Por María Paulinelli *
La Historia y los humanos comunes y silenciosos
En los relatos de Terrorismo de Estado, de Carlos Lavarello, los protagonistas no ocupan los murales que celebran a los héroes, pero “mantuvieron sin claudicaciones la vida cotidiana de un país que se hundía”.
¡Hola!
Ahora, me vuelvo en la lectura a otros tiempos pasados, sin luz ni transparencia.
Oscuros e irascibles en la memoria que, todavía, no logra definirse.
Terribles en las imágenes que aún quedan.
Calladas en las voces de quienes estuvieron y que todavía no logran escucharse.
Ahora, ese silencio empieza a disiparse.
Resulta imprescindible que se haga sonido y que desaparezca con las palabras de la crónica de aquello sucedido.
Y entonces… mi sorpresa, mi estupor, mi reconocimiento.
Uno de ustedes –Carlos Lavarello– ha escrito Terrorismo de Estado. Crónicas de una década. Texto que, como su nombre lo indica, es el acontecimiento hecho lenguaje en el tiempo que hace posible la escritura.
Carlos, escribe acontecimientos de esa década de oprobio y de vergüenza. No redunda en hablar de héroes con nombre y con un rostro. No persigue el castigo ni el juicio a los culpables. Hace memoria y eso es lo importante. Hace luz sobre otro tipo de heroísmo. Los acontecimientos no están documentados. Sus protagonistas, no ocupan los murales, ni tampoco serán nombrados por la Historia. Son personas comunes. Callados. Silenciosos.
Representan esa mayoría que vivió aquella década horrible. La soportó heroica. Mansamente. Su resistencia no tuvo límites. No tuvo el brillo de los héroes, ni tampoco el reconocimiento de la Historia. Quedaron en la opacidad de los olvidos. Ajenos a la memoria que recuerda. Pero, sin claudicaciones. Mantuvieron la vida cotidiana de un país que se hundía y lograron el regreso de las instituciones.
Y ahora, a casi cincuenta años, Carlos los nombra, les da vida. Amplía la magnitud de la denuncia en la expansión que ocupa el horror de aquella década.
¿Lo vemos? ¿Lo leemos?
Trece relatos estructuran el libro, además del Prólogo de Alexis Oliva y un poema de Juan Carlos Aviño.
El poema identifica –metaforizando– a los protagonistas de estas Crónicas. No hay tiempo para muchos, / casi todos./ Estoy entre los muchos…/ Sí,/ nosotros nos quedamos, / y es tarde/ muy tarde para llanto.
Lo leo una y otra vez.
Siento que dice lo que ya sabemos. Es irremediable el horror, la oscuridad que nos invade al hacer memoria de aquel tiempo. Por eso ni el llanto disminuye la tristeza de haber vivido aquello.
Y yo, digo: el llanto no cicatriza, ni siquiera cura… Es necesario contar, hablar, para que nada quede impune… ni siquiera en la memoria.
Los enunciados, recorren momentos de la vida de esos muchos. Momentos que un narrador en primera o en tercera persona, relata. No siempre se referencian nombres. Los protagonistas son personas comunes. El tiempo se reconoce por el tipo de acontecimientos que describe. Solo en pocas ocasiones, se indica la fecha al final. Como en la crónica Que (no) vengan. Era un dos de abril de 1982.
Dos recursos particularizan e inciden en la enunciación del relato: el uso de distintos tipos de letra en las cursivas que transcriben los testimonios o los diálogos y que otorgan relevancia a dichos parlamentos. Además, facilitan la lectura.
También, la inclusión de notas en el cierre de algunos textos, posibilitan la presencia del narrador, en la apelación de esas acotaciones finales. Así en Prohibido, la Nota del autor, insiste en el sentido que da título al relato, con ese enigmático. Lector, si existiera una máquina del tiempo no se te ocurra acudir a la Avenida del Libertador 157, en la ciudad de San Francisco (Córdoba) en los años de plomo.
En La casa de mamá, se permite identificar –como única vez– al protagonista de la historia. El Negro se graduó en la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba (hoy Facultad de Ciencias de la Comunicación) y actualmente es docente en esa unidad académica. También recuperó su trabajo en la Municipalidad.
De manera similar en El secreto, referencia el devenir actual de la protagonista, identificada escuetamente como Nuni. Así dice: En la actualidad Nuni posee la biblioteca marxista privada más completa de la Ciudad de Córdoba.
Asimismo, en La amenaza, revela el devenir del protagonista”El Francés”: … dirigió la película “La amenaza” que ganó el premio de “ cine joven” en el Festival Internacional de cine de La Habana (Cuba) en 1987. Él me enseñó también, todo lo que sé sobre lenguaje audiovisual.
Finalmente en El General y ese cura, explica: Los diálogos son reales. Solo se han invertido y mezclados los tiempos en los que ocurrieron. No se omitieron los nombres del obispo y el general de exprofeso. Ellos fueron los genocidas en Córdoba.
De esta manera, la información se completa con datos identificatorios que ratifican las denuncias pero también, posibilitan conocer el devenir de esas vidas. Es decir, permiten inferir la veracidad –además de la verosimilitud- de los hechos referidos.
Interesa, pues, este recurso como aporte de las crónicas a la memoria colectiva. Recurso que remite a veces, a un tiempo diferente –cierto futuro esbozado– además del tiempo aludido del Terrorismo de Estado.
Alguna vez, definimos la crónica como Una vibración restallante del lenguaje que referencia y, a veces, se imposibilita de toda transparencia. Creo que Carlos utilizó este recurso para evitar esa imposibilidad de transparencia. Es decir, para no disminuir la contundencia de la denuncia.
Las crónicas son concisas. Relatan sin incurrir en mayores referencias. Narran el acontecimiento. Solo eso. No hay interpretaciones ni mucho menos reflexiones. Se relata el hecho y su desenlace, pero desde distintas posibilidades de enunciación y de estructuración de los enunciados.
Nadie: Una mujer cuenta su historia al narrador en primera persona que escucha y transcribe. Es una presencia ausente que solo escucha. Solo metaforiza la significación del texto en ese escueto final: Mis ojos se posaron en el espacio de la mesa en donde ella se hallaba y traté de distinguir sobre la superficie sus huellas dactilares, que no pude encontrar. Una más de las historias de identidades perdidas. Irrecuperables… a pesar del tiempo transcurrido y los esfuerzos realizados.
Prohibido relata la historia de ese muchacho que, amante de la lectura, encuentra, accidentalmente, unos libros prohibidos. Se suceden distintos hechos que culminan con su detención arbitraria llena de violencia. De ahí su negación a volver a la Biblioteca y su conciencia de que el estado nacional ya no quería que leyera, pensara debatiera. Corría el año 1976 en Argentina.
Acampe: Como consecuencia de un allanamiento y de la violencia ejercida sobre sus cinco hijos menores y su persona, un padre decide huir en la noche De ahí el título. El final explica la decisión: …se decía que sus hijos no deberían soportar otros simulacros de fusilamiento en manos de los paramilitares. Sabía que volverían una y otra vez, ya que ellos valían más vivos que muertos debido a la información que poseían.
Una referencia a los terribles allanamientos donde no escatimaban métodos de coacción y despojamiento… sin límites de edad.
Podríamos seguir mostrando los distintos relatos que enfatizan las diversas modalidades del terrorismo en la Dictadura del 76… y también la resistencia, siempre presente e indispensable. Por eso esa constelación donde la denuncia –del horror— convive con la esperanza –en lo posible—.
Las crónicas componen así, desde las diferentes posibilidades de enunciación, un vasto territorio donde emergen estas historias, maravillosamente relatadas.
Como señala Alexis Oliva en el Prólogo: …obligan a redoblar los esfuerzos en la construcción de memoria, verdad y justicia. Para esa tarea, cuyas materias esenciales son la sensibilidad y la conciencia, este libro es una valiosa herramienta pedagógica.
Los dejo en la lectura… necesaria e imprescindible… llena de la humanidad que confiere el compromiso con un mundo mejor.
Hasta más vernos.
María
Texto
Lavarello, Carlos. (2023) Terrorismo de Estado: crónicas de una década. ARU Editorial Salta.
* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.