Por Roy Rodríguez *

Los teóricos ultraliberales Ludwig Von Mises y Friedrich Hayek ni soñaron que serían íconos de cierta rebeldía juvenil. Como Marx y el Che, pero al revés: banderas de una libertad que se esgrime contra toda intervención del Estado que afecte privilegios y genere igualdades. De la “revolución austríaca” al “Foucault neoliberal”.

Una mañana cualquiera, sin que los que caminaban en las calles se dieran cuenta, las caras en las remeras mutaron. Una mañana, de estos últimos años, el rostro del Che Guevara cambió por el de Ludwig Von Mises, el de Carlos Marx por el de Friedrich Hayek y el de Martin Luther King o de las Panteras Negras por el de Frederic Bastiat. El activismo político, las veredas, viraron su color. El activismo político en las redes, esas nuevas veredas, se volvió pragmático, obtuso, incapaz de sostener otra idea que la de libertad. Sólo la libertad, como símbolo de un paraíso perdido en últimos tres siglos. Quimérica bandera desgajada, roída por las sales del tiempo y el individualismo extremo, de lo que fueron los ideales de la revolución francesa.

Según esas remeras que pueden comprarse por 20 dólares en algunos sitios de la web, la revolución de hoy dejó de ser de clase, latinoamericana, china o africana. La revolución, según las remeras, es austríaca. Sólo hace falta ver. Quien haya vivido el activismo de los 60 o de los 70, difícilmente pueda creer.

Mucho menos creerían los economistas austríacos Von Mises y Hayek. Sus rostros. Y sus postulados económicos neoliberales y clasistas convertidos en banderas de miles de militantes pertenecientes a las antiguas clases medias globales. Increíble resulta también que, en ese proceso de vaciamiento ideológico promovido por la inmediatez de los medios y las redes, las ideas de la escuela austríaca serían resignificados en una cara joven llevando una remera con la leyenda: “¡Basta de impuestos!”.

Los nuevos activistas no cuestionan el modelo de apropiación de la riqueza. Lideran protestas globales que tienen que ver con la salud, las vacunas, el cambio climático o las reales consecuencias de la utilización de la tecnología 5G en la telefonía celular.

Pero sobre todas las cosas ponderan la idea de libertad individual despojada de conceptos vitales como la igualdad o la solidaridad. Son los nuevos libertarios. Están lejos de aquellos que, en el siglo XIX, siguiendo a Piotr Kropotkin, Mijaíl Bakunin o Max Stirner trajinaban empedrados a la conquista del pan o reclamando una jornada de trabajo de ocho horas y bien paga. Los nuevos libertarios están lejos del sudor de los puertos. Disfrazados, en las redes, consumiendo alimentos envasados, inmóviles junto a un teclado, se apropiaron de la palabra libertad.

¿Libertad de qué y para quiénes?

Realizar un recorrido por sitios como activistpost.com nos dará idea de las temáticas en relación a las banderas que levantan estos nuevos grupos. Por supuesto, ActivistPost se presenta como un sitio de noticias alternativas e independientes. Siempre, por una cuestión de marketing y para facilitar la llegada a sus seguidores, lo independiente y alternativo parece convertirse en sinónimo de libertad, porque, en apariencia está lejos de las agendas de los grandes medios corporativos.

La bandera Gadsden: “No me pises”, le reclama al Estado la bandera de los libertarios capitalistas estadounidenses.
Foto: Drew Angerer / The New York Times / Redux

La cobertura del sitio en el día que escribo esta nota incluye temas tales como el 5G en el 75 por ciento del territorio australiano, la falta de control en el uso de datos personales producidos por los celulares, los billones que el Pentágono gastó desde el 11 de setiembre, el ocultamiento de la CIA de un supuesto programa de control mental, la dictadura de las vacunas, etc. A primera vista, un popurrí temático con el que cualquier persona podría estar de acuerdo o no. Pero que marca una estrategia editorial. Todos, absolutamente todos los temas y decisiones tratadas en las noticias, terminarán por coartar las libertades individuales si es que avanzan. Entonces el activismo electrónico se vuelve deber. Catalizador encubierto.

El paroxismo de estos reclamos tiene que ver con un movimiento pequeño, pero con mucho poder. Trabajan por declarar la inconstitucionalidad de la Reserva Federal norteamericana y llaman a la desobediencia pública. Pero no lo hacen desde la vieja idea de los análisis marxistas apuntando a los bancos centrales como factores necesarios para la generación de crisis periódicas que permitan las condiciones de una apropiación por desposesión, por ejemplo, como argumentaría David Harvey. Sino, reclaman por el excesivo intervencionismo de la Reserva Federal. Más libertad. Todo culmina en la idea de más libertad. Uno de los sitios que lo pregona es https://tenthamendmentcenter.com/. ¿Quién podría estar en desacuerdo? Menos impuestos. Menos gobierno. ¿Más libertad?

Y entonces aparecen las remeras. Las que llevan el rostro de Frédéric Bastiat que dice: “La economía nos muestra que no es solo el mecanismo celestial, sino también el social el que revela la sabiduría y declara la gloria de Dios”. Y otra, con la cara del economista francés: “‘La ley’ de Bastiat es uno de los mejores libros libertarios de todos los tiempos. ¡Los impuestos son un robo!”. Bastiat vivió y escribió en Francia en el siglo XIX. En La Ley, considerada su obra cumbre, aboga abiertamente por el voto calificado. Una democracia para pocos.

Para no salir del asombro, estampada en una remera colorida asoma una idea casi inverosímil: “La revolución austríaca”. Se vende en el sitio del Mises Institute (Mises.org). La historia dice que lo fundaron en Alabama, Estados Unidos, algunos editores de la obra de Ludwig Von Mises con la bendición de su viuda. Su presidente, Lee Rockwell, es un militante del paleolibertarianismo, un movimiento que busca destronar las ideas del neoconservadurismo y recrear las viejas sociedades conservadoras del siglo XIX.

Von Mises y Hayek fueron economistas y austríacos. Discípulo y profesor. Forman parte de la línea de pensamiento de la escuela austríaca y en un contexto más amplio encajan dentro de lo más conservador de los espacios neoliberales globales. En El Nacimiento de la Biopolítica, Michel Foucault dedica varias clases a analizar los matices ideológicos y pragmáticos de los neoliberalismos austríaco, alemán, norteamericano y francés. Esos capítulos se inician con una breve reflexión titulada Fobia al Estado.

Escribe Foucault: “…hay un montón de puentes, aunque sólo sea por la existencia del enemigo común, el gran adversario doctrinal que es Keynes, claro está, y que harán que la crítica a Keynes circule de uno a otro entre esos neoliberalismos: en segundo lugar, los mismos objetos de repulsión, a saber, la economía dirigida, la planificación, el intervencionismo estatal, el intervencionismo en las cantidades globales a las que justamente Keynes les atribuía tanta importancia teórica y, sobre todo práctica, Y para terminar, entre esas dos formas de neoliberalismo, la circulación de toda una serie de personas, personajes, teorías, libros, los principales de los cuales deben referirse a grandes rasgos a la escuela austríaca, el neomarginalismo austríaco, a gente que en todo caso viene de ahí como Von Mises y Hayek”.

Von Mises fue profesor visitante de la Universidad de Nueva York entre 1945 y 1973. Por la misma época, Hayek se convirtió en profesor de la Universidad de Chicago, célebre por su Escuela de Negocios que prodigó a todo el mundo sus economistas neoliberales. Por sus estudios sobre el monetarismo recibió el premio Nobel en 1974. El mundo había entrado en una severa crisis sistémica en 1973 por el precio del petróleo y ruptura del patrón oro. El 4 de mayo de 1979, asumía en el Reino Unido Margaret Thatcher. La fobia al Estado llegaba al poder político de una de las potencias globales.

Cita “de campaña” del economista austríaco Ludwig Von Mises, en el Instagram de @rebelionfiscal.es

El sitio Libertymaniacs vende remeras de Von Mises. Lo presenta de esta manera: “El renombrado economista austríaco, que escapó por poco de los nazis, criticó duramente las políticas totalitarias que se extendían por su tierra natal. Una inspiración para innumerables estudiosos de la tradición liberal, sigue siendo hoy más que nunca un gigante intelectual convincente no solo en la comprensión de cómo la libertad humana impulsó el progreso, sino también en comprender cómo las intervenciones diarias de los gobiernos lo impiden”.

La página también ofrece remeras de Hayek, e incluso una con el título de uno de sus libros: Camino de servidumbre. “Es indiscutiblemente uno de los grandes libros populares del siglo XX sobre filosofía política. El libro convirtió a su autor, el brillante F. A. Hayek, en uno de los intelectuales más famosos del siglo, y aunque se publicó en 1944, el libro sigue siendo uno de los más leídos hasta el día de hoy”, exaltan.

“The government is the great Fiction” (El gobierno es la gran ficción), provoca la frase desde la remera que se ofrece en Amazon. Pertenece a Frederic Bastiat. Y dice el sitio de Jeff Bezos: “Frederic Bastiat habría llevado esta ropa libertaria envejecida”. Bezos es uno de los dos hombres más ricos del mundo. Gracias a las políticas neoliberales globales, sólo en los últimos 25 años, el 1 % más rico de la población se apropió de la misma cantidad de capital que el 50 % más pobre. Esa situación se agudizó durante la pandemia, donde mujeres y niños a lo largo y ancho del mundo son los más afectados por la crisis económica.

En el 2015, cuando Mauricio Macri aún gobernaba la ciudad de Buenos Aires, el sitio oficial del gobierno de la ciudad de Buenos Aires publicó una extensa reflexión titulada Foucault, héroe neoliberal.

“Los últimos años comenzaron a publicarse o están pronto a suceder, varios libros o tesis que abonan esta lectura y simpatía de Foucault hacia el neoliberalismo. Sin embargo, una larga mención detallada del acercamiento de Foucault a los autores de la Escuela Austríaca de Economía ya se encontraba en La pasión de Michel Foucault, la biografía de James Miller: ‘Foucault les pidió a sus alumnos que leyeran con suma atención las obras completas de Ludwig von Mises y Frederick Hayek, distinguidos economistas austríacos, estridentes y avisados críticos del marxismo, apóstoles de una tendencia libertaria de pensamiento social afincada en la defensa del libre mercado como ciudadela de la libertad individual y baluarte contra el poder del Estado’”.  A la nota la firma Luis Diego Fernández. Sus antecedentes incluyen haber integrado la lista de personajes ligados a la cultura que respaldaron el primer gobierno nacional de Juntos por el Cambio.

“Incluso el FMI ha identificado al neoliberalismo como una de las principales causas del incremento de la desigualdad. Si no se confrontan estas falsas premisas, será imposible revertir este modelo”. La cita es de un viejo informe del Comité Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam).

Entre otras cosas, el neoliberalismo y sus políticas, desde cualquiera de sus escuelas, y en todos los gobiernos alrededor del mundo, trabajó en políticas de desguace de los servicios sociales y la salud. ¿Cuál hubiese sido el destino de la humanidad frente a la pandemia de coronavirus si cada uno se hubiese ceñido a los mandamientos de su propia libertad individual olvidando la existencia del otro, si no hubiesen existido –aún desmantelados– estados como ordenadores?

A nivel global,  fueron las mujeres las más afectadas por la pandemia de coronavirus. Según un informe de Oxfam, sólo durante 2020 y a raíz de la pandemia 64 millones de mujeres perdieron sus empleos. De ellas, 47 millones pasaron a vivir con menos de dos dólares diarios. Al otro lado de la pirámide, Amazon, de Bezos, ganó U$S 700 mil millones en valor de mercado.

“Taxation is theft” (Los impuestos son un robo), dice la remera. En la figura parece distinguirse a un policía apuntando con su revolver a una persona común. Los millones de mujeres desempleadas de la pandemia seguirán pagando sus impuestos regresivos al comprar comida. En la otra punta, es célebre el caso de AT&T, acusada de pagar cero impuestos en los Estados Unidos. En su informe anual del año pasado, dice que, en 2017, por ejemplo, pagó un 98 por ciento menos de impuestos a las ganancias gracias a la reforma impulsada por el gobierno de Donald Trump.

Banderas argentinas y consignas estadounidenses. Manifestación en Buenos Aires contra las medidas del Gobierno en pandemia. 8 de noviembre de 2020. Foto: www.lapoliticaonline.com.ar

En los países como Argentina todo puede ser peor. Según la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL), en los países de la región, la carga impositiva para las empresas multinacionales es la mitad de la que soportan las empresas nacionales, debido a los incentivos tributarios y otras concesiones “generosas”. Eso provoca que “los sistemas tributarios de América Latina son seis veces menos efectivos que los europeos en lo referente a la redistribución de la riqueza y la reducción de la desigualdad”. Estados débiles. Menos impuestos a las empresas. Mayor desigualdad.

Libertad en las remeras. Libertad en las redes, pero con tráfico controlado. Libertad. Libertad para hacer negocios. En detrimento del otro. Que hace rato lleva la remera como única manifestación de un vacío que va mucho más allá de la propia libertad individual.

 

Licenciado en Comunicación Social egresado de la ECI-UNC. Trabajó en varios medios nacionales y de Córdoba y actualmente se desempeña en el área de Extensión de la FCC-UNC.