Por María Paulinelli *

Un nuevo itinerario a través de libros publicados por egresadxs de la ECI-FCC: la historia de la banda Proceso a Ricutti y el rock cordobés en Relato de un salto en alto, las Huellas de la infancia y la adolescencia, del fútbol y las lecturas, y Abuela Sonia, biografía de una referente emblemática de los derechos humanos.


El tiempo de la memoria.
El espacio de la escritura.
La memoria como la vida que alguna vez… vivimos.
Presencias. Trasmutadas ausencias. Particularidades.
Los textos nos hablan. Hablamos los textos. Hacemos memoria.
El pasado que no pasa. Dirty Ortiz y Relato de un salto en alto. El pasado trasmutado en presente. Marcos Javier Villalobos y Huellas.
El pasado. Un deber de memoria. Griselda Gómez, Mariana Romito y Abuela Sonia.

De nuevo con ustedes en estos encuentros desde la luminosidad que dan las presencias que no cesan. Vuelven los nombres, los rostros, las historias. Esta luminosidad de saber encontrarnos, de poder encontrarnos. Mientras, sigo leyendo. Ordeno lecturas. Planeo estos textos. Discurro los temas. Y entonces… ¡sucede! Atónita, siento que el pasado no pasa. Que está ahí, en ese título tan breve y tan simple. Relato de un salto en alto.  Que somos nosotros –algunos– quienes estamos presentes. Los recuerdos me invaden. La nostalgia aparece. La memoria es ese espacio que se escribe. Las palabras del Dirty. El pasado no pasa, me repito, me digo. Y aquí estoy. Aparecen  distintas memorias. Cada una en la particularidad de los relatos, que se hacen presencias. ¿Vamos juntos? ¿Leemos?

El pasado no pasa

Ahí está el texto. Proceso a Ricutti y el rock de Córdoba en los 80, es el subtítulo que acompaña a Relato de un salto en alto. Dirty Ortiz escribe la historia de una década, en Córdoba. La historia que habla de un tiempo que es de todos los que entonces, éramos jóvenes, amábamos el rock y creíamos que la felicidad, aún era posible. Me olvidaba… De una u otra forma, pertenecíamos a ese espacio de la Escuela de Ciencias de la Información. Mejor dicho, de la Escuelita, como la llamábamos.

Dirty Ortiz / Foto: Ministerio de Cultura de la Nación

Entonces, repito las palabras del Dirty cuando explica, terminando su relato: Es necesario, entonces, relatarlo, en un coro de voces que a veces, desafina, pero que coincide en que la experiencia valió la pena y en que la música no tiene ni pasado ni futuro porque mora en el presente de quien la está escuchando. Un presente que está aquí, en las historias de esos días ya lejanos, porque la memoria como la música solo sabe del presente, me digo.

Porque los torpederos de una época son también los que la aman más intensamente, sentencia Christian Ferrer en el epígrafe inicial. Epígrafe que explica sutilmente ese relato pausado, simple, embarrado de nostalgia, que explica la tremenda melancolía que asoma en la lectura.

Ese relato de una primera persona que se interfiere con otras voces, también, protagonistas de la Historia. La Historia con mayúsculas porque el relato se atraviesa  con la dimensión de la unicidad de una década que supo de tristezas pero también, de posibilidades. Metáfora de finales, comienzos y finales de nuestra existencia de cordobeses y –por supuesto– de argentinos. Proceso a Ricutti como la excusa ¡para hablar de tantas cosas!

Los tiempos de la Historia en la cotidianidad de quienes eran jóvenes. La Dictadura que se iba y no terminaba nunca de irse totalmente. La Democracia incipiente. Los avances y retrocesos de una República que no terminaba de constituirse nuevamente. Los inciertos espacios de una libertad lograda apenas.

Una Modernidad renovada en el rock como propuesta. Una conmovedora experimentación  desde expresiones culturales diversas. El periodismo presente desde muchísimas formas. Experiencias variadas de grupos musicales con la creatividad y la libertad que solo conocen los jóvenes… Y allí, en todo eso la condición de estudiantes de la Escuelita, ese hervidero de discusiones, propuestas, con protagonistas diversos… algunos, todavía presentes.

La afirmación del Dirty: Apenas asistí a los primeros teóricos y conocí al resto de los aspirantes a ingresar en Ciencias de la Información, entendí que había encontrado mi lugar en el mundo.

Un lugar en el mundo. ¡Qué expresión! ¡Qué sentimiento! Un lugar donde se comparte la pertenencia en el Centro de Estudiantes con las propuestas políticas, con la expresión en sus publicaciones –revistas Elsacacorcho, Axila– con los compañeros de la pasión por el rock.

Recurrencias diversas a esa pertenencia, hacen de este texto un puñado de recuerdos. Por eso, la nostalgia aparece invariablemente. Por eso, es que leo una y otra vez, esos fragmentos. Recupero las imágenes de fotos y facsímiles para tener la certeza de que todo aquello fue alguna vez, que hoy recupero en la lectura… también, en la memoria.

Y entonces, entendemos la propuesta de Dirty cuando dice: Para amenizar la espera, yo, (que no trafico más que con palabras) empiezo ahora a narrar como fue que Proceso a Ricutti cumplió con el sueño de grabar su primer disco. Y a desentrañar porqué ese paraíso de la fama que exigió tanto esfuerzo, retribuyó después con una traición, semejante epopeya. Ese es el relato que el texto desarrolla. La historia del Proceso a Ricutti, Esa banda de rock inolvidable. Las búsquedas. Propuestas. Sus canciones… El salto en alto. La osadía de una lírica en las palabras que acompañaba la melodía inigualable. La pasión que despertaba. Todo anclado en esa década de los ochenta. Respuesta y a la vez, interrogante sobre hasta donde era posible, la utopía. Por eso la recurrencia a los distintos momentos de ese tiempo que fue único. Dirty Ortiz, Lo hace con precisión, con la solidez de la experiencia vivida y conocida. Con la referenciación y la documentación imprescindible. Con la certeza de incluir esta historia en los procesos políticos, sociales y culturales de la década porque fue causa y consecuencia. Fue presencia indiscutible.

Con la convicción de que la experiencia fue única, no solo por la trascendencia en el espacio del rock cordobés y nacional, sino por la vitalidad y permanencia de una propuesta nacida de la utopía que solo se tiene cuando se es joven… sediento de libertad y desenfado. Un desenfado que permanece en el tiempo, que muestra como es ser estudiante de Comunicación… entonces y ahora.

Un nostálgico texto sin melancolías ni ausencias. Es que, me digo de nuevo: a veces, el pasado no pasa. Se hace pura memoria. Se transforma en presente.

El pasado transmutado presente

Leo Huellas de Marcos Javier Villalobo. El título enuncia en una metáfora la significación del texto: marcas que han quedado en la memoria, pasibles de trasmutar acontecimientos sucedidos, en el presente que confiere la escritura. El subtítulo señala Relatos desde el Cerro Pistarini. Me indica la modalidad del enunciado. Relatos. Las historias que se narran. Los relatos son las huellas que se muestran en el texto.

Marcos Javier Villalobo / Foto: La Mañana de Córdoba

El subtítulo también señala el lugar desde donde se narra. Los relatos se enuncian desde un lugar preciso: el Cerro Pistarini, en Embalse de Río Tercero, la localidad de la Provincia de Córdoba. En el Mirador del Cerro Pistarini descubrí que vivía en un lugar único. Nueva metáfora para determinar la materialización del espacio donde trabaja la memoria. Un espacio, a su vez, particularizado en los condicionantes que genera: En los pueblos las anécdotas se transforman en leyendas. Con el paso del tiempo, se van modificando, se exageran un poco, se le pone nuevos condimentos, pero forman parte del folclore y del acervo cultural de estos lugares. Creación colectiva, me digo. Por eso la recurrencia al espacio.

Marcos lo reitera en los epígrafes iniciales. Y este libro es una recopilación de artículos periodísticos que me permitieron, con el futbol como excusa, seguir retornando a mi pueblo. Por eso, Embalse es el primer fragmento que nos introduce en este compilado de relatos. Es el espacio donde ancla la memoria. Un lugar del  pasado que es también, presente. Por eso, dice: …seguir retornando. La durabilidad del gerundio lo explicita.

Sigo pensando. El protagonismo del periodista escritor, se muestra en esa voz que enuncia. Señala el origen de los fragmentos compilados.  Algunos son textos que migran desde distintos formatos periodísticos. Otros, se completan, se insertan en nuevos fragmentos. Finalmente, otros, son nuevos, resultan de sucesos  actuales, de contar otros relatos.  El compilador informa con notas al pie de página esa migración sucedida. También, dice sobre los avatares de dichos textos: los reconocimientos, los premios. Pero esa voz,  también se identifica a sí misma.  Cuando comencé a armar el rompecabezas de esta historia

Un narrador que se ensambla con el tiempo: Unir retazos, ir tras las huellas de aquellos días, meterse en el túnel imaginario de los tiempos… Enuncia la dificultad, a veces, de encontrar los procedimientos adecuados, particularizados en los relatos del futbol: Para contar esta historia no puedo ser certero. El futbol tiene muchas veces, en sus recuerdos, mezclas de ficción y realidad. Exageraciones que le dan un cariz épico al suceso. El futbol nos permite muchas veces, fantasear.

Relata sin el protagonismo de los hechos. Solo el oyente de otras voces: Pero la historia no me incluye, la historia es de este grupo de amigos que hizo historia en Embalse… También hay relatos que se enuncian desde los relatos de los otros: …mientras me acuerdo, reitera en la reflexión el Mono, mientras viaja en sus remembranzas a aquellos tiempos. Y su relato vuela, vuela, vuela… Dejémoslo volar, ya nos meteremos en la historia que nos ocupa.

Relatos que buscan decir, certeramente. Por eso el juego, la libertad en los recursos que  usa: Irradian las palabras. Esta parte de su historia la describe des-pa-cio-con-tiem-po, como si fuera en cámara lenta, un tiempo donde la alegría por jugar, era justamente, alegría, y el horizonte de lo imposible parecía posible, al alcance con su talento.

Completando esas voces, o, como una cercanía a la literatura y a sus voces, están las referencias a escritores. Jorge Luis Borges, Hebe Uhart, Eduardo Sacheri, César Aira, son entre otros, las presencias que dicen sobre la vida, los humanos, los sueños, y el futbol, entre otros temas. Ese compilador de voces –donde la relevancia de su voz, es indiscutible– estructura o ­–quizás desestructura– los enunciados que se organizan en capítulos. Y digo, desestructura, porque no existe un orden establecido  ni una lógica que explique. Los relatos se organizan en la voluptuosidad de narrar…  Narrar desde ese espacio que confina, cercano a la leyenda, desde el futbol como enunciado central que nutre de fantasías y sorpresas, desde la multiplicidad de voces que hablan desde la particularidad de sus existencias. Así que internarse en los capítulos es la aventura de traer desde el pasado para hacerlo presente en una transmutación desde el lenguaje. Por eso dice: Y con la pelota en los pies, recuperando pequeñas añoranzas y anécdotas viajamos en el tiempo. Pasado, presente y futuro, y la pelota acompañando risas y broncas, alegrías y fastidios. Los enunciados así discurren por disímiles situaciones que tienen como eje el futbol. De ese centro se desplazan distintos protagonistas. Los que alguna vez, triunfaron. Los que cumplieron totalmente con sus sueños. Aquellos que soñaron en vano porque un imprevisto, la casualidad, los dejó huérfanos de utopías. Los que aman el futbol simplemente y se emocionan con un pique y la pelota. Los que asisten a los encuentros y crean el misterio del suspenso. Los que son mitos vivientes y alguna vez fueron a Embalse. Los felices de compartir una goleada y saber perder con un festejo. Las que formaron el equipo de futbol de mujeres y pueden narrar esa aventura. Los… los… ¡Tantas historias! Historias que trasmutan el pasado, lo hacen presente en la escritura y en cada lectura que provocan.

Cierro el texto. Me enamora tanta vida amontonada en las huellas indelebles del pasado que dejó de ser pasado para ser presente para siempre. La memoria y la escritura. La lectura.

Leo Abuela Sonia. Lo siento como la suma de posibilidades de construir la memoria. Y digo así, memoria sin determinación, ni calificación alguna, porque es la memoria en su totalidad la que queda apelada en este texto. Es que es un deber de memoria.

Desde la biografía evidenciada en el título, el texto se despliega hacia la memoria de un acontecimiento, de otros acontecimientos, de otros protagonistas, de un pasado y un presente permanentes, indelebles, impertérritos. De allí que memoria sintetiza las distintas modalidades discursivas que desde una persona –Sonia Torres– se expande a toda una generación, a todo un tiempo, a la historia de Argentina. Una memoria que se reivindica como deber. Ese es el objetivo del texto: vitalizar las memorias dispersas, dar luz a las memorias oscurecidas, convertir los acontecimientos en pura memoria.

Mariana Romito y Griselda Gómez

El texto se estructura en una doble tipografía, en dos tipos de letras: la de las periodistas –Griselda Gómez, Mariana Romito– que organizan la nueva memoria y las múltiples voces que dicen su propia memoria- la cursiva de las entrevistas-. Digo también, suma de posibilidades. El objeto libro presenta la unión de texto lingüístico y texto icónico. Un compacto de fotografías de los protagonistas se inserta mostrando rostros, situaciones que completan la memoria en ese presente permanente que toda imagen suscita. Asimismo, facsímiles de cartas ratifican la veracidad de la información suministrada, el testimonio posible.  Veracidad de la información sustentada en las notas al pie de página, también.

El texto se abre con una Introducción de un referente de los Derechos Humanos, Martín Fresneda. Un breve texto titulado, La dimensión humana y el enorme legado, sintetiza ese despliegue de significaciones a que hacíamos referencia: esa persona como un punto que se explaya, se expande hasta alcanzar la contundencia de la totalidad.

En la Introducción, las autoras, definen el texto: En nuestro trabajo por la memoria, nos corremos de todas las estructuras y formatos posibles.    Señalan el objetivo: Porque trabajamos en pos de la memoria y la verdad, decidimos hacer este libro.

Un texto que busca responder a la metafórica pregunta que se hace Sonia. La idea del libro “Abuela Sonia” empezó a gestarse en mayo de 2011 cuando Sonia Torres caminaba el primer patio de La Perla y se preguntaba en voz alta: ¿por qué  no  se habrán escapado?   Un interroganteque se suma a tantos otros interrogantes no resueltos y que se amplían a una dimensión colectiva en esa proyección a la que aludíamos: representación de otras historias similares, acontecimiento que supera el tiempo de la Dictadura Militar del 76 para alcanzar un tiempo sin límites, una sociedad entera en su devenir.

El enunciado se organiza a partir de allí en un recorrido que va desde la singularidad de los testimonios a la consideración de los acontecimientos implicados. Es por eso que esos testimonios- producto de las entrevistas realizadas- se encuadran en las consideraciones que el fragmento Los encuentros, plantea. Nos propusimos el reto de escuchar y preguntar, entonces siempre surgía la búsqueda de la verdad.

Una verdad que es el testimonio resultante y que significa la enunciación de la memoria. Al menos habíamos intentado no ser periodistas por un largo rato, respetando los momentos de la remembranza, la repetida partitura, la voz, quebrada, los recuerdos que se suceden cuando nadie habla.
No seguimos ninguna regla, por el contrario, creímos que en la desarticulación de la historia, podíamos encontrar el punto justo
– continúan.   La propuesta de aunar memoria y verdad, justifica las siguientes afirmaciones del fragmento. Este libro tiene su raíz en el relato de Sonia Torres y en las entrevistas como correlato: su primera persona y sus respuestas a nuestras preguntas.

Sigo transcribiendo, por la relevancia de dichas afirmaciones respecto a la información periodística que supusieron y suponen. Así dicen: Las entrevistas a su hija Giselle y las compañeras de Silvina (Mónica Donato y Mabel Paira) conservan el formato original de nuestros encuentros con ellas. Las mismas les fueron enviadas antes de la publicación de este libro a los efectos de corroborar que sus testimonios no tuvieron alteraciones.

La estructura del texto se organiza alrededor de Sonia Torres, la biografiada. Dos niveles de enunciaciones se alternan: las voces de las periodistas, y las voces de los entrevistados. El relato del acontecimiento se organiza en el entrecruzamiento de dichas voces. La presencia de las periodistas mediatiza la información necesaria en la construcción del acontecimiento además de formular las preguntas en las distintas entrevistas.

Las demás voces, diseñan la trama de memoria. Entrevistas También cartas.  Se construye así, el acontecimiento de la desaparición de Silvina y de su hijo, de las infructuosas búsquedas, de las resistencias personales de Sonia y su participación en  la fundación de las Abuelas de Plaza de Mayo. Los juicios por la Verdad. La permanencia en ese compromiso de encontrar las respuestas necesarias, a pesar el tiempo transcurrido.

Los diversos testimonios aportan múltiples informaciones. Una rigurosidad en las preguntas formuladas documenta y da relevancia a los datos. Se complementa con los facsímiles y las notas al pie de página. Como señalan las autoras, se privilegió el habla de los entrevistados por lo que las transcripciones conservan la particularidad de la oralidad de cada uno. De ahí, la multiplicidad de las voces que redunda en esa reivindicación de la memoria, como objetivo fundamental.

El texto se cierra con un poema que expresa esa totalidad que señalábamos como propósito del texto. De la identificación inicial: Soy Sonia en primera persona,  de la enumeración del sentido de búsqueda de su vida,  se proyecta  en la identificación con todas las abuelas. Soy Sonia Torres y todas las abuelas / No hay tregua entre el sueño y el insomnio / Florecemos en cada muestra / En cada aparición. / En cada espera.

La trascendencia de la palabra alcanza roda su dimensión en el poema. Subjetividad y memoria. Información, documentación, testimonio y memoria. Reivindicación de la memoria… desde el deber de  memoria.

Les he propuesto estas  lecturas que conducen inevitablemente a esa capacidad que tenemos los humanos para mejorar el mundo que tenemos. Uno, desde la percepción de la experiencia que se trasvasa a toda una generación. Otro, desde la recuperación  de un espacio que también es el tiempo de la vida. Finalmente, la lectura nos condujo a ese deber de memoria que aún espera… Lecturas que nos reconocen en las distintas formas de estar vivos en esos textos que también, hacemos nuestros.

Textos

Gómez, Griselda y Romito, Mariana. 2014. Abuela Sonia, Narvaja Editores, Córdoba.
Ortiz, Dirty. 2020. Relato de un salto en alto, Editorial Vademecum y Rayosan Libros, Buenos Aires.
Villalobo, Marcos Javier. 2021. Huellas. Relatos desde el Cerro Pistarini, Babel, Córdoba.

Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.