Por Mariela Parisi *
La Universidad Nacional de Córdoba (UNC), la más antigua del país y cuarta en América, fue creada por los jesuitas, la congregación religiosa que trató de incorporar el humanismo al proceso de la conquista. El 19 de junio de 1613, el obispo Juan Fernando de Trejo y Sanabria inició en el Colegio Máximo de los Jesuitas los estudios de grado, luego aprobados por el Papa Gregorio XV del 8 de agosto de 1621 y confirmados por el Rey Felipe IV el 2 de febrero de 1622.
Acusados de alentar los motines populares de Esquilache y defender el laxismo moral en sus colegios y universidades, los jesuitas fueron expulsados de España y América en 1767, por decreto del Rey Carlos III. Desde entonces, la “Casa de Trejo” quedó a cargo de la orden de San Francisco de Asís. En el año 1800, la Corona española la elevó al rango de “Universidad Mayor de San Carlos y Nuestra Señora de Monserrat” y en 1808 el Virrey Santiago de Liniers excluyó a los franciscanos, otorgó al clero secular su dirección y nombró al Deán Gregorio Funes como rector.
Luego de la Revolución de Mayo y el proceso independentista, el Deán Funes continuó al frente de la Universidad de Córdoba e impulsó en sus planes de estudio una apertura hacia la ciencia y la técnica. A las tradicionales Filosofía, Teología y Derecho, se sumaron materias como Aritmética, Álgebra y Geometría y tiempo después Medicina y otras ciencias duras.
En el contexto de las guerras civiles entre unitarios y federales, el gobernador de Córdoba Juan Bautista Bustos transfirió en 1820 la Universidad a la administración provincial. En 1856, el presidente de la Confederación Argentina Justo José de Urquiza dispuso su nacionalización. En 1885 se promulgó la ley N º 1597 de Estatutos de las Universidades Nacionales, origen de su autonomía política y administrativa.
El cambio de siglo trajo masificación urbana y conflictividad social, con el correlato de la creciente agitación en la militancia estudiantil. El reclamo por una genuina democratización de las universidades, acrecentado por la influencia de la Revolución Bolchevique de 1917, alcanzó su punto máximo de ebullición en un estudiantado cordobés que desafió la tradición clerical mediterránea.
En 1918, la Federación Universitaria de Córdoba aglutinó a los estudiantes que protagonizaron la Reforma Universitaria, hito mundial en la lucha por una universidad democrática y popular. La Reforma consagró las bases programáticas de la autonomía universitaria, el cogobierno estudiantil, la libertad de cátedra, la docencia libre, los concursos con jurados con participación estudiantil, la investigación como función de la universidad, la extensión universitaria y el compromiso con la sociedad.
Desde 1930, los recurrentes golpes de Estado reprimieron la lucha estudiantil y congelaron el sueño de una universidad libre, crítica e igualitaria; pero en 1969 la militancia universitaria volvería a hacer historia, al sumarse a la lucha de los trabajadores para derrocar a una dictadura. Y en julio próximo se cumplirán 25 años de la masiva movilización estudiantil que también ganó las calles de Córdoba para resistir a la Ley de Educación Superior 24.521, que habilitó el arancelamiento y avanzó sobre la autonomía universitaria.
Desde aquel origen jesuítico en el siglo XVII hasta los hitos rebeldes del siglo XX, esa larga historia desemboca en el presente de una institución que alberga a 15 facultades, 88 carreras de grado y 214 de postgrado, 145 centros de investigación y 25 bibliotecas, dos colegios secundarios, cuatro hospitales 10.001 docentes, 3.551 no docentes y 144.616 estudiantes.
* Decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC.