Por Pilar Ferreyra *

El Covid-19 y su innegable escenario de incertidumbres mantienen en vilo a la comunidad educativa que, ante la inclusión de los dispositivos tecnológicos que ahora median la casi totalidad de las relaciones, podría resistirse a la tarea de educar en línea. Sin embargo, la pandemia apuró la puesta en marcha de la modalidad virtual. Enhebrándose en las condiciones de producción de la educación presencial, asoman colores y texturas de un telar cuyo futuro podría ser la bimodalidad. Por estas razones, el Qué decidió entrevistar a Liliana Castillo, especialista con más de treinta años de experiencia en la integración de equipos técnicos vinculados con la educación a distancia.

Liliana Castillo, Profesora Superior de Letras por la Universidad de Buenos Aires, coordina proyectos educativos multimedia en equipos interdisciplinarios. En 2013, se inició como Coordinadora de Producción Multimedial en el programa UBA XXI, y en 2010 en el Proyecto Horizontes TV del área de educación rural del Ministerio de Educación de la Nación, cuyos contenidos fueron emitidos por Canal Encuentro. En la actualidad, es consultora externa y realiza asistencias técnicas en diversas provincias de la Argentina. 

-Si los docentes interactúan con las tecnologías digitales en su hacer cotidiano, ¿qué explica la tensión en la convivencia con la modalidad de educación a distancia? 

-La tensión es resultado del crecimiento y del desarrollo dinámico de las prácticas llevadas adelante por los docentes en el sistema educativo. Actualmente, en situaciones de “bimodalidad”, es decir,  presenciales y virtuales. Es fundamental pensar, ¿cuáles son las ventajas de la “bimodalidad”? Más allá del contexto actual, los docentes debemos interpelarnos y revisitar todos los procesos que supusieron la inclusión de recursos tecnológicos que no implicaron herramientas digitales. Allí existe un “saber cómo” que nos impulsa hacia las prácticas actuales. La educación a distancia se encuentra presente en la historia contemporánea desde 1960; sin embargo, registra antecedentes en tecnologías como el correo postal, que fueron fundamentales en la aparición de esta modalidad, caracterizada por la inclusión de herramientas que deben consolidar la autonomía de los estudiantes. El desafío radica en reconocer qué, cómo y para qué incluir recursos. En hacer consciente cuál es el plus en la planificación docente que utiliza herramientas tecnológicas/digitales. En advertir qué ventajas determinarán en la práctica y de qué manera favorecerán a las propuestas de enseñanza y de aprendizaje.

 Liliana Castillo compartiendo una clase sobre herramientas de preproducción con docentes de nivel medio

-¿Cuáles son las principales diferencias entre la educación analógica presencial y la educación a distancia? 

-Para los docentes, las diferencias no se encuentran en la inclusión de recursos per se. La diferencia está dada en la importancia que tiene el ejercicio del rol docente en tanto “mediador pedagógico”. Porque el docente interviene en la orientación y apunta a que los estudiantes puedan resignificar las propuestas. La inclusión de cualquier recurso nunca es determinante respecto de lo que se quiere enseñar. Yo puedo enseñar sin ningún tipo de recurso, porque lo importante son los contenidos que tengo que comunicar. Lo importante es qué es lo que el docente tiene para enseñar. Si un docente debe enseñar, por ejemplo, números primos, entonces tiene que poder enseñarlos independientemente de la tecnología de que disponga para hacerlo. Porque en el sistema educativo el docente no puede decir “no tengo nada para enseñar, porque no tengo un smart o dispositivos de última tecnología”. De ser así, el docente estaría pensando la inclusión de recursos como un problema. 

-¿Cuál sería el modo más pertinente de incorporar un recurso tecnológico a la enseñanza?

-El recurso, sea audiovisual, material impreso, digital o de otro tipo es el resultado de una planificación en distintas etapas de producción relacionadas con la especificidad de cada medio, sea este digital o analógico. Los docentes deben incluir herramientas de preproducción que permitan identificar ideas, temas complejos, desarrollos narrativos gráficos o audiovisuales. Por ejemplo, si quiero hacer un programa de radio los estudiantes tienen que saber que para poder hacer un buen programa de radio es bueno contar con una rutina que les permita administrar el tiempo del programa, que deben pensar en un formato, si lo van a dividir en bloques o no, si van a incluir música, entrevistas a notables, a escritores, a actores, a especialistas; si van a producir separadores. Lo importante es que tanto docentes como estudiantes perciban que para transformar una idea en un programa de radio, o en un programa de TV, o un blog personal, hay que atravesar los procedimientos referidos a identificar claramente qué quiero contar, cómo lo quiero contar y a quién se lo quiero contar. A cada medio le corresponde una herramienta de preproducción distinta: rutinas, guiones, brief, estrategias de comunicación. Cada una de ellas es propia del producto o recurso que se incluirá en la situación presencial o virtual. 

-¿Cuáles son los errores analógicos más frecuentes de los docentes a la hora de abordar la educación a distancia?

-En las prácticas intuitivas se trasladan formas de la presencialidad a la virtualidad. En realidad, no se trata de un error de aproximación, sino de una tendencia a resolver con las “herramientas más conocidas”. De ahí que todos podemos presenciar situaciones comunicativas virtuales resueltas desde los parámetros de la presencialidad. Se da el caso del uso de las reuniones de Zoom como si fueran presenciales porque no es percibida la potencialidad específica de la aplicación para la propuesta en línea. Una clase virtual no puede durar lo que dura una presencial, porque no es presencial. Es una clase mediada tecnológicamente. Hay un dispositivo entre los estudiantes y los docentes. Lo que sí hay que conocer son las potencialidades del recurso. Por otra parte, no podemos pedirle a la virtualidad situaciones que no exigimos en la presencialidad. Por ejemplo, si un estudiante entra y sale de una clase virtual yo podría inferir que no le está interesando la clase, que no lo desafía, que conoce el tema o que no lo entiende porque no lo estoy explicando con claridad. Pero eso también ocurre en la clase presencial. Los alumnos no están permanentemente resolviendo lo que el docente propone en la presencialidad. Piden permiso para ir al baño, piden permiso porque tienen que hablar por teléfono. Si esas situaciones han ocurrido históricamente, ¿por qué queremos que en la virtualidad no ocurran? ¿Qué pensamos que es la virtualidad? En la presencialidad ocurren situaciones similares que sí permitimos. Lo importante y necesario es reconocer cuáles son las fortalezas de los escenarios digitales y analizar qué es conveniente transferir desde los escenarios analógicos. Por ejemplo, puede ser útil reflexionar acerca de las metáforas que están detrás de las aplicaciones digitales que usamos con la intención de mostrar, argumentar o narrar. Me refiero a aplicaciones como Zoom, Meet o Padlet. Todas las prácticas que habitualmente ponemos en práctica en las situaciones dentro del aula deben ser adecuadas cuando las vamos a utilizar en “ámbitos virtuales”. 

Liliana Castillo grabando contenidos para escuelas rurales

Del “uso idóneo” a la comprensión

-Existe un preconcepto que afirma que los estudiantes menores de 25 años, por ser nativos digitales, manejan la tecnología con fluidez y corrección. ¿Cuáles son los errores más frecuentes de los estudiantes “nativos digitales”? ¿Podría dar un par de ejemplos?

-Resulta evidente que estas interpretaciones están vinculadas con franjas etarias que no terminan de definir quiénes son los que hacen “uso idóneo” de las herramientas disponibles. Para Umberto Eco, por ejemplo, los “mejor alfabetizados” en las nuevas prácticas comunicativas serán quienes puedan “diferenciar la información buena o de mala calidad”. El uso idóneo de instrucciones no significa el reconocimiento de complejidades que indiquen que “algo se comprende”. Las representaciones simbólicas que permiten avanzar en los procesos de compresión están alejadas de las prácticas por instrucciones. Las prácticas de consumo de edades heterogéneas avanzan en prácticas orientadas desde instrucciones que no siempre favorecen la autonomía de las interpretaciones. Es decir, en la comprensión. En tal sentido, los docentes tenemos el desafío de ser excelentes mediadores entre la tecnología y la comprensión de la información. Lo que queremos es que los estudiantes resignifiquen, porque el mayor desafío es que los estudiantes puedan desarrollar autonomía. 

-¿Qué prejuicios y preconceptos existen respecto a la expansión de la educación a distancia? 

-Es un buen momento para la educación a distancia, porque en el actual contexto se están revisando las normativas que la constituyen como modalidad. No me atrevo a pensar en prejuicios, pero sí puedo pensar que a lo largo de su historia distintos especialistas aportaron una visión innovadora respecto de lo que actualmente representa la educación a distancia, que ya recorrió escenarios analógicos y digitales, y que actualmente se expande y se resignifica asociada a prácticas incluidas en las plataformas virtuales. Hoy los desafíos están asociados al diseño de evaluaciones en línea, a la inclusión de recursos interactivos, de medios digitales, a la gestión de contenidos y al codiseño en las propuestas. 

-¿Cuáles son las claves para comprender qué es la comunicación digital? 

-La comunicación digital es “comunicación” a grandes rasgos; pero no está definida por la linealidad, sino que se encuentra inscripta en un marco definido por transiciones que van desde la “cultura letrada” a la “cultura industrial”. Es decir, de la cultura letrada clásica a la alfabetización masiva. Las claves se apoyan en la readecuación de las narrativas que definen el escenario digital. ¿Cómo? A través de una dinámica inédita que nos sume en la incertidumbre de nuevas tramas y nuevas redes, pero que también nos insta a reformular colectivamente la gestión y el desarrollo de contenidos dentro de un tipo de organización de libre flujo de información.

-¿Qué supone esta perspectiva en el trabajo concreto de los docentes?

-Es fundamental que los docentes reconozcan la importancia que tiene el contenido que quieren enseñar y no que hagan tanto foco en las herramientas, sean estas digitales o no. La elección de la herramienta está al servicio del tema que quiero enseñar y no al revés. El docente tiene que preocuparse por qué quiere enseñar en el marco de las normativas vigentes. Luego debe pensar en la herramienta. Lo que sí tiene que conocer son herramientas que favorezcan la transmisión de contenidos para que el estudiante activamente resignifique. No se trata de una transmisión de contenidos que no sabemos si le sirve para algo. El docente tiene que tener la mente abierta, ser curioso y preocuparse por actualizarse. Pero no tiene que preocuparse por qué tan idónea es una herramienta que es tan solo un recurso complementario. Su preocupación debe ser el núcleo de los contenidos. El docente es docente porque tienen información sobre algo que tiene que transmitirle a otro que es el estudiante. Ahora lo que se le viene a complicar es que hay un escenario integrado donde los recursos complementarios crecen en número cada día. El real: el escenario digital trastocó las representaciones del sistema educativo formal.

Liliana Castilo grabando Radio UBA XXI

Nunca digas nunca…

-Entonces, ¿cómo define la educación a distancia?

-Es prácticamente una plataforma de e-learning. Es decir, una plataforma con contenidos audiovisuales, textos impresos, podcast (contenidos guionados en audios), muros, foros, con contenidos que pueden referenciarse en las redes sociales. Tomando en cuenta esta definición, uno de los desafíos de este momento es la inclusión de evaluaciones formativas en línea.

-Algunos teóricos de la educación y de la antropología urbana sostienen que nunca la educación a distancia alcanzará la producción de sentido que construye el vínculo cara a cara. Porque el olor, el calor de los cuerpos, la gestualidad, las posturas corporales, los campos de significación que se producen entre unos cuerpos y otros son irremplazables. ¿Cuál es su posición al respecto?

-Yo no podría ser tan determinante. Es un proceso dinámico y en formación. No sé si en algún momento vamos a percibir olores o no a través de los dispositivos tecnológicos. Cuando en 1988 me decían: “los diarios se van a leer a través de Internet”, yo decía, “no, porque no van a resolver el aspecto publicitario”. Sin embargo en pocos años lo resolvieron. Yo nunca digo en función de mi formación “esto no va a pasar jamás”. Leonardo pensaba en el siglo XV que se podía volar. No tengo la capacidad para decir que algo está cerrado. No sé qué puede pasar. Sí sé que el cálculo de pi tiene cientos de años y que el margen de error fue mínimo. Y no tenían la tecnología que hubo en el siglo XX para medir esa representación. Pero no estoy polemizando. Simplemente conformo una especie de laboratorio en práctica permanente.

* Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social (UBA). Diplomada en Social Media y Comunicaciones Digitales (Siglo 21). Adscripta a la cátedra Taller de Lenguaje 1 y Producción Gráfica – B de la FCC – UNC. Directora del instagramedia @komunitynow