En el primer diálogo del ciclo organizado por el CIPeCo, la SeCyT y el IECET-Conicet, Vanina Papalini, Eugenia Boito y Marcelo D’Amico reflexionan sobre el impacto de la pandemia y el encierro en el cuerpo personal y social.
La primera de las charlas Instantáneas de un presente interrumpido, organizadas por el Centro de Investigación en Periodismo y Comunicación (CIPeCo) y la Secretaría de Ciencia y Tecnología (CeCyT) de la FCC, junto al Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnología (IECET) del Conicet, llevó en su esencia una frase del escritor brasileño Fernando Sabino: “Hacer de la interrupción un camino nuevo”. Los caminos, múltiples parecen trazarse y desaparecer. Sin más certezas definitivas, pero con un compromiso de búsqueda en la palabra, Vanina Papalini, Eugenia Boito y Marcelo D’Amico abrieron, durante el primer encuentro virtual, algunas líneas de discusión donde analizan los presentes pandémicos desde una mirada en donde lo local y lo global, lo personal y lo comunitario, confluyen en la posibilidad, o no, de delinear futuros.
Si me parece que la Facultad de Comunicación, desde los espacios que viene creando en función de los desafíos que nos planteamos como generación de generar condiciones para pensar juntos con otros y tratar de generar espacios de libertad, tenemos la posibilidad de hacer algo desde el espacio público. Y no es menor eso. En relación a los temas a investigar, decir sí o no a algunas cuestiones. Tener libertad para plantear cómo pensamos abrir líneas de trabajo. Trabajar con libertad en las aulas y demás. Mi preocupación es en este punto nosotros mismos.
Hay para Boito un nosotros. Un colectivo. Pero a ese colectivo lo integran individualidades atravesadas por el miedo. Algo que para Vanina Papalini es una forma de subjetivación en tiempos de pandemia:
La forma de subjetivación en la pandemia es construir el miedo. La pegadogía del miedo. No hay nada más peligroso que otro sujeto. Pero eso siempre es así. No tiene que ver sólo con la pandemia. Siempre el otro es la ocasión de los mayores dolores.
Y mientras el otro, es desde el mensaje, desde el pensamiento, la posibilidad de más dolor, el encierro indefinido, no parece ser la mejor manera de luchar contra el virus…
Papalini: La propia cuarentena genera condiciones peores para resistir al virus: porque comemos peor, porque nos quitaron el sol que es otra fuente de inmunidad. El sol genera vitaminas, genera alegría. Nos quitaron la sociabilidad, que genera alegría y tenemos menos defensas para curarnos. Por eso decía, qué estamos pensando como salud. Cuales son las opciones que se están tomando, quiénes son los epidemiólogos y qué saben de la salud. Porque, con una mirada completamente biologicista del cuerpo, es decir que la enfermedad tiene que ver con un cuerpo que no funciona como se debe, la mirada es muy chiquita. Si nos pensamos como sujetos sociales, la mirada se amplía un poco más. Y la vida se hace fuerte cuando se siente que tiene sentido. Si le vamos quitando los apoyos, qué nos va quedando. Por qué prolongar la cuarentena mucho más de lo necesario para equipar como se pudo, que no es la gran maravilla el sistema de salud. Pero lo que se pudo, ya está. Ya está hace rato. Entonces, si nos vamos a contagiar prácticamente todos, ¿encerrarnos a todos es la mejor manera? ¿Podemos pensar la salud de otra manera? ¿Podemos pensar las consecuencias que tiene el encierro en la gente que está peor, que es el que vive al día, el cuentapropista, el pequeño comerciante, que cada día ven disminuir su calidad de vida, por lo tanto se van debilitando y a la hora de recibir el virus van a estar peor? Y vamos a estar más tristes, y más cansados y más agobiados… ¿Cómo estamos pensando la salud? ¿Cómo se está pensando esto? Una posibilidad es tratarnos como a niños y darnos órdenes. Otra es tratarnos como sujetos responsables que podemos entender, darnos información clara y prepararnos…
Y mientras millones de cuerpos encerrados, esperan al virus, invisible, muchos comienzan a hablar de otra normalidad.
Papalini: Porque, para tener una nueva normalidad, lo anterior tenía que ser normal. Y me reservo la opinión acerca de si lo que teníamos era normal o en qué sentido de normal podemos hablar. Y la otra pregunta es si normal es bueno. Y cómo podemos hablar de nueva normalidad si ni siquiera pasamos esto que decía al principio un poco en broma. Cómo vamos a hablar de lo que viene si todavía no atravesamos lo peor de lo que está ocurriendo. Es impresionante el ver lo complicados que estamos con (Eugeria hablaba del tiempo) pero el tiempo es la incertidumbre, el no poder planificar y el querer colonizar el futuro.
¿De qué nos estamos protegiendo?, se pregunta Papalini. Y Boito contesta con otra pregunta: ¿Qué clase de vida queremos llevar? Protegerse. ¿Una nueva normalidad atravesada por palabras como batallas o guerras?
Papalini: ¿De qué nos estamos protegiendo y cómo nos estamos protegiendo? ¿Cuál es la idea de salud que está detrás? ¿Cuál es la idea de vida que está detrás? Hay cosas que son simples. Qué sabemos de los virus: que no se curan con antibióticos, porque no son bacterias, porque no son bichos. Si uno prende la tele en cualquier momento parece que estamos en guerra contra una especie de alien, que es un bicho que tenemos que destruir y le vamos a ganar entre todos porque esto es una batalla. Primer problema: esta metáfora de la guerra sólo genera más violencia. Sólo genera una mirada sobre el traidor que sale a pasear su perro, sobre el enemigo, que lo tengo que destruir, sobre la delación y la violencia que no saco la meto, entonces hay más violencia en las casas, entonces hay un clima de violencia que no tiene un enemigo claro. ¿Qué es lo que estamos cuidando y para qué son estas prevenciones? Ya no sabemos qué es. Entramos en una especie de locura colectiva, en una insania colectiva que también puede desencadenar en más muertes. De hecho, la violencia doméstica lo prueba, pero podría todavía ser peor. Digo, esto está trayendo una serie de desequilibrios, porque no es solamente estar solo. Es estar solo en una realidad que no siempre es cómoda…
Boito: Yo, como decía antes, me parece que esta situación lo que vino a hacer es mostrar ciertas formas de estar juntos y estar separados que ya venían tramándose en la manera de vivir en la sociedad cordobesa, por ejemplo. O sea. Ya hace varias décadas que no estamos juntos, sino que se ha fragmentado el escenario urbano, nuestra interacción con otros como en islotes, entonces no sabemos lo que pasa, ni nos imaginamos, ni vemos ni oímos porque está lejos, no? Me parece que ahí también hay un tremendo campo de batalla para ver cómo queremos vivir en ese sentido, qué tipo de vida queremos tener, cómo queremos vincularnos con nuestro cuerpo, como queremos vincularnos con los otros. Qué clase de vida estamos pensando. Nuestra vida, nuestra vida con otros. Sabiendo que, como decía antes, hemos puesto muchas barreras con relación al otro. Es decir, estamos muy separados, de diferentes maneras, no?
Con la idea de batalla o guerra instalada en los discursos. Y el miedo como vector, el estado de excepción parece la regla:
Papalini: ¿Cuáles son las consecuencias de vivir la pandemia como un estado de excepción? Y esta especie de permisos otorgados a ciertos grupos políticos, pero sobre todo, a ciertos grupos de expertos. El estado de excepción hace válido casi todo (la guerra es un estado de excepción). Y en este estado de excepción mandan los epidemiólogos y el reclamo, si uno mira los medios hegemónicos, es que los epidemiólogos estén compensados por los economistas. Salimos de una tecnocracia para entrar en la otra. (…) El estado de excepción revela lo que ya estaba, pero, en la excepción, parece que es el efecto de la situación y se convierte en la excusa perfecta para todo. Para todo y para todos. Se convierte en la excusa perfecta para nuestro propio autoritarismo, que sale en cada vecino que tenemos a nuestro alrededor. A mí el estado de excepción, que no se dice estado de sitio, pero de hecho lo es; estamos en un estado de sitio, estamos en una ciudad militarizada, estás en la calle y está lleno de policías, te preguntan a dónde vas, quién sos. Realmente estamos muy cerca de un estado de sitio. Los comercios trabajan en horario reducido. Hay zonas blancas, hay cordones. Mírenlo. Es un estado de sitio. No hay mucha duda… Hay barrios que se cierran, barrios que se abren. Quizás muchos sean bastante jóvenes. Pero algunos vivimos bajo dictadura y sabemos que la diferencia no es mucha, con lo que estamos viviendo ahora. Que esto va a pasar, que esto es lo bueno, no… No se va a quedar para siempre. Pero son prácticas peligrosas. Es peligroso, esto se ha visto, como la buena forma de hacer las cosas. Y es peligroso que los que mandan sean los expertos. Porque los expertos tienen una mirada muy sesgada de lo que las personas necesitan o de lo que es bueno…
En ese contexto, ya no es la idea de democracia la que iguala, sino el miedo como idea común que parte de los medios de comunicación pero también de lo que D’amico llama “gobiernos precarios:
D’Amico: La sensación de igualdad solamente está en el miedo…
Boito: El miedo, ya estaba desde antes. Y ahora esta idea de guerra como lógica y manera de garantizar mi posibilidad de estar vivo, esta idea de vida también bastante fanática, también estaba de antes. Y ahora, lo terrible es esa idea de que no sabemos por donde va a aparecer eso que no vemos. Entonces, pensar que a partir de ahora uno pueda llegar a contagiar de algo mortal a una persona próxima, ese miedo así, no lo teníamos. Por eso hay que hacer algo porque no podemos estar habitados por el miedo. Porque el miedo no solamente nos paraliza sino que nos encierra en una especie de círculos de encierro cada vez más chicos.
D’Amico: Por otro lado hay una regulación terrible del miedo por parte de los medios de comunicación que se asocia a las políticas de los gobiernos precarios. Digo gobiernos precarios porque tienen un sistema sanitario que estalla muy fácilmente y han implementado medidas bastante autoritarias en cuanto a exigirnos que nos quedemos en nuestras casas. Y lo que hacen los medios es mostrarte. Claro, te muestran la montaña de muertos en Italia, o lo que pasó en España, o lo que pasó en Ecuador. Y eso opera como miedo. Si vos salís a la calle te va a pasar esto…
Es el miedo el que parece operar sobre una nueva idea de tiempo. De no futuro. De un futuro distópico, pandémico, permanente…
D’Amico: Temporalidad que está asociada fuertemente a lo espacial, que es justamente en este caso la imposibilidad de desplazamiento. La otra cuestión es pensar qué va a suceder con nuestras formas de interacción después de que transitemos este tiempo que no sabemos cuál va a ser la temporalidad. Y de nuevo, vuelve el tiempo. Me parece que el tiempo nos interpela permanentemente porque el tiempo es algo que no pensamos mientras lo tenemos más o menos controlado, ¿no? Y siempre le echamos la culpa al tiempo. Hoy nos sobra el tiempo y no sabemos qué hacer.
¿Pero cuál es la idea de salud, cual la idea de enfermedad que impera en esos tiempos atravesados por el miedo? ¿Una mirada holística del cuerpo nos permitiría atravesar los muros del miedo, cambiar los conceptos de salud y de enfermedad?
Papalini: Son todos sistemas médicos que parten desde una concepción que llamamos holística del sujeto. Es decir, no está pensado como un cuerpo separado sino como un sujeto en relación con otros sujetos y con la naturaleza y en armonía con todo eso. Entonces, desde esa perspectiva, uno no cura un cuerpo. Uno mira el conjunto de desequilibrios que dan como resultado la enfermedad. Entonces, los otros paradigmas tienen lo que se llama otra etiología de la enfermedad. Piensan que la enfermedad está causada por otras cosas que no es simplemente un virus o una bacteria. La idea es: no se enferma el que está en contacto con un virus o una bacteria sino se enferma el que tiene condiciones para quedar afectado por ese virus o bacteria. Eso explica por qué hay médicos que están en contacto con el virus y no se enferman y médicos que están en contacto con el virus y sí se enferman. (… ) Si uno piensa (no estoy pensando en ningún paradigma en particular) pero si uno piensa que la salud es el resultado de un conjunto de condiciones, entonces no se preocupa solamente por –o no principalmente– que no te llegue el virus, sino que cuando te llegue, tu cuerpo y tu condición general estén mejor, para que no te afecte, que es distinto. Y en estos esquemas, que son más holísticos, la relación con los demás, la cuestión afectiva, la alimentación. En todos los sistemas médicos holísticos la alimentación es clave, la relación con la naturaleza, la exposición al sol, la actividad física, pero no la actividad física como media hora de fitness, la actividad física como una vida activa, una vida con sentido, como una vida en relación, como una vida que no es sentado frente a una pantalla (…) Pensar desde otro punto de vista la salud es pensar el conjunto de la vida desde otro lugar, y pensar a los sujetos desde otro lugar (…) La etimología de curar tiene que ver con una acción objetiva sobre algo. La actividad de sanar tiene que ver con dos sujetos en relación. Cuando hay un alguien que me cuida, que me quiere y que está pendiente de darme el te, de taparme, de hacerme un mimo en la cabeza, me sano. Hay muchísimos casos en que los médicos hablan de remisión espontánea de la enfermedad. ¿Qué quiere decir eso? La persona se sanó sola. ¿Se sanó sola? O se sanó porque había a su alrededor amor, cuidado, sentido de la vida. ¿Cómo nos sanamos? ¿Cómo nos enfermemos? La mirada sobre la salud necesita ampliarse sobre todo en esta pandemia, porque es un virus. Y lo único que nos defiende del virus es nuestro sistema inmunológico. Es decir, todo aquello que traemos con nosotros y que nos hace ser fuertes frente a la enfermedad. Y estar aislados tampoco parece la manera de hacernos fuertes frente a la enfermedad.
Pero detrás de la idea de salud y enfermedad pueden manifestarse conceptos etnocéntricos, clasistas. Mientras tanto, en Argentina y en Latinoamérica, las barriadas populares, las villas ya no son sólo espacios precarios para vivir, sino precarios para resistir al virus, para resistir a la muerte:
D’Amico: También esos espacios sociales que nosotros llamamos villas, que en otros lugares llaman favelas, son espacios de confinamiento social que además tienen riesgos que en otros lugares no están . Riesgos y una regulación a través del miedo que se construye socialmente, pero que el mayor constructor de ese miedo es el Estado. No es que aceptamos fácilmente. La matriz de Latinoamérica para manejar el sistema sanitario y el sistema social es una matriz militarizada, represiva. Me empecé a preguntar ¿Qué pasa si esta pandemia entra de manera agresiva en los barrios populares donde hay cuerpos que no están cuidados, que se alimentan mal hace años, que no tienen vacunas. Y pensaba en todo eso y decía bueno, esto en realidad puede llegar a ser una suerte de genocidio social porque es imposible trazar barreras sanitarias, porque el Estado lo único que nos puede pedir es que no salgamos a la calle. Ahora ¿Quiénes son los que tienen resto para no salir a la calle, y también es una cuestión de clases, nuevamente.
Papalini: Barrio Villa 31, Buenos Aires. Ya está. Ya la pandemia está ahí. Es de los peores lugares imaginables en el sentido de que hay hacinamiento, no hay más que canillas por ahí. Ni siquiera hay agua dentro de las casas. La condición de base de alimentación de las personas es muy mala y las posibilidades de pelearle al virus son bastante pocas. En dos o tres días tienen 130 contagiados y seis muertos. Eso significa una tasa de letalidad del cinco por ciento. Es más alta que en cualquier otro lugar.
El presente y el futuro parecen sesgarse. Sobre todo frente a Estados en donde los discursos performativos están más presentes que nunca.
Boito: A metros de donde uno está, las situaciones pueden ser muy complicadas. Antes de la cuarentena, antes del aislamiento por ahí no veíamos a toda esta gente que vivía próximamente en la calle. Antes y ahora. Cuánta gente vive en la calle y qué implica sentirse que te están diciendo todos los días a través de los medios, quédate en casa, transformate en malabarista, tené muchas cosas para hacer, termina el libro que no terminaste, como una expresión muy fuerte de violencia de clase. Porque quién dice eso. Y, si fuese posible, por qué tengo que hacer algo…
La discusión queda abierta. Para Guy Debord, el terror de los años 2000 es una certeza científica. Quizás los nuevos comienzos, los miles de presentes posibles, que se abren a partir de la pandemia, nos recuerden que no se trata de ‘curar los síntomas’, sino la enfermedad. Y que el capitalismo, claro está, nos enferma.
El próximo 9 de junio podrán asistir, previa inscripción al cuarto encuentro. Fueron dos horas de discusión rica, donde las problemáticas comunes fueron puestas en común. Buscando una salida. Un espacio tiempo inclusive. Si querés profundizar sobre los diferentes aspectos de la charla, en este enlace podrás verla completa.