Por María Paulinelli *
Una nueva entrega de lecturas a escritoras, atentas a la vida y sus ciclos: Nona Fernández, María Negroni, Siri Hustvedt y Emma Barrandeguy.
La imprecisa primavera se ha convertido en un desapacible comienzo del verano. La presencia de un sol rotundo, brillante, esplendoroso se alterna con algunas lluvias y con vientos que suman sonidos, avatares, colores diferentes a los días que se alargan y se alargan.
La fuerza de la vida se potencia. Los ciclos naturales, continúan. Yo… sigo buscando voces de mujeres. Las leo, Las escucho. Las guardo para Ustedes. La Historia en las historias de mujeres: Nona Fernández, María Negroni, Siri Hustvedt y Emma Barrandeguy en los poemas, novelas, ensayos, memorias. Una y todas en la superposición, la búsqueda, la plenitud de quienes dicen, escriben y hacen textos.
Todo –como decíamos– en la incandescente y luminosa identidad de las mujeres.
Mientras… sigo viviendo –como ustedes– este nuevo comienzo del verano.
¡Hola! Nuevamente estamos juntos en este encuentro con textos de mujeres. Miro el mundo, ahora, en este verano que comienza. Reconozco la fuerza de la vida que alcanza su plenitud, su madurez, la potencialidad posible de los ciclos naturales. Una ebullición que se traslada al mundo que vivimos, nos aturde con cierto frenesí , nos marea de tanto sol, de tanto sopor, de tanta lluvia con tormentas… y entonces, admiramos la serenidad de las noches –que aunque cortas– nos embriagan de inútiles vagabundeos… la pulsión de los días –cada vez más largos– pura luz, puro deslumbramiento…
Y acá, vamos viviendo el apuro de la vida que se expande hasta que nuevamente, empezará la disolución de lo posible en el ciclo que –lentamente– tendrá su declinación ineludible. Es la naturaleza, me digo. También, es así el mundo humano. Ciclos que empiezan y terminan. La Historia está hecho de ellos. Por eso, las miradas que cuajan en relatos. Por eso, la diversidad de discursos que cuentan las historias de esos ciclos.
Las mujeres no solo viven, sino protagonizan, recuerdan esos ciclos. También, proponen distintas formas de hablar de ellos. Formas que las expresan, las presentizan, las convierten en discursos.
Se me ocurrió que podíamos hacer un fugaz recorrido por algunas de esas miradas, por algunos de esos textos. Será la posibilidad de conocerlos. También, entender cómo las historias, hacen la Historia.
Relatos de relatos para que la Historia suceda de otra forma
Nona Fernández. Chilean Electric
Relatos desde el “dijo” que nombra la ajenidad del enunciante. Relatos desde el “leo” que habla de transcripciones de otras voces. Relatos desde un yo que enuncia mientras mira, escucha, recuerda, hace memoria. Relatos de acontecimientos con datos, fechas precisas para validar el testimonio. Relatos que se inscriben en la ficción de lo deseado para erradicar la desaparición, la violencia, la tristeza de un tiempo que hubo en Chile. Relatos que entremezclan los tiempos del pasado y el futuro en un intento vano de detener lo que nunca debió suceder, acontecido.
Todo eso es Chilean Electric… un poético sucederse de historias que nos permiten acceder a la Historia y… ¡cómo!
El texto trabaja esta multiplicidad de enunciaciones y enunciados, pero también, lo hace desde una edición que ratifica ese espacio de la electricidad como tema relevante. El diseño con la inclusión de boletas y la red de alumbrado de Santiago. La organización de las secuencias con títulos derivados del lenguaje propio de las empresas eléctricas: registro de instalación, de consumo, deuda pendiente… profundiza esa relevancia de la electricidad en la Historia de Chile. Una relevancia que condensa la metáfora del título que Fernández explica al finalizar el texto. Pienso en un título para la escena que escribiré. Uno que contenga y dé sentido a las imágenes que cruzan el relato. Chilean Electric se me viene a la cabeza. Puede ser un buen nombre… Ilustra el carácter de la luz que nos ilumina desde el origen. Es por eso que el texto se inicia con el relato de la ceremonia de la inauguración del alumbrado en la plaza de Armas… y es por eso –también- que el texto se cierra con la narración de ese mismo acontecimiento pero desde la ficción que posibilita, desde el futuro, otro desarrollo posible de la Historia. Es entonces que la narradora se convierte en la protagonista de ese acontecimiento. Soy yo la que se sube a una tarima y comienzo a hablar a la multitud. Soy yo la que vengo del futuro y funciono como un contenedor de discursos y recuerdos ajenos. Repite esos discursos-más pasión, más cariño de Salvador Allende, la desaparición de las luciérnagas de Pasolini-. Enumera esos hechos de represión, de violencia, de desapariciones, de irrisoria democracia e insoportable dictadura que contienen las secuencias relatadas en el texto. Finalmente dice: Esta escena es mía. Yo accionaré el interruptor cuando termine de discursear. Y a la cuenta de tres, cuando encienda la luz de la plaza y comience toda esta historia nuevamente por lo menos aquí, en el territorio de esta página, ni ella ni nadie desaparecerán nunca más.
La luz como metáfora de la ausencia de oscuridad –la posibilidad de vivir en libertad y en alegría- fue abortada en las historias de la Historia en Chile. Pero también –paradójicamente- esa luz permite iluminar con la letra la temible oscuridad –como dice un epígrafe en el texto-. Por eso, ese cierre del texto donde desde la ficción de los tiempos reivindica el valor de la palabra como posibilidad y afirmación de la vida, de una Humanidad mejor para todos.
Hermoso, ¿no? Quienes deambulamos buscando las palabras que mejoren el mundo, sentimos que aún quedan otras voces que buscan lo mismo que nosotros. Nona Fernández, la chilena, es una de ellas.
Pero además, es un texto de mujeres. Es una mujer la que enuncia el discurso. Es una mujer la que condensa en palabras las historias que permiten señalar la presencia de ellas, en las distintas obstinaciones contra el autoritarismo en sus variadas formas. Por eso la memoria se hace relato en la voz de las mujeres. Por eso la metáfora de la escritura y la abuela mecanógrafa: los discursos registrados, la importancia de ese registro como resistencia a la ausencia de palabras, la pérdida de letras que no logran entorpecer el sentido de las voces.
Por eso, también, las significaciones de los cuerpos como presencia, como materialidad opuesta a su desaparición y a su ausencia, a la violencia ejercida sobre ellos. Eso explica otra metáfora: la ausencia del pupo en la panza de la abuela. Cicatriz primera que fue borrada por un médico en una operación –sin explicación alguna- impidiendo comprender el sentido último de esa cicatriz que tenemos los humanos: …la huella de un tiempo que no podemos recordar aunque lo intentemos. Paradoja de su presencia. Y es el misterio de ese pasado lo que lo vuelve necesario. También, como metáfora que habla de la despersonalización de las mujeres. La decisión sobre sus cuerpos.
Hermoso texto. Una escritura transparente donde las metáforas no se ausentan, donde la esperanza está en las palabras que relatan.
Escritura y vida para contar historias y así, entender la Historia.
María Negroni. El corazón del daño.
Leo el texto. Me asombra su versatilidad, su desmesura, su intangible capacidad para contar una vida y al mismo tiempo, pensar la escritura desde múltiples voces. Por eso, me sorprenden las posibles lecturas que propone. Lecturas que resultan de esa afirmación con que se inicia. La vida y la literatura alumbran la textura y el espesor de las cosas. Busco entonces, las cercanías entre la escritura y la vida, para contar una historia y entender así la Historia. Esta lectura es la que les propongo de El corazón del daño.
Quedan sin develar vastos espacios de la escritura… no por ello, menos importantes… Los animo a considerarlos en las innumerables lecturas posibles… sugeridas desde esos mismos espacios.
Pero también, les cuento que leer Negroni, es una maravilla por la posibilidad de acercarse a las palabras y quedarse allí, con ellas, en el abrigo de sus textos. Poemas, ensayos, crítica y, ahora, en esta suerte de autoficción, novela, ensayo, poema… un inclasificable y perturbador texto.
Incontables fragmentos breves, conforman el texto. María Negroni, en una primera persona enunciativa, relata momentos de su vida. Infancia, adolescencia, juventud, vida adulta. Hitos que se inscriben en la particularidad de una generación y de un tiempo histórico preciso: los setenta como el espacio gravitante del compromiso, el exilio y los regresos.
Atisbamos imágenes. Espesamos memorias. La Historia se muestra en su versión de lo cotidiano, único y común al mismo tiempo. Revisamos momentos. Presenciamos instantes.
Ese espesor se condensa en la singularidad de su existencia como sujeto. Un espesor que se expande en la escritura de sus textos… y en la escritura de los otros. De ahí la alternancia entre vida y escritura.
La presencia de la madre merodea, se hace centro, se convierte en detonante. Delimita lo que esa madre es en la hija… pero también, lo que la hija ha construido de ella usando sus palabras. De ahí, la interpelación que irrumpe por momentos en las preguntas que formula, en ese supuesto diálogo que reproduce no solo la densidad de esos instantes, sino los significantes que reproducen las palabras de la madre. También en el monólogo final donde la voz narradora solo musita la imposibilidad de despegarse de esa presencia, de estar sola. Así dice: También esto no lo entiendo: cómo alguien existe hasta cuando no está.
La referencialidad de los hechos se diluye en los sentimientos, las emociones, las reflexiones, la ambigüedad de no poder saber, no entender el sentido de esos hechos. Una tensión no resuelta entre lo acontecido y lo vivido, recorre todo el texto. Una tensión que no se resuelve, Así finaliza: Queda mucho por aprender todavía. No sé cómo llegar a ese lugar que todavía no conozco, donde se nace del todo y el corazón se atempera por que morir, ahora, es su casa.
Esos fragmentos se alternan, ensamblan, continúan, superponen, explican, interrogan, se distienden con otros fragmentos sobre la literatura y la experiencia escrituraria. Se escribe por todas partes, se entra por mil ventanas, dice. Quizás, esto indica las posibilidades diversas de explicarlos. Un primer acercamiento se vincula a su propia experiencia de escritura. Antes, a la experiencia con la literatura. De niña, de adolescente, de adulta. Los libros, los diversos autores, las distintas bibliotecas en ese trasvasamiento de la experiencia de lectura a la vida que transcurre permeada de la significación, de la relevancia de las palabras. Una experiencia que se traslada a la escritura y que extiende como un mapa donde podemos recorrer sus llegadas, sus atajos, sus partidas. También, los textos que conforman su producción, desde la inmediatez de la comunicación de la experiencia, antes, en y después de la consumación de la escritura.
Intenso recorrido que galvaniza nuestras propias experiencias, nuestros cruces entre la referencialidad de la lectura y la voz de la escritora.
Otro acercamiento estaría dado por las consideraciones sobre la literatura, la vida y la escritura. Las propias. Las de otros escritores. Las resultantes del diálogo con ellos. Todo en una maravillosa transcripción de textos de nombres imprescindibles, otros no tantos… pero que se convierten en indispensables después de su inclusión, de su lectura. Una síntesis diáfana de los pensamientos que se desplazan en el mundo de las teorías sobre la escritura, la literatura y la vida.
Abigarrado texto que diluye toda presunción académica en la poesía que la impregna, en la ductilidad de un texto que dice mientras nos interroga sobre nuestra capacidad de sentir, de entender, de leer, en definitiva. La Historia se perfila, entonces, desde la singularidad de su vida en momentos concretos, en situaciones definidas, en los hechos relatados. Pero también, eclosiona en las particularidades presentes del mundo de la escritura. Definiciones, conceptos, autores. Modalidades escriturarias. Las representaciones del espesor de las cosas, diría ella.
La materialidad textual de El corazón del daño significa la contemporaneidad que vivimos, nos incluye en la Historia en esa disolución de géneros que consume, en ese avance de lo poético sobre la referencialidad del relato, en la inclusión del ensayo como propuesta discursiva, en la confusión absoluta entre la escritura y la vida.
Otra manera, de hacer la Historia desde las historias del texto. La vida sorteada por la escritura. Ambas a contrapelo de un texto… increíble. Llega para nosotros, el tiempo inexcusable de la lectura. ¡Allí estamos!
Los infinitos mundos de la Historia… en los innumerables relatos que los dicen
Siri Hustvedt. El mundo deslumbrante.
La Historia direcciona posibles, innumerables mundos. La escritura de mujeres también busca referenciar, representando, esos infinitos mundos. Mundos que horadan acontecimientos, hechos, momentos singulares, pero que también dibujan las significaciones de las diversas formas de estar en esos mundos, de habitarlos y aún más, de construirlos.
Siri Hustvedt toma uno. Lo define desde la singularidad del artículo. Lo caracteriza desde el adjetivo que completa la significación del título. El mundo deslumbrante.
Mundo de mujeres. Mundo ensimismado en la creatividad y el arte. Pero también, mundo de hombres, retaceando posibilidades, existencias. Mundo de máscaras como resultante de esa resistencia por la autonomía, el reconocimiento, la identidad fuertemente concebida.
Una Introducción, dibuja el espacio, los sujetos actuantes. Delimita el tiempo de referencia. Nueva York, las últimas décadas del XX, artistas plásticos, periodistas. Harriet Burden (Harry), sus relaciones, su familia, sus amigos. Galerías de arte, publicaciones culturales, mundo académico. Una apelación al lector, resume magistralmente todo eso. Así dice: Puede que lo mejor sea que el lector del presente libro juzgue por sí mismo lo que Harriet Burden pretendía o no decir y si su relato autobiográfico tiene visos de verosimilitud. El relato que emerge de esta antología de voces, es íntimo, contradictorio y, debo admitir algo extraño.
Los distintos capítulos, referencian los distintos cuadernos del Diario de la protagonista, algunos testimonios de críticos, de compañeros de proyectos, de amigos. Transcriben también, significaciones diversas sobre el arte, la creación y la representación plástica. Ese abigarrado espectro de voces, recupera el lugar de las mujeres en ese deslumbrante mundo. La arrogancia de los hombres y los recursos femeninos para poder estar, mostrar su identidad, ser reconocidas. Se entrecruza, entonces, el mundo de las máscaras como alternativa, como resistencia.
El texto resulta así no solo una condensación de miradas sobre el arte contemporáneo, sino una aguda reflexión sobre las mujeres en ese tiempo, en ese espacio. Harriet Burden se define como una figura paradigmática. Sobreviviente particular de la cotidianeidad del patriarcado, se erige como la alternativa posible de un mundo de iguales. Su Diario lo refrenda y lo muestra en su obstinación y terquedad, en los distintos recursos que inventa y que cumple. Todo eso intercalado en las distintas voces, que cuestionan, apoyan, resignifican sus propuestas. Propuestas que configuran ese mundo deslumbrante que metaforiza el texto y que se hace real y permanente desde mujeres como Harry.
Quizás el cierre del texto lo represente con precisión. La voz de Sweet Autumm, su amiga dice: Cerré los ojos, los volví a abrir y me quedé quieta, sonriendo, porque los colores seguían allí (rojos y naranjas y amarillos y verdes y azules y violetas), radiantes y deslumbrantes en aquel enorme espacio donde Harry solía trabajar, y supe, sin la menor duda, que todos y cada uno de aquellos objetos absurdos, disparatados y tristes que Harry había creado estaban vivos con su espíritu. Durante un segundo casi los oí respirar. Palabras finales que afirman la continuidad de una presencia, la desaparición de las máscaras y el reconocimiento de su identidad como mujer.
Texto profundo y provocador. No solo por la compleja estructura discursiva -que propone distintas lecturas-, sino por el deslumbramiento que logra transmitirnos. Deslumbramiento por los infinitos mundos de la Historia desde una voz única, increíble.
He leído otros textos de Siri Hustvedt: La mujer temblorosa, Vivir, pensar, mirar y la maravillosa novela Todo cuanto amé. Todos han logrado encandilarme por su inteligencia y sensibilidad. ¿Qué más se puede pedir de un texto? ¿Qué más puedo decir para que la interpelen con lecturas?
La poesía testimonia historias de la Historia.
Emma Barrandeguy. Pescar por fin tu corazón inquieto.
Yo, como tantos otros humanos en el mundo, amo la poesía. Todas las noches, abro un texto y leo uno, dos, tres poemas. Me embriago con la cadencia de significados y sonidos y me convenzo nuevamente de la magia que tienen las palabras.
Sentí que debía dejarles poemas de mujeres. Son tantos… tan distintos… Y entonces, de la mano de mi amiga de lecturas, apareció Emma Barrandeguy, argentina, más puntualmente, entrerriana.
La editorial cordobesa Caballo Negro hizo algunos años, una cuidada edición completa de sus poesías. Y aquí estoy, recorriendo lentamente sus poemas, mientras armo historias que testimonian la Historia.
Una larga vida, entre 1914 y 2006, con un pie en el Interior y otro en Buenos Aires, le posibilita miradas complejas sobre su tiempo, su espacio, el país donde habita. Lo hace como escritora, periodista, docente. Mira el mundo. Quiere transformarlo, hacerla más humano, mejorarlo. Elige diversas maneras de hacerlo. Militando a veces. Testimoniando en su poesía, otras. Viviendo con pasión siempre en el testimonio de su identidad.
Es una larga y compleja trayectoria. Desde el compromiso político en sus primeros años, hasta la autenticidad final en una forma de existencia. Pero siempre con la certeza de tener una voz propia, como mujer, como persona. Allá en los treinta, forma parte del grupo Claridad de firme raigambre anarquista y comunista. Toma la decisión de conmover a los trabajadores campesinos de su provincia natal. Y… la militancia estalla en sus poemas. Ahora somos dueños de una nueva poesía: la del épico avance proletario. / Poesía que está acá sobre los campos, y en/ nuestros días: en estos días nuestros que ya no son/ inútiles, porque ahora, compañeros, sabemos cantar/ junto a los hombres fuertes que deshacen cadenas para / ganarse un mundo.
Poemas de urgencia, sin otro ritmo más que la urgencia de ganar el mundo. Y allí, ella. Junto a los hombres fuertes.
Los años siguientes, la encuentran en la continuidad de esa presencia. Las puertas, se titula el libro de ese tiempo. Anotación, resume ese sentido de apretura, de permanencia en esa búsqueda, pero también de traspaso, de cambio. Tiempo de madurar/ con las lágrimas./ Tiempo para la violencia / desde el cielo./ Tiempo para la traición/ de cada día./ Tiempo para la búsqueda que no cesa./ Tiempo para morir/ apretando los ojos./ Destiempo, ¡ ay! Para quererte./ Siempre sucederá.
El tiempo resume el colectivo. Los dos versos finales privilegian la individualidad en esa primera persona. Lenta transformación que equilibra la individualidad con la militancia colectiva. Su voz seguirá dispensando esas miradas al mundo, desde la conciencia de mujer. Miradas desde las imágenes que dibujan mujeres, irreconocibles en la singularidad de una vida, pero llenas de la cotidianeidad de las existencias comunes. Mujeres, sintetiza tantos otros poemas que dicen y dicen. El uso del plural, la carencia de particularidades, refrenda ese anonimato. Esforzadas en áridos trabajos/ que hayan precio en las charlas de vecinas/hasta la calle traen encendida/ la estampa de legítimos cansancios./ De veredas y mármoles y patios/ aparecen por siempre prisioneras/ y en cada hora de jabón y friega/ se marchita en su ser todo milagro./ No sabe, no pudieron, nadie quiso/ procurar un solaz, leve resquicio/ por donde hallaran hacia adentro un cielo./Y se van inclinando sorprendidas/ hacia la muerte, inesperado objeto/ de aquella actividad que las fatiga.
Permanece en el testimonio que moviliza y transforma. Denuncia su condición de mujer en una sociedad patriarcal, no de iguales. En Posición de mujer, exclama: Cantar con la segura independencia conque lo hacen los hombres/ sería la gran alegría./ No puedo lograrlo desde este encastillado corazón de siglos/ … No es incapacidad de adueñarse de las cosas y traducirlas./ Es incapacidad de erguirse definitivamente/ sin que nada sea falso, ni duro, ni desenfrenado/ sino apenas natural./… Abarcar con las manos, ¡tan inútiles! / desde los temas de la audacia hasta los humildes temas de los días/ Años y años, me vedaron las comprensión del mundo./ Tengo que creer, y vivir y mirar./Tengo que abrir los brazos a las corrientes de la vida./ A todas las corrientes./ Hasta encontrar las voces que atraviesen el tiempo./Hasta lograr los hechos/ y situarse en la sencilla historia de cada día que pasa./ Hasta encontrar un alma saturada de equilibrio.
Señala en Realidad la sutil diferencia entre los sexos. La mujer enmudece con los años./El varón puede mentar/ sus deseos/ puede acreditar /un último gesto de hombría,/ sobretodo hablarlo./ Pero una mujer vieja, / en cambio,/ no piensa ya en el amor/ todos los días/ como en la adolescencia./ Pero anhela un abrazo./Solo eso tal vez/ para amigarse con la vida.
Sutil diferencia que en sus últimos poemas, desaparece totalmente, en el descubrimiento del amor con una mujer joven. La poesía estalla nuevamente con toda la fuerza del sentimiento logrado y largamente anhelado. Cantar de los cantares, describe esa situación nueva, única, vital, sublime. Amo que tus manos/ busquen en mí/ el oscuro lugar del goce/ y me agrada que / quien en sus jóvenes años/ buscó con constancia / donde recostar su cabeza/ llegue, al final de su vida,/ a ponerla sobre tu hombro/ para mirar en paz/ el jardín cotidiano.
Respuestas. Siempre respuestas desde esas historias pequeñas ensambladas en la Historia. Maravilla leerla en la continuidad de su vida. Sentir las significaciones de una mujer como todas, pero única en la singularidad de las respuestas.
Podría seguir transcribiendo palabras tan viejas, tan nuevas, tan nuestras en las voces que hablamos, en las miradas que hacemos, en las transformaciones que aún esperamos. Me quedo en silencio. Repito los poemas de Emma, mientras miro el mundo que quizás ahora es un poco más amable para las mujeres. Su voz, mientras tanto, sigue, sigue, no calla ni hace silencio.
Textos de mujeres, que hacen la Historia. Está todo dicho.
Nos encontraremos de nuevo… entre otros textos.
Ustedes, desde una lectura interpeladora. Yo, desde las palabras que tiendo hacia Ustedes como estas… como otras.
Mientras, el verano culminará otro ciclo de la vida… y nosotros, esperaremos un tiempo más humano, menos áspero, más de iguales.
¡Será hasta más vernos! Un cálido abrazo.
María
Textos
Barrandéguy, Emma. 2019. Pescar por fin tu corazón inquieto. Editorial Caballo Negro. Córdoba.
Fernández, Nona. 2017. Chilean Electric. Colección Foja Cero Editorial. Santiago de Chile.
Hustvedt, Siri. 2015. El mundo deslumbrante. Editorial Anagrama. Barcelona.
Negroni, María. 2021. El corazón del daño. Literatura Random House Editorial. Buenos Aires
Imagen principal: Desembarco en la Rive Gauche / Laia Arqueros
* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.