Por Lucas Lezin, estudiante ECI.

“Infancias callejeras” retrata la problemática del trabajo infantil en Córdoba. Cómo viven, por qué trabajan y cuáles son las expectativas de los niños y las niñas para su futuro. Buscando en las calles de la ciudad de Córdoba a niños que se encuentren ejerciendo una actividad laboral en la vía pública, ya sea vendiendo diversos productos o mendigando, quise conocer sus historias de vida. El trabajo infantil está a la vista, se ve permanentemente, a causa de una ausencia del Estado en materia de garantía de condiciones de vida y protección de derechos del niño, y se convierte en una problemática de urgencia: todos estos chicos están trabajando en lugar de estudiar, divertirse o disfrutar de la infancia como debería ser.

BIANCA. La gran mayoría de los niños que trabajan en situación de calle se dedican, entre otros labores, a la venta ambulante de diversos artículos, limpiavidros, abre puertas de taxis, realización de mandados para terceros o a la repartición de estampitas, como el caso de Bianca. Ella tiene 12 años y entrega sobres con varias tarjetitas en los bares y restaurantes de la zona norte de la ciudad. Lo hace para ayudar a la economía familiar, ya que sus padres son carreros y a veces no alcanza con su trabajo para llegar a fin de mes. Cuando sea más grande, le gustaría ser veterinaria.

RODRIGO. Rodrigo, a sus 13 años, es un joven de pocas palabras que recorre todos los días la Plaza San Martín vendiendo plásticos protectores para las tarjetas Red Bus. Está en sexto grado de la escuela primaria, pero reconoce que muchas veces no asiste a clases para poder trabajar más horas en la calle y así llevar más dinero a su casa.

ISAÍAS. La Ley Nacional 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente eleva la edad mínima de admisión al empleo a 16 años. Isaías tiene 9 y vende bolsas de consorcio en la peatonal para ayudar económicamente a su madre, que también trabaja en la calle. Aun así, va a la escuela todos los días antes de salir a trabajar. Cuando sea grande, desea convertirse en policía.

ALEJANDRO. A sus 15 años, Alejandro vende la revista “La Luciérnaga” en las calles del centro de la ciudad de Córdoba. Gracias a esta actividad, pudo vencer su problema con las adicciones, y ahora sueña con terminar la escuela y estudiar alguna carrera en la Universidad.

MARCOS. La mitad de los jóvenes de entre 14 y 17 años que trabajan en Córdoba no asiste a la escuela, y el 45% ha repetido algún año escolar, como es el caso de Marcos, de 14 años, quien todas las mañanas limpia vidrios en las esquinas de la ciudad para que él y sus cuatro hermanos tengan qué almorzar. Todavía no sabe qué va a ser cuando crezca, pero le gustaría ser jugador de fútbol, su gran pasión.

ROMINA. Cerca de tres cuartas partes de los niños que trabajan en Córdoba, lo hacen ayudando en la actividad laboral de sus familiares. Romina, con sus 14 años, es parte de esta estadística. Ella misma ayuda a su madre a elaborar alimentos dulces para vender casa por casa en algunos barrios de la ciudad. Cuando sea grande, le gustaría ser chef.

ARIEL. Al final de la jornada, Ariel cuenta parte del dinero que recaudó pidiendo colaboración a los autos en las esquinas de la Avenida Rafael Nuñez. Con apenas 12 años y sin saber a qué se quiere dedicar cuando sea mayor, busca ayudar económicamente a sus padres, que no tienen trabajo y están a cargo de seis hijos.

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