Por Alexis Oliva *

La investigadora y docente María Soledad Segura señala los distintos sesgos en que incurren las empresas periodísticas al abordar la pandemia del Covid-19, y contextualiza esas distorsiones en un sistema de medios económicamente concentrado y territorialmente centralizado. 

María Soledad Segura es doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente en las facultades de Comunicación y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). También trabajó en medios periodísticos comerciales y comunitarios. Desde su experiencia y una triple atención puesta en la comunicación oficial del Estado, lo que publican los medios periodísticos –empresariales, públicos y comunitarios o alternativos– y la producción académica de su campo de estudio, analiza el tratamiento periodístico de la pandemia del Covid-19 y plantea que la información rigurosa y una preocupación ética por “fortalecer el lazo social” resultan cruciales para transitar la cornisa en que nos encontramos como individuos y sociedad: “Es importante estar alertas, pero tener la suficiente calma para poder actuar”. 

En un escenario de medios con una impronta “comercial e hiperconcentrada”, observa una serie de distorsiones en el tratamiento informativo de la pandemia. En primer lugar, el sesgo regional: “Los medios que se dicen nacionales centran sus coberturas en la ciudad de Buenos Aires. Al decir ‘tenemos la cuarentena más larga del mundo’, además de desconocer el problema sanitario, las recomendaciones de especialistas y las evidencias surgidas de la experiencia de todo el mundo, pecan de porteñocéntricos. Así desconocen lo que pasa en el resto del país, donde se flexibilizó el aislamiento porque se logró frenar los casos, algunas provincias no tienen registro de casos y en otras los han reducido muchísimo”. “También hay sesgos en torno al género y la edad: se desconoce cómo viven este tiempo las niñas, niños y adolescentes, sus problemas y necesidades, y también cómo lo viven los adultos mayores. El eje siempre está en los adultos productivos y también hay un durísimo sesgo de clase, discriminatorio de las clases populares”, describe. 

Este abordaje sesgado suele acompañarse de un tratamiento “espectacularizante y sensacionalista”, que aflora en “el uso de palabras como catástrofe, terror, calamidad, desastre”, y también “en la musicalización y los zócalos en las producciones de radio y televisión, o el uso de los títulos y fotos dramáticos en las publicaciones impresas u online”. “Todo esto contribuye a incrementar el pánico y generalizar la frustración”, advierte Segura.

-¿Qué problemas genera el gran volumen de información que circula acerca de la pandemia? 

-Los colegas Esteban Zunino y María Emilia Rodríguez, del Observatorio de Medios de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), muestran que hubo un aumento apabullante del tratamiento informativo de la pandemia, desde la segunda y tercera semana de marzo, en que pasaron de constituir el 50 por ciento de las noticias a ser casi el 87 por ciento de todas las noticias de medios digitales del país. Esta sobreabundancia de información sobre un solo tema invisibiliza otros problemas, incluso sanitarios, como el dengue que es crítico en el país, el sarampión que volvió a hacer un brote y el chagas que es endémico. Otro problema de la abundancia informativa es cómo incide el proceso de producción en la calidad de lo que se produce. Si es necesario ocupar todo el tiempo de un noticiero televisivo o radial o el espacio de un diario con este tema, habrá muchas circunstancias en las que habrá que rellenar, y como no hay suficiente personal ni recursos que las empresas de medios destinen a la producción de informes en profundidad, se termina rellenando de cualquier modo. 

Del conocimiento a la empatía y la solidaridad

-¿Cómo gravita en esta cuestión la concentración empresarial de los medios de comunicación?

-Los problemas en la cobertura de esta pandemia también tienen que ver con el sistema de medios de comunicación en la Argentina, que es una estructura predominantemente comercial y con altísimos niveles de concentración de la propiedad, los ingresos publicitarios y las audiencias, y con una centralización de la producción audiovisual en la ciudad de Buenos Aires. Las universidades –sobre todo las facultades de Comunicación–, los sindicatos de prensa, las organizaciones de medios comunitarios y muchas organizaciones sociales, desde el inicio de la democracia y especialmente en los últimos diez años, venimos diciendo que es necesario estructurar un sistema de medios que asegure una mayor diversidad, a partir de la propiedad y de establecer cuotas para contenidos locales, nacionales y regionales, y también de producciones artísticas. Eso garantiza la diversidad y el pluralismo. No alcanza con que haya un número alto de medios si todos pertenecen al mismo grupo empresario, que responde a los mismos intereses y tiene la misma línea editorial en sus distintos medios. Hay que asegurar la diversidad en términos políticos, pero también geográficos, de género, generación, orientación religiosa e identidad cultural y étnica. Esto es más grave cuando la información que se necesita, como la información sobre la salud, es sensible y debe ser protegida, y cuando es un momento crítico a nivel social, donde hay que tener cuidado en fortalecer el lazo social. 

Movilización frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la plena vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26522, 28 de septiembre de 2010. Foto: Facultad de Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata

-¿Cuál sería el rol de los medios y el tipo de comunicación periodística que demanda esta coyuntura?

-En una emergencia sanitaria, los especialistas en comunicación, salud y situaciones de riesgo recomiendan contribuir a incrementar la confianza de la población en las instituciones: el Estado y el Gobierno, que tienen que conducir al país en esta situación; las instituciones sanitarias, los científicos y especialistas, los médicos y profesionales de la salud, y también los medios necesitan construir confianza en sí mismos como instituciones informativas. Como advirtió el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es fundamental que la información correcta llegue a la gente que la necesita. Por otro lado, hay que alertar sobre los riesgos a que se ven expuestas las personas, pero sin contribuir al pánico, el desconcierto y la frustración. Para generar los fuertes cambios de conductas muy arraigadas, culturales y caras a nuestra afectividad –como estar cerca de los demás o compartir un mate– que demanda esta situación, se debe poder confiar en quienes los sugieren, y además es necesaria una gran acción coordinada a nivel social. También se trata de promover los valores de la solidaridad, la cooperación y pensarnos como un colectivo donde dependemos unos de otros. En una sociedad nadie se salva solo nunca, y menos en un contexto de pandemia. 

-¿Cómo se alienta la solidaridad y el pensarnos como comunidad? 

-Es fundamental la empatía, entender que las demás personas viven situaciones diferentes de las nuestras, tienen percepciones del riesgo y prioridades diferentes. Si alguien no está pudiendo comer todos los días, esa será una prioridad por sobre el aislamiento, o si alguien vive en una casa que es un infierno, porque la persona que la violenta está con ella, en ese caso la recomendación “quedate en casa” es una dificultad, y cuestiones más extremas como que es necesario tener casa para quedarse en ella o tener agua para poder lavarse las manos. Argentina es un país muy grande y con mucha diversidad regional, de género, clases sociales y generaciones. Es importante que los medios contribuyan a conocer estas realidades, porque si no las conocemos difícilmente podamos tener la empatía suficiente para ponernos en el lugar de los demás y adoptar conductas solidarias, y no reacciones discriminadoras, punitivistas, perseguidoras y denunciadoras. 

“Se propagan discursos anti-científicos y autoritarios”

-¿Qué cambios hubo en la cobertura periodística desde el comienzo de la pandemia?

-Hasta febrero las noticias sobre la pandemia aparecían en las secciones de Internacionales de noticieros y diarios. Desde marzo, al confirmarse el primer contagio de una persona que venía del exterior, empieza a introducirse el tema en las noticias nacionales y de información general. En ese momento, como marcan Zunino y Rodríguez, las noticias están asociadas a la clase alta, quienes han tenido posibilidades de viajar y viven en barrios lujosos, y los relatos muestran las historias personales e individuales de las cuarentenas cool y las celebritys. Estos colegas muestran también que los sectores más vulnerables de la sociedad aparecen por primera vez el 3 de abril, con las largas colas de los jubilados en los bancos, y aparecen no sólo como vulnerables sino también como una amenaza para el resto de la sociedad. Eso se acentúa a partir del 1º de abril, con el primer contagio en la Villa 21 en Buenos Aires, y desde entonces ha ido creciendo. En estos casos, la cobertura vuelve a caracterizar a los pobres como amenaza, en este caso para la salud del resto de la población, se habla de una “bomba” cuyo estallido pueda afectar a la sociedad. Hay discursos discriminadores, morbosos y violatorios de la intimidad y del derecho a la imagen de las personas.  

Portadas de los diarios La Capital de Rosario, Clarín, La Nación y La Gaceta de Tucumán el sábado 4 de abril, al día siguiente de las colas de los jubilados en los bancos en plena cuarentena

-En paralelo a estos desplazamientos en la cobertura, ¿cómo cambió el posicionamiento político de los medios en relación a la pandemia?

-También ha cambiado, frente a las decisiones del Gobierno nacional en coordinación con los provinciales. Al principio, las empresas de medios apoyaron estas medidas de manera unánime. El 19 de marzo todos los diarios del país sacaron la misma tapa: “Al virus lo paramos entre todos. Viralicemos la responsabilidad”. El 5 de abril, todos los canales de televisión abierta se unieron para hacer un evento solidario: “Unidos por la Argentina”. Eso está lejos de lo que pasa en este momento, porque muchos medios y periodistas –las grandes “caras” de los medios– empiezan a cuestionar la cuarentena con discursos engañosos, que oponen las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) al progreso de la economía. Y lo más novedoso: ya no solo oponen prevención de la salud a crecimiento económico sino también a libertad, en consonancia con los que manifestaron en Plaza de Mayo el lunes 25 de Mayo. Van cambiando los ejes discursivos, pero lo que hacen es cuestionar las medidas de aislamiento y presionar, de manera cada vez más explícita y desembozada, a las autoridades provinciales y nacionales para salir del aislamiento y dejar de lado las medidas de prevención. Ese cambio tiene que ver con los intereses a los que los medios responden, que no son los de la sociedad en general.

-En muchos casos se observa también una renuncia a contextualizar…

-También hay una cobertura centrada en casos individuales, que no está mal en sí misma, porque hace más atractiva la información y las personas pueden sentirse identificadas con esos casos particulares. El problema de la personalización de la información es cuando se presenta como un caso individual, fuera de contexto, y no se dice a qué universo puede representar esa historia. Un problema gravísimo son las informaciones imprecisas, confusas, contradictorias e incluso los rumores que se propagan. Otro es la violación de los derechos personales a la privacidad y la intimidad de personas, sobre todo de pacientes y también del personal de la salud, a quienes se expone a la discriminación y la violencia, como ha pasado también en nuestra provincia. 

Foto: www.lacapital.com.ar

-¿En qué discursos y mitos abreva este tipo de cobertura?

-Hay una propagación de discursos pseudo-científicos y anti-científicos, que niegan el conocimiento acumulado sobre pandemias en general y Covid en particular; también están los discursos conspirativos que plantean que esto es un engaño para imponer la tecnología digital en 5G o que tiene que ver con la tercera guerra mundial; o la referencia al “castigo divino”, discursos que incrementan la incertidumbre cuando se necesita confianza. También está el discurso bélico, con analogías absolutamente desafortunadas que comparan la necesidad de cuidado y solidaridad con situaciones opuestas como guerras, campos de concentración, el “enemigo invisible”, los “héroes”, las “bombas”. Y están los discursos autoritarios que propician la denuncia, sospecha, discriminación, xenofobia y violencia, que lamentablemente muchas veces pasan al acto. 

“Los medios comunitarios fortalecen el tejido social”

En 2018, Segura publicó el libro De la resistencia a la incidencia – Sociedad civil y derecho a la comunicación en la Argentina (Ediciones de la Universidad Nacional de General Sarmiento), donde aborda las disputas por derechos inherentes a la comunicación social en el período 2000-2015, un tiempo de avance para las organizaciones populares. Tras ese período, durante el gobierno macrista el proceso de democratización en la comunicación se interrumpió y los medios comunitarios y alternativos volvieron a una situación de resistencia o mera supervivencia. A poco del final de esa etapa, la pandemia los volvió a poner ante una coyuntura crítica, para su propio sostenimiento y también para las comunidades a las que pertenecen.

“Hay una diferencia muy clara entre los medios comerciales y los comunitarios, que están haciendo un trabajo enorme en esta época –destaca la investigadora–. Las radios y televisoras comunitarias, alternativas y populares de la Argentina han hecho un convenio con el Ministerio de Educación de la Nación para contribuir a difundir los programas de ‘Seguimos educando’, la iniciativa que provee de materiales pedagógicos para todos los niveles de primaria y secundaria. Y también las publicaciones alternativas digitales del país, donde vemos las mejores coberturas, que dan cuenta de cómo viven los diferentes grupos sociales y comunidades que no nos resultan tan cercanas, que tienen otras necesidades, otras formas de entender lo que está sucediendo y otras experiencias con otras pandemias que han vivido. Los medios comunitarios conocen perfectamente las comunidades con las que trabajan y están teniendo un papel crucial en ese sentido de fortalecer el tejido social y apoyo a las organizaciones que hacen tanto trabajo comunitario en este tiempo”. 

Más allá de las críticas, rescata de los medios comerciales algunas “buenas prácticas”, más ligadas a la iniciativa personal de sus periodistas que a la línea editorial de las empresas: “Hay excelentes periodistas científicos y de salud en nuestro país, que están haciendo un trabajo enorme en muchos casos a pesar de las empresas de medios en que trabajan, que en muchos casos ningunean y desvalorizan el trabajo de sus propios profesionales. Uno nota las diferencias entre las informaciones publicadas en los medios donde trabajan y los twitter personales, donde difunden con mayor libertad lo que consideran pertinente. Alejandra Beresovsky, egresada de la ECI y especialista en periodismo científico, decía que los periodistas de ciencia y salud han aprendido a evitar las informaciones que podrían tener mucho impacto: ‘Nos caracteriza más lo que no decimos que lo que decimos, justamente porque conocemos el impacto que puede tener lo que publicamos. Sabemos que las personas están dispuestas a vender su casa para pagar un tratamiento que pueda salvarle la vida a su hijo, su madre o su padre, aun cuando no esté confirmada la efectividad de ese tratamiento. Y sabemos que podemos generar mayor miedo e incertidumbre en la población, y por eso estamos entrenados para elegir la prudencia’”.

Por otra parte, Segura valora “la apuesta novedosa y arriesgada” de los medios públicos en el actual contexto: “Por un lado, las 14 horas diarias de programación de los canales Encuentro y Paka Paka, retransmitidos por la Televisión Pública, Radio Nacional y la Televisión Digital Abierta. Eso demostró el nivel de reacción de los medios públicos, que en poquísimos días contrataron conductores y especialistas, desarrollaron guiones, armaron escenografías, recuperaron producciones ya hechas sobre historia, ciencias naturales, astronomía, derechos… y elaboraron una propuesta muy amena y adecuada a cada nivel educativo, combinada con una altísima calidad técnica audiovisual, que logra aceptación entre los niños y adolescentes. Además, los noticieros tienen información más federal, y otra apuesta innovadora –al menos yo no conozco a nivel nacional o internacional otra experiencia estatal de este tipo– es el lanzamiento, a través de la agencia nacional Telam, de la plataforma de chequeo www.confiar.telam.com.ar, que aclara las dudas e información falsa que circula en los medios sobre el coronavirus. Por último, a diferencia de los medios comerciales que han clausurado las ficciones, la televisión pública lanzó una nueva ficción hecha durante el aislamiento con guionistas, actores y escenógrafos argentinos: Terapia en cuarentena, que va por la plataforma www.cont.ar”. 

Foto: Telam

Al rescate del enemigo

-Frente a la manipulación informativa y sus graves efectos, da la impresión de que subestimamos la influencia de las corporaciones mediáticas más concentradas. Por ejemplo, en acontecimientos políticos recientes en Latinoamérica y en los estados de opinión en torno a la crisis actual. ¿Cuál es tu visión?

-Como lo han mostrado y desarrollado grandes intelectuales de la comunicación desde los años 80 en adelante, estas sociedades masivas en las que vivimos son sociedades mediatizadas, en el sentido de que los medios ocupan un rol central, no sólo en términos de circulación informativa, sino porque contribuyen a estructurar las prácticas sociales en general. Esta influencia y centralidad no se pierde en tiempos de tanta comunicación a través de redes sociales, porque incluso en ellas los medios y sus principales periodistas siguen siendo lo que quienes investigan las redes sociales llaman “figuras con autoridad”, los enunciadores con más comentarios, más retuits, más leídos y replicados. Los medios tienen una influencia central e ineludible, lo que no quiere decir que esa influencia sea determinante en la sociedad. Si así fuera, no podríamos explicar por qué con coberturas mediáticas absolutamente contrarias se han ganado elecciones y con coberturas altamente favorables se han perdido. Desde Perón en adelante, en Argentina sobran ejemplos. En esta crisis sanitaria, los medios más importantes y con mayores niveles de audiencias y lectores están trabajando y en algunos casos operando contra el AMPO. A pesar de eso, hasta el 20 de mayo, como mostraba otro egresado de la ex ECI que trabaja en consultoras de opinión pública, Norman Berra, la imagen positiva del presidente Alberto Fernández se mantiene de manera similar a abril en un 77 por ciento de aprobación, incluso en provincias sumamente reacias, como Córdoba, donde estaba llegando a un 60 por ciento. Y los dirigentes opositores que también tienen niveles altos de imagen son quienes desarrollan estrategias cooperativas con el Gobierno y apoyan el AMPO. Esto muestra que la mayoría de la población está de acuerdo con estas medidas, aun con críticas de los medios. Lo mismo ocurre a nivel internacional: los dirigentes que están en contra de las medidas de prevención, como Jair Bolsonaro, están en el momento más crítico de caída de su imagen, y algunos que primero minimizaron el problema y luego cambiaron de posición, como Manuel López Obrador en México, también muestran caídas.

-¿Cuál ha sido la estrategia del Gobierno frente a esto?

-El Gobierno nacional tuvo en cuenta esa influencia de los medios y en marzo el Presidente convocó a una reunión a los principales empresarios de medios de comunicación, para pedirles colaboración con la estrategia sanitaria consensuada a nivel federal, donde se necesitaba también consensuar con las instituciones de la comunicación. También hizo apelaciones a los periodistas y su rol en las conferencias de prensa. Lo mismo hizo la secretaria de Salud, Carla Vizzotti, quien está a cargo de las conferencias diarias del Ministerio de Salud. El Enacom, la Defensoría del Público y el Ministerio de Salud sacaron recomendaciones para coberturas mediáticas de pandemias y capacitaciones para periodistas. Como si esto fuera poco, las empresas de medios, a pesar de no estar directamente afectadas por el ASPO, tuvieron acceso a la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) para pagar el 50 por ciento de los salarios de sus trabajadores. En la segunda etapa donde se incluyó a todas las empresas, ingresaron las empresas de medios, que durante la cuarentena aumentaron sus audiencias pero registraron una disminución de sus ingresos publicitarios, según un trabajo de Agustín Espada, de la Universidad de Quilmes. Ingresaron a la ATP firmas como Perfil, Diario Popular, Editorial Atlántida, La Nación Revista, C5N, Telefé, Crónica TV, Radio Mitre, Radio del Plata, la AM 710 y Cadena 3 de Córdoba, entre otras. Al mismo tiempo, durante la cuarentena en algunas de esas empresas hubo despidos, se pagaron los salarios fraccionados, no hubo intervenciones del Ministerio de Trabajo y no se homologan las paritarias desde 2018. Y una vez más los medios periodísticos le piden ayuda al Estado, que sale a su rescate. Eso sin contar –señala también Espada– la enorme inversión en publicidad oficial que superó los 600 millones de pesos durante el primer mes de cuarentena. O sea, ATP, publicidad oficial y aun así tienen los problemas de cobertura de los que hemos hablado. 

-De modo que en relación a estos medios las perspectivas a futuro no son esperanzadoras…

-Al principio de esta crisis, yo decía que los medios de comunicación de Argentina estaban ante una oportunidad inédita de demostrar la relevancia de su rol social y su aporte a la sociedad. Lamentablemente, en estos meses están defraudando esa expectativa, aunque todavía están a tiempo porque esta crisis todavía no termina y va para largo. Si pensamos en aquella tapa unificada sobre la responsabilidad en la cuarentena y cómo fueron cambiando de posición, ojalá no lleguemos al punto en que tengan que hacer tapas como las que hicieron O Globo y el New York Times, con las decenas de miles de fallecidos por Covid que tienen Brasil y Estados Unidos, tan tristes e impactantes, que van a pasar a la historia del periodismo, y que además eso haya sucedido también por responsabilidad de estos medios y editoriales. 

Foto principal: Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile (www.humanidades.uach.cl)


* Docente de Redacción Periodística II y Secretario de Producción y Transmedia de la FCC-UNC. Corresponsal de www.agenciapresentes.org y coordinador del observatorio de conflictos sociales de Cecopal www.desafiosurbanos.org