Por María Virginia Imberti *
Escritos en un contexto de represión, los poemas de Ana Villanueva son un acto de resistencia y un testimonio de la lucha por la libertad y la justicia. El libro recién editado recupera su legado literario y nos ofrece una ventana a uno de los períodos más oscuros de la historia argentina: la dictadura cívico-militar.
El Museo de las Mujeres fue el escenario de la presentación del libro Intervalo feliz de una existencia. Poesía de Archivo reunida de Ana María Villanueva. Mucho más que una mera lectura, el evento ofreció una oportunidad para compartir las palabras y vivencias de Ana, recordando su valentía y permitiendo ampliar la memoria colectiva de una generación por mucho tiempo silenciada.
Después de un largo proceso de trabajo, se concretó así un sueño: plasmar en un libro la poesía de Ana Villanueva, estudiante de la entonces Escuela de Ciencias de la Información (ECI) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), desaparecida y asesinada el 2 de junio de 1976, cuando con otros dos compañeros iban a recuperar un mimeógrafo para imprimir panfletos de denuncia.
Familiares, académicos y entusiastas de la poesía estaban ahí para rendir homenaje a una poeta y militante cuyo trabajo y vida fueron truncados por la última dictadura cívico militar militar. El proyecto fue iniciativa de la familia de Ana, sobre todo de su hermano Ángel Villanueva, quién no solo trajo poemas para la lectura, sino también lo que quedaba de su archivo personal. Así se pudo concretar este esfuerzo conjunto de la Red de Archiveros de Córdoba, el Archivo Provincial de la Memoria y sus editoras, Jaqueline Vassallo y Noelia García, en colaboración con Ana María Roqué.
“Memoria y archivo, pueden concebirse, de esta manera, como un soporte de identidades, que se construyen en procesos históricos, donde se reconstruye, reinterpreta y reorganiza el pasado, con relación al presente y también al futuro”, plantean las editoras en un texto incluido en el volumen.
El libro constituye un hito significativo en la recuperación y visibilización de las voces y existencias borradas durante la dictadura. Se vuelve a vivir la historia, pero esta vez en piel y carne de sus protagonistas, recalcando la importancia de la preservación de la memoria histórica y la democratización del acceso a los archivos personales.

Una vida en medio de la tormenta
Ana María Villanueva nació en 1953 en Río Cuarto, Córdoba. Desde su infancia, su vida estuvo marcada por la inestabilidad política, comenzando con el golpe de Estado de 1955, conocido como la Revolución Libertadora. Esta primera etapa de su vida, caracterizada por una serie de cambios políticos, moldeó la sensibilidad de Villanueva hacia las injusticias y las luchas sociales.
“Ayer – hoy congruencia fascinante / de risas y tristezas / de metas y finales / de ser queriendo ser / después de haber ganado / la lucha por vivir”. La poesía de Ana María Villanueva emerge del tiempo. Y continúa: “Crecí en contradicciones / en olvido y llanto / en tiempo desparejo / hacia esta nueva primavera / de balas y gorriones / esperando / con mi libertad al viento / un corazón más grande y pleno / para ofrecer mi ser eternamente”.
Durante su adolescencia, Villanueva se trasladó a Córdoba, donde comenzó a tomar forma su compromiso con el activismo político. Estudiante de Derecho y Comunicación Social en la UNC, se involucró activamente en la militancia a través de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). La efervescencia política de la época y el fervor revolucionario que se vivía en el ámbito universitario se reflejan en su poesía, marcada por la sensibilidad social y política.
“Por cada uno que caiga crecerán cien / se llenará la vida de fusiles y canciones / que gritarán su nombre en barricadas / que vengarán su muerte tan temprana / temprana en este mundo que amanece / la libertad en medio de la muerte”.

La dictadura y una premonición poética
Con el golpe militar del 24 de marzo de 1976, Argentina entró en un período de represión autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. En ese tiempo, la dictadura instauró un régimen de terror, que incluyó secuestros, torturas y desapariciones forzadas. Ana María Villanueva, su pareja, Jorge Manuel Diez, y Carlos Delfín Oliva -compañeros de militancia en la JUP- fueron víctimas de esta represión. El 2 de junio de 1976, un grupo de policías del Comando Radioeléctrico los secuestró en la esquina de Octavio Pinto y Caraffa. En un descampado en las inmediaciones del entonces estadio Chateau Carreras, los fusilaron con 170 disparos. La masacre fue presentada a la prensa como “un enfrentamiento”.
36 años después, tras la caída de las leyes de impunidad y los indultos, se juzgó en Córdoba a tres de los victimarios de Villanueva, Diez y Oliva. El 26 de marzo de 2012, los ex policías Pedro Nolasco Bustos, Jorge Vicente Worona y José Filiberto Olivieri fueron condenados por el Tribunal Federal Nº 2 a prisión perpetua. La comunidad de la hoy facultad de Ciencias de la Comunicación acompañó esa causa conocida como “Comando Radioeléctrico”.
“Es de noche / me pienso como pájaro / y vuelo / entre estrellas y tristezas / buscando mi verdadera vida / un lugar un amor una victoria / y navego – vuelo / sola en mi cuarto / en esta noche calurosa / en un otoño entristecido por la ausencia / de emociones y sonrisas / desaparecen los anillos de la luna / y con ellos la presencia / del dueño del amor indefinido / que acompaña / mi miedo solitario”.
Este fue el último poema registrado de Ana, que por mucho tiempo había permanecido entre las sombras, olvidado. Sin embargo, este libro no solo permite que se haga tributo a su obra poética, sino también una reflexión sobre la vida y la muerte de una joven activista que se convirtió en víctima de un régimen opresivo. Las poesías reunidas en este volumen capturan la esencia de una época de resistencia, ofreciendo un testimonio único en primera persona de la pasión y el compromiso con la justicia y la libertad por lo que se luchaba a diario.
Reflejo de resistencia y esperanza
La obra de Ana María Villanueva, recogida en “Intervalo feliz de una existencia”, ofrece una mirada profunda y emocional a los años de dictadura en Argentina. Impregnada de una sensibilidad aguda y una fuerza subversiva en sus palabras, nos permiten entender no sólo el contexto político de su tiempo, sino también la resistencia personal y colectiva contra la opresión.
“Este libro pretende desandar su camino como poeta y mostrar su proceso de creación. Por eso, invertimos el orden cronológico de los poemas y, manteniendo su esencia de poesía de archivo o autoarchivo, no hicimos correcciones de estilo ni gramática. Queríamos que el lector sintiera que estaba leyendo sus cuadernos. Incluso la portada, en parte, es un dibujo de ella. Así, conservamos la autenticidad de sus palabras desde sus primeros escritos adolescentes, cuando empezaba a explorar su vocación poética”, comentan Noelia y Jaqueline al portal Qué.
La poesía de Ana sigue resonando como una poderosa manifestación de esperanza y resistencia en medio de la adversidad. Esto se denota sobre todo en el orden en que se organizó el libro, ya que al comenzar de “presente a pasado” hace que exista una yuxtaposición de emociones a medida que vamos avanzando en la lectura.
En una primera instancia, nos encontramos en el contexto atroz que se estaba viviendo en el país, pero a medida que avanzan sus páginas, se van generando sentimientos de nostalgia, tristeza y anhelo. Se empieza por lo crudo, lo silenciado, por la lucha, terminando por el amor, la juventud y la vida.
“Sol, fusil y soledad”
En un principio vemos cómo se recalcan instancias de soledad, desolación y la pérdida de sus compañeros a manos de la represión: “Porque no puedo / nunca en los días grises / y habiendo compañeros muertos / sintiéndome tan lejos de la vida / compartir risas / y hablar como si nada / estuviera sucediendo”.
Al mismo tiempo, se abordan temas sociales, al cuestionar los privilegios y a la gente que ignora a quien más lo necesita, “como nunca vemos más lejos…”. “Porque el diario leído en el café habló de muerte / discursos aburridos y más muerte / y sin embargo / gaviotas de colores se escapan de mis manos / y el sol al reflejarse en las paredes también ríe / se acomoda entre las nubes sin abandonarnos / porque sabe / que sin sol no nacen niños”.
En su poesía, se puede sentir el enojo por lo que estaba pasando, la obligación de callar lo que sentís, no hablar de más, y pensar en un futuro sin saber si llegaría. “La vida es tiempo palpitando / amor / amigo / batalla / sangre / fuego / a veces soledad / otras misterio / ir y venir entre los trenes y la gente / a veces preguntando / otras callando / misterio de fusiles y coraje / hermanos / monte / a veces solitarios / a veces encendidos / corazón / mundo naciente / entraña que se agita y nos conmueve / morir en las esquinas / nacer la libertad cada mañana.”
Noelia comparte este poema como uno de los que más la impactaron: “cómo, con palabras sencillas pero llenas de fuerza, se logra plasmar la tensión constante entre la lucha y el amor, entre la vida y la muerte, entre la soledad y la hermandad. Es un texto que refleja tanto el compromiso político y el coraje de aquellos jóvenes como sus miedos, sus dudas y su capacidad de soñar con un futuro de libertad. Nos invita a experimentar esa mezcla de sensaciones que definió su tiempo: la urgencia de resistir, el peligro constante y, al mismo tiempo, la esperanza inquebrantable de que un mundo mejor era posible”.
“Aprender a ver sin negar”
Con el pasar de las páginas, vamos encontrando un cambio en el tono en los poemas, pasamos de el auge de la represión, a una mirada más esperanzadora, incluso más dulce e inocente. Vemos como Ana fue madurando en sus escritos pero también en su mirada hacía el mundo.

“Tareas no cumplidas / amores no vividos / calles no caminadas / sonrisas postergadas / ideas y besos escondidos / así las noches me descubren / y me tiñen de negras agonías / plagiando en su silencio hueco / mi soledad y mi equipaje de tristezas”.
Priman pensamientos sobre autoconocimiento y definir quiénes somos, nuestros ideales, valores y en lo que creemos. Se muestra cómo sus experiencias de vida, sus amigos y seres queridos fueron influenciando la identidad de Ana y cómo todo esto la redefinió, permitiendo revelarse y defender sus convicciones.
“Porque no quiero ser lo que ya fui / hoy me rebelo / me miro bien por dentro / y digo basta y me rebelo / con tanta fuerza que reniego / de todo lo que soy y que no soy”.
“El amor del fuego liberado”
Al llegar al final, caemos en la cuenta de lo jóven que era Ana, de lo mucho que vivió en tan poco tiempo. Entramos al mundo de una adolescente, dónde prevalecen y sobresalen el amor, la esperanza, el cariño, el sol, el verano y amigos.
“Me gusta quererte como sos / todo tibieza toda mi luz / de risas y sollozos compartidos / me gusta quererte como sos / me gusta quererte simplemente / sin miedos sin tapujos / porque sos como sos y yo soy tuya”.

Sin embargo estos sentimientos están en contraposición con las separaciones, el miedo de no haber experimentado, no querer existir y buscar la verdad a pesar de todo, entre lágrimas y abrazos.
“El tiempo es una golondrina / que no puedo apresar / se aleja / se evapora / sin decirme que está / que es / y que va a ser / que mis veinte años son apenas / un cuarto de mi vida / que alguien no importa quien / me quiere dar un beso / y no decir adiós / que mi ayer vale mucho / que puedo vivir mi hoy / hasta el final y sin gastarlo”.
Como en la vida, los fragmentos de lo vivido por Ana, pasan de alegrías a penas, de dolor a la aceptación, del enojo a la calma, pero siempre luchando, siempre intentando.

El valor de los archivos personales
La publicación de los poemas inéditos de Ana María Villanueva surge en un contexto donde se han cumplido cuatro décadas de la recuperación de la democracia en Argentina. A pesar de los avances, aún persisten desafíos en la visibilización y patrimonialización de los archivos personales de las víctimas del Terrorismo de Estado. La falta de recursos y la dispersión de estos archivos han puesto en riesgo su preservación.
Sus editoras nos cuentan que desde el inicio no buscaban publicar una obra poética tradicional, entendida como un hecho literario. Su intención era permitir que esas escrituras íntimas, guardadas en el archivo personal de Ana, se hicieran oír: “Queríamos rescatar sus palabras como testimonio de su vida y de su época, sin intentar interpretarlas ni teorizar sobre ellas, algo que, además, no habríamos podido hacer más allá de nuestra perspectiva de lectoras. El archivo es un ‘lugar de enunciación’ desde donde Ana puede narrarse a sí misma en primera persona”.
Recuperar voces y construir memoria
—Lo esencial aquí es que Ana María Villanueva toma la palabra y recobra la posibilidad de contar su historia. Casi 50 años después, podemos escuchar a una víctima narrar su experiencia militante y personal –resaltan las editoras.
La familia Villanueva, como muchas otras, ha logrado recuperar la capacidad de hablar y reflexionar colectivamente sobre lo ocurrido. Cristina, una de sus hermanas, ha subrayado cómo el juicio y su preparación permitieron que se hablará de Ana no solo desde su ausencia, sino también desde su vida, sus anécdotas y experiencias. Durante décadas, estos temas habían estado silenciados por el miedo y el dolor.
“Con la publicación de los documentos personales de Ana, sus poemas, no solo se restituye su voz, sino que también se ofrece una oportunidad para que su experiencia y la de su generación sean compartidas y comprendidas. Al hacerlo, estos testimonios se transforman en una parte vital de nuestra historia colectiva, ayudando a construir una memoria más completa y enriquecida del pasado reciente”, comparten Jaqueline y Noelia.
Renacer de las cenizas
“La obra de Ana María Villanueva ofrece una perspectiva íntima y única sobre el rol de las mujeres y jóvenes en la resistencia durante la dictadura -dicen Vassallo y García-. A través de sus poemas, podemos conocer no solo la lucha política y la militancia, sino también las emociones, reflexiones y sueños de una joven que vivió en un contexto de represión y violencia. Su voz nos permite ver cómo las mujeres no solo participaron activamente en la resistencia, sino que también lo hicieron desde una multiplicidad de experiencias y sensibilidades, muchas veces invisibilizadas en los relatos históricos tradicionales”.
Al compartir todo esto, “se contribuye a complejizar y enriquecer nuestra comprensión de ese período, ampliando el foco hacia historias personales que son también profundamente colectivas”. Se honra y reconoce las voces silenciadas celebrando la capacidad de la palabra escrita para combatir y transformar, inspirando a futuras generaciones a siempre recordar y seguir luchando.
“Es tiempo que empecemos / a hablar con los hermanos / es tiempo de vinos juntos / rodando las esquinas / calle abajo la muerte / trepados en sonrisas / es tiempo que afinemos / la justa puntería / y matemos el hambre / la traición la vergüenza / no sólo de consignas / debe ser nuestra fuerza / puntería en los caños /mejor en los fusiles”.

* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social en prácticas supervisadas de trabajo final en el portal Qué y la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.