María Fabiana Drincovich, ganadora del premio L’Oréal-Unesco por las mujeres en la ciencia, habló de su experiencia como científica en Argentina
Por Lucía Céspedes. Estudiante ECI.
A veces las oportunidades llaman a la puerta. En el caso de Fabiana fue literal. Hace ocho años, mientras se dedicaba a investigar el metabolismo de las plantas, un ingeniero agrónomo del INTA de San Pedro se acercó a su laboratorio en la Universidad Nacional de Rosario preocupado por la rápida descomposición de los duraznos. Se conocían tratamientos para aumentar el tiempo de vida post-cosecha, ya que son frutos muy perecederos, aunque no estaba claro por qué algunos tenían éxito y otros no.
“Siempre me pareció que los frutos de las plantas son órganos muy interesantes químicamente, por lo que la idea de esta investigación me pareció fantástica”, manifestó Drincovich. El proyecto Herramientas para la obtención de frutos carnosos con calidad organoléptica y nutricional mejorada y mayor vida poscosecha permitió detectar los componentes y proteínas que hacen que los duraznos -una vez cosechados- duren más. A partir de la investigación, fue posible identificar las variedades que tienen alto contenido de estos compuestos y emplear esta información en un programa de mejoramiento que acelere la obtención de un fruto de mejor calidad.
A diferencia de la industria agrícola, que persigue el mayor rendimiento de un producto, este proyecto pretende que el fruto llegue al consumidor con plena calidad organoléptica, esto es, con buen sabor y propiedades nutricionales potenciadas. Al respecto, la investigadora rosarina aclaró que no se trata de manipulación genética, sino de selección de las mejores variedades de durazno. En este sentido, Drincovich planteó que “los alimentos tienen muchas sustancias promotoras de la salud que tenemos que incrementar.”
¿A nivel internacional había algo sobre esto?
Muy poco, así que noto una colaboración entre los que estamos en esto. Hay un grupo en Italia, estuve allá el año pasado dando unas clases en la Universidad de Padua. Todos entendemos a la ciencia como una labor interdisciplinaria. Por ejemplo, para trabajar con duraznos necesitás campos experimentales, porque no son plantas que podés tener en un laboratorio. En eso destaco la interacción con el INTA, que está muy cerca de los productores y de sus necesidades. Es algo muy rico para ambos. Al trabajar juntos se llega a mejores resultados y la ciencia avanza más rápido.
El trabajo de mejoramiento en la vida del durazno causó alto impacto en el sector productivo abriendo nuevos mercados para la exportación. Además se está estudiando su aplicación en otros frutos, como tomates. Fabiana es investigadora en el Centro de Estudios Fotosintéticos y Biológicos de la UNR, donde también es profesora de Química Biológica. A nivel personal, la investigación le significó la obtención del Premio L’Oréal-Unesco por la mujer en la ciencia. Este galardón forma parte de un programa internacional, replicado en varios países a través de la Fundación L’Oréal. En Argentina, el CONICET realiza la evaluación del perfil de la investigadora y del proyecto.
Científica made in Argentina
En su Rosario natal, los padres de Fabiana tenían una farmacia. Ella reconoce que allí surgió su vocación. Se formó como bioquímica y farmacéutica en la UNR, donde también realizó su doctorado y luego, viajó a Estados Unidos para cursar un “postdoc”.
Al regreso de un congreso en Francia conoció a su marido en un aeropuerto. “Hasta ahí estaba muy metida en la carrera pero decidí apostar también por una familia”. En 1997 ingresó como investigadora a CONICET y al poco tiempo quedó embarazada del primero de sus tres hijos.
“Antes había menos facilidades”, recordó. “Ahora te extienden la beca y la licencia por maternidad. Eso es muy importante porque en el campo científico la mujer se atrasa al ser madre, tiene una demanda que el hombre no”. En su grupo de trabajo le preguntan si es posible tener hijos y continuar la carrera de investigación y ella sostiene: “Nadie hace ciencia solo, pero si hay una familia que apoya, se puede.”
A lo largo de su trayectoria Drincovich vivió las distintas relaciones entre el Estado y la ciencia. Lo que más valora es la apertura del CONICET, ya que cuando se inició como investigadora, la carrera era reciente y sólo el 10% de los postulantes ingresaban.
¿Cómo ves la convivencia entre docencia e investigación?
Yo creo que cualquier investigador que esté trabajando en la generación de conocimientos y no los quiera transmitir no es un buen investigador. Al mismo tiempo, un profesor universitario tiene que estar actualizado en su área profesional. Eso pasa en las universidades públicas, los planteles docentes tienen una riqueza increíble. La actividad científica está muy ligada con la docencia, no solamente de posgrado sino también de grado.
“Así como docencia e investigación no pueden pensarse la una sin la otra, el crecimiento de universidades públicas incrementó el desarrollo de ciudades, como el caso de Rosario, Córdoba, y Buenos Aires”, señaló Fabiana. Además, la investigadora cree que el momento actual que vive el país es propicio para aprovechar las nuevas oportunidades que existen. “Hace unos quince años, se incorporaron muchos investigadores nuevos y otros que volvieron del extranjero. Por eso me parece fantástico que el CONICET trate de expandirse y llenar lugares”, dijo refiriéndose a las iniciativas de descentralizar los polos de producción científica y tecnológica en el país.