Dos institutos clave en Córdoba como la Maternidad Nacional y la Provincial atienden cada día a mujeres embarazadas y parturientas, y no garantizan el cumplimiento de la ley 25.929.

Por: Micaela Fe Lucero. Estudiante de 2º de la FCC.

2014. Martina Sánchez está en una camilla en el Hospital Materno Provincial Dr. Raúl Felipe Lucini, su esposo le sostiene la mano. El parto se desarrolla rápido y acuna feliz a su bebé recién nacido.

La escena podría salir de un cuento, si no fuera por un detalle: las piernas de Martina están en alto y atadas. Esta práctica común en los partos no se corresponde con la Ley de Derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento, conocida como Ley del Parto Humanizado en Argentina, que dice: “en un parto vaginal, el profesional interviniente deberá evitar aquellas prácticas que impidan la libertad de movimiento”.

También se practican otras intervenciones, que la ley intenta evitar cuando son innecesarias, como la realización de enema o de rasurado, o incluso la aplicación de analgesia.

Magalí Bargas, en la madrugada del 7 de enero del 2016, se prepara para recibir a su hija en el Hospital Universitario de Maternidad y Neonatología (conocido como Maternidad Nacional). Durante todo el preparto le permiten estar acompañada por su pareja y familia, no restringen su movilidad, e incluso las practicantes mojan su cabeza con agua fría porque así encuentra alivio. Es su primera experiencia y no podría decir nada malo respecto a la atención.

Tres meses antes, el primero de octubre del 2015, se reglamenta la Ley 25.929 de Parto Humanizado. Esta norma había sido sancionada en 2004. Según la página del Ministerio de Salud de la Nación, el parto humanizado o respetado es “una modalidad de atención del parto caracterizada por el respeto a los derechos de los padres y los niños y niñas en el momento del nacimiento. Es decir, en consonancia con las necesidades y deseos de la familia que va a dar a luz.” La Ley ampara los derechos antes, durante y después del embarazo, y busca prevenir la violencia obstétrica.

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Por ser nacional, la ley regula la actividad de la Maternidad Nacional de Córdoba. Al respecto, el jefe de obstetricia del Hospital Universitario de Maternidad y Neonatología, el Dr. Héctor Luchini y su director, el Dr. Otilio Rosato, coinciden en que se realiza parto respetado desde que esta institución abrió sus puertas y que no hubo cambios desde la llegada de la ley.

A pesar de ello, hay aspectos que regula la ley que están sin resolver:

Silvina Vivas a mediados del 2014 vuelve a la maternidad para parir a su segundo hijo. No le permiten que su esposo la acompañe ni siquiera en el preparto. Recuerda que lo mismo pasó dos años antes, con su primer bebé.

Fines del mismo año, Karen Torres asiste a la maternidad nacional para dar a luz. Ingresa a cesárea y no le permiten estar acompañada porque no era parto normal.

Cabe destacar que la ley indica que cualquiera sea la vía de parto, el derecho de la mujer a ser acompañada por alguien que ella decida se mantiene siempre. También habla de la libertad de elección de la postura para parir en un parto vaginal, lo que tampoco es respetado ya que todas las camillas disponibles en la institución son tradicionales, para la posición de decúbito (acostada boca arriba).

También, las autoridades expresan que se forma al equipo de salud (estudiantes de Medicina y residentes) en parto respetado desde el comienzo, porque está implícito en su manera de atender el parto. Por el contrario el médico Pablo Primo que cursó la materia clínica obstétrica en el 2014 dice que en la cátedra que funciona en la institución nunca se trató de forma específica el concepto de parto respetado o violencia obstétrica. De acuerdo a sus observaciones, el joven médico agrega que en general a las mujeres se les brinda muy poca información y no se les consulta para la toma de decisiones.

Violencia de género

2014. Mayra Aguirre espera en la Maternidad Provincial para parir. Se siente nerviosa y en lugar de ayudarla a calmarse, una enfermera le dice: “si te gustó cuando te hicieron al chico, ahora no llores”.

La violencia obstétrica, según la Ley 26.485 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres es “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales”. Este marco se complementa con la Ley de Parto Humanizado. Y un caso como el de Mayra, es un claro ejemplo de la violencia obstétrica.

Desde prensa del Ministerio de Salud de la Provincia aseguran que en la Maternidad Provincial se trabaja con el espíritu de la Ley de parto humanizado, aunque aún no se adhirieron formalmente a la norma.

De hecho, el portal del Gobierno de Córdoba informa que desde el 2010 funciona en la Maternidad Provincial el programa Maternidad Segura y Centrada en la Familia (MSCF). Se trata de una iniciativa de Unicef que incluye entre su marco normativo a la Ley 25.929.

Finalmente, ambas maternidades muestran fallas en la atención a la mujer embarazada, situaciones que a veces los mismos directivos parecen desconocer. ¿Por qué? Consultada al respecto Irina Morán, periodista e integrante del colectivo Mujeres por un parto respetado Córdoba, arriesga: “Para garantizar estos derechos debemos asumir un cambio de paradigma dentro del modelo de salud vigente. Esto implica una decisión cultural, política y hasta económica dentro del modelo de salud que impera en nuestro país. Se debe tender a un modelo humanista y/o holístico de la medicina”.

Tenemos ley, pero falta

De a poco en Córdoba se van gestando nuevos espacios de promoción del parto humanizado. El programa MSCF ya suma 4 instituciones, además de la maternidad provincial: El Hospital Misericordia, el Hospital Materno Neonatal y el de Mina Clavero, Dr. Luis María Bellodi. Además, en Villa General Belgrano funciona una escuela de parteras que forma integralmente en parto respetado y desde la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC, la Secretaría de Extensión promueve un curso de formación de doulas, que son asistentes físicas y emocionales para las embarazadas.

A pesar de algunos proyectos bienintencionados y los instrumentos legales que existen, las cordobesas siguen relatando ser víctimas de violencia obstétrica o ser actrices secundarias en sus propios partos, sin derecho ni siquiera a una línea.

Los testimonios que se incluyeron más arriba, sólo son un pequeño muestrario de las variadas formas en que se vulneran los derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento. Y es urgente que esto se modifique, porque como decía el famoso obstetra Michel Odent: “Para cambiar el mundo debemos cambiar la forma de nacer”.

 

Galería de imágenes: Proyecto dar a luz, de Natalia Roca