Por Carlos Urquiza y Julieta Lucovas *
La líder de la comunidad Puel de Neuquén relata la resistencia a las persecuciones y el avance hacia la igualdad de género en su comunidad. Una invitación a conocer la historia y cosmovisión de un pueblo en armonía con la naturaleza y en conflicto con la cultura hegemónica.
En un país donde las raíces indígenas a menudo son olvidadas o negadas, la historia de Rosalía Barra, primera lonko mujer de la Comunidad Mapuche Puel en Neuquén, emerge como un poderoso testimonio de resistencia y lucha. En una entrevista con el portal Qué, Rosalía compartió su compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres mapuches y la importancia del reconocimiento cultural. “Las mujeres somos el pilar de nuestra comunidad”, afirmó, destacando el papel fundamental que desempeñan en la preservación de sus tradiciones y lengua, el mapuzungun.
La provincia de Neuquén, con un 7,7% de población indígena según el Censo 2022, es un microcosmos donde se entrelazan desafíos demográficos y culturales. Rosalía enfatizó que “la juventud debe conocer su historia para no repetir los errores del pasado”, y subrayó la necesidad de educación y empoderamiento dentro de su comunidad. A pesar de que solo el 27,6% de los indígenas asiste a instituciones educativas, su liderazgo representa una esperanza renovada para un futuro más inclusivo.
El encuentro con Rosalía tuvo lugar en su hogar, en Las cinco lagunas, un entorno que refleja la riqueza natural y cultural de su comunidad. Durante la espera, un vecino se acercó y expresó con orgullo: “Es nuestra primera lonko mujer”, resaltando cómo su liderazgo ha revalorizado la cultura mapuche. Este comentario resonó profundamente, evidenciando cómo Rosalía ha construido y deconstruido su identidad como líder.
Al recibirnos, Rosalía mostró una calidez que trascendió lo formal. “La cocina es un espacio sagrado donde se transmiten nuestras tradiciones”, dijo mientras preparaba pancitos caseros para sus hijos y nietos. Este gesto simboliza no solo su conexión personal con la cultura mapuche, sino también su deseo de compartir y fortalecer los lazos comunitarios.
En esta entrevista exploraremos las experiencias y visiones de Rosalía Barra, una figura emblemática que invita a cuestionar las narrativas hegemónicas que han silenciado a las comunidades indígenas. Su historia no solo es un relato individual; es un llamado a reconocer y valorar la diversidad cultural en la construcción de una identidad colectiva en Argentina.
Del abandono al liderazgo
La historia de Rosalía Barra, primera lonko mujer de la Comunidad Mapuche Puel en Neuquén, es un relato de resistencia y empoderamiento en un contexto donde las voces indígenas han sido históricamente silenciadas. “Te saludo en Mapuzugun. Mari Mari, yo soy Rosalía Barra, pertenezco a la comunidad Puel”, comenzó la entrevista. Rosalía, quien ha sido elegida para ocupar el máximo rango de su comunidad, simboliza un cambio significativo en la estructura de liderazgo tradicional. “Es una lucha y un desafío fuerte”, reconoció.
En el “6º Encuentro de 200 Mujeres Rurales Neuquinas”, celebrado en octubre de 2023, Rosalía reiteró su compromiso con la comunidad: “Soy mujer mapuche y estoy acá porque todos estamos trabajando en el territorio y nos tenemos que dar una mano para poder salir adelante”. Estas palabras subrayan su papel como líder y la importancia de la colaboración y el apoyo mutuo entre las mujeres mapuches.
Durante nuestra conversación, Rosalía compartió recuerdos entrañables de su madre y abuela, quienes fueron sus primeras maestras. “Nunca fui a la escuela, pero ellas me enseñaron todo lo que sé”, afirmó con nostalgia. Su relato también incluyó la historia dolorosa de su padre, quien dejó a la familia por miedo y nunca volvió a establecer contacto. “Nunca tuvimos contacto, nunca”, dijo con tristeza, revelando las cicatrices que estas ausencias han dejado en su vida.
Los Mapuche y sus raíces milenarias
El pueblo mapuche, conocido por su rica cultura y resistencia histórica, tiene sus orígenes en el sur de América, específicamente en lo que hoy son Chile y Argentina. Recientemente, un estudio multidisciplinario llevado a cabo por la Universidad de Zúrich, la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva arrojó nueva luz sobre sus orígenes genéticos. Este análisis, que incluyó a 64 participantes de tres poblaciones mapuche —Pehuenche, Lafkenche y Huilliche—, revela que los ancestros de los mapuches se separaron de otros grupos humanos hace más de cuatro mil años, sugiriendo un significativo aislamiento genético.
Chiara Barbieri, autora principal del estudio, destaca que “los linajes mapuche distintivos se originaron localmente y se han mantenido en relativo aislamiento”. Sin embargo, este aislamiento no ha sido absoluto, ya que hubo episodios de contacto con otras poblaciones sudamericanas a lo largo del último milenio. Felipe Martínez, coautor del estudio, advierte que “no se debe confundir la señal de ascendencia genética con la cultura e identidad como las conocemos hoy día”, enfatizando que la identidad es una construcción cultural más que biológica.
El trabajo también revela que el principal vínculo genético de los mapuches se encuentra con los Andes centrales. Paul Heggarty, lingüista del Instituto Max Planck, explica que “este vínculo refleja cómo los cultivos domesticados, como la patata, también se extendieron hacia el sur”, sugiriendo interacciones previas a la llegada del Imperio Inca.
Además, Kentaro Shimizu, profesor de genética en la Universidad de Zúrich, subraya que las distintas identidades territoriales mapuche están interrelacionadas. A pesar de las adversidades históricas que han enfrentado, incluyendo la colonización española y la ocupación chilena y argentina, el pueblo mapuche ha logrado preservar su identidad cultural y sus tradiciones. María José Aninao, lingüista mapuche y coautora del estudio, enfatiza la importancia de contextualizar estos hallazgos dentro de las narrativas tradicionales para empoderar a las comunidades indígenas. Así, el legado cultural mapuche sigue vivo y relevante en el presente.
Los movimientos poblacionales del pueblo mapuche han sido marcados por desafíos históricos y cambios socioeconómicos significativos. Durante el siglo XIX, la ocupación de la Araucanía por el Estado chileno en 1882 y la “Campaña del Desierto” en Argentina (1879-1885) forzaron a muchos mapuches a confinarse en territorios específicos, limitando su movilidad y acceso a tierras productivas. Este confinamiento llevó a un proceso de migración campo-ciudad, donde más de la mitad de la población mapuche, tanto en Chile como en Argentina, reside actualmente en áreas urbanas. La búsqueda de mejores oportunidades económicas ha sido un motor clave, especialmente entre la población joven.
A pesar de estos desafíos, el pueblo mapuche demostró una notable capacidad de adaptación y resistencia cultural. La conformación de grandes latifundios y la pérdida de tierras comunales intensificaron los movimientos sociales en el siglo XX. En las últimas décadas, el movimiento mapuche ha cobrado fuerza, buscando no solo el reconocimiento de sus derechos territoriales, sino también la reivindicación cultural.
El testimonio de Rosalía Barra sobre la migración de su comunidad desde Azul (Buenos Aires) hacia la cordillera neuquina ilustra esta historia de desplazamiento: “Los Puel vinieron de Azul… hasta Kentrl… y llegaron hasta la querencia sobre el Río Aluminé”, dice y recuerda el llanto de su abuela al recordar cómo su familia fue perseguida por los ejércitos durante la “Campaña del Desierto”.
La campaña que fue masacre
La mal llamada “Conquista del Desierto”, también conocida como la “Campaña del Desierto”, fue una serie de operaciones militares llevadas a cabo por el Estado argentino entre 1878 y 1885, con el objetivo de expandir el territorio nacional hacia el sur y someter a los pueblos originarios que habitaban estas tierras, como los Mapuche, Pampa y Tehuelche. Bajo el liderazgo del general Julio Argentino Roca, el gobierno argentino abandonó la estrategia defensiva de la Zanja de Alsina en favor de una ofensiva militar que buscaba consolidar el control sobre vastas extensiones de territorio conocido como Puelmapu por los mapuches.
Durante este período, las fuerzas argentinas llevaron a cabo múltiples ataques que resultaron en la muerte o captura de aproximadamente 14.000 indígenas. La resistencia indígena fue bravía, pero las fuerzas argentinas contaban con un armamento superior y una organización militar más efectiva. Un evento significativo fue la rendición del Cacique Villamain en 1882, un acto que simbolizó la pérdida de autonomía para muchas comunidades.
La región de Ñorquín, cerca del Lago Pulmarí en Neuquén, se convirtió en un escenario clave durante estos conflictos. En este contexto, el Combate de Pulmarí el 6 de enero de 1883 se destacó como la última victoria mapuche en su lucha por defender su territorio. Este enfrentamiento no solo representó un acto de resistencia territorial, sino también una afirmación de identidad frente a un ejército mejor armado.
Las consecuencias de la Conquista del Desierto han dejado profundas huellas en la memoria colectiva del pueblo mapuche, cuyas luchas por reconocimiento y derechos continúan resonando en la actualidad.
La conquista cultural
La “Conquista del Desierto” no solo fue un proceso militar, sino también una profunda transformación cultural que impactó a los pueblos originarios, especialmente a los mapuches. Rosalía Barra, una voz representativa de esta comunidad, comparte su experiencia en la que el Mapuzungún, su lengua materna, se enfrenta al castellano, impuesto por la colonización. “A mi mamá no la dejaban hablar en mapuzungún en la escuela”, recuerda Rosalía, reflejando la opresión cultural que sufrieron las generaciones pasadas.
La Escuela Nacional N°90, ubicada en el paraje “La Angostura”, fue un espacio donde se buscó “alfabetizar” a los mapuches, pero sin incluir su cultura y lengua en el currículo. En este contexto, el castellano se convirtió en la única lengua permitida, ignorando la rica herencia cultural de la comunidad. La educación se utilizó como herramienta de control y asimilación, despojando a los jóvenes de su identidad.
Rosalía encarna la dualidad de ser parte de una familia que ha enfrentado sufrimiento y al mismo tiempo ha cultivado una rica herencia cultural. “Yo me siento en el choquito, al lado del Kutral (fuego)”, dice con una sonrisa que ilumina su relato. Esta resistencia cultural es vital para mantener viva la llama de su identidad.
La memoria de la Conquista del Desierto y sus efectos culturales sigue resonando hoy. En un mundo neoliberal que continúa colonizando espacios, los pueblos originarios luchan por recuperar no solo sus tierras, sino también su lengua y tradiciones, enfrentándose a formas modernas de opresión mientras buscan reafirmar su lugar en la sociedad.
Cultura y cosmovisión: ¿Territorio o Wallmapu?
La distinción entre “Territorio” y “Wallmapu” es fundamental en el debate contemporáneo entre los pueblos originarios y las sociedades occidentales. Para los mapuches, Wallmapu no es solo un espacio físico; es un concepto sagrado que abarca su cosmovisión, donde cada elemento, como el Kutral (fuego), Lawen (salud), Có (agua) y Cullín (recursos), está interconectado. La palabra “Wallmapu” se traduce como “tierra circundante”, lo que implica una relación holística con el entorno, en contraste con la visión occidental que tiende a ver el territorio como un recurso explotable.
Rosalía Barra explica que “el territorio es la Wallmapu”, enfatizando que su significado va más allá de la mera propiedad. Mientras que el término “territorio” proviene de la palabra “winka” (blanco) y se asocia con una noción más limitada, Wallmapu incluye lo que está debajo y encima de la tierra, así como lo que hay en el aire. Esta diferencia conceptual ha generado conflictos, ya que las culturas occidentales a menudo no comprenden la profundidad del significado que los pueblos originarios otorgan a su territorio.
La historia de la colonización y la imposición de un modelo de desarrollo basado en la explotación ha llevado a la marginalización de las comunidades indígenas. La lucha por el reconocimiento del Wallmapu como un espacio vital para la identidad y cultura mapuche refleja una resistencia a ser reducidos a meros “territorios” en términos legales y económicos. En este sentido, hablar de interculturalidad se convierte en un camino hacia el entendimiento mutuo, donde ambas partes deben escuchar y empatizar para construir relaciones más sólidas y justas.
Mapuzungún, la lengua que conecta con la Wallmapu
El Mapuzungún, lengua materna de los mapuches, es fundamental para la conexión con la Wallmapu, que representa más que un simple territorio; es un espacio sagrado cargado de significado cultural y espiritual. Rosalía Barra explica que “Mapuche” significa “gente de la tierra”, y esta relación con el Mapu (territorio) incluye elementos vitales como el Kutral (fuego), Lawen (plantas medicinales) y Có (agua). Esta cosmovisión resalta que “no somos dueños de la tierra; somos parte de ella”, enfatizando una conexión intrínseca entre la identidad mapuche y su entorno.
El Mapuzungún actúa como un vehículo que preserva y transmite esta rica herencia cultural. Rosalía menciona que el lenguaje se habla también en la relación con el territorio, lo que hace difícil explicar su significado en términos occidentales. “Es todo un contenido”, dice, aludiendo a la profundidad de las expresiones culturales que se pierden en traducciones simplistas.
Sin embargo, la historia reciente ha traído tensiones en el ámbito educativo y religioso. Rosalía recuerda cómo se prohibió hablar en Mapuzungún en las escuelas, un intento de asimilación que despojó a los estudiantes de su identidad cultural. Además, critica cómo las visiones religiosas a menudo ignoran la conexión espiritual con el Wallmapu, priorizando lo mundano sobre lo sagrado.
A pesar de estos desafíos, en las últimas décadas ha habido un resurgimiento del uso del Mapuzungún, reflejando una creciente reivindicación cultural y un esfuerzo por fortalecer la identidad mapuche en todos los aspectos de la vida comunitaria. La lengua sigue siendo un pilar esencial para mantener viva la conexión con su territorio ancestral y su cosmovisión.
El Nguillatún y “Los Sotanos”
La llegada de las religiones a las comunidades mapuches ha transformado profundamente su cosmovisión y prácticas culturales. Rosalía Barra comparte que, desde la colonización, se impusieron creencias que despojaron a los mapuches de su identidad, forzándolos a castellanizar sus nombres y aceptar un único Dios. “Los Sotanos”, como les llamaban, llegaron con un “libro grande” y exigieron que creyeran en un Dios anciano, distante y único. Esta imposición ha llevado a muchos a practicar su Nguillatún en silencio, temerosos de represalias.
El Nguillatún es una ceremonia fundamental en la cultura mapuche, que refleja su conexión con el territorio y la diversidad de la vida. Rosalía enfatiza que la religión tradicional mapuche no solo se centra en lo mundano, sino que también abarca una rica espiritualidad relacionada con el Wallmapu, y rememora las enseñanzas de su abuela sobre la importancia de vivir en armonía con el entorno: “Nunca había que estar enemistada con todo lo que tenemos en la vida”.
A pesar de los intentos de asimilación, la necesidad de revalorizar y fortalecer las creencias ancestrales es más urgente que nunca. La desconexión entre las enseñanzas religiosas impuestas y la cosmovisión mapuche resalta la importancia de reivindicar su identidad cultural y espiritual, buscando un equilibrio entre lo sagrado y lo cotidiano en un mundo cada vez más globalizado.
La primera lonko de la Comunidad Puel
Rosalía Barra es una figura emblemática y líder de la comunidad mapuche Puel, reconocida por su incansable lucha por los derechos de su pueblo. No solo es la primera lonko mujer de su comunidad, sino también madre y criancera, comprometida con la preservación de la cultura mapuche. En su relato, Rosalía destaca la importancia de su historia, que ha sido documentada en el libro Mari mari iñce Rosalía Barra pigen tañi Lof Puel, escrito por María Fernández Mouján y presentado el 17 de octubre de 2024 en la Universidad Nacional del Comahue, un trabajo que refleja las luchas que ha enfrentado junto a su comunidad en Pulmarí.
Rosalía recuerda momentos difíciles, como cuando ella y otros miembros de su comunidad fueron detenidos durante las protestas por sus derechos territoriales. “Esa lucha fue muy fuerte”, afirma, subrayando la necesidad de apoyo externo para defender su territorio. A través de su liderazgo, busca no solo preservar el legado cultural mapuche, sino también enfrentar los desafíos contemporáneos, como la urbanización y explotación turística que amenazan su hogar.
Su vida y experiencia son un testimonio del esfuerzo colectivo por reivindicar los derechos indígenas y fortalecer la identidad cultural en un contexto donde las comunidades originarias siguen luchando por ser escuchadas y respetadas. Rosalía Barra representa una voz poderosa en la resistencia mapuche y un símbolo de esperanza para las futuras generaciones.
La palabra lonko, que significa “cabeza” o “jefe” en mapuzungún, designa al líder político y espiritual de un lof, la unidad social fundamental del pueblo mapuche. Cada lof está compuesto por familias que comparten un territorio y un ancestro común, lo que refuerza la cohesión social y cultural. El lonko no solo actúa como autoridad en asuntos políticos y administrativos, sino que también guía ceremonias importantes, como el nguillatún, una rogativa esencial para la comunidad. El rol del lonko implica un profundo conocimiento de las tradiciones y costumbres mapuches, asegurando la continuidad del Admapu, las normas que rigen su vida. La elección de un lonko puede ser hereditaria, por nombramiento comunitario o a través de tributo. Se espera que posea habilidades de liderazgo y mediación, además de ser respetado por su comunidad.
La figura del lonko simboliza tanto el liderazgo físico como el espiritual, siendo crucial para la identidad y resistencia cultural del pueblo mapuche en tiempos de cambio y desafío. Su estatus es un reflejo del respeto y reconocimiento que le otorgan sus pares dentro de la comunidad.
Las mujeres, la comunidad y la lucha
Históricamente, el rol de lonko ha sido predominantemente masculino en las comunidades mapuches. Sin embargo, figuras como Rosalía Barra están desafiando esta norma y abriendo caminos para la inclusión de mujeres en posiciones de liderazgo. Rosalía, quien se convirtió en la primera lonko de la Comunidad Mapuche Puel, comparte su experiencia con una mezcla de humildad y determinación: “Yo no me motivé, ni me propuse ser lonko. Me fui a la asamblea con angustia por lo que estaba sucediendo en la comunidad”. El momento decisivo llegó durante una asamblea para renovar autoridades. A pesar de su incertidumbre, Rosalía fue alentada por otras mujeres: “Las ‘ñañas’ (chicas) me decían: ‘Andá, Rosalía, postulate vos. Vos sos capaz’”. Con este apoyo, decidió aceptar el desafío: “Yo quiero ser Lonko… porque defender el territorio, lo defendí sin ser Lonko”. Esta decisión refleja no solo su compromiso personal, sino también un cambio en las dinámicas sociales dentro del pueblo mapuche. Rosalía reconoce que su elección simboliza un avance significativo para las mujeres en roles tradicionalmente masculinos. Sin embargo, también enfrenta resistencia. “Había gente que no estaba de acuerdo conmigo…”, recuerda, lo que subraya los desafíos que aún persisten en la aceptación del liderazgo femenino. A pesar de esto, ella se mantiene firme en su propósito: “El Pueblo Mapuche no viene con propuestas. Las propuestas y las ideas salen de un partido político”.Su enfoque hacia el liderazgo es inclusivo y colaborativo. Rosalía enfatiza la importancia del apoyo comunitario: “Les pedí mucho acompañamiento de ellos. Y en las propuestas, les pedí que armaran sus ideas”. Esta visión no solo fortalece su posición como lonko, sino que también promueve una mayor cohesión y participación dentro de la comunidad.
“Cuando defendimos Pulmarí, fuimos puras mujeres”
Ser la primera lonko mujer de la comunidad mapuche Puel representa un papel significativo y transformador en la lucha por los derechos de las mujeres. Para Rosalía Barra, esta posición implica no solo liderazgo, sino también la responsabilidad de defender y representar a sus “Zomos” (mujeres). Ella afirma: “Sería tener la posibilidad de poder defender a mis ‘Zomos’, también, mis compañeras mujeres, que hoy por hoy, estarán sufriendo… porque hay maltrato de mujeres dentro de la comunidad”. Rosalía enfatiza que las mujeres son más decididas en tomar decisiones firmes, especialmente en momentos de conflicto. “Cuando defendimos Pulmarí, fuimos puras mujeres al frente”, recuerda con orgullo.
A pesar de los desafíos que enfrenta como líder, no tiene miedo: “Sé que me va a tocar este año… creo que voy a ser muy maltratada. Pero no le tengo miedo. Creo que hay que enfrentarlo”. Su visión del liderazgo es clara: “Ser fuerte, en ese sentido, y ser mujer. Yo creo que las mujeres siempre tenemos más decisiones”. Rosalía destaca cómo las mujeres pueden actuar con determinación donde los hombres a veces retroceden por temor al conflicto. Su elección como lonko no solo simboliza un avance para las mujeres en roles tradicionalmente masculinos, sino también un paso hacia la igualdad y el respeto en su comunidad. A medida que Rosalía asume su rol, se convierte en un símbolo de empoderamiento y resistencia, reflejando la fortaleza y determinación de las mujeres mapuches en su lucha por un futuro más justo.
La Comisión Directiva en la comunidad mapuche, según Rosalía Barra, refleja una estructura impuesta por el modelo “winka” (blanco), que exige cargos como presidente, vicepresidente y tesorero. Rosalía señala: “La verdad que nosotros hoy, por ser la estructura ‘winka’ que te exigen por la Personería Jurídica, ponen un Presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y revisor de cuentas”. Esta organización contrasta con las tradiciones mapuches, que reconocen roles como el lonko y el werkén.
Rosalía destaca que aún falta un estatuto que permita modificar esta estructura: “Todavía no tenemos el Estatuto para modificar ese órgano de la aplicación de la política mapuche”. Esto evidencia la necesidad de un cambio de paradigma hacia una representación más auténtica y acorde con la cultura mapuche. La falta de reconocimiento de sus propias estructuras tradicionales limita la capacidad de autogobierno.
“Nos limitamos por la Personería Jurídica que tienen”, explica Rosalía, subrayando que los roles tradicionales como Kona y Pillán Kuse no son reconocidos en la actual configuración. La búsqueda de una gobernanza que respete las tradiciones es esencial para fortalecer la identidad y autonomía de la comunidad. Rosalía enfatiza que “antes no se utilizaba la plata; no había plata”, lo que resalta cómo las dinámicas económicas contemporáneas han alterado las prácticas tradicionales.
“Los hombres creían que debíamos hacerles caso siempre”
El rol de las mujeres en la comunidad mapuche Puel es crucial y multifacético, enfrentando desafíos significativos en un contexto marcado por el machismo. Rosalía Barra, como líder y referente, destaca la persistencia de esta cultura patriarcal: “En esta comunidad hubo muchísimo machismo… Qué se creían ellos, los ‘hombres’, que teníamos que hacerles caso siempre”. A pesar de haber crecido en un entorno donde predominaban mujeres fuertes, muchas aún sufren humillaciones y limitaciones en su papel social. Rosalía enfatiza la necesidad de empoderar a las mujeres: “Yo creo que las mujeres somos mucho más decididas en tomar decisiones fuertes”. Durante momentos críticos, como la defensa del territorio en Pulmarí, las mujeres han estado al frente: “Fuimos puras mujeres que fuimos al frente a defender el territorio”. Su experiencia refleja la lucha constante por la equidad y el reconocimiento de las capacidades femeninas. La posibilidad de que más mujeres asuman el rol de lonko es un tema relevante. Rosalía señala que, a pesar de los esfuerzos, comunidades como Ruka Choroy y Catalán aún no han logrado tener una mujer lonko. “Acá en el Departamento Aluminé está Ruka Choroy… que nunca pudo lograr tener una lonko mujer”, afirma. Su liderazgo es un símbolo de resistencia y un llamado a transformar las estructuras patriarcales dentro de su comunidad, abriendo caminos para futuras generaciones de mujeres mapuches.
Violencia de género, herencia del Ejército de la Campaña del Desierto
La violencia de género en las comunidades mapuches está profundamente arraigada en la historia de la colonización y la Conquista del Desierto. Rosalía Barra sostiene que, tras la llegada del Ejército durante la “Campaña del Desierto”, se impuso un orden patriarcal que relegó a las mujeres a un papel subordinado. “Yo creo que pasó en la época de la colonización, cuando vinieron del Ejército a imponernos, matando al pueblo mapuche”, explica Rosalía, destacando cómo esta violencia estructural ha perdurado a lo largo del tiempo. Antes de la colonización, existía una complementariedad entre géneros en la cultura mapuche. Rosalía recuerda que “no había esa superioridad. Había una complementariedad. Iguales, iguales decía ella”, refiriéndose a las enseñanzas de su abuela. Sin embargo, la llegada del Ejército marcó el inicio de un ciclo de maltrato y violencia que continúa afectando a muchas mujeres hoy en día. La herencia de esta violencia se manifiesta en humillaciones y limitaciones cotidianas. Rosalía enfatiza que esta situación es un reflejo de una lucha constante por la equidad y el reconocimiento: “A partir de ahí, empezaron esto del varón como un poco más arriba y la mujer tiene que estar un poco más abajo”. La violencia de género no solo es un problema social, sino también un legado colonial que requiere atención y transformación para restaurar la dignidad y el respeto hacia las mujeres mapuches en sus comunidades.
Fuentes
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Agradecimientos
- Agustín Merino. Lic. en Antropología en UNLP
- Ivana Queupo. Miembro de la Comisión Directiva Comunidad Mapuche Puel
- Laura Punolef. Werken de la Comunidad Mapuche Puel; Kimeltufe Mapuzungun
- Luis María “Titi” Ricciuto. Amigo de Rosalía Barra; Extitular de la subsecretaría de Diversidad, dependiente del ministerio de las Mujeres y Diversidades; Actual Director Provincial de la C.I.P.
- Rosalía Barra. Lonko Comunidad Mapuche Puel.
* Estudiantes en prácticas supervisadas de trabajo final en el portal Qué y la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.