En una nueva jornada del Juicio Diedrichs-Herrera, se brindaron nuevos testimonios ante el Tribunal Oral Federal N° 1. En este caso, la primera testigo en declarar fue María Cristina Fonseca a través de videoconferencia. El segundo testimonio estuvo a cargo de Esthela Clara Schussler, también de manera remota.

Por Victoria Costamagna *

María Cristina Fonseca y Esthela Clara Schussler testigos en la novena audiencia del juicio Diedrichs-Herrera

En la novena audiencia, las declaraciones brindadas al Tribunal por las testigos María Cristina Fonseca y Esthela Clara Schussler detallaron las vivencias de estas dos mujeres sobrevivientes del terrorismo de Estado en la Argentina. Ambas fueron secuestradas en el año 1976 y llevadas al ex centro clandestino de detención La Perla.

La persecución a gremialistas ferroviarios

María Cristina Fonseca tenía 23 años cuando fue secuestrada la madrugada del 8 de junio de 1976 en su propia casa de barrio Los Paraísos (Córdoba), frente a su familia. Cristina trabajaba en el Ferrocarril General Mitre y recientemente había sido trasladada a Córdoba desde Buenos Aires.

En los detalles de su secuestro recuerda: “Había muchos hombres con armas largas y la cara tapada. Menos uno que tenía uniforme del Ejército y una media en la cara. Me preguntan el nombre y cuando respondo me dicen «¡vestite que sos vos!», sostuvo Fonseca. 

Además, en su declaración agrega que estas personas se identificaron como policías “que me iban a llevar a la (seccional) Novena”, explicó. Luego comentó que durante su secuestro fueron a buscar a Graciela Torres, compañera de trabajo en el Ferrocarril. 

La estación del Ferrocarril General Mitre en los años 70

“Graciela Haydeé Torres trabajaba conmigo. La sacan a Graciela de su casa y nos llevan. A mí me tenían vendada y amordazada. Pude ver a través de esas vendas que íbamos por la avenida Fuerza Aérea, me di cuenta porque era una de las más iluminadas”, relató.  

Cristina Fonseca profundiza en su testimonio la complicidad de los servicios de inteligencia de la dictadura cívico-militar con el Ferrocarril General Mitre: “Nos enteramos de que ‘los servicios’ revisaron expedientes”. Además, detalla que luego del asesinato de Graciela Torres le llega «la baja de la empresa que dice: por su propia causa”, exlicó sobre su persecución en el ámbito laboral.

Había otras chicas 

En su relato recuerda que fueron llevadas a un gran salón en el que pudo entrever que había otras jóvenes. “Nos paran al medio y nos dicen que no abramos los ojos. Nos ponen un arma en la cabeza. Traen cinco chicas, a las chicas les decían «¿son estas?», pero no emitieron ningún sonido. Después de eso se la llevan a Graciela a una habitación y a mí a otra”, sostiene agregando que en el piso de la habitación había gran cantidad de fotos, diapositivas y archivos. 

“Nos decían que nos iban a largar, que no nos fuéramos del país y que vayamos a trabajar”.
María Cristina Fonseca

Luego de ser interrogadas por un militar, fueron trasladadas en un Peugeot hasta una plazoleta de la terminal cercana a la estación (lugar de trabajo). “Nos decían que nos iban a largar, que no nos fuéramos del país y que vayamos a trabajar”, dijo Fonseca. 

Además detalló que, luego de ser liberada, su padre se comunicó con Luis Alberto Nieto, segundo jefe del Comando Radioeléctrico para proteger a su hija. Nieto era su cuñado en ese momento. “Esa noche mi papá se sentó en la cama y me pidió perdón: «Hija, perdón. Nunca pensé que no te iba a poder proteger». También me dijo que había muchas personas buscando a sus hijos en las noches”.

“Hija, salvate que se acaban de llevar a la mía”

La noche del 29 de junio, Graciela Torres fue nuevamente secuestrada. El aviso llega la misma noche del secuestro por parte de su madre, ‘Yoli’. “Veo llegar desde un taxi a la madre de Graciela con la cara ensangrentada y me grita: «Hija, salvate que se acaban de llevar a la mía»”. 

Cristina Fonseca explicó que en ese momento tuvo que irse a la casa de Luis Nieto. El segundo jefe del Comando Radioeléctrico era su tío político en ese momento y logró protegerla. “Estuve tres meses porque él había ido a hacerse responsable de que si me necesitaban para un interrogatorio me iba a hacer presente. Iba a trabajar todos los días”, señaló agregando sus diferencias ideológicas con su tío (tiempo después se separa de su tía y pierde contacto con la familia). 

Graciela Torres. Fue asesinada y su cuerpo fue inhumado en la fosa común del Cementerio de San Vicente

Graciela Torres o ‘Gachi’, como le decían sus allegados trabajaba en el Ferrocarril General Mitre donde tenía militancia gremial en el gremio de los Ferroviarios y también militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).

El 8 de julio de 1976 la asesinaron en cercanías de la localidad de Tanti, departamento de Punilla de esta provincia. Por el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), se comprobó científicamente que su cuerpo fue inhumado en la fosa común del Cementerio de San Vicente. Los restos de Graciela fueron restituidos a sus familiares en abril del año 2005.

En el cierre de su declaración, Cristina Fonseca recordó a varios compañeros de trabajo desaparecidos, entre ellos a Alberto Muñoz, Néstor Albino Acosta, Oscar Ojeda (víctimas de la Causa Herrera), y ‘Quique’ Fontana, con quienes participaba de reuniones en el gremio de Ferroviarios: “Para organizarnos en lo gremial, para ayudarnos entre compañeros a reclamar y luchar”. 

Por último, denunció el asesinato de María Teresa Luque a manos del terrorismo de Estado: “Fui testigo auditiva de cuando mataron a María Teresa Luque. Se escuchó desde el ferrocarril esa mañana. Le tiraron desde helicópteros. Mi hermana que vivía cerca viene me dice que habían matado a una chica embarazada. El cura de mi barrio me confirmó que fue ella”, sostuvo. 

El relato de otra sobreviviente del terrorismo de Estado

El segundo testimonio de la jornada estuvo a cargo de Esthela Clara Schussler, a través de videoconferencia. El 19 de mayo de 1976, Schussler fue secuestrada junto a Omar Olachea en la vivienda de una amiga (Cristina Robles), en la calle Vélez Sarsfield al 1300. 

En la audiencia anterior Cristina Robles brindó declaración sobre el secuestro de la pareja. Confirmó que esa noche se habían quedado a dormir en el departamento que alquilaba en el centro de Córdoba capital.

“Algunos vestían de civil, otros con uniformes del ejército con armas largas”.
Esthela Schussler

Esthela Schussler señala que fueron llevados por “hombres de civil, otros con uniformes del ejército con armas largas”. Destacó que el operativo se desató con violencia: “Con muchos ruidos, gritos, golpes y corridas”. 

Además, comenta que mientras eran llevados se sucedieron otros allanamientos y secuestros: “Nos llevan, entran a otras casas y entran más gente a los autos. Llegamos a un descampado, una construcción. Entramos a una habitación, éramos varias personas. Van sacando a la gente y en un momento se hace silencio y Omar me dice su nombre completo”. Explica que debido al contexto político en que se conocieron habían acordado no decir sus apellidos. 

Ensañamiento con el PRT 

Omar Olachea, el ‘Vasco’ como le decían sus amigos y compañeros, fue secuestrado el 19 de mayo de 1976 en el departamento de una amiga, junto a su novia, quien fue posteriormente liberada. Era simpatizante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Ambos fueron llevados al centro clandestino de detención La Perla. Al momento de su secuestro Omar tenía 29 años, continúa desaparecido.

Omar Alejandro Olachea, simpatizante del Partido Revolucionario de los Trabajadores desaparecido en La Perla

En su testimonio, Schussler comenta que Omar estaba buscando trabajo y vivienda. Además, “le interesaba mucho la fotografía”. Detalla que durante el tiempo que estuvieron secuestrados Olachea fue ferozmente golpeado y que fue interrogada con el objetivo de encontrar más nombres pertenecientes a la organización (PRT).

“Luego se abre una puerta y se escuchan fuertes golpes. Creo que era él (Omar Olachea). (…) Después me llevan a un escritorio y viene una persona a interrogarme mientras escribía todo en la máquina de escribir. Me preguntaban nombres, yo no conocía a nadie. Porque el vínculo en esa casa era por compañeros de la facultad y no por militancia”, sostuvo. 

Finalmente, Esthela Schussler fue liberada. “Me llevaron a una habitación con muchas personas, que estaban en actividad (organizando operativos de secuestro). Deciden que me van a llevar de vuelta y me dan mi cartera, sin dinero”, explica agregando que la dejaron en la esquina de donde la habían secuestrado. 

“En ese tiempo conseguí un teléfono y llegue a la hermana de Omar que vino para Córdoba. La acompañé hasta un diario quizás diario Córdoba, donde salían avisos de gente buscada. Y Omar salió en el diario”, expresó Schussler. 

Durante el cierre de su testimonio, confirmó ante el Fiscal General Maximiliano Hairabedián las agresiones físicas sufridas durante el viaje de regreso antes de ser liberada. “Sufrí cierta violentación que prefiero no volver a relatar porque ya he declarado sobre esto”, dijo Esthela. 

En el cierre de esta novena audiencia, se esperan con gran expectativa los testimonios de María del Carmen Pietri de Ferreyra y Norma Gladys Bicocca.

Click aquí para ver la primera parte de la novena audiencia.

Crónica publicada en https://serajusticia.ar/

Estudiante y tesista de la Licenciatura en Comunicación Social. Fue consejera estudiantil y presidenta del Centro de Estudiantes de la FCC-UNC. Actualmente es redactora de Será Justicia – El diario de los juicios en Córdoba.