Por Andrés Manzano *

El fútbol femenino nació como amateur y creció hasta un presente de trabajosa inclusión en el ámbito profesional. Las experiencias de Victoria Arreto, mediocampista de Belgrano, y Florencia Balmaceda, jugadora amateur, dan cuenta de conquistas logradas y asignaturas pendientes.

El fútbol es un deporte colectivo en el cual dos equipos conformados por 11 jugadores, 10 en campo y un arquero, se enfrentan con el objetivo de intentar introducir la pelota en el arco del equipo rival durante 90 minutos. Eso, que se llama partido, se divide en dos tiempos de 45 minutos cada uno con un entretiempo de 15 minutos de descanso. Gana el equipo que mayor cantidad de goles anota en ese lapso de tiempo. 

En la Argentina, todo eso resulta una obviedad, porque más que un deporte popular, se trata de una pasión nacional de repercusión planetaria. En cualquier lugar del mundo, nombrar a Maradona, Di Stéfano, Kempes, Di María o Messi es sinónimo de argentinidad y suele funcionar como conjuro que abre puertas, dirime conflictos, engendra amistades y descorcha botellas. 

La práctica del fútbol se divide en profesional y amateur. Al profesional lo vemos cada fin de semana en todos los países del mundo, protagonizado por los referentes o los llamados ídolos de la gente, que compiten por títulos, gloria, reconocimiento y reciben un salario importante. El otro lado o -como me gustaría calificarlo- el otro mundo del fútbol, es el amateur, el no profesional, el que se juega sin importar las edades, en canchas o plazas de barrios, en los legendarios “potreros” o cualquier lugar abierto donde se pueda hacer rodar y perseguir una pelota. Allí se juega con o sin técnica, y muchas veces por placer y pasión, aunque pocos renuncian a la ilusión de llegar al fútbol grande, sobre todo los más pequeños. Se juega de 5 vs 5, 7 vs 7, 9 vs 9 y hasta de 11 vs 11 jugadores. 

Durante mucho, muchísimo tiempo, en ese territorio lejano a los estadios de césped impecable, representantes, contratos dolarizados, cámaras y aeropuertos, sobrevivió el fútbol femenino. 

Salen a la cancha en El Gigante de Alberdi los equipos profesionales femeninos de Belgrano y Newells Old Boys (Girls) de Rosario / Foto: Víctor Quiroga / CAB
“Hay más personas que disfrutan de ver futbol femenino antes que el masculino” 

Las mujeres han tenido que superar numerosos obstáculos para abrirse paso en un deporte tan popular como patriarcal. Aún hoy, las jugadoras enfrentan barreras como la falta de infraestructura adecuada, enormes diferencias salariales, oportunidades limitadas de competición y una cobertura mediática desigual. A pesar de la creciente popularidad del fútbol femenino, las diferencias en el apoyo financiero y las remuneraciones siguen siendo marcadas. 

Los Juegos Olímpicos (JJOO) realizados en Francia entre julio y agosto, que contaron con un gran número de participación femenina en todas las disciplinas, contribuyeron a la visibilidad y cobertura mediática del fútbol femenino, ya que se televisaron todos los partidos del torneo que coronó campeona a la selección de Estados Unidos. 

La visibilidad creciente del fútbol femenino ha reconfigurado las expectativas sociales sobre las mujeres en el deporte. Sin embargo, el cambio cultural es lento. Las jugadoras a menudo deben enfrentarse a estereotipos y prejuicios que cuestionan su habilidad y dedicación en comparación con sus colegas varones. 

Cuando Victoria Arreto quiso jugar al fútbol, casi no había espacios para niñas. Los potreros y las escuelas eran territorio de varones que raras veces aceptaban compartir con una mujer. En contraste, la hoy volante central del Club Atlético Belgrano celebra que “hay escuelitas de fútbol femenino y muchas inferiores de clubes ya integraron el femenino, lo que ayuda a que la práctica sea natural sin que nadie las mire mal o sean juzgadas”. 

El 21 de agosto de 1971, el seleccionado argentino derrotó al de Inglaterra por 4 a 1 en el Mundial de Fúbol Femenino celebrado en México. Elba Selva convirtió los cuatro tantos de una histórica victoria. Foto: archivo BBC

El fútbol femenino en Argentina tiene su día: el 21 de agosto se conmemora el Día de la Futbolista Argentina, en homenaje a Elba Selva y los cuatros goles que le convirtió a Inglaterra en el Estadio Azteca de México en 1971, en lo que fue el primer mundial femenino, con la presencia del seleccionado Nacional de nuestro país. “Las Pioneras”, como se les llamó a esa selección, viajaron a México para disputar el mundial sin entrenadores, sin médicos, sin auspiciantes y con su propio dinero. 

La Ley 27.596 estableció esta fecha como el Día de la Futbolista Argentina y su celebración tiene como objetivo visibilizar los torneos femeninos de fútbol, a las jugadoras y sus demandas laborales y deportivas. Además, busca concientizar acerca de la relevancia del fútbol femenino que reúne más y más adeptas. 

Sin embargo, a pesar de los avances, el deporte enfrenta desafíos únicos que reflejan profundas desigualdades de género y una realidad amateur que impacta su desarrollo. Victoria, conocida dentro del campo como “la Colo”, dice que “para la sociedad en principio fue algo que costó mucho, nadie lo veía bien, en todos lados tenían algo para decir cuando una nena estaba jugando a la pelota”.

En la actualidad, esa situación se revirtió y mucha gente sigue el femenino. Lo notan las protagonistas cuando juegan los partidos a los que asiste una cantidad de fanáticos de ambos sexos. La portadora de la camiseta número 5 celeste, destaca además que “hay muchas familias que disfrutan más de vernos a nosotras que al masculino. Se genera algo muy lindo en el ambiente del fútbol femenino, que lo hace distinto al masculino y hace que muchas familias y muchos hinchas tengan ganas de acompañar al equipo, se movilizan para ir”. “En las niñas se ve reflejado en cómo van creciendo y se sienten incentivadas a jugar al fútbol y poder hacerlo sin ningún problema”, destaca la mediocampista central que también suele desempeñarse como volante interna.

En su mayoría, el fútbol femenino en nuestro país se desarrolla en el ámbito amateur, lo que significa que muchas jugadoras y equipos deben equilibrar sus compromisos deportivos con otros trabajos y responsabilidades. A pesar de estas limitaciones, la pasión por el deporte es evidente. Las jugadoras entrenan intensamente y participan en competiciones locales con un entusiasmo que supera las barreras económicas. Este compromiso es una manifestación del amor genuino por el fútbol y una resistencia admirable ante las adversidades. La comunidad juega un papel crucial en el apoyo al fútbol femenino. En muchas localidades, los clubes femeninos reciben un respaldo considerable de los aficionados locales. 

“Hay un crecimiento en relación a diez años atrás”

El espíritu amateur implica enfrentarse a desafíos logísticos y financieros. Los equipos a menudo carecen de equipamiento e instalaciones adecuadas. Sin embargo, muchas jugadoras y entrenadores encuentran formas creativas de superar estos obstáculos. La resiliencia y la capacidad de adaptación son claves para la supervivencia y el crecimiento del fútbol femenino, en particular en este contexto donde el deporte en general se ve condicionado por la crisis económica.

En Córdoba, el fútbol femenino refleja tanto los avances como las limitaciones del deporte a nivel nacional. En una provincia históricamente futbolera, la práctica femenina enfrenta desafíos similares a los del resto del país, con una marcada desigualdad en comparación con el fútbol masculino. Los clubes femeninos locales a menudo operan con presupuestos limitados y carecen de infraestructuras adecuadas. 

Además, la cobertura mediática sigue siendo insuficiente, lo que limita el reconocimiento y el apoyo para el fútbol femenino en la región. En los últimos años, se han observado esfuerzos significativos para mejorar esa situación y distintos organismos han implementado programas y competiciones específicas para mujeres, con un incremento en la participación de jóvenes en ligas locales.

El apoyo de la comunidad es crucial para el desarrollo del fútbol femenino. En Córdoba, los clubes reciben un respaldo significativo de padres y aficionados. Así dio sus primeros pasos Florencia Balmaceda, una joven de 28 años que desde los 16 años, juega de forma amateur con un breve paso por el fútbol profesional. Su debut fue en el club Quilmes, de Villa Allende, cuando acompañaba a su hermano en sus entrenamientos. 

 

Florencia Balmaceda (de pullover blanco a la derecha) y sus compañeras finalistas de la Copa Claro

Siendo adolescente, Florencia se interesó por el fútbol y se acercó a hablar con el profesor de su hermano, con la intención de sumarse o conformar un equipo de femenino para el club. Así comenzó con los entrenamientos, y a jugar partidos amistosos, un poco con miedo, pero a la vez feliz. Florencia explica que “el miedo era por el hecho de que  tenía 16 años y estaba jugando con otras chicas que tenían 30 años o más, y era distinto”. Pasadas dos semanas de entrenamiento, el grupo fue invitado a probarse en Belgrano, prueba en la que quedaron seleccionadas un par de chicas, entre ellas Florencia.

Así comenzó su aventura en este deporte, con mucho esfuerzo y el apoyo incondicional de sus padres, quienes la llevaban y traían a los entrenamientos, tres veces a la semana durante tres horas. Florencia cuenta que se retiraba del colegio corriendo hasta su casa para poder llegar a tiempo a las prácticas en Villa Esquiú, donde tiene el predio el Club Atlético Belgrano.

Florencia Balmaceda incursionó en el fútbol profesional y formó un equipo de fútbol amateur

“Cuando le conté a mis amigos que me estaba por ir a probar a Belgrano, obviamente estaban muy contentos y me deseaban mucha suerte”, rememora la joven En su familia, lla primera en enterarse fue su abuela, quien se alegró por ser Florencia la primer mujer que jugaba al fútbol en la familia y más meritorio aún llegar a primera división. También sus padres estaban contentos y orgullosos y la acompañaron en todo. “El único consejo que me daba mi familia, que repetían y hacían énfasis, era que no dejase mis estudios, por el simple hecho de que el fútbol en ese momento no era algo notorio, algo novedoso”, dice Flor. Justamente, ese paso fugaz por Belgrano se iba a ver interrumpido por su elección en priorizar su estudios y su futuro, pero no la iba alejar de la canchas. Como a muchas otras, la participación en torneos locales y regionales ayudó a Florencia a mantener el interés por el deporte y fortalecer el sentido de comunidad entre jugadoras y seguidores. En eso hace hincapié la hoy jugadora de fútbol mixto y femenino, cuando relata que este año decidió armar su propio equipo de fútbol femenino con compañeras de trabajo. En ese proyecto, solo eran dos las chicas que tenían conocimiento de fútbol, y el resto se anotó para probar y ver qué tal la experiencia, sin haber pateado nunca una pelota. 

Así comenzaron a entrenar, con el desafío de participar en el torneo amateur, en el que luego de un buen desempeño lograron llegar a la final. La calificación personal de las jugadoras, en base a esa experiencia, es un diez, no solo por la participación en el campeonato sino los entrenamientos y partidos amistosos con el grupo. “La sensación que nos produce el fútbol es emoción, diversión, no sé, no puedo describir bien lo que produce con palabras”, expresa Florencia. 

El fútbol femenino en Córdoba ofrece valiosas lecciones sobre cómo el amor por el deporte puede superar las limitaciones materiales. La pasión y la resiliencia de las jugadoras y clubes locales muestran que, a pesar de la desigualdad, el compromiso con el fútbol puede fomentar el desarrollo y la inclusión. Al respecto, Florencia piensa que al fútbol femenino “todavía le falta muchísimo” en relación al masculino, aunque reconoce los avances: “Ahora se lo sigue más, hay más contenido dando vuelta, hay varios clubes en primera que se enfrentan seguido y también está la Selección Argentina de fútbol femenino. Hay un crecimiento del femenino con respecto a diez años atrás”. Además, se sorprende y entusiasma porque “siempre hay dos o tres canchas en los predios con chicas disputando partidos o entrenando, una señal de un crecimiento”. 

El contraste entre el fútbol femenino y masculino es notable en términos de visibilidad y recursos. Mientras que el fútbol masculino goza de una cobertura mediática extensa y un respaldo financiero significativo, el fútbol femenino a menudo subsiste a la sombra de sus colegas masculinos. Las inversiones en infraestructura, salarios y promoción son desiguales, lo que perpetúa la brecha existente. Por ejemplo, en el Club Belgrano de Córdoba la mayoría del plantel del fútbol femenino cuenta hoy con contrato profesional, pero todas arrancaron como amateurs. El fútbol femenino puede ofrecer valiosas lecciones sobre inclusión y sostenibilidad al masculino. La dedicación y la pasión de las jugadoras, a pesar de las limitaciones, resaltan la importancia de la igualdad de oportunidades y el apoyo institucional. Implementar políticas que fomenten la equidad y promuevan el desarrollo de todos los niveles del deporte puede beneficiar tanto al fútbol femenino como al masculino.

Un futuro con mayor equidad 

El fútbol femenino en Argentina está en una encrucijada entre el crecimiento y las limitaciones impuestas por la desigualdad de género y las realidades amateur. A pesar de estos desafíos, el compromiso de las jugadoras y sus comunidades demuestran una fortaleza admirable. Para avanzar hacia una mayor equidad y desarrollo, son cruciales un mayor apoyo institucional y una cobertura mediática equitativa.

“Al futuro del fútbol femenino, lo veo creciendo, si creo, que acá en Argentina todavía falta que siga creciendo, solo esperamos no retroceder, de a poquito vamos creciendo con algunas cosas”, reflexiona Arrieto, y señala que donde más se nota el crecimiento es en los equipos que tienen reserva, que juegan los torneos de inferiores de femenino, que antes no existían. 

Victoria Arreto, número 5 del plantel femenino de primera división de Belgrano. Foto: Víctor Quiroga / CAB

“Cuando llego al club, observo una gran cantidad de niñas de 8 a 10 años hasta nosotras. Es algo muy lindo, creo que de a poquito va ir creciendo, en un par de años ya va ser algo distinto, vamos a tener formativas que ya están en gestación, algo que antes no existía”, valora Victoria, y recuerda que ella con su generación  debieron arrancar a jugar con mayor edad. “Contar con todo eso hoy es ir creciendo de a poco, son cosas que van encaminando un fútbol femenino más profesional acá en la Argentina, como también poder disfrutarlo afuera, que aparezca el mercado de fútbol femenino. De a poco, va ir apareciendo para permitir disfrutar más de este deporte y lograr una mayor repercusión”, concluye esperanzada la mediocampista. 

 

 

* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social en prácticas de trabajo final en la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.