tomado de manera literal podría indicarnos que la sociedad no considera esencial al arte como una forma de sanación. “No tengo una definición tan tajante respecto de eso. Pero disiento. Las expresiones artísticas son buscadas permanentemente, tanto como una herramienta para la reflexión, una forma de expresividad o una forma de disfrute estético. De hecho, sin expresiones artísticas, sobrellevar la cuarentena hubiese sido mucho más difícil aún. Sin contar con la música, las experiencias teatrales, las ficciones o las lecturas todo hubiese sido aún más cuesta arriba”. 

Y ahí está entonces la Universidad. Cómo espacio de reflexión, pero también como una institución de la que la sociedad toda espera respuestas en los momentos críticos. Incluso desde actividades artísticas que permitan sublimar, transformar y resignificar las experiencias en torno a una enfermedad desconocida y a una nueva vida que se deslizó hacia confinamientos colectivos en la individualidad de cada familia. “Para la Universidad, la sensibilidad por las expresiones artísticas es fundamental. Y debiera estar presente en cada integrante de la comunidad universitaria. Desde la Secretaría no ponderamos una actividad artística por sobre otra. Todas son válidas, todas son interesantes. Y pensamos y trabajamos para promover en un marco de amplitud, de libertad, donde todas las expresiones que quieran manifestarse tengan su canal y sean promovidas adecuadamente. Nos interesa, sobre todo, el trabajo de los artistas y las propuestas sin ningún marco preferencial, ni particular. Es decir: que todo lo emergente pueda tener un canal de difusión a través de la universidad”.

Corrientes

No existe aún una perspectiva ni un eje final de los días que transitamos. Sin embargo, podría haber una especie de acuerdo en el hecho de que la pandemia supuso, en la práctica, un quiebre espacio temporal que incidió absolutamente en todas las actividades sociales. 

¿Qué necesidades artísticas percibe hoy la universidad que demanda la ciudad, la provincia, la nación y el mundo en pandemia?

Ojalá lo pudiéramos saber. Honestamente, no sé. Uno puede intuir, pero siempre es una intuición sesgada por los gustos, los intereses, las necesidades subjetivas. Tener una mirada global sobre lo que demanda cada espacio es al menos inabarcable. Sería bueno poder contar con instrumentos de registro, o un oído mucho más claro respecto de las demandas. Hay toda una movida de intercambio a través de las tecnologías que hace que estemos en contacto con diferentes experiencias artísticas en Latinoamérica y España también, sobre todo porque se facilita por el vehículo de comunicación común que es el idioma. Pero si se están gestando corrientes, solamente lo sabremos con el tiempo. Ojalá sea una oportunidad para que en la pospandemia se puedan expresar experiencias artísticas novedosas, innovadoras, creativas, sensibles en cada una de las disciplinas. Y por supuesto trabajado de manera colaborativa, comunitaria, no solamente con quienes están en el espacio territorial, sino a través de un intercambio internacional, porque será la sociedad la beneficiaria de esa creatividad. Y en ese contexto aparece la tarea del Estado para trabajar en los intereses y demandas sociales relacionadas con esas nuevas interacciones.

-¿El arte para la sociedad capitalista y las democracias actuales en contexto de pandemia es una actividad no esencial?

-No. No estoy de acuerdo. Creo que son esenciales. De hecho, durante este tiempo se convirtieron durante la pandemia en un enorme negocio para las corporaciones que producen contenidos. Google, Netflix, YouTube, e incluso Tik Tok. El desafío para la democracia y para quienes trabajamos en el sector público es proponer modelos alternativos. Y allí la democracia debería poder propiciar espacios para canalizar y promover un arte público que deberá encontrar también sus formas para mostrar expresiones diferentes a las que ofrecen las corporaciones.

-En este contexto, ¿las redes son el único lugar donde se da la batalla cultural del arte? 

-Probablemente sean las redes el único espacio habilitado por los COE del mundo donde expresar propuestas artísticas. Pero no creo que deba ser el único. Son importantes como canal de difusión y, además, posibilitan la construcción de espacios de intercambio y colaboración antes impensados. Pero, una vez que podamos volver a la normalidad, también será importante ocupar los espacios públicos para seguir trabajando en lo que es propio de cada disciplina artística. Habrá expresiones que encontrarán un mejor lugar en las redes y eso está bueno. Y habrá otros que deberán volver a reencontrarse con su público en la presencialidad.

-A esta altura parece como si lo digital y virtual fuera a reemplazar progresivamente a los encuentros, a la corporalidad..

-Creo que lo digital ha irrumpido de una forma intempestiva, aunque ya estaba presente. En nuestro caso, era una herramienta complementaria de eventos fundamentalmente presenciales. Ahora cobró mucha presencialidad la virtualidad, valga el oxímoron. La digitalización. Eso ha traído algunas cosas buenas. Hemos descubierto posibilidades creativas, de comunicación con el público, que antes no teníamos. Pero, indudablemente, hay un anhelo por parte de los artistas y del público de reencontrarse en la presencialidad.

La nueva realidad  nos obligará, a quienes participamos de la promoción y organización de eventos, a trabajar con medidas sanitarias y de resguardo de la salud a las que no estábamos acostumbrados. Será lento, pero creo que volveremos a ver, en un plazo que quizás no sea corto, encuentros masivos entre artistas y público. En forma presencial. Mientras tanto, las alternativas serán el streaming y la televisión, indudablemente. Habrá nuevas convivencias. Y eso es positivo para cualquier experiencia artística.

* Licenciado en Comunicación Social egresado de la ECI-UNC. Trabajó en varios medios nacionales y de Córdoba y actualmente se desempeña en el área de Extensión de la FCC.