Por Lucía Hayas *
Desde hace décadas, el embalse que abastece el 70 por ciento del agua que se consume en la ciudad de Córdoba acumula toxinas que amenazan la salud humana. Mientras los entes oficiales minimizan el problema, los especialistas alertan que la situación se agrava y el peligro es mayor en verano.
El agua es un recurso natural elemental para la vida humana y el correcto desarrollo del medio ambiente. Este elemento vital se encuentra desde hace años sufriendo un constante deterioro en su calidad, exponiendo a los habitantes que la consumen a efectos contraproducentes.
El agua para consumo en la ciudad de Córdoba proviene de dos cuencas hídricas, un 70 por ciento del Dique San Roque (zona norte) y el 30 restante del dique Los Molinos (zona sur).
Exequiel Di Toffino, licenciado en Ciencias Químicas de la UNC, especializado en biofisicoquímica, en química y en tecnología de los alimentos, investiga las cuencas hídricas de Córdoba desde el año 2007. Explica que en el Valle de Punilla se vierten efluentes cloacales provenientes de Cosquín y La Falda, y que a esto se le suman las consecuencias de los incendios y la deforestación provocando que los minerales del suelo contribuyan a cambios en la composición del agua provocando la proliferación de algas y sus toxinas.
Toxinas a domicilio
Un estudio realizado por el Instituto Gulich (UNC/CONAE) demostró que en algunas áreas del lago San Roque la calidad del agua empeoró respecto de años anteriores. Los contaminantes terminan concentrándose en la garganta del dique, un sector próximo al punto de extracción del agua para su potabilización.
Según Di Toffino, el lago San Roque concentra niveles de cianobacterias superiores a las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para aguas que se utilizan para consumo humano. Para el organismo, estos niveles están en un microgramo por litro. En diagnósticos recientes se detectaron 17 microgramos de microcistina por litro. Las toxinas se absorben en los organismos que la consumen y pueden provocar problemas a la salud tales como gastroenteritis, dolor abdominal, vómito, diarrea, inflamación hepática y daño renal.
“Estas toxinas, al no ser un agente vivo, no se pueden eliminar y los tratamientos de potabilización que está haciendo la empresa encargada a tal fin no son eficientes para eliminarlas. Por lo que una gran proporción de toxinas terminan en la red de uso domiciliario”, señala Di Toffino.
El especialista explica que si bien los métodos caseros de potabilización eliminan bacterias, se ha demostrado que no son sistemas eficientes para eliminar esta toxina , ya que no es un agente vivo: “La cloración del agua o el calentamiento de la misma son contraproducentes porque particularmente esta toxina altera su estructura molecular y se vuelve más tóxica de lo que era”.
Medardo Ávila Vazquez, médico ecologista pediatra y neonatólogo, coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud – Médicos de Pueblos Fumigados, plantea que la cloración del agua como método para eliminar esta toxina las cianobacterias es peligrosa, pues es necesario “utilizar mayor cantidad de cloro y este se une a las moléculas de las toxinas secretadas por las cianobacterias potenciando a su vez su toxicidad”.
La resolución 176/16 del Ministerio de Agua provincial cita estudios científicos cordobeses donde se detectan las microcistinas en el agua del lago San Roque y confirma el efecto tóxico de las cianobacterias: “Se produce a través de la ingesta de agua, las actividades recreativas, los alimentos y bebidas contaminados”.
Alerta nacional, optimismo provincial
Ávila Vázquez recuerda que hubo un alerta emitida por el Ministerio de Salud de la Nación en febrero de este año, que confirmaba la presencia de cianobacterias en el agua: “El Ministerio de Salud de la Nación llama a la población a extremar cuidados ante la exposición de las llamadas cianobacterias (…) que liberan toxinas en aguas que durante la temporada de verano se usan comúnmente para refrescarse y constituyen una potencial amenaza para la salud ambiental y humana”, decía el texto.
Ante este aviso, el especialista señala que la Provincia no difundió esta información y que existieron casos de personas que han sufrido los efectos de la toxina en la cuenca del lago San Roque.
Por el contrario, los entes oficiales, encargados de controlar el cumplimiento de los contratos de distribución de agua, relativos a la calidad y a la cantidad que se consume en Córdoba, que en diferentes grados de responsabilidad incluyen al Gobierno de Córdoba, a través de la Administración Provincial de Recursos Hídricos y el Ente Regulador de Servicios Públicos (ERSEP), y la Municipalidad de la ciudad de Córdoba, declaran que el agua de la red es segura. Lo mismo dice Aguas Cordobesas, empresa encargada de la distribución y el análisis del líquido elemento.
Para un mejoramiento del actual contexto hídrico, Di Toffino afirma que se debe asumir que existe un problema para poder llevar a cabo posibles soluciones. Recomienda un sostenimiento del recurso, que se cumplan los estándares de provisión de agua. Sostiene que se debe contrastar la información obtenida por diversos institutos para una mayor objetividad en el tratamiento de la problemática.
Foto principal: Lago San Roque / www.perfil.com
* Estudiante de cuarto año de la Licenciatura en Comunicación Social, orientación en Comunicación Audiovisual, de la FCC-UNC. Integrante del equipo de prácticas preprofesionales en el Qué Portal y la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.