En barrio Müller funciona un Centro de Prevención Local de Adicciones donde jóvenes colaboran con otros de su generación para mejorar su calidad de vida. La mayoría lo hace voluntariamente.

Por Cassandra Quevedo. Estudiante FCC

Tanto Müller como Maldonado tuvieron gran exposición mediática en los últimos días a causa del narcotráfico. Las denuncias surgieron de Mariano Oberlín, sacerdote, y uno de los fundadores del espacio CEPLA. Allí hay jóvenes que coordinan actividades y talleres, con un proceso de capacitación previa. Son las experiencias vividas en ese espacio las que los impulsan a continuar apostando al proyecto.

Además  del Centro de Prevención, funciona la  Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario (Caac) para brindar acompañamiento a los jóvenes. Se trata de una casa donde los chicos están refugiados de la droga. Pueden ir a descansar, comer, dormir, estar aislados del frío y de la lluvia y esas cosas.

“Prácticamente viven acá”, dice Gustavo Alcázar, coordinador de la Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario. “Después de tener un accidente los médicos me recomendaron hacer una actividad nueva para recuperarme. Un vecino me contó del Cepla y empecé haciendo el taller de herrería. Yo quería participar de esto. En un tiempo me probaron en la cocina, hacía de comer para los chicos que estaban en el galpón. Así se fue dando la propuesta del espacio”, cuenta.

Los chicos que están en la casita tienen que participar en los talleres de oficios. “Tratamos de guiarlos en el camino de encontrarse con su trabajo y de reinsertarse en la vida social, en lo laboral. Para que ellos el día de mañana no ocupen su cabeza en lo que es la droga y si en lo que es el trabajo, la familia y ellos mismos. Que sean su propio sustento”, explica Gustavo.


Además Alcázar siente que participando en este proyecto encuentra su objetivo en la vida. “Me dije que no quiero que mi hermanito de seis años crezca en un mundo donde hay droga, donde viva gente en la villa que tenga que salir a robar o matar. Quiero que los chicos no se fijen tanto en lo que se perdió, sino que se fijen en el futuro que ellos tienen por delante y que puedan salir adelante gracias a eso, porque ellos van a ser el día de mañana su sustento.”

Cecilia Torres también participa como coordinadora del Centro de Prevención  y cuenta que sostienen este espacio para que “el pibe pueda sentirse como en su casa, ir a la cocina y cebarse un mate, cosa que quizás en su casa no lo puede hacer. O también darle una contención que no tiene. El chico sabe quién lo ve con una mirada para juzgar y también se da cuenta quién lo quiere ayudar. Los chicos les agarran cariño a las personas que dictan el taller o a los que están siempre acá”.

Su función es hacer trabajo de territorio, salir a visitar a la gente y estar con los chicos en las esquinas.  “Visitamos a la familia en la calle, en su casa, a los jóvenes en las esquinas. De esa manera nosotros vamos entrando a cada barrio. Yo soy de acá y muchos ya me conocen, entonces también es una forma de mostrarle al otro lo que venimos haciendo”, asegura.10338503_1100981513267719_1136524289727314807_o

La dificultad del Centro es que el proyecto se autogestiona y a veces pasan meses sin cobrar. “Yo apuesto a este proyecto porque vengo de acá. Cuando tenía 12 años apareció esta parroquia e hice la confirmación. Empecé a dar catequesis, también a coordinar un grupo de jóvenes. Empecé a hacer todo lo que es tarea de servicio en la parroquia”, recuerda la mujer. 
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Su compañero de aventuras, Joaquín Argüello, dice que se acercó al grupo de jóvenes de la parroquia y luego llegó al Cepla, le gustó y se quedó como coordinador. “La propuesta nuestra era sacar a los chicos de la calle, y al principio la gente decía que íbamos a fracasar. Pero con el tiempo se fueron dando cuenta que estaba bueno y que íbamos avanzando”, dice. Para Joaquín los talleres le aportan mucho al barrio, y le asombra que a veces los padres asistan con sus hijos.

“Este es un espacio donde tienen juegos, recreación, talleres culturales y muchas cosas más. Y a verdad es que a mí del Cepla me gusta todo: darle consejos a los chicos, entrenar con ellos, que me escuchen también. Pero lo que más disfruto es estar todos juntos y pasar tiempo con ellos para que no tengan que pensar en las drogas”, resume.

 

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