Por Renata Chiacchietta y Rodrigo Savoretti *
Centenares de miles en todo el país -80 mil en Córdoba- manifestaron en defensa de la universidad pública y gratuita. Frente a un Gobierno que no quiere ver la realidad y sectores políticos que miran para otro lado, el 23A fue un punto de inflexión que recuperó la unidad entre estudiantes y trabajadores.
El 23 de abril, más de 80 mil personas salieron a las calles cordobesas para defender la educación pública en una movilización sin precedentes cercanos, por su masividad y por la unidad lograda entre el movimiento obrero, estudiantil y educativo y las organizaciones sociales. ¿Qué efectos tuvo en sus protagonistas? ¿Qué nos dejó de cara a un presente tan complejo como lleno de incertidumbre?
A principios de mes, el Frente Sindical Universitario (FSU) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), espacio de confluencia entre las autoridades de todas las universidades públicas, convocaron a una Marcha Federal Universitaria para el pasado 23 de abril. A la medida de fuerza se adhirieron todas las centrales obreras y los movimientos sociales del país.
La situación de las más de cincuenta universidades públicas es la más crítica en décadas, y de seguir funcionando con la prórroga del presupuesto de 2023, según Chequeado, el ajuste real del mismo es de un 76,3% para este año, lo que llevaría a una situación “crítica”, según expresó el propio CIN semanas atrás.
En las últimas semanas, el presidente Javier Milei y sus funcionarios decidieron jugar todas sus cartas para evitar la movilización, como también para justificar su política de ajuste bajo el disfraz de combatir los “curros” y el “adoctrinamiento”. Pero no pudieron, ni con el anuncio de un magro aumento ni con la violencia política sobre trabajadores de las altas casas de estudio.
En este sentido, el hecho más grave lo padeció la Facultad de Ciencias de Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba (FCC-UNC) -que merece aquí un paréntesis aparte-. Pero el FSU y el CIN mantuvieron firme la convocatoria y el 23A marcharon centenares de miles en todo el país. Por caso, en Buenos Aires, la manifestación congregó la inédita cifra de 800 mil personas.
“Formamos periodistas, no twitteros”
Días antes de la movilización, la Derecha Diario acusó de “adoctrinamiento ideológico” a docentes de la FCC-UNC en un artículo publicado en su sitio, donde tergiversaron y expusieron las consignas de un trabajo práctico dictado por la Cátedra de Taller de Lenguaje I y Producción Gráfica (A).
El medio ultraderechista, fundado por Fernando Cerimedo, actualmente investigado por la Corte Suprema de Brasil por su rol en la intentona golpista contra Lula Da Silva, acusó a los profesores de “obligar a sus estudiantes a participar de la marcha del 23”.
Una vez subido a su perfil de “X”, la noticia falsa fue retuiteada nada menos que por el presidente Milei, y también por Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias del Gobierno Nacional, quien instó a los estudiantes de las universidades públicas a denunciar a los docentes por “adoctrinamiento”. A su vez, los trolls libertarios comenzaron a difundir información e insultos sobre la facultad, su decana y sus profesores.
El trabajo práctico en cuestión consistía en cubrir -optativamente- la manifestación universitaria, considerada por los docentes como un “hecho periodístico”. En este sentido, la cátedra cumplió con su función de educar gratuita y públicamente, como explicó en un comunicado cuyo contenido refleja todo lo contrario a las acusaciones:
“No trabajamos con ‘doctrinas’ sino con conceptos, códigos de ética profesional y derechos y garantías consagrados en la Constitución Nacional. Sí, asumimos posiciones políticas claras en favor de la libertad de expresión, el acceso a la información y el pluralismo informativo. E intentamos formar profesionales críticos que entiendan los riesgos de la censura, la calumnia y la desinformación. Son temas controvertidos que se nutren de la actualidad informativa (las “noticias” atraviesan nuestras clases); por eso apostamos al debate horizontal, el intercambio honesto de ideas y el respeto por todas las posiciones”.
A su vez, la FCC-UNC emitió un comunicado titulado “Formamos periodistas, no twitteros”, donde denunció el hostigamiento y la persecución hacia sus trabajadores y autoridades, situación sin precedentes desde la recuperación democrática.
“Este hecho es gravísimo y atenta no solo contra la libertad de cátedra y la autonomía universitaria -banderas de nuestra Reforma del 18-, sino contra la integridad de los miembros de nuestra comunidad educativa”, advirtieron desde la facultad.
El ataque a la FCC-UNC no es un hecho aislado. Desde sus primeros días en la Rosada, Milei se dedicó con especial saña a atacar periodistas, medios públicos y comunicadores. La batalla cultural que impulsa no es meramente comunicacional, pero no existe sin las redes sociales y los medios.
23A: un golpe de las fuerzas del suelo
Desde los días previos a la movilización, el clima en la Ciudad Universitaria cordobesa estuvo marcado por el encuentro, el debate y la puesta en marcha de algunas acciones e intervenciones para el día 23. Ante la asfixia presupuestaria, distintas facultades retomaron la organización en asambleas estudiantiles e interclaustros. La misma estrategia fue tomada por los trabajadores y trabajadoras de los Servicios de Radio y Televisión de la UNC, quienes también se vieron fuertemente afectados por las políticas de ajuste y vaciamiento del sector público.
El 23 de abril la jornada comenzó a las 11 de la mañana en el Monumento de la Reforma. Desde allí, más de 80 mil personas marcharon recorriendo las calles del centro de la ciudad de Córdoba, para finalizar en el Patio Olmos, donde se leyó el documento.
Durante la jornada, no solo sucedió la marcha, sino que también se realizaron distintas actividades, como semaforeadas, clases públicas y radios abiertas. Las intervenciones finalizaron en el Museo de Antropología, donde se realizó un festival con bandas invitadas y se volvió a exigir más presupuesto para la educación y la ciencia.
La convocatoria colmó las expectativas de sus organizadores y superó también a la última gran marcha federal por la educación, hace seis años, cuando el Gobierno de Mauricio Macri ajustaba en cuatro años de gestión la mitad (35%) de lo ajustado en los cuatro meses que lleva el gobierno de Milei (76%).
A diferencia de aquél lejano 2018, de perfil mayormente estudiantil, con tomas e imputaciones a estudiantes, esta marcha contó con una unidad tan necesaria como irreal hasta hace unos meses atrás. Los tres movimientos que participaron, obrero, estudiantil y organizaciones sociales, supieron concretar el viejo anhelo que tiene su ancla en el Cordobazo: la unidad en acción de quienes estudian y trabajan.
“Milei viene por todos y nosotros tenemos que unirnos. Estoy acá porque sin haber ido a la universidad reconozco en la educación pública una garantía de oportunidades y derechos para todos. Ellos quieren privarnos de todo, adoctrinarnos al sistema 100% privado, funcional a sus negocios”, dijo Lucas Cabral, trabajador de limpieza sindicalizado en UTEDYC.
Las consignas contra el Gobierno nacional abundaron y las que apuntaron hacia la administración provincial, aliada al libertario, no faltaron. También hubo críticas hacia la Federación Universitaria de Córdoba, el Consejo Superior y el rector Jhon Boretto, quienes fueron acusados por los trabajadores de los SRT por la implementación de un plan de ajuste enmascarado en una “readecuación”. Entre los principales puntos de la resolución del Consejo Superior sobre los SRT se encuentran el adelanto de jubilaciones, retiros voluntarios, y otros puntos, fundamentados en que son el único camino para lograr la sostenibilidad del medio y pagar los salarios.
Libros de Eduardo Galeano, Rodolfo Walsh, Ernesto Sabato, Camila Sosa Villada, la Constitución Nacional, apuntes de historia argentina, fueron levantados por manos jóvenes, con un espíritu pacífico, performático y combativo al mismo tiempo. La elección fue en coherencia con la facultad. “Este libro me cambió la forma de ver la vida, y la universidad pública me cambió la forma de habitar el mundo”, expresó Rosario, estudiante de Psicología. Al preguntarle por qué se movilizaba, Maque Paviolo, egresada de Trabajo Social, respondió: “La universidad pública me parió por segunda vez, y me otorgó identidad”.
Los estudiantes secundarios también se hicieron presentes. “Porque no todo el mundo tenemos las mismas oportunidades para poder tener una educación de calidad, y no solo se pone en juego la educación de nosotros de todos los estudiantes, sino también miles de trabajos, miles de docentes, de no docentes, de preceptores”, expresaron desde el Colegio Manuel Belgrano.
En Diputados, ausentes sin aviso
Un día después de la movilización, en la jornada legislativa del 24 de abril destinada a discutir las jubilaciones, la restitución del FONID y el presupuesto destinado a las universidades, no hubo quórum en la Cámara Baja, ya que se ausentaron 133 diputados. Todo el bloque de La Libertad Avanza, el PRO e Innovación Federal se ausentó, así como también la mayoría de los diputados de Hacemos Coalición Federal (excepto Natalia de la Sota, Juan Brugge, Monica Fein y Esteban Paulón) y la UCR (a excepción de quienes se alinean con Martín Lousteau y Facundo Manes).
Ante este panorama, queda nuevamente en evidencia que la mayoría de quienes tienen el deber de representar a la ciudadanía no tienen como prioridad la defensa de la educación pública, ni la voluntad política de generar un diálogo con los sectores en lucha.
En contraste, esta histórica movilización en la docta reivindica una cultura de lucha en la ciudad que es cuna de la universidad argentina desde 1613, y que sostiene los valores de la Reforma del 18 por una democratización de la enseñanza.
Ante un gobierno que hace oídos sordos, un sistema político partidario desfavorable a la participación ciudadana y consensos democráticos rotos, la pelea por la educación puede ser una trinchera. Para resistir el ajuste y articular la unidad en acción de un sujeto político opositor al proyecto antinacional gobernante, que no se limita únicamente a Milei y a sus aliados provinciales -como el gobernador cordobés Martín Llaryora-, sino que también responde a intereses ajenos a los nacionales, anclados en el tridente Estados Unidos, Reino Unido e Israel.
Una vez más, el encuentro entre el movimiento estudiantil y los trabajadores, que muchas veces dio vuelta escenarios adversos, nos da un respiro y nos muestra que somos un montón del mismo lado de la mecha.
* Estudiantes de la Licenciatura en Comunicación Social en prácticas en la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.