Por Mariela Parisi *
La experiencia de la pandemia nos pone ante desafíos que la trascenderán: cómo afrontar la crisis económica y climática con la solidaridad como horizonte.
Si bien en la historia hubo muchas pandemias, nunca vivimos en un estado de cuarentena global, en el cual un tercio de la humanidad se encuentra en situación de confinamiento obligatorio.
La expansión del coronavirus ha dejado en stand by el motor productivo de nuestra civilización, alterando la vida y los modos cotidianos de ser y hacer de millones de personas en el mundo. El surgimiento de esta situación inédita la hace incontrolable, y deja en jaque a las naciones echando por tierra –en algunos casos– el orden del poder y sus amos.
La crisis pone en cuestión el reparto de las ganancias a escala global y una redefinición del papel de los Estados, sobre todo de aquellos más liberales que se han desentendido de los asuntos de salud y educación. Sin embargo, para un problema global la solución también debe ser global, en una redefinición de las relaciones entre los Estados con respecto a los problemas ambientales, sociales y económicos.
Como expresa la socióloga Maristella Svampa, la pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta. Y advierte que esta situación por la que estamos atravesando nos preparará positivamente para responder “al gran desafío de la humanidad, la crisis climática, y a pensar en un gran pacto ecosocial y económico”.
Las causas socioambientales de la enfermedad muestran que el enemigo no es el virus en sí mismo, sino aquello que lo ha causado: “Si hay un enemigo, es este tipo de globalización depredadora y la relación instaurada entre capitalismo y naturaleza”.
En nuestro campo especifico, enfrentamos el desafío de garantizar una educación pública e igualitaria en un contexto de desigual acceso a la tecnología. Los profesores, nodocentes y estudiantes estamos haciendo un enorme esfuerzo para sostener de manera virtual el funcionamiento de las propuestas académicas de las facultades.
Seguramente, esta modalidad educativa en la que tenemos que desenvolvernos como docentes y que en rigor no hemos elegido, también nos está planteando desafíos personales, al tener que reformular las estrategias de enseñanza, el uso de los soportes tecnológicos a su servicio y las modalidades de evaluar el proceso, con recursos y modalidades diferentes a las que venimos aplicando desde hace años.
Los profesores estamos atravesados por estos cambios en los saberes y en las prácticas, lo que también está redundando en una mayor empatía con nuestros jóvenes estudiantes.
En estas primeras semanas se ha relevado una alta participación de los alumnos en las clases por Instagram, el cumplimiento de los trabajos prácticos solicitados, y la participación en las nuevas instancias virtuales.
Es posible que el año de la pandemia no quede en el historial académico como el mejor, en términos del desenvolvimiento ilustrado de los docentes ni de los estudiantes, pero confío en que nos dejará otros aprendizajes.
Me sumo al deseo de Svampa, y que culminemos el año de la gran pandemia superando esta encrucijada civilizatoria: frente a nuevos dilemas políticos y éticos, repensando las desigualdades sociales, la crisis económica y climática desde un nuevo ángulo.
El mundo no será el mismo después de este parate global. Así como dicen que volvieron algunos peces a los canales de Venecia (contaminados durante años), quizás nos volvamos más solidarios cuando la maquinaria arranque de nuevo. Y esta nueva etapa de la humanidad, será el escenario en que los comunicadores, licenciados, técnicos, profesores y doctores en comunicación, deberán intervenir con todo el compromiso de su trabajo.
Vimos como la comunicación y su contraparte, la infodemia, han sido los principales factores que han motorizado nuestros intercambios en esta situación de aislamiento social preventivo.
Asimismo, nos enfrentamos a los nuevos ganadores del mundo post pandemia: las empresas de tecnología que pusieron en marcha el 5G durante el mundo en modo cuarentena, lo que será un nuevo virus para el ecosistema y la naturaleza. Otros ganadores son Google, Netflix y Facebook que nos atraviesan desde las múltiples pantallas que nos mediatizan para trabajar y también para entretenernos.
Pero también, estamos vivenciando, con buenos ojos, que se ha puesto en práctica la filosofía del cuidado, del vínculo, de los afectos, de lo colaborativo, de lo solidario que propone el feminismo. Y quizás esto ayude a que vayamos aplanando la curva de la indiferencia social, la naturalización de la pobreza y las desigualdades.
Foto principal: Orlando Sierra – AFP
* Decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC.