Por Claudio Lencina y Renata Chiacchietta *
A más de una década del homicidio del joven Lucas Funes, la Justicia consideró insuficientes las pruebas para condenar al oficial Luciano Carnero. La familia apelará el fallo. “Los jueces vieron todo a favor del asesino”, declaró la madre de la víctima.
La Cámara del Crimen de Río Tercero decidió por mayoría, el miércoles 22 de mayo, absolver al policía Luciano Carnero del cargo de “homicidio simple por exceso en el legítimo ejercicio de sus funciones como agente público”. Por “falta de pruebas”, el victimario de Lucas Funes quedó libre de culpa y cargo.
Los testimonios, la reconstrucción virtual del hecho, la exhumación del cadáver, las amenazas y el sistemático ensañamiento con la familia no fueron pruebas suficientes para el tribunal, integrado por los jueces Guarania Barbero, Marcelo Ramognino y José Argüello.
El ataque fallido a la vivienda de los Funes con una bomba molotov -modalidad que se replicó en contra del abogado querellante y que posteriormente acabaría con la vida de Mirta Selva y Alejandro Villalón- tampoco fue suficiente para asumir el mecanismo implementado por la policía de Río Tercero para amedrentar contra las personas que despreciaban por diferencias personales. Jóvenes que vienen de una familia humilde, con antecedentes menores, y que viven en barrios perfiéricos.
Familiares de las víctimas de gatillo fácil y violencia institucional, principalmente de Río Tercero habían depositado la esperanza en este juicio para dejar al descubierto una secuela de amenazas y homicidios que apuntan a la corporación policial perpetrados en la última década.
Alegatos: entre el exceso y la legítima defensa
El Ministerio Público Fiscal y la querella de la familia Funes pidieron 4 años de prisión efectiva para Carnero. De haber recibido una condena, las penas iban de entre 1 y 5 años de prisión e inhabilitación especial de 5 a 10 años para ejercer el cargo de policía.
En su alegato, la fiscal Paula Bruera relató que Carnero le disparó con una 9 milímetros a Funes, a 90 grados y a 30 metros, lo que ocasionó su muerte. Lucas estaba herido, sin poder caminar, de espalda y desarmado. El oficial le tiró cuando ya estaba rendido. “Hubo un exceso en su acción, en su conducta”, expresó la fiscal.
En cambio, para el defensor Alfredo Brouwer de Koning, Carnero actuó según el reglamento policial y disparó en legítima defensa, al creer que Funes portaba un arma, por lo que solicitó la absolución ante el beneficio de la duda. Ese parece haber sido el criterio con que los jueces decidieron la absolución, cuyos fundamentos se conocerán el 12 de junio próximo.
“Todo a favor del asesino”
Mientras tanto, la querella de la familia de Lucas anunció que apenas se publiquen los fundamentos apelará el fallo al Tribunal Superior de Justicia de la Provincia y a todas las instancias donde fuera necesario.
“No tienen idea de todo lo que pasamos… Se nos burlaron en la cara”, dijo Mónica Sosa, la mamá de Lucas, luego de escuchar la sentencia. Todavía conmocionada, declaró al portal Qué: “Hasta quieren imputar a una testigo que vio todo… Lo que más me duele es que tuve que exhumar el cuerpo de mi hijo, para que todo quede en la nada. Teníamos todas las pruebas de que él (Carnero) era el que mató a mi hijo, y los jueces miraron todo a favor del asesino”.
El “derecho” a fusilar por la espalda
El 14 de diciembre de 2012, cerca de las 9 de la mañana, un grupo de policías persiguió a los hermanos Lucas y Sergio Funes. La versión policial sostiene que intentaron robar y estaban armados. Sergio, el menor, se resguardó en su vivienda, mientras Lucas, después de escapar a través de cuatro cuadras, fue herido en las piernas hasta darse por rendido en un descampado de la Calle Lavalleja, en el barrio Monte Grande de Río Tercero.
Las detonaciones fueron varias, casi todas de balas gomas. A excepción de los disparos letales que efectuó el oficial Carnero con su arma reglamentaria, por la espalda y cuando Lucas ya estaba en el piso.
Manipulación, desprolijidades e inconsistencias
Desde el primer momento, la escena del crimen fue contaminada, el cuerpo de Lucas se retiró de la escena sin que se realizaran las pericias correspondientes y una vez en el hospital no se registró el impacto de bala, denunciaron la fiscalía y la querella. Tampoco se encontró el proyectil que acabó con la vida de Lucas, ni el arma con la que supuestamente se enfrentaba a la policía. Además, las primeras declaraciones sobre el hecho fueron tomadas en la comisaría y no en la Fiscalía Pública.
Al conocer la sentencia, Sergio Funes, hermano de Lucas, manifestó: “Lo que hemos vivido fue una burla, para nosotros como familia, después de tantos años de lucha. Con todas las pruebas que había contra Luciano Carnero, los jueces decidieron absolverlo. Además, quieren imputar a una de las testigos, una chica de barrio con hijos, que declaró, por falso testimonio. Habiendo en el transcurso del juicio tantos policías que se contradecían en su declaración, que fueron a mentir y no hay ninguno de ellos imputados”.
“Me parece una vergüenza lo que hemos vivido, pero vamos a seguir luchando, vamos a ver si podemos apelar la sentencia y darle para adelante. Lo único que pedimos es Justicia por Lucas Funes”, adelantó al Qué.
De aquella calurosa mañana de diciembre a esta fría noche de mayo, pasaron 12 años, 3 fiscales, un juicio, 10 días de audiencia, 43 testigos, 8 policías implicados, y un único imputado que resultó absuelto. Incluso, en la última jornada del juicio, familiares, amigos, organismos de derechos humanos y el cerco de uniformados que rodeaba tribunales debieron esperar diez horas hasta que se dictara la sentencia. La impunidad también se hizo esperar.
* Estudiantes de la Licenciatura en Comunicación Social de la FCC-UNC, en prácticas en el proyecto “Cobertura periodística de juicios con impacto social”, coordinado por Alexis Oliva.