Residentes de distintas profesiones marcharon hacia el Ministerio de Salud de Córdoba. Pidieron una mejora salarial y ser reconocidos como trabajadores. Un reclamo histórico con fecha actual.
Por Paulo Ribeiro. Fotógrafo y estudiante de la FCC.
Diferente a las mañanas heladas de los meses anteriores, amaneció el lunes 1º de agosto. Un poco por el sol que ya se asomaba y prometía una jornada que nos hizo sentir más cerca de la primavera, y además por el blanco de las chaquetillas y ambos que, luego de las 10, se movilizaron frente el Ministerio de Salud de Córdoba, ubicado en el Complejo Pablo Pizzurno a metros de la Universidad Nacional de Córdoba.
Eran médicos, enfermeras, nutricionistas, trabajadoras sociales, kinesiólogas, psicomotricistas, psicopedagogas, bioquímicos que bajo la categoría de residentes ejercen sus profesiones en la provincia de Córdoba. Pero algo más que sus atuendos los unió en esa concentración convocada por el Colectivo de Residentes y Trabajadores de la Salud. Bastaba con leer algunos de los carteles para unir piezas y encontrar sentido a ese disparate: “Por una ley que nos reconozca como trabajadores” decía uno y “tener vocación no es renunciar a mis derechos”, invocaba otro mensaje escrito a mano en un cartulina.
Las largas noches de guardia que enfrentan los médicos no les impidió sumarse a esa contienda. Desde las 6 de la mañana, cuando empezó el paro, hasta media mañana, cuando estaban todos reunidos frente al portón principal del edificio, la convocatoria reunió a unos 500 residentes, concurrentes y simpatizantes de la Capital y el interior. A las 11, la calzada ya era insuficiente para tanta agitación y cortaba casi por completo uno de los carriles de la avenida Vélez Sársfield. De esa forma, los autos que cruzaban a paso de hombre podían leer las consignas y muchos sin mostrarse alterados por la situación, demostraron su apoyo a bocinazos.
En formación, pero profesionales
La lucha de los residentes y concurrentes puso al descubierto la situación de precarización que viven los trabajadores dentro del sistema público de salud. El residente es un profesional concursado que ingresa al sistema de salud para capacitarse en una de las varias especialidades de las cuales se ocupa cada hospital para luego obtener así su matrícula de especialista.
No obstante, su contratación está bajo el sistema de “becas”. “Estamos percibiendo un salario que está por debajo de la línea de pobreza, sin aportes jubilatorios, sin seguro de vida y sin seguro por mala praxis”, manifestó Natalia González, una de las médicas que empuñaba el micrófono. Incluso el caso del concurrente es aún más complicado, pues cumple las mismas funciones que un residente pero no cobra ningún centavo. “Es lo más nefasto”, vociferaba otro médico.
El trabajo actual consiste en 60 y 80 horas semanales con guardias de 24 horas, por la retribución de un salario de 10.800 pesos, un promedio de 45 pesos la hora. Unos de los salarios más bajos del país. Como consecuencia, el reclamo de los trabajadores nucleados en el Colectivo de Residentes de Córdoba consiste en el reconocimiento legal como trabajadores, con la modificación del sistema de becas; la mejora salarial en una estimativa de 18.000 pesos y la eliminación del sistema no rentado de las concurrencias.
Una jornada histórica
Con un equipo de sonido armado de manera espontánea cerca de la entrada, Natalia leyó las reivindicaciones. A su lado, un médico con pelo enrulado tocaba una melódica (sí, ese instrumento que parece un teclado pero suena como una armónica) y entonaban “se va a acabar esa costumbre de explotar”, en unísono por todos los participantes.
A pesar de que a los gritos pidieron que el ministro de Salud, Francisco Fortuna, saliera a hablar con los trabajadores, no lo lograron. En cambio, les ofrecieron una reunión a puertas cerradas con tres delegados, junto al director de Capacitación y Formación en Salud, Sergio Victorio Metrebian, responsable por las residencias médicas de la Provincia, pero la rechazaron. Las personas se desplazaron en conjunto hasta ocupar todo una mano de la avenida y frenar el paso de los automóviles.
La postura indiferente de las autoridades fue tejiendo a cada minuto la fortaleza de estos “dotores” de guardapolvo, que no se acobardaron frente a las intimidaciones y no demostraron cansancio, bajo el sol del mediodía sobre sus cabezas.
Allí mismo sobre el asfalto, iniciaron una gran asamblea para decidir los rumbos de la protesta. Los delegados de cada hospital manifestaron sus preocupaciones pero concordaron en que la lucha tiene que seguir. “Si le toca a uno, les toca a todos”.
Uno de los discurso del final que se destacó, no tanto por el tono de voz suave y tranquilo, sino más bien por su fuerza y determinación decía: “Quiero avisarles al personal encargado de tomar las decisiones, que hicieron enojar a un manso. Hacía rato que no se veía médicos unidos, creo que ya nos han manoseado demasiado y fue hasta hoy , porque de acá en adelante la cosa cambia”, sentenció Martín Radosevich, del servicio de anestesia de Río Cuarto.
La movilización siguió diciendo “basta” rumbo al shopping Patio Olmos, en contramano por la avenida principal que atraviesa la ciudad.