Por María Paulinelli *

Conocer interpretaciones sobre el mundo que vivimos es poder entendernos como humanos, saber quiénes somos y conocer este, nuestro tiempo. Así como el invierno se afirma en la consistencia del final de un ciclo, estas interpretaciones desechan la fragilidad de los cambios, transformaciones, mutaciones para exponer certezas, evidencias, certidumbres.  Atisbamos, así, posibles similitudes, identificaciones entre ciclos naturales y ciclos de la Historia. Las palabras de George Steiner, Alexandro Baricco, Eric Sadin y Jorge Carrión nos muestran la intensidad de sus miradas sobre un tiempo donde la ciencia y la tecnología dejaron de ser las futuras utopías para convertirse en las realidades de un presente.  

Primera parte (Steiner / Baricco)

¡Hola!

De nuevo, el encuentro. De nuevo, las palabras.  De nuevo, la lectura anclada en los textos que comparto y que referencian, estudian, escudriñan este, nuestro mundo. En la entrega anterior, recorrimos  imágenes volátiles, frágiles, quizás perecederas de una crisis. Hablamos de cambios, transformaciones, mutaciones. Develamos las permutaciones del otoño a medida que leíamos. Atisbamos cómo la naturaleza  se metamorfoseaba. Hoy, el invierno se anuncia y  enuncia  el final de este ciclo de la vida. Los días cada vez más cortos, se escurren en la lejanía solitaria de las noches. La serenidad de lo que ha sido, es el nuevo estupor ante la vida.

También, los tiempos y espacios de los hombres son raros, diferentes. Tiempos que no solo significan  una culminación, sino que  la permanencia de lo extraño, de lo nuevo -que ya está dejando de ser nuevo-, para convertirse en una normalidad que busca definirse, diseñarse, establecerse.

¿Es el invierno la metáfora del mundo que vivimos?

Aquellos interrogantes que hicimos, eran solo signos, ocurrencias, posibilidades. Concreciones que eran rastros previsibles, anunciados. Destellos difusos, incipientes, convertidos, ahora, en sustancias estables, fijas, sólidas.

El mundo pareciera definirse desde la inmediatez de los recursos que plantea, desde la monotonía de la existencia rutinaria, desde la aceptación de nuevas realidades.  Es posible expresarlo con palabras y superar el distanciamiento que lo hace incomprensible, quizás desconocido. En última instancia, hacerlo nuestro. De ahí, las distintas versiones que buscan decirnos cómo somos. Cuál es la imagen que devuelven las palabras. Cuál es el sentido de tanta búsqueda, de tanto raciocinio.  Quizás, porque como dice Pascal Quignard, “toda la extrañeza del mundo se volvió habitual por la experiencia, efímera por el tiempo”.

Distintas voces tratan de explicarnos esa extrañeza que vivimos y que  conmueve nuestro  mundo… Una extrañeza que es efímera por nuestra  frágil existencia… pero tendrá la contundencia de las búsquedas, de las respuestas a tanto interrogante.

Y, en ese recorrido, les propongo detenernos…

Los animo a acompañarme en esta pequeña aventura de interpretaciones en la página centelleante que nos une. Sintamos el placer de encontrar en la lectura, los indicios que nos dicen como somos.

George Steiner se extasía en un pasado que hoy no existe. De ahí su desaliento. Su convicción: “No nos quedan más comienzos”, define el ocaso de la creación  en la literatura y en las artes. Distintos  son los territorios. El mundo es otro.

Alexandro Baricco vuelve nuevamente a escribir, pensando. Ya no son las mutaciones. Es The game. Una organización de lo real desde procedimientos varios que se encolumnan a partir del juego. Los Bárbaros ahora están definitivamente entre nosotros. No hay murallas que nos separen ni nos unan. Todo es una planicie que sirve para ubicar el mundo que vivimos. Una manera diferente de estar en el mundo que es otro.

Eric Sidan mira los avances de la tecnología y las transformaciones que resultan. La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Los cambios que le anteceden y resultan. Una cierta dispersión del sentido de lo humano. Una cierta melancolía por lo que irremediablemente parece que se pierde. El mundo es otro, en… ¡todo! Desde las verdades que impulsan un nuevo orden… hasta la existencia que vivimos… que viviremos algún día.

Jorge Carrión, en simultáneo con la existencia vital, habla de virus… ambos virus. El que avanza desde la concreción de nuevos modos de conocimiento y producción con la tecnología… el que nos destruye sagazmente en nuestra condición material de hombres y mujeres sin sosiego, sin contacto, en soledad y sin certezas. Lo viral. Lo viral en sus dos formas.

Estos textos atienden a la escritura, a las palabras que los hacen. Una primera persona rutilante que apela intermitentemente a quien completa el proceso de lectura. La remisión al sucederse de los días en la estructura de los diarios de vida, en los artículos periodísticos incluidos, en la fragmentariedad como iluminaciones de la posible comprensión de quienes somos… sobre todo en la poesía que sobrevuela, que irrumpe y asegura que aún es posible… ¿Qué? Quizás la esperanza en lo que viene.

La serenidad de la mañana me ensordece. El sol permanece. No hay transparencias, ni brillos, ni reflejos. Solo la quietud del frío suspendida. Es el invierno que comienza, me digo.

T. S. Elliot habla en mi memoria. Susurra: “No dejaremos de explorar y al final de nuestra búsqueda, llegaremos adonde empezamos y conoceremos por primera vez el lugar”.

Será invierno como final de un ciclo. Habrá cansancio en nuestro cuerpo. Pero al final encontraremos  la serenidad de las respuestas a tanto interrogante, a tanto esfuerzo. Quizás, un poco de esperanza.

La imposibilidad de otro comienzo

George Steiner / Foto: www.bibliotecacervantes.wordpress.com

Gramáticas de la creación, de George Steiner

Fue uno de los pensadores humanistas más relevantes del siglo que pasamos. Innumerables publicaciones y una activa participación en el mundo académico occidental, dan cuenta de su inmenso empeño en entender su tiempo, anclado entre dos siglos, tironeado entre la pervivencia de los valores de una Modernidad caduca  y la emergencia de nuevas formas de cultura, resultado de la innovación tecnológica y la ciencia. Con la  lucidez y honestidad que lo caracterizaba, expresa: “Los medios de masa, el mercado totalmente libre que domina nuestra tierra (jamás el dinero aulló como hoy por todo el planeta) la estructura de un trasnochado capitalismo planetario tecnocrático no es la más adecuada, me parece, para la comunicación de valores filosóficos, estéticos o al menos del pasado”. Palabras que resumen el territorio de sus interpelaciones, de sus cuestionamientos, de sus investigaciones. También de su mirada. De su humilde y enorme  sabiduría en ese “me parece”.

Ya en Extraterritorialidad reflexionaba sobre la literatura y la revolución del lenguaje en múltiples territorios y contextos socioculturales. Revisaba un momento de esplendor cultural en la segunda mitad del siglo XX y anticipaba el mundo de hoy. En Gramáticas de la creación problematiza esa temática. Reconoce que tal vez, la ciencia y la tecnología hayan reemplazado al arte y la literatura como fuerzas conductoras de nuestra cultura… lo que puede traslucir una pérdida significativa.

El texto se estructura con cinco capítulos -integrados por fragmentos- y una Conclusión. No hay títulos que ordenen la lectura. Tampoco hay un Prólogo que muestre derroteros. Su voz, pausada y esencialmente poética, recorre una y otra vez, las voces de otros, y se entremezcla con sus textos. Se hace sentir en las interpelaciones, las preguntas a nosotros, los lectores. Se transforma en una posibilidad más de entender los hombres y su mundo… desde una cierta  fidelidad a la libertad del pensamiento en ese: “No estoy seguro”… “Es difícil creer”… “Debemos contentarnos con conjeturas y suposiciones”. En esa afirmación final: “Hemos sido durante mucho tiempo, y creo que somos aún, los huéspedes de la creación. Debemos a nuestro anfitrión la cortesía de la pregunta”.

Podemos recorrer sin sobresaltos, el texto en una lógica y cuidada organización de los contenidos.  El primer capítulo se inicia con ese “No nos quedan más comienzos”, que preludia una serie de consideraciones sobre el final de los tiempos  y la fascinación por el ocaso en la cultura occidental. Sentimiento, que se agudiza en las postrimerías del siglo XX. “Un cansancio esencial en el clima espiritual”. Plantea  una alternativa: “Nuestra naturaleza tiene sed de explicación, de causalidad; queremos saber realmente porqué”. Se pregunta, entonces: “Que hipótesis concebible puede elucidar una fenomenología, una estructura de la experiencia sentida tan difusa y múltiple en sus expresiones como la de la terminalidad?”.

Reconoce la necesidad de revisar la gramática de este período oscuro. Es decir, “la gramática en cuanto organización articulada de la percepción, la reflexión y la experiencia; la estructura nerviosa de la consciencia cuando se comunica consigo misma y con otros”.

Este instrumento -la gramática- le permitirá elucidar la crisis de la racionalidad y certezas cartesianas, como así también, la relevancia  de la desesperanza. Una actitud que define como la desaparición de lo mesiánico, independiente de cualquier postulado religioso: “Expresa el acceso del hombre a la perfectibilidad, a un estado superior, y, supuestamente, duradero de razón y justicia”. Los acontecimientos que se extienden desde 1914 en adelante, hablan de este eclipse de lo mesiánico que  resiente el tiempo futuro, la esperanza en lo que vendrá. La imposibilidad de comienzos metaforiza  asimismo, la inutilidad del tiempo presente.  El vaciamiento de las palabras, del logos. “La esperanza de vida ya no es una proyección utópica mesiánica sino una estadística actuarial. Tales presiones sobre el comienzo del significado y de la comunicación en el inconsciente individual y colectivo sobre los medios del discurso articulado, son graduales. Persisten como fantasmas domésticos, figuras retóricas del habla diaria totalmente vaciadas de una verdad concreta. Excepto para los maestros de la poesía o del pensamiento especulativo el lenguaje es conservador y opaco antes las intuiciones recientes”. Sin embargo, su confianza en la palabra como generadora de comienzos, le posibilitan afirmar que a pesar de todo, “las formas de lo mesiánico encontrarán una forma de manifestarse. Las gramáticas del nihilismo parpadean, por decirlo así, en el horizonte. Los poetas lo expresan de forma concisa. A menos que lea equivocadamente, ‘esos crepúsculos del cerebro’ (Emily Dickinson) son los nuestros.

Su libro, este texto dice, es “un in memoriam por los futuros perdidos y un intento de comprender su transmutación en algo rico y extraño (aunque tal vez, su riqueza sea dudosa)”. Transmutación que se explica en ese posible reemplazo de la literatura y el arte por la innovación tecnológica y la ciencia. Transmutación, a su vez, que implica la elucidación de la palabra y el concepto de creación  desde los comienzos de la cultura humana.

Comprendemos cómo dibuja el horizonte desde donde empezar a mirar los inicios, pero también, desde donde observar los procesos y escuchar las voces de los protagonistas de esos diversos tiempos. Maravilla la inclusión de los creadores de la palabra, de las formas, de las imágenes. Un abigarrado recorrido de la cultura humana  en sus distintos momentos. Una genial síntesis para entender la creación en las diversas modalidades que conocemos como desarrollo de la cultura.

Steiner remite, inmediatamente, al concepto de creación. El caos y la nada. Lo estético. “Desprovistos de un conocimiento auténtico respecto a la que re-crea, lo estético juega con la realidad”. Disecciona la significación de la creación para los judíos, griegos y cristianos. Toma voces. Transcribe  textos. Explica conceptos como influencias, contextos.

En el capítulo 4, considera la creación y la invención en las matemáticas y la ciencia, Su desarrollo y particularidades. Afirma el carácter colectivo de la producción tecnológica, diferente a la poética y a la filosófica de carácter marcadamente individual. Define el tiempo en unas y otras: “La literatura convoca a la eternidad”. Analiza las particularidades de la creación y la invención.

Las diversas consideraciones le posibilitan concluir que “La estética es lo que nos permite compartir la experiencia de la duración de un tiempo sin ataduras. Sin las artes, la psique humana estaría desnuda ante su extinción personal y entonces reinarían la lógica  de la locura y la desesperación. Es la poiesis la que permita la insensatez de la esperanza“.  Continúa el fragmento expresando: “En este sentido, enormemente significativo, las artes con más imprescindibles para la humanidad que la más elevada de las ciencias o tecnologías. La creatividad en las artes y en las propuestas filosóficas es, respecto a la supervivencia de la conciencia, de un orden distinto al de la invención en las ciencias. Somos un animal cuyo aliento vital es el sueño narrado, pintado, esculpido y cantado”. Concluye con” La verdad se encuentra del lado de la ecuación y el axioma, pero se trata de una verdad menor”.

Seguimos el desarrollo de sus razonamientos. El último capítulo considera la creación y la invención cono conceptos contextuales. Su desarrollo y los cambios sucedidos. Reconoce la inmediatez de estos procesos. La  imposibilidad de una certeza. “Los cambios constantes, los problemas planteados, -metafísica, estética, social y psicológicamente- por el cuestionamiento y la deshumanización sin precedentes del lenguaje en Occidente, son demasiados recientes y múltiples como para poder establecer un balance fiable.” De ahí los interrogantes frente a los grandes cambios. De ahí también, las preguntas que formula: “¿Cuándo podremos siquiera relacionar las perfeccionadas mentes y cuerpos de los exploradores de la realidad virtual con los conceptos de autoría y poiesis tal como los hemos conocido hasta ahora? La ciencia puede avanzar sin dificultad con estos pronósticos, ¿Pueden hacer lo mismo las artes y las humanidades?”. Estas preguntas  justifican  la inexistencia de un Prólogo en el texto. La simbiosis con un epílogo que a su vez es el prólogo de un tiempo aún no sucedido. “El epílogo es también, prólogo” explica.

Genial, ¿no? Y me doy cuenta de  lo admirable de la estructura de su texto. Leerlo fue como seguir un hilo tenue pero seguro en  su avatar. Me permitió entender desde la sabiduría compartida, la mirada nostálgica de un estudioso de la literatura y de las artes, que comprueba, que los tiempos son otros, que la creación es posible pero de otra forma. La imposibilidad de los comienzos… significa que ahora no necesitamos continuarlos… porque hay otros momentos en la creación, en la invención,  que no necesariamente son los comienzos que conocemos, que tuvimos.

Leo la Conclusión: “Es difícil creer que la Historia que comenzara en el Génesis haya terminado”. Es difícil creer… pero sin embargo reconoce: “Entramos en una cultura planetaria y en una jerarquía de valores cada vez, más dominadas por las ciencias y su aplicación tecnológica. Hay un continuo progreso en el saber que produce saber. Es precisamente el carácter ilimitado de este avance el que reemplaza la categoría y las imágenes del infinito que caracterizaban al Dios de Aquino y de Descartes”…“La ciencia y la tecnología tienen delante de sí, un horizonte sin trabas”.

Pienso ahora en La Gramática de la Creación, como un camino entre los cambios y las consistencias, las mutaciones y las certezas. Quizás recordar la fecha de publicación-2001- nos permita entender  su carácter visionario… 

¡Disfruté tanto la lectura!. Me llevó a otros tiempos más claros, más nuevos, más felices donde  era solo una chica esperanzada que leía absorta a un hombre que escribía sobre el mundo. Un mundo que  era un torbellino… como eran y son las primaveras y veranos.

Una organización distinta de lo real

Alessandro Baricco – Foto: www.elclubdelosheteronimos.wordpress.com

The Game, de Alessandro Baricco 

Parece ser casi una costumbre tener a Baricco en estos encuentros. Pienso. Han pasado más de diez años de que nos asombrara con Los Bárbaros. Han pasado más de diez años y el merodeo incesante de esos posibles invasores se ha acabado, Ya están entre nosotros. Quizás… ya somos ellos.  El mundo es otro. Las mutaciones han devenido  en experiencias y nuevas formas de organización de lo real. Una humanidad diferente, se construye y reconstruye.

The Game es la continuidad de su mirada sobre el mundo que hoy vivimos. Baricco muestra, comenta, dice, enuncia. Nos cuenta lo que sabe. Anuncia lo que viene. Todo desde la inmediatez de su presencia, de  la cercanía que genera con nosotros. Como un artista y sabio equilibrista, organiza las páginas de un texto que logra hacer todo eso… y es The Game.

Los capítulos se estructuran en dos partes: la Información -casi un listado de datos-  seguida de los Comentarios, que nos posibilitan una comprensión global, ya no solamente intelectual, sino desde la complejidad  de nuestra percepción.  No escatima usar los recursos necesarios y posibles. Así, la palabra se desdibuja –a veces-con su reemplazo por mapas y por gráficos. Incursiona en el diseño de las páginas de la cartografía tradicional a la que Baricco recurre, a la tri y multidimensión de los mapas actuales. Por eso, cuando elige los textos imprescindibles que singularizan  el conocimiento  y los datos sobre ese distinto estado  del mundo que es el Game, enumera  también, nuevas maneras muy lejanas al ensayo tradicional, a los informes científicos, a las monografías académicas. Nombra a Space War -los primeros videos juegos de la historia-, a la página de Tim Berners Lee que explica que es un sitio web -una página web-, a la presentación de Steve Jobs del iPhone-una exposición oral-; a la audiencia de Mark Zuckerberg ante el Senado Americano -un alegato testimonial-. Textos, escandalosamente marginales del mundo académico convencional.

A manera de Epílogo, “Lo que queda por hacer” enumera las veinticinco tesis sobre el Game. Una síntesis que es casi un Manifiesto que propone “terminar de construir el Game de una manera que sea adecuada para los seres humanos. No solo producido por los humanos: adecuado para ellos”. Por eso, concluye: “Si se convierten en contemporary humanities, es decir, en escenarios del Game, nos encontraremos jugando a ellos, y entonces será una historia completamente distinta. Una historia de humanos, una vez, más”. Un discurso en los límites de lo racional y lo irracional, de lo referencial y lo poético. Una expresión lindante con lo fundante, con lo nuevo. Un Manifiesto, en fin. Otra vez, la diferencia. 

Me entusiasmé y doy la vuelta el orden de esta conversación. ¿Será el Game la causa de este equívoco: empezar con el cierre en vez de hacer el recorrido lógico de la experiencia de lectura? Quizás la causa sea la admiración, el estupor maravillado,  la posibilidad de pensar un mundo diferente también, de forma diferente. Así: dos veces diferente. Escudriñar las modalidades discursivas de los textos escritos resulta revelador. Baricco una vez más encandila, ilumina con su presencia. El uso de la primera persona que se convierte en segunda y en tercera. Las apelaciones a un lector que siempre está presente porque somos nosotros, particularizados en la página que recorremos, anhelantes. La inmediatez de lo cotidiano, en los saludos, las notas, las indicaciones que nos hacen posible hacer el recorrido como si fuera alguien cercano, como si estuviéramos caminando acompañándolo en la aventura de pensar y escribir… esta  historia de humanos, pero adecuada ahora al Game.

Es una trilogía la que escribe mientras piensa el mundo. Se inicia con Next, después Los Bárbaros y The Game. En el centro, el texto sobre esos invasores escurridizos, ocultos, metamorfoseados que son los protagonistas de  los orígenes de la revolución digital,  coincidente con la globalización como un estadio más de desarrollo de la Humanidad. Esos protagonistas de una mutación  mediante astutos y  novedosos recursos que provocaron y provocan un cambio de paradigma. De esta manera, la emergencia y relevancia del mundo digital resulta un efecto de la revolución mental de la que procede y no una causa. Por eso, justifica la necesidad de empezar el recorrido haciendo pie en ese texto que resulta premonitorio de lo que sucedió, de lo que ya está sucediendo. Y entonces, dice. “Hoy  los bárbaros no existen. Somos nosotros, todos nosotros los que estamos cambiando y de modo espectacular”…“La impresión de haber sido invadidos se ha desvanecido”.

Reconoce que estamos en un momento diferente de construcción y reconstrucción de este mundo. Un avance hecho de miedos porque –metaforiza-, “avanzamos con las luces apagadas”. El mapa de lo que estamos llevando a cabo “está dibujado en el revés de nuestros miedos, como si fuera un cartógrafo retrasado o un sabio desinformado”. Es una revolución digital que ha empezado, pero básicamente, es una revolución mental que genera una nueva idea de humanidad, una humanidad aumentada. Por eso insiste que “Intuimos en esa revolución menor, en tanto que tecnológica, el paso a una revolución mayor, abiertamente mental”.

Estructura pues, cuatro etapas en esa conformación. Le dedica a cada una de ellas un capítulo. La vertebra cero es el primero. Ocupa los años que van desde 1978 hasta 1981. La compara con el inicio de una columna vertebral donde la cabeza es el videojuego. Su centralidad está ocupada por estas estas invenciones: Space invaders, el Metegol, los Flipper. Define esta etapa como  la formación geológica de la revolución digital. Se produce, acá, una mutación de consistencia de la experiencia: el hombre, las teclas y la pantalla como un único animal. Asimismo señala la posibilidad de inventar en un único ambiente, en único espacio,  todos los mundos que existen y que pueden existir infinitamente. Los videojuegos como juegos, pero también como  las  herramientas “que no son juegos, pero que al menos lo parecen.”  La idea de Game se insinúa. De allí lo de formación geológica.

Denomina la segunda etapa Época clásica -1981 a 1998-. Los ordenadores personales, comienzan a estar al alcance de todos. La invención del email, el CD musical, la cámara digital. Desde  1990 la invención de la web,  Internet. Mp3. Amazon. El Smartphone, La Play Srtation. Yahoo, las películas digitales, Windows. Google…Tres cosas están ahora en circulación: informaciones personales, mercancías, mapas. La revolución digital ya está en marcha, anuncia. Pero no solo eso. Es un cierto modo de estar en el mundo lo que se ha producido: representaciones mentales, movimientos lógicos, idea diferente de un orden, contacto diferente  con la realidad. Tantas más transformaciones…. Una civilización diferente se ha iniciado. Discurre, entonces, por ciertas particularidades de ese mundo. Las caracteriza, las explica, las anota en una larga lista. La aparición de las mareas como metáfora de la existencia de los usuarios y sus movimientos de seguimiento y abandono. La destrucción de las élites con la consiguiente decadencia de los expertos. La desmaterialización de las experiencias. El desarrollo de una humanidad que aprende a pensar y mover la mente… porque la web, el hipertexto son conceptos, no  productos. Por eso identifica una manera de ser hombre diferente, en donde navegar dar vueltas –mientras paradójicamente sin moverme físicamente y desde una pantalla se accede a vivir otra existencia-. El ultramundo como copia digital del mundo, un campo de juego con mapas, intuitivo, con una mayor apertura de horizontes, con la desaparición de las reglas existentes. Mundo y ultramundo girando uno dentro de otro, produciendo una especie de creación infinita y permanente, donde la representación – hombre teclado pantalla- es el logos de esta civilización. Una civilización donde las máquinas son parte de la existencia, y  como parte del movimiento espacio temporal continuo. Primordial condición que demoniza la inmovilidad, la quietud. Por eso la importancia de los mapas porque posibilitan entender en los recorridos que propone, la supremacía de la práctica, de la experiencia por sobre la teoría.

Ese aluvión de transformaciones necesitaba convertirse en permanente, asentarse, tener las certezas de estar en todos lados.   De ahí que llama a la tercera etapa: la Colonización.

Pienso el sentido de esta denominación. Colonizar…. Colonia… Busco en el diccionario y encuentro el significado exacto. Establecerse un grupo de personas en un lugar distinto al de su procedencia para transformarlo -mediante la dominación política, económica cultural-, según objetivos de diversa índole”.  Me queda sonando la palabra transformación… y allá vamos a dilucidar cuáles.

Esta etapa abarca desde la invención del Software en 1999, pasando por la creación de Wikipedia -el primer diccionario online- Linkedin -el comienzo de las redes sociales-, BlackBerry Quark -primer Smartphone-, Skype -el intento de convertir la PC en un teléfono-, YouTube, Twitter, Kindle… hasta 2007 cuando Steve Jobs, presentó el iPhone y marcó los rasgos pertinentes de  esa transformación. Fingíría ser un juego en ese gesto natural, sin interrupciones,  de traspaso al ultramundo, su movilidad, su carácter divertido. Así expresa: “Apple y la decisión de que la experiencia pudiera llegar a ser un gesto rotundo, hermoso, cómodo. La consecuencia de un juego”. Yo completo: La colonización ha terminado. Se ha cumplido la transformación. El juego es ahora el esquema fundacional de toda una civilización. La propuesta: “Hacer coincidir procesos complejos en la nitidez final de un gesto sencillo”, resume el horizonte del Game. Esencia y experiencia se han unido.  Recuperación de la infancia, de los gestos, de la superficialidad de la vida. Postura cero, en esa limpieza absoluta de modelos. 

Hemos entrado al Game y… en eso estamos.

Al último momento lo titula De las apps. Se extiende desde el 2008 al 2016 (año de publicación del texto que leemos). Se acentúan los modos de existencia del Game. Se dispersan en nuevas transferencias que siguen batallando en confirmar que el mundo es otro. Apple crea las apps. Nace WhatSapp. Se modifica la existencia cotidiana en otras experimentaciones como Uber, Schnapp. Aparece Instagram, Tinder, Facebook… Las apps superan la web.

Todas invenciones que buscan una humanidad aumentada en esa especie de mejoramiento para todos en el desarrollo de las posibilidades de cada uno que la revolución tecnológica posibilita.” Ese pensar directamente. Esa reconstrucción del ego”. Acentúa la redistribución del poder en la desactivación de  las elites tradicionales. Genera una propia élite en el modo de utilizar la superficialidad como terreno de sentido, como fuerza productiva. Los mapas resultan  un recurso insoslayable. “Si has dibujado mapas, tienes luego el deseo de utilizarlos; te apetece navegar un rato.”  La rapidez en el movimiento intelectual, le hace desechar las cosas quietas. Mientras, la escuela como institución sigue inmóvil.

Baricco sintetiza la complejidad del momento en el modelo de los pilares del Game, donde dice: “Archivar todo. Irse a vivir allí. Recuperar el infinito. Dar las llaves a todo el mundo. Vivir en cualquier parte. Ser a su vez. Inventar un mazo de naipes que solo sirve para jugar a lo que tú has inventado.”  

¿Aciertos o desaciertos? Afirmo los aciertos.  

En las páginas de The Game se desgranan las afirmaciones cognitivas y científico culturales del siglo XX en pendiente hacia un diálogo a veces  con cierta esquizofrenia en los propios hijos  del Game. Imprevisibles desviaciones. Si la insurrección a lo existente, empezó como un campo abierto capaz de redistribuir el poder, se ha convertido en presas de unos pocos. Google, Facebook, Amazon, Apple, Microsoft.  “Se están comprando toda la innovación, es decir el futuro”, es el mensaje.

También, avisa -Baricco- que otras innovaciones han sido malversadas: el uso de los datos, el tráfico de ideas, noticias y verdades que se ha convertido en un auténtico mercado. La inmensa fractura entre ricos y pobres, entre fuertes y débiles generada por una injusta distribución de la riqueza, asimétrica, injusta, insostenible. El funcionamiento que establece que gana no quien crea, sino quien distribuye… lo que  conduce inexorablemente al desconocimiento de los autores y hasta de determinadas profesiones. Todas objeciones no previstas.

Asimismo, señala, que en esta época avanzada se ha ido formando, de forma simultánea,  una dependencia casi patológica respecto a las herramientas del Game. Otro peligro.

Concluye, afirmando: “El Game existe, funciona, pero ya hay gente que lo juega y que empieza a odiarlo. Técnicamente alineada y mentalmente disidente”.

Reitero esta afirmación porque me parece genial: “Técnicamente alineada y mentalmente disidente” Lo utilizan pero lo convierten  en ideales opuestos. Despegan la revolución mental de la tecnológica.  Y entonces, lo que parecía un horizonte que ninguna ideología pudo colocar al alcance de los hombres,  se torna nuevamente evanescente, parece esfumarse. Una quimera.

Brilla un reflejo en las consideraciones sobre el arte. Las resumo. El arte en la historia pareció un terreno de unos pocos privilegiados, lentos en su despliegue, complicados en su estructura. (Las cualidades opuestas al Game, completo yo) Hoy, sin embargo (Baricco afirma), se construyen  zonas fronterizas como Netflix, los e-books. Reconoce que desde el Game es posible acceder a diversas manifestaciones, de  ahí que los ultramundos se han multiplicado en su difusión. La figura del artista mantiene cierta aura del creador.

También cuando habla de los libros, el reflejo de la luz, nos conmueve de alegría.  Ellos -dice- humillan, desconocen al Game en la permanencia de sus rasgos, en la continuidad de las maneras de estar siendo. Transcribo sus palabras, porque me parecen atinadas, y muy bellas. “Los libros permanecen. No tanto por lo que cuentan. No. Sino por cómo están hechos. No tienen links. Son lentos. Son silenciosos. Son lineales, avanzan de izquierda a derecha, de arriba abajo. No dan puntuación. Comienzan y terminan. Mientras sepamos cómo usarlos, seguiremos siendo humanos”.  

Creo que Baricco, el enamorado de los libros, se refugió por un momento en la memoria de otros tiempos o… quizás sea un mensaje de esperanza para todos los que aprendimos a ver estrellas al mediodía en la lectura. ¿Recuerdan la cita de Erri De Luca  que mencionábamos  en la primera entrega de este año?

Baricco plantea así una cierta continuidad entre la realidad de hoy y los sueños del ayer. Si el pasado se centraba en valores como la audacia, el saber, la patria… el presente, propone el bienestar, la inteligencia y también, la patria como lugar de convivencia, de paz y de respeto. No todo es negación… también es posible esa continuidad.

Es muy tarde. Afuera, una luna brilla mientras se hace más pequeña con sus ciclos. Da lugar a increíbles puntos de luz que dibujan garabatos. Tomo el texto. Leo las veinticinco tesis sobre el Game. Recorro una a una las afirmaciones, las dudas, las propuestas. 

La insurrección digital ha sido un movimiento casi instintivo en una brusca torsión mental. No tenía ideología, ni sistema teórico ni tampoco estético. Era una suma de inteligencias técnico científicas. Los responsables fueron una humanidad extraña en la que ingenieros informáticos, hippies, militantes políticos y geniales nerds coincidieron en el rechazo por el mundo que vivían, su inmovilidad, el predominio de  las élites. Descompusieron el poder para distribuirlo entre la gente. Un ultramundo de páginas web donde todos podían circular, crear, compartir, ganar dinero, expresarse.  Las máquinas serían parte de un futuro.

Quizás la motivación más importante fue la negación del siglo XX. Con su atroz inhumanidad, con la desesperanza que dejaron dos guerras, campos de exterminio, masacres, hambrunas, revoluciones fracasadas, violaciones de derechos, uso inmoral de la ciencia y la tecnología… cundió la desesperanza, la soledad, la tristeza por tanta injusticia, por tanta desolación.

Termino. El Game propició la muerte del siglo XX y sus fantasmas. Inicia un tiempo diferente. Tuvo y tiene resistencias. Las hemos señalado.

Es importante dejar correr el tiempo. Mientras, leamos nuevamente las palabras que cierran el texto de Baricco: “Si los humanos se convierten en escenario del Game… será una historia completamente distinta. Una historia de humanos, una vez, más”.

Contesto -quizás ustedes también lo hacen-: En eso, estamos. La Humanidad nos llama a un nuevo tiempo.

(continuará)

Imagen principal: Blackred / Getty Images

* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.