Por María Paulinelli *

El tiempo de la memoria en la vida que vivimos y que hicimos. El espacio de la escritura en las palabras de nuestros estudiantes y egresados. El periodismo y sus formas.

El círculo se abre con esas experiencias cercanas a la literatura, devenidas periodismo. Al empezar los noventa la voz de Isabel Ortuzar y otras voces: El gringo que venía de allá.

Mónica Ambort, en la inmediatez de la entrevista en una de las primeras experiencias periodísticas: Filloy. El escritor escondido.

El círculo se cierra con las experimentaciones posibles. Hoy, una pluralidad de enunciados suspendidos en el tiempo de la escritura: Días Contados. Una compilación de textos.  

¡Hola! Nuevamente, con ustedes.

Memoria y escritura, espacio y tiempo, nos convocan a estos diálogos, encuentros, permanencias. Podemos estar juntos, saber de nosotros, ser nosotros. Entonces, digo. La memoria convierte las ausencias en presencias. Marca huellas y permite volver a caminar las huellas que ya existen.

A 50 años de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, les propongo reencontrarnos con nuestros periodistas, en la lectura de sus textos. Hacer nuestras esas escrituras en la experiencia de la lectura de entonces, de hoy y para siempre.

Entonces, digo como decía hace unos días: ¿Me acompañan en la aventura de recordar y recordar leyendo?                                                                                          

1972 fue  el inicio de nuevas experiencias. La pasión por el periodismo en sus variadas formas, estimulaba la consideración  de la información como espacio de conocimiento. Predecía el inicio de la Comunicación como una nueva disciplina. La Universidad Nacional de Córdoba proponía  la creación de un espacio pertinente. Una Escuela vinculada a las Ciencias Sociales. De ahí el nombre: Escuela de Ciencias de la Información. Pasaron los años… se redimensiona -hace cinco años- con la denominación: Facultad de Ciencias de la Comunicación.

Pero allá, hace cincuenta años, esa pasión por saber/ dar a conocer/ estar presente, se sustentaba en una transformación del mundo y de sus estructuras. Una revolución que se vivía en el espíritu del tiempo que invadía la Humanidad y sus discursos. Parecía que todo era posible. Cambiar el mundo. Hacer más humanas y mejores las sociedades existentes.

Pero la Historia muestra que no hubo revolución ni mundo nuevo. Solo resabios de propuestas vanguardistas, de formulaciones innovadoras que posibilitaran que esa revolución no quedara en espejismos. ¿Cómo representar? ¿Cómo referenciar? ¿Cómo informar  con las voraces transformaciones tecnológicas que mostraban la obsolescencia de las formas de comunicación e información? ¿Cómo producir textos para lectores y oyentes expectantes de  recepciones renovadas?

Vamos a hacer presentes –en el recorrido que propongo– las variadas formas discursivas de esas experiencias del pensamiento… Veremos los rostros, escucharemos las voces de quienes pronunciaron las palabras en el entramado de los libros que testimonian, testimoniaron y testimoniarán la pasión por mejorar el mundo que tuvimos, tenemos y tendremos. Porque de eso se trata: el periodismo como una posibilidad para conocer, para comprender y transformar.

Libros de producción periodística, buscaba –relevando– para hacerles la propuesta. Libros… ese formato que supera la precariedad del periódico, del diario y logra la perdurabilidad, la permanencia del texto discursivo. Un formato que se acerca a las formas convencionales de la literatura y ratifica –también– esa contaminación de tipos de discursos. 

Dibujo un círculo que encierra en su trazado un comienzo que se traspasa en un posible cierre. Se identifican  en los textos que propongo para este comienzo de lecturas. Singularidad de enunciadores, en el inicio. Multiplicidad de enunciaciones, en el final. Balbuceos en los principios de los cambios. Certidumbres de experimentaciones consumadas en el texto de estos días. Todos como experiencias del pensamiento, de visiones del mundo.

En los infinitos puntos que componen el círculo propuesto, aparecen innovaciones, cambios, improvisaciones. Así la contaminación de géneros discursivos se muestra  en ese entramado de informar/ relatar, nombrar/historiar y  en el borramiento de los límites  de los tipos  de  discursos  de la Literatura, el Periodismo, la Historia. Un largo y tenaz recorrido que ocupa todo el siglo XX como propuesta de los movimientos vanguardistas.  Por eso acá, hoy,   en el siglo XXI hablamos de días contados. Es decir, relatos de los múltiples avatares de la vida. Acontecimientos enunciados  desde las formas hibridas de la no ficción, en las variadas formas de construcción de la crónica entre otras modalidades. Es que el protagonismo del periodista alcanza una relevancia indiscutida en esa primera persona en el relato que implica el reconocimiento de la subjetividad de quien informa –o quien relata–. Relevancia que se expande a la selección de documentación, a la elección de un punto de vista determinado, al uso de un lenguaje que supone el habla que identifica y lo particulariza como parte de  un estrato social determinado, como expresión de  una subjetividad propia.  Protagonismo que supone -en otros casos- la construcción de una realidad que es puramente discursiva, resultado de una investigación, de distintas consideraciones, o solo de la mirada sobre el mundo.

Vinculado a esto, comprobamos que la ficción ya no es solamente el espacio de la imaginación y la invención, sino que resulta la construcción ordenada y compleja de una realidad que es discursiva, y que es autónoma. Ficción como construcción, ya no solo como creación. De ahí las infinitas posibilidades de mostrar y referenciar el mundo cercanos al Periodismo, la Literatura y la Historia como decíamos.  Intrincado nudo donde se ubican los relatos que pueden ser ahora de hechos sucedidos realmente.

Los enunciados también se transforman y se adecuan a las nuevas visiones del mundo. Si el inicio de ese círculo mostraba personas relevantes como temas indiscutibles, necesarios, vemos un lento desplazamiento a otros protagonismos, a otras dimensiones. El espacio biográfico se transforma en la aceptación de la cotidianeidad de los sujetos importantes, dueños de la excepcionalidad. Los textos sobre Filloy y Tosco justifican esa dimensión de casi dioses, casi héroes del tiempo que vivieron. Mirados desde la asombrosa mirada que corrobora su calidad de personas con una historia, semejante a la de cualquiera habitante de ese tiempo. A su vez, los hombres comunes se convierten, lentamente, en la materia de consideración indispensable. El protagonismo deviene en esos rostros comunes, irrisorios que sin embargo ahora son materia de lenguaje. Días contados lo muestra, lo confirma. Hombres y mujeres que en su pluralidad de voces y en su unicidad de existencia componen el tiempo que vivimos. Los periodistas resultan, ahora, los dueños de las voces que cuentan de un tiempo que es el suyo, los acontecimientos de los que son protagonistas, de los discursos que pululan en un mundo que se hace conocido. El mundo es otro. Son también otras las formas de referenciarlo, de representarlo. Más aún, una indefinición discursiva posibilita ese entramado con imágenes, transcripciones, facsímiles que hacen del texto una suma de discursos diferentes.

A esa lenta transformación de los géneros discursivos se le suma la construcción de una realidad móvil, cambiante, resultado de cada lectura que se hace. La recepción como posibilidad del lector que completa significaciones, las elige, las hace suyas.

De ahí que esta propuesta significa recuperar la presencia de estudiantes y egresados desde la lectura de los textos que escribieron, que siguen escribiendo. Una presencia desde la trascendencia de la lectura como la construcción de mundos posibles y desde las palabras.

El tiempo de la memoria. El espacio de la escritura. 

Una experiencia cercana a la literatura y al periodismo

Isabel Ortuzar

El gringo que venía de allá de Isabel Ortuzar y autoría compartida. Un subtítulo ancla la referencialidad del enunciado y de las formas discursivas. Testimonios sobre la vida de Agustín Tosco. Es este anclaje lo que guía la lectura en un recorrido de voces diferentes, de facsímiles de distintos documentos, de innumerables fotografías, que delinean, perfilan, bosquejan una imagen: la del protagonista de las luchas sindicales cordobesas en los dorados sesenta y difíciles setenta. No una imagen sino el hombre, la persona común que habitó, que tuvo una familia, que pudo hacer una familia, que trabajó y llegó a ser el sindicalista más respetado y amado de esos días. También, el hombre más perseguido y resistente hasta terminar abruptamente su existencia en la clandestinidad. Ese Gringo que, desde el Sur, llegó hasta Córdoba y fue más allá de la cronología, del tiempo de su  vida para hacerse memoria, una leyenda más, en la mitología de los héroes del pueblo.

Todo esto, explica  el material  del texto, abigarrado, complejo, diferente, enhebrado en los poemas que unen y compactan una biografía del hombre  que trascendió las minuciosidades de las existencias posibles. Un Prólogo, seguido de la voz de Agustín Tosco en una carta que resume sus ideas pero también, da cuenta de sus afectos entrañables, permite entender las voces de las autoras que explican el sentido del texto, la escritura. Así dicen: La sucesión de anécdotas enlazadas con cartas, documentos, fotografías y poemas dieron contenido a su biografía para convertirla en VIDA. Esa vida que se muestra en las imágenes de fotos y facsímiles, que se escucha en los múltiples y diversos testimonios, que se siente en la pausada voz de Tosco en  las distintas cartas que hablan del compromiso y de la resistencia necesaria, se tiñe de la emoción de los poemas adjuntados. Un texto cercano a la literatura en la relevancia de la poesía que compacta los datos enunciados, en la épica que rezuma la presencia del héroe y su tiempo.

Un texto cercano al periodismo en la valiosa documentación que significan los testimonios, las fotografías, los facsímiles, la voz de Tosco en sus increíbles y a su vez, posibles cartas. Una experiencia de escritura necesaria para documentar, informar, referenciar la biografía de ese hombre.   Un hombre, desde el tiempo que lo mira, en la conjunción de una experiencia donde los héroes se perfilan como hombres comunes, capaces de trascender y ser memoria.  

Nostalgia de lo posible. Solo un sueño, me digo, pero eterno.

La inmediatez de la entrevista en una de las primeras experiencias periodísticas

Mónica Ambort

Filloy. El escritor escondido. Mónica Ambort. El protagonista –Juan Filloy, el biografiado– y el prólogo remiten a la literatura como espacio discursivo. Una introducción, el texto propiamente dicho -la entrevista- y el apéndice documental, definen su pertenencia indiscutible al periodismo. Por eso, hablamos de primeras experiencias. Por eso, inicia el círculo que se extiende hasta estos tiempos.

Por eso –insisto- es posible reconocer en este texto, la transparencia de la información que categoriza, referencia, muestra el mundo. La Introducción de Mónica Ambort, ordena los datos que permiten un primer acercamiento al protagonista. Una ajustada sinopsis de la biografía y  de la producción, además de la valoración y su reconocimiento como escritor, resume el fragmento que finaliza enunciando el objetivo del texto. Así dice: Este trabajo, resultado de algunos diálogos que mantuvimos cuando él todavía vivía en Río Cuarto, y actualizamos ahora, pretende mostrarlo. Diálogos que priorizan la voz del entrevistado en ese: Recuperar su testimonio. Pero también diálogos que se proponen: Contribuir a esclarecer su leyenda, en esa categoría casi mítica que ese escritor escondido ha alcanzado.

Enuncia la modalidad discursiva: la entrevista en ese Algunos diálogos. Caracteriza el carácter del entrevistado en su relevancia y protagonismo. Referencia el texto en su concreción como mensaje. Es un acto de alegría. Un homenaje.

La entrevista se desarrolla en ocho fragmentos que muestran a Filloy hombre, Filloy escritor. Una cuidadosa organización de los enunciados posibilita un acercamiento a la subjetividad de quien responde. El procedimiento: la entrevista tradicional solo desarrolla el diálogo en la estructuración de preguntas y respuestas. El protagonista ha sido definido en sus rasgos esenciales, en la Introducción como señalábamos. La entrevista busca desarrollar en la voz del entrevistado, esos indicios.

La entrevistadora formula las preguntas que se insertan certeramente en el espacio global de la entrevista.  Los títulos  marcan la progresión de esa mostración que se pretende. Metaforizan los aspectos  que  cada fragmento desarrolla. No hay una introducción que delimite el espacio tiempo donde se desarrolla el diálogo. Tampoco hay explicaciones ni paréntesis con datos. Se transcriben las dos voces, solamente. La voz que interpela en la pregunta. La voz que contesta en la respuesta.

Las fotografías muestran la presencia de ambos en el diálogo. Documentan los encuentros. Enmarcan los rostros en el tiempo del discurso. Apuntan la verosimilitud de los acontecimientos, mostrando la fidelidad de una verdad que la imagen certifica.

Todos los elementos discursivos señalados, priorizan el texto lingüístico de la entrevista en la transcripción única del diálogo. El apéndice documental, completa la serie de fotografías de Filloy y agrega facsímiles de una página original de Op Oloop y de algunos palíndromos. Las imágenes como certezas de aquel tiempo del encuentro, de las modalidades escriturarias, de los trazos de la escritura del autor.

Un hermoso texto. Lo leí hace años, cuando el libro comenzaba su recorrido entre nosotros. Encontré entonces, las indispensables recurrencias sobre la vida y la obra de Filloy en la voz que trasuntaba su experiencia de hombre y escritor en el tiempo y el espacio cultural de la Argentina. Hoy, lo leo nuevamente y encuentro la versatilidad de disquisiciones que enriquecen aquella imagen en la certera interpelación que resulta la entrevista.

Han pasado casi treinta años de la primera edición en Córdoba. Mucho tiempo. Puedo decir, con certezas que el texto rezuma presencias. Vivifica ese escritor viejo, que eligió el escondite, la soledad, el aislamiento, como una forma de estar vivo.

Llena de alegría esa imagen, todavía nueva, de esa periodista que recién, entonces, empezaba a serlo.

Textos

AAAA 2022. Días contados. Compilación de Carlos Shilling. Editorial La Voz del Interior. Córdoba.
Ambort, Mónica. 1992. Juan Filloy. El escritor escondido. Ediciones Op Oloop. Córdoba.
Ortuzar, Isabel Ortuzar, Silvia y Echave, María. 1991. El gringo que venía de allá. Testimonios sobre la vida de Agustín Tosco. Ediciones Cecopal. Córdoba.

Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.