Por Natalia Amor *
Eva Da Porta, especialista en educación y comunicación, considera que la tecnología y la inteligencia artificial habilitan “una amplia diversidad de recursos y fuentes”, pero “los accesos no son igualitarios”. Y propone el desafío de “pensar cómo enseñar y cómo aprenden nuestros estudiantes en este contexto”.
El uso de la tecnología en la educación ha transformado profundamente la manera en que los estudiantes acceden y procesan el conocimiento. Desde la implementación de aulas virtuales hasta el impacto de la inteligencia artificial (IA), las herramientas tecnológicas ofrecen una diversidad de posibilidades y desafíos. Sin embargo, también generan desigualdades y problemas en términos de accesibilidad y calidad de los procesos y contenidos educativos.
La licenciada en Comunicación Social y Doctora en Comunicación Eva Da Porta sostiene que “en la actualidad los aprendizajes están mediatizados, atravesados, intervenidos y posibilitados, pero también dificultados por las tecnologías”. En una entrevista con el portal Qué, la especialista en diseño y evaluación de programas educativos de inclusión tecnológica abordó los retos y dilemas que enfrentan estudiantes y docentes en torno al uso de la IA.
-¿Cómo impacta el uso de la tecnología en los procesos de aprendizaje?
-Las tecnologías impactan de diversas maneras. Los estudiantes ponen en juego muchas operaciones, muchas capacidades, muchas condiciones… En todas esas dimensiones están presentes las tecnologías. Y esto sucede no solo con los estudiantes. Los aprendizajes estudiantiles, en general, pero también los sociales, de prácticas, de procesos y los aprendizajes específicos vinculados al estudio, están profundamente atravesados por lo tecnológico.

-¿La tecnología vino a modificar la manera en que aprendemos?
-El vínculo docente-estudiante no solo está atravesado por una plataforma o por aulas virtuales, que se eligen, sino también por todos los dispositivos que implican aplicaciones, programas y modos de vincularse con el conocimiento. Esto va más allá de lo que está previsto en las propuestas de enseñanza. Somos sujetos mediatizados y entonces las tecnologías se convierten en un espacio para acercarnos o alejarnos del conocimiento.
Buscar calidad en la abundancia
Para Da Porta, la tecnología “amplía la diversidad de conocimientos a los que podemos acceder”. Sin embargo, esa abundancia de información y fuentes no garantiza necesariamente la calidad: “Es necesario que el conocimiento esté respaldado por la trayectoria de los autores de esos contenidos, saber qué confiabilidad y qué legitimidad tienen”.
Además, se diversifican las formas de acceso y los lenguajes, ya que “cada plataforma ofrece sus contenidos en distintos lenguajes multimediales”. “Ese es otro rasgo de la mediación tecnológica: el acceso a los contenidos está condicionado por los lenguajes puestos en juego, necesarios para su acceso y apropiación”, señala la especialista.
-¿A qué lenguajes se refiere?
-Me refiero no sólo a los lenguajes puestos en juego en la producción de contenidos, sino también a los lenguajes que los propios estudiantes manejan y conocen. Entonces, una cosa es lo que se ofrece como contenido y otra es la capacidad de los estudiantes para poder leer e interpretar esos contenidos. Resumiendo: la cantidad y variedad de contenidos, el modo en que se ofrecen, a través de una diversidad de lenguajes y también la forma en que se procesan cognitivamente, tienen que ver con la mediación tecnológica. Y ese proceso en la actualidad tenderá a un modo sintético, resumido, breve…

-¿La brevedad es una característica central de esas mediaciones?
-La brevedad también es propia del modo de acceso a los contenidos. Todos estos factores inciden en las formas de aprender, pero también se pone en juego todo lo que pueden hacer los estudiantes sobre esos contenidos: cómo se los pueden apropiar, manipular, archivar, guardar, cortar e intervenir. Estos procesos varían mucho de un estudiante a otro. No todos tienen las mismas habilidades o conocimientos, porque en general las alfabetizaciones digitales no ocurren en los espacios escolares, sino en la vida cotidiana. Los alfabetismos digitales se van aprehendiendo de modos muchas veces individuales, grupales o colectivos. Por lo tanto, son muy dispares las capacidades que tienen los estudiantes para aprender usando las tecnologías.
-¿Cuánto incluye o cuanto excluye este proceso?
-Los aprendizajes, el acceso y la apropiación de las herramientas –de las formas de procesar y acceder a la información– son muy dispares, porque muchos de esos alfabetismos se aprenden individualmente, en un ámbito informal y privado, mediante otros usos que no necesariamente están vinculados al estudio. No se aprenden en los espacios escolarizados, y por lo tanto no son tan generalizados. Entonces, dependen también de las trayectorias de cada estudiante, de los accesos previos, de la conectividad, de los dispositivos que tengan y de las propias experiencias de aprendizaje. Si bien en líneas generales se ha ampliado el acceso a la información, lo limitan en relación a las posibilidades que tenga cada estudiante. La fragmentación marca claramente la desigualdad. Los accesos no son igualitarios y dependen de condiciones económicas, culturales tecnológicas, que cada estudiante haya adquirido a la hora de usar e implementar las distintas posibilidades que brinda la tecnología para sus propios aprendizajes. Otra cuestión importante a considerar es también la accesibilidad visual o sonora. Al ser discursos que se manifiestan multimodalmente, las personas que tienen dificultades visuales, sonoras o de otro tipo, muchas veces quedan excluidas del acceso a este tipo de contenido digital.
Primero, inteligencia humana
La IA irrumpió en la comunicación y la educación y trajo consigo el desafío de “incorporarlas de un modo creativo y crítico”, problemas como el desigual acceso extraescolar a la tecnología y dilemas en torno a “para qué se usa y quién usa” la información que generamos.
-¿Cómo afectan las inteligencias artificiales a esa experiencia educativa?
-Es una pregunta que estamos empezando a responder ahora, porque está ocurriendo. No es fácil prever los efectos, pero claramente las IA y las diversas aplicaciones que todo el tiempo están apareciendo vinculadas, por ejemplo, al procesamiento del lenguaje natural, a imágenes, a distintos trabajos con archivos, tienen un impacto muy profundo en la experiencia educativa. También es importante tener en cuenta que estos procesos son muy desiguales y no se dan de modo equilibrado, equitativo, programado o planificado. Muchas veces es el mercado el que define el acceso, la posibilidad de probar y jugar con determinadas aplicaciones. Y allí encontramos una barrera de acceso que enfrentan tanto docentes como estudiantes.
-¿Qué cambios ha producido en la Universidad?
-Lo que viene ocurriendo desde hace dos años con el desarrollo de la IA vinculada sobre todo al procesamiento del lenguaje natural, tiene un impacto muy profundo, porque transforma el vínculo con el conocimiento. Y la Universidad tiene que tener una mirada analítica respecto de esto, porque las IA llevan adelante un conjunto de formas de procesar el conocimiento que muchas veces entran en tensión con valores como la autoría, el respeto de las fuentes, el acceso directo al pensamiento de determinados autores o a perspectivas. Entonces, es muy importante que tengamos primero un registro de qué está pasando, de qué manera se están usando estas aplicaciones, cómo usarlas para sustituir a lo mejor algunos modos, algunas prácticas que ahora se pueden hacer de otra manera. Y no necesariamente la experiencia educativa va a ser de mejor calidad. Creo que es un desafío poder incorporarlas de modo creativo y crítico, pero es una alerta constante porque son procesos que están ocurriendo. Entonces, es una problemática profunda sobre todo para los docentes universitarios.

-En ese contexto desafiante, ¿qué estrategias podrían implementarse?
-Hay determinadas prácticas que si ahora las puede resolver una IA, hay que dejarlas de hacer y pensar otras. Siempre es posible vincularse de un modo activo con el conocimiento. Es importante pensar en el rol activo de los estudiantes. Entonces, si hay un tipo de práctica a la que estamos acostumbrados que se resuelve fácilmente con IA y no va a requerir ningún esfuerzo cognitivo de nuestros estudiantes, hay que dejarlas de lado o incorporar elementos que nos permitan trabajarla de otro modo. El mayor desafío es pensar cómo podemos enseñar en este contexto y cómo están aprendiendo nuestros estudiantes. Es una pregunta que siempre debemos hacernos y hay que actualizar en función de las transformaciones que están ocurriendo. Un tema no menor es el de la propiedad de los datos del uso de la información que generamos constantemente. Como estudiantes y como docentes, al utilizar distintas aplicaciones o lo que fuera, estamos generando también información que muchas veces ni siquiera sabemos para qué se usa y quién la usa. Ese tipo de cuidados: trabajar con software abierto, trabajar con procesos de datos abiertos, es decir, problematizar también esa dimensión económica y de manipulación y uso de datos que hay por detrás de muchas de estas tecnologías que se incorporan a la práctica educativa.
* Estudiante en prácticas de trabajo final en el portal Qué y la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.