Por Carlos Urquiza y Julieta Lucovas *
Rosalía Barra: Wallmapu, derechos, luchas y presente
Un repaso por la historia reciente del pueblo Mapuche, sus conflictos y logros, desde el testimonio de la primera lonko mujer de la comunidad Puel de Neuquén. “No hay que ver al territorio (wallmapu) como una oportunidad para hacer negocios”, dice Rosalía en la segunda parte de una entrevista con el portal Qué.
La Confederación Mapuche ha sido un pilar fundamental en la lucha por los derechos del pueblo mapuche en Argentina, y su historia está marcada por conflictos y reivindicaciones territoriales.
Rosalía Barra, primera lonko de la comunidad mapuche Puel, recuerda que antes de 1995, la Confederación estaba bajo el control del Estado provincial, donde las decisiones eran tomadas por autoridades designadas sin la participación real de las comunidades. “Era un parlamento para elegir a la misma persona que estaba ahí adentro, eternamente”, señala Barra, en referencia a la falta de democracia interna en la organización
Sin embargo, el conflicto con Pulmarí marcó un punto de inflexión. “La lucha de Pulmarí fue clave para centralizar nuestras fuerzas”, afirma, indicando cómo este conflicto ayudó a unir a diversas comunidades bajo un mismo objetivo: recuperar el control sobre su representación y sus tierras
La creación de consejos zonales fue un paso importante hacia una mayor organización y autonomía. “Nos confederamos por zonales”, explica Rosalía, resaltando cómo cada comunidad comenzó a tener voz en la toma de decisiones.
A pesar de los desafíos, como el maltrato y las denuncias que enfrentaron al intentar recuperar su Confederación, Rosalía enfatiza que “la Confederación somos todos”, subrayando la importancia de la unidad entre las comunidades mapuches para avanzar en sus luchas políticas y sociales.
El conflicto en Pulmarí ha sido un punto crucial en la lucha por los derechos del pueblo mapuche en Argentina. La Corporación Interestadual Pulmarí fue creada en 1987, integrando al Gobierno nacional, el provincial de Neuquén, el Ejército argentino y comunidades mapuches, con el objetivo de administrar tierras que históricamente pertenecían a estas comunidades. Sin embargo, la realidad ha demostrado que esta corporación ha sido más un obstáculo que una solución para los mapuches.
Rosalía, relató cómo comenzó la lucha por el territorio. “La Corporación estaba entregando tierras de la noche a la mañana”, denuncia. En sus inicios, la estancia Pulmarí fue adquirida por el Estado en 1950, pero desde entonces su administración ha estado marcada por decisiones unilaterales que han ignorado las necesidades y derechos del pueblo mapuche.
“Vicente Puel, quien fue designado como director mapuche dentro de la Corporación, firmaba acuerdos sin consultar a su comunidad”, explica Rosalía, evidenciando la falta de representación auténtica.
El conflicto se intensificó hacia 1995 cuando las comunidades comenzaron a organizarse para reclamar sus derechos. “Nos autoconvocamos y elegimos nuestras propias autoridades”, recuerda Rosalía. La movilización se convirtió en una respuesta directa a las injusticias sufridas. Las comunidades de Ñorkin-Ko y Ruka Choroi y otras tantas se unieron para hacer frente a la Corporación, llevando a cabo una toma pacífica de sus oficinas. “Estábamos cansados de que nos dijeran que no teníamos derecho sobre nuestras tierras”, afirma.
La situación escaló rápidamente. “Nosotros defendíamos nuestro territorio a los palos, porque no había otra forma”, recuerda con firmeza. Esta resistencia no solo implicó enfrentamientos físicos, sino también una lucha constante por visibilizar su causa ante las autoridades.
A medida que las tensiones aumentaban, las comunidades comenzaron a recibir apoyo externo. “El Obispado se ofreció como mediador, pero el Gobernador nunca se presentó”, lamenta Rosalía. Este desinterés institucional solo avivó más las llamas del descontento entre los mapuches.
“Como a las tres de la tarde, llegaron los de la U.E.S.Po (Unidad Especial de Servicios de Policía). Llegó el juez (Héctor) Trova con todos los policías de la UESPo. Se tapó la Pampa con policías. Aún a eso, yo no sentía ni miedo, ni nada. Y nosotros nos quedamos y dijimos: ‘Bueno, si nos tienen que llevar presos, que nos lleven presos. ¿Qué nos van a hacer, además de tenernos presos? ¿Qué nos pueden hacer?’ Yo nunca había estado presa. Por eso no tenía miedo. Y nos quedamos ahí”, explica Rosalía. “Yo le digo: ‘Nosotros nos vamos a quedar’”.
Finalmente, la lucha culminó en una serie de desalojos por parte de fuerzas policiales. “Nosotros entendíamos que si salíamos de allí, perderíamos todo”, dice Rosalía, subrayando el sentido de urgencia y determinación que caracterizó a estas movilizaciones. A pesar de las adversidades y los riesgos personales, como encarcelamientos y represalias.
La detención de Rosalía Barra junto a otros cinco miembros de otras comunidades por la policía ocurrió a mediados de diciembre de 1995. Durante una de las tomas, la policía intervino y, en medio de la confusión, Rosalía fue arrestada durante 15 días en Zapala.
Este acontecimiento marcó un momento crítico en su lucha, donde enfrentó no sólo la represión policial, sino también la necesidad de visibilizar la causa mapuche ante las autoridades. El conflicto en Pulmarí sigue siendo un símbolo de resistencia y lucha por los derechos territoriales del pueblo mapuche, resaltando la necesidad urgente de un diálogo auténtico y respetuoso entre las autoridades y las comunidades originarias.
Si no hubieran defendido sus derechos “las tierras habrían sido completamente entregadas a intereses ajenos”, destaca Rosalía. Y recuerda cómo la Corporación firmaba acuerdos sin consultar a las comunidades: “Vicente Puel, director mapuche en la C.I.P., entregaba tierras sin consenso”. Sin la movilización y la resistencia, el legado cultural y territorial del pueblo mapuche podría haberse perdido irremediablemente. “Esa fue una lucha muy fuerte –afirma–. Necesitaba apoyo de distintos lugares, de distintos espacios, sobre todo para defender este territorio. Y ahí estamos, viviendo acá. Este territorio no fue fácil, tener lo que tenemos. Esto hubiese sido una villa más, acá adentro se hubiera loteado todo, hubiera habido hoteles… Porque estaba la Comisión Directiva (Puel) de acuerdo”.
En 1989, el Decreto N° 153 del Poder Ejecutivo neuquino estableció la Comisión Municipal de Villa Pehuenia, sentando las bases de su autonomía. Quince años después, la Ley 2439 (2004) la reconoció como municipio de tercera categoría, y el Decreto PEP 2/2004 convocó elecciones para formalizar su gobierno. Sin embargo, el proceso –que definió el ejido y la estructura municipal– generó controversias por la resistencia de comunidades mapuches, quienes denunciaron la falta de consulta previa. Rosalía contextualiza el inicio de este conflicto: “Creo que empezó, justamente, con la Corporación (Pulmarí). La Corporación, cuando estaba entregando tierra, lote, lote, lote…”. Para la lonko, la creación del municipio se realizó “en un sentido muy agresivo. Sin el consentimiento de la comunidad”.
Ver Rosalía Barra, la primera lonko mujer de la comunidad mapuche Puel
Rosalía relata cómo se manipuló a la población local: “Avanzaron con una planilla, haciéndole firmar a la gente (mapuche), y a la gente del pueblo le ofrecían trabajo”. Este enfoque llevó a que muchos se sintieran atraídos por promesas de empleo, lo que complicó aún más la situación. En respuesta a esta situación, las comunidades comenzaron a organizarse: “La Comunidad Catalán (Lonko Luan) y nosotros acá, que ya estábamos defendiendo Pulmarí, y también apoyamos a la Comunidad Catalán”.
La resistencia incluyó protestas durante las elecciones para la municipalización: “Hicimos una manifestación cuando se estaba haciendo la elección de la votación para hacer la Municipalidad”. A pesar de sus esfuerzos, el proceso avanzó y resultó en la creación del municipio. “Se hizo la elección… y se dijo que perdíamos nosotros”, explica sobre el fallo inicial que consideraba constitucional la municipalización.
Este caso finalmente llegó a la Corte Suprema, donde tardó veinte años en resolverse a favor de las comunidades mapuches. Rosalía lamenta que este largo proceso debilitó a su pueblo: “La comunidad ya no tenía fuerza. Ya estaba toda la Villa (Pehuenia) instalada dentro de todo el territorio mapuche”.
A pesar de las adversidades, destaca los esfuerzos recientes para reconstruir y fortalecer su comunidad. “Hoy nos está costando, como pegar ladrillo por ladrillo para construir la comunidad de vuelta”, grafica. En esa tarea, en 2024 firmaron un acuerdo con los gobiernos provincial y municipal, que busca establecer un diálogo constructivo: “Firmamos un acuerdo político… para trabajar una propuesta”.
Este acuerdo incluye buscar técnicos en diversas áreas para abordar problemas como la contaminación del agua y el fortalecimiento de las comunidades. Rosalía concluye: “Estamos trabajando en eso… hay mucho ofrecimiento de diálogo, de trabajar juntos en la interculturalidad”. Este nuevo enfoque representa un paso hacia adelante en un contexto que ha sido históricamente adverso para el pueblo mapuche en Villa Pehuenia.
La interculturalidad ha sido un tema central en la lucha del pueblo mapuche, y Rosalía Barra expresa su escepticismo sobre su verdadera existencia en la práctica política. En su opinión, la interculturalidad a menudo se reduce a un “slogan político”, utilizado por aquellos en el poder sin un compromiso real con el reconocimiento mutuo entre culturas. “Hay un acuerdo político, pero eso falta. Falta la interculturalidad, hay que pelear, seguir peleándola, porque no quieren entender que somos diferentes”, afirma Rosalía.
Para ella, la verdadera interculturalidad implica un respeto genuino por las diferencias culturales. “Nosotros muchas veces tenemos que ceder a eso, dejar un poquito a un lado, todo lo de la cultura propia, cuando vienen a decir: ‘Son un pueblo preexistente, estamos trabajando en conjunto, porque somos iguales’. Viste que dicen eso ellos: ‘somos iguales’, ‘somos hermanos’, ‘somos…’. Y no, no es así. No somos hermanos. Somos conocidos y amigos. Porque tenemos una religión distinta o distintas. Somos distintos. La interculturalidad… Falta mucho para hacer la interculturalidad. Vamos en camino de la interculturalidad. Para eso necesitamos el diálogo”, enfatiza, porque sabe que desde la política suele verse el territorio como una oportunidad para los negocios, más que un espacio sagrado para las comunidades originarias. Rosalía cuestiona que los intereses económicos, turísticos o inmobiliarios, prevalecen sobre el diálogo auténtico: “Muchos políticos están mirando el territorio para sacarle económicamente”.
A pesar de los obstáculos, Rosalía reconoce que hay un intento de diálogo: “Hoy por hoy, hay un diálogo, hay un acuerdo con ellos, se pudo empezar a trabajar juntos. Pero a raíz de un gran conflicto”. Sin embargo, enfatiza que este diálogo no debe ser unilateral. “Si hay un Lonko sentado con un intendente, tiene que ser de igual a igual”, sostiene.
Rosalía también critica la forma en que se llevan a cabo las consultas sobre el territorio mapuche. “Te arman un proyecto… y después van y te lo informan. Eso no es consulta, ni trabajo comunitario. Es una información que te están dando”, señala. Ella espera que los líderes políticos comprendan la importancia de reconocer y respetar las diferencias culturales para construir un futuro más justo y equitativo para todos.
El turismo en la región de Villa Pehuenia presenta dos caras: el turismo masivo y el turismo con identidad. Rosalía Barra, hace una clara distinción entre ambos tipos. “El turismo que decimos, el ‘Turismo con Identidad’, el ‘Turismo Comunitario’, va a llegar tranquilo porque anda buscando a la comunidad (mapuche)”, explica. Este enfoque busca una conexión auténtica con las comunidades, en contraste con el turismo masivo que, según Rosalía, tiende a ser apresurado y superficial: “No andamos desesperados, como los que vienen de Buenos Aires”.
Rosalía critica el modelo de “Turismo Rural”, que a menudo es explotado por “estancieros”, quienes ofrecen experiencias superficiales a los turistas. “Les dan una comida allá. Les hacen una comida y se disfrazan”, describe esa práctica, que no refleja la vida cotidiana de las comunidades mapuches. En cambio, el verdadero turismo comunitario implica un trabajo diario en el territorio: “Estamos día a día en el territorio, trabajando en la huerta, trabajando con los animales”.
El Parque de Nieve Batea Mahuida es un ejemplo de cómo se ha intentado integrar el turismo en la comunidad. Rosalía recuerda que su creación fue motivada por la necesidad de ofrecer oportunidades laborales a los jóvenes y evitar su desarraigo: “Se hizo ese Parque de Nieve con la convicción de que puedan trabajar los jóvenes”.
Sin embargo, también reconoce los desafíos económicos que enfrenta el parque: “Cada cosa que se rompe… son ponchadas, millones de plata que hay que pagar para mejorar eso”.A pesar de estos desafíos, Rosalía ve potencial en el turismo con identidad. “Con la Corporación (Pulmarí) podemos trabajar un turismo… hagamos un territorio de conservación”, propone. Esto sugiere un enfoque más sostenible y respetuoso hacia el entorno y las comunidades locales.
Rosalía concluye que aún hay un largo camino por recorrer: “Está costando, pero habrá que trabajar el tema del turismo con identidad”. La aspiración es construir un modelo turístico que no solo beneficie económicamente a la comunidad, sino que también respete la cultura, tradiciones y forma de vida mapuche.
La juventud mapuche juega un papel crucial en la preservación de la cultura y las tradiciones, pero enfrenta numerosos desafíos en un mundo cada vez más influenciado por la tecnología y el consumismo. Rosalía destaca la importancia de reconectar a los jóvenes con su herencia cultural: “Esto, todo esto… Bueno, es la tecnología también que los hace dispersar mucho a los chicos. Mucha tecnología, mucha televisión…”. Para la lonko, es fundamental implementar talleres que ayuden a recuperar el interés de los jóvenes en sus tradiciones.
Ella enfatiza que “si no hay territorio (wallmapu), no hay futuro”, refiriéndose a cómo la pérdida de conexión con su tierra afecta a las nuevas generaciones. En Villa Pehuenia, observa que muchos jóvenes se ven atrapados en actividades poco constructivas: “Se juntan, chupan, toman cerveza y después lo llevan al partido de fútbol”. Rosalía propone utilizar esos espacios de encuentro para fomentar actividades que fortalezcan la comunidad: “Hagamos un partido de fútbol, pero al otro día hagámosle hacer otra actividad…”.
La situación actual es preocupante. Rosalía menciona que muchos jóvenes prefieren escuchar a las autoridades municipales en lugar de a su propia comunidad: “Tranquilamente vi a parte de otro joven, le hacen más caso a la Municipalidad que su propia comunidad”. Esto refleja una desconexión entre los jóvenes y sus raíces culturales.
En este sentido, señala la importancia de las ceremonias tradicionales en la vida comunitaria: “Si hacemos una ceremonia, ‘Nguillatún zungún’, también están en otra actividad”. Sin embargo, lamenta que a menudo hay poca participación en estas actividades: “No va nadie a la ceremonia”.
El desafío radica en reconstruir el sentido de comunidad y pertenencia. “Desde la familia, bueno, crece también la familia y ahí se da la base principal” para el fortalecimiento de la identidad cultural, señala. Rosalía advierte además que si los jóvenes no ven el valor de su territorio y su cultura, se perderán: “Si vos mirás la comunidad en general, está perdida. Andan ciegos, andan sin valores y sin conocimiento”.
Frente a esa realidad, es vital reconectar a los jóvenes con su identidad cultural y su entorno. “Un invernadero que sea de plantas, de flores, de medicina/lawén… se conecta con el mapuzugun”, ejemplifica. La esperanza radica en empoderar a las nuevas generaciones para que reconozcan su herencia y contribuyan al futuro del pueblo mapuche.
En su saludo final, la lonko Rosalía Barra nos deja una profunda reflexión sobre la importancia de la juventud mapuche y su conexión con la tierra. Ella destaca que es fundamental trabajar juntos, no solo entre los mapuches: “Tenemos que trabajar entre todos, no solamente el mapuche, también la gente blanca que entiende”.
Sin embargo, también reconoce los desafíos que enfrenta esta colaboración: “Hay mucho ‘pehuma’ (sueños/ilusión)”. Para ella, el diálogo entre ambas partes es crucial. “Si empezamos a escucharnos de ambos lados y no verlo como… siempre dijimos esto, no de no ver al territorio como un sustento económico”, señala.
Por eso Rosalía hace un llamado a la conciencia colectiva respecto a la tierra: “Hoy por hoy, está como llamando a gritos la ‘Mapu’ (tierra) para que nos concienticemos entre nosotros”. Y expresa su esperanza en que los jóvenes se reconecten con sus raíces y valores: “Ojalá los jóvenes se vuelvan a despertar. Ojalá ellos puedan volver a tener un compromiso real del territorio”.
Por último, su mensaje invoca un deseo de revitalización cultural: “Ojalá la Mapu pueda también decirle a esos jóvenes que tengan que volver a su conciencia y sus valores”. Este llamado a la acción refleja su compromiso con el futuro del pueblo mapuche y su deseo de ver a las nuevas generaciones involucradas en la preservación de su cultura y tradiciones.
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Agradecimientos
*Estudiantes de la Licenciatura en Comunicación Social en prácticas de trabajo final en el portal Qué y la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.