Por María Paulinelli *
En busca de una luz que nos permita entender nuestro tiempo
Frente a la “política cuántica”, Giuliano da Empoli invoca en Los ingenieros del caos un “espíritu creativo y subversivo” que pueda “inventar una nueva sabiduría para una nueva época”.
¡Hola!
Aún, el invierno nos envuelve, aunque la oscuridad ha empezado a abandonarnos.
El sol nos deslumbra más minutos, los días son más largos.
El clima no parece ser más cauto… nos sigue abroquelando con los vientos. Estamos en septiembre y falta para la leve primavera.
Empezará, entonces, un nuevo ciclo. La vida se renueva.
Momentos de transcursos… de cambios, de esperanzas.
Serán así también, en la Historia que estamos transitando?
Tenía ganas de encontrarlos…
Acá… en esta pantalla que nos une… y traspasa los espacios en ese preguntarse, en ese responderse, en esa continuidad de los encuentros. Continuidad de las palabras, de voces, de inferencias.
Y vuelvo a marzo, a los comienzos. Propuse, entonces, hablar de nuestro tiempo…
Ahora, continuamos.
Hablábamos de tiempos extraños, diferentes. Sus transformaciones nos aturden. Nos llenan de ambigüedad, de incertidumbre. Parece que anuncian nuevas épocas.
Nosotros, mientras tanto, estamos demudados, absortos, escindidos. Quizás un poco solos. Quizás, desconsolados.
Buscamos las respuestas a tanta incertidumbre. Son tantas las cuestiones… y tantas las miradas…
Y entonces, les propongo leer de nuevo a Giuliano da Empoli, ese sociólogo francés que logra seducirnos… quizás enamorarnos.
¿Recuerdan El mago del Kremlin? Nos asombró su ductilidad en el manejo de los enunciados, su claridad enunciativa, el uso de recursos discursivos, la actualidad de sus consideraciones, la transparencia, la luz, la fuerza elocutiva…
Un texto relevante por la mirada lúcida sobre estos, nuestros tiempos.
Y entonces, vi entre mis libros, Los ingenieros del caos… y me dije: podríamos leerlo… ¿Les interesa? Seguro que querrán leer el texto. ¡Ahora, síganme!
Y entonces, empezamos. El título nombra a los ingenieros como protagonistas de las historias que hacen hoy, la Historia. ¿Quiénes son los ingenieros? El Diccionario de la RAE lo define como “la persona que discurre con ingenio las trazas y modos de conseguir o ejecutar algo.” Asimismo, enuncia que “los ingenieros son solucionadores de problemas que se enfrentan a un reto y deben resolverlo de forma segura”. Ambas enunciaciones enfatizan la aptitud para solucionar situaciones conflictivas, desde una planificación adecuada y pertinente. También buscamos el significado de caos. La misma RAE señala: “Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.” Y acota: “Confusión, desorden.”
El título, pues, nos remite a los protagonistas: esos sujetos que pretenden ordenar el caos existente, desde una idoneidad singular. Identifica a esos ingenieros, como “del caos.” Es decir, la especificidad que los determina, los califica, los define. De ahí la estructura del texto, que ratifica esta particularidad que define a esos sujetos que son varios… por no decir bastantes…
Una Introducción, seis capítulos titulados y la Conclusión que se completan con Notas bibliográficas, Datos del autor y Notas del traductor son las partes. Una suerte de sinuoso pero a la vez, transparente recorrido que permite avizorar los distintos hitos que dimensionan la problemática.
Un enunciado que, desde la primera persona enunciadora –ratificada en las entrevistas reseñadas– usa los disímiles y adecuados recursos que informen, expliquen y aún, metaforicen, las distintas experiencias de estos particulares protagonistas de la Historia.
Un epígrafe de Woody Allen, los identifica desde la ironía. “Los malos, sin duda, han comprendido algo que los buenos no saben”. Reiterado en la Conclusión como definitorio de esta época: “…en la era del narcisismo tecnológico… los malos…”.
La Introducción metaforiza las transformaciones actuales, mediante el relato del escritor alemán, Johann Wolfang Von Goethe en el transcurso de los Carnavales de Roma en 1787. Dice así: “Era el arranque del carnaval, la fiesta que pone el mundo patas arriba y revierte no solo las relaciones entre los sexos, sino también entre las clases y todas las jerarquías que normalmente administran la vida social”.
Pormenoriza después, las situaciones que permiten detectar contradicciones y ambigüedades y que definen la paradójica cohesión de la celebración. “Este era el lado oculto del carnaval, la combinación inextricable de la fiesta y la violencia en la que se basaba su potencial subversivo y que casi siempre dejaba a los participantes con la duda latente sobre la verdadera naturaleza de lo que había sucedido en realidad”.
Con el tiempo, el carnaval ha mutado en esa permanencia que lo mantiene como el espectáculo del pueblo: “A lo largo de los siglos, este ha dejado de recorrer las calles para replegarse en los panfletos y caricaturas de los periódicos populares, hasta resurgir, más recientemente, en la sátira de programas televisivos y en las invectivas de los troles de Internet”.
Es aquí cuando Da Empoli, justifica la inclusión de este relato introductorio: “Pero es, solo hoy, cuando el carnaval ha abandonado su lugar preferido, al margen de la conciencia del hombre moderno, para adquirir una nueva centralidad y posicionarse en calidad de nuevo paradigma de la vida política global.”
Seguidamente, señala ciertos sucesos históricos resultantes de este espíritu carnavalesco que anuncian ese caos que nos invade, nos transforma. Propone como intelectual y político, como intelectual y político, una advertencia que es el fundamento de su texto: “Para combatir la ola populista, hay que comenzar por entenderla y no limitarse a condenarla, ni tampoco devaluarla como una nueva época del esperpento”.
Y, explicita los dos “ingredientes” que no tienen nada de irracional: “la ira” y “una maquinaria de comunicación imponente, originalmente concebida con fines comerciales, que se ha convertido en el principal instrumento de quienes quieren multiplicar el caos”.
Explicado esto, resume el perfil de los protagonistas. “Las acciones de los ingenieros del caos no lo explican todo, ni mucho menos. Lo que hace que estos personajes sean interesantes es más bien el hecho de que fueran capaces de instrumentalizar antes que nadie los signos de la transformación en curso, y la manera en que se han sabido aprovechar para pasar de los márgenes al centro del sistema. Para bien y, sobre todo, para mal, sus intuiciones, contradicciones e idiosincrasias son las de nuestro tiempos”.
Genial, ¿no? He transcripto, quizás demasiado, porque sentí que era una síntesis ineludible para leer y pensar una y otra vez ese concepto del caos y de sus responsables creadores, que define el mundo actual.
Repasen y observen el desarrollo del fragmento: un relato que desde un acontecimiento descripto, puntualiza una transformación con determinadas características que tienen como protagonistas a los ingenieros del caos con su consiguiente identificación.
Me atrevería a decir, que esta Introducción resulta una bitácora que nos permitirá recorrer ese sinuoso recorrido de palabras que es el texto… sin equívocos, ni epifanías falsas.
Los capítulos nombran… también, metaforizan. De ahí, la importancia de los títulos. Proponen una suerte de acertijo en esa múltiple significación que tienen, a veces, las palabras. El Silicom Valley de la política…. El Netflix de la política… Waldo a la conquista del planeta.
Otros denominan simplemente: La extraña pareja de Budapest… Trol Supremo… Los físicos. Todos exigen nuestra comprensión en esa guía que suponen en este deambular que nos propone. Así asistimos al lento desenvolverse de las distintas historias que componen ese fresco de “los ingenieros del caos”.
Se inicia con El Silicom Valley de la política. Así metaforiza. Es Roma, es Italia en este siglo, donde la política deriva, desde entonces, de la cultura. Los nombres de escalonan… las experiencias se entrecruzan… “Lo que acontece en realidad es la emergencia de una nueva modalidad política alumbrada por internet y las nuevas tecnologías”.
¿Choque de civilizaciones? ¿Un Silicom Valley del populismo? ¿Retorno de una nueva modalidad de los estados nación? ¿Transformación de la política tradicional y sus modalidades y actores?
Brillante, brillantemente, Da Empoli cierra el capítulo afirmando: “Lo que convierte a Italia en el Silicom Valley del populismo es que aquí, por primera vez, el poder ha sido tomado por una nueva modalidad de tecnopopulismo postideológico, sustentado no ya sobre ideas, sino sobre algoritmos desarrollados por ingenieros del caos.” No más políticos que contratan técnicos, sino de técnicos que transforman en políticos. La metáfora del título es increíble. El caos también está en las palabras que nombran el mundo transformado.
El Netflix de la política es el segundo capítulo. Nuevamente la política. Nuevamente Italia como espacio. “Ahora, el espectáculo, el escarnio, la cultura de Internet y la revolución”. Repasa los sucesos, sus protagonistas, sus significaciones. La virtualidad con sus capacidades deslumbrantes de control y participación… que se trasladan a la política.
Concluye, entonces: “Tenía una vocación explícitamente totalitaria, en la medida que buscaba representar no ya a una parte, sino a todo el pueblo (…) Un nuevo régimen político: la democracia directa, en la que los representantes de los ciudadanos desaparecían porque eran los propios ciudadanos quienes tomaban todas las decisiones a través de un proceso permanente de consulta en línea, extendido a todos los dominios de la vida social.”… De ahí que agrega: ”No tenían visión, ni programa. Ni contenido positivo alguno. Se trataba de un simple algoritmo construido para interceptar el consenso mediante temáticas que funcionan”.
La metáfora se explicita en la cita final de uno de los ingenieros, David Casaleggio: “La vieja partidocracia es como un videoclub Blockbuster, mientras que nosotros, somos como Netflix”. Está todo dicho.
El tercer capítulo. Waldo a la conquista del planeta, insiste en la metáfora como procedimiento discursivo. Ese personaje –un oso de felpa azul– es elegido como símbolo, emblema del caos transformador que se expande a todos los países. “No obstante, pese a los logros de los ingenieros del caos, la verdadera naturaleza de Waldo, no es de naturaleza técnica. Reside en la naturaleza del contenido en el que se basa la propaganda populista. La indignación, el miedo, los prejuicios, el insulto, la polémica racista o sexista se propagan en la web y generan mucha más atención y compromiso que los debates soporíferos de la vieja política”.
VER Lo nuevo, lo distinto… intemperancias
Da Empoli no deja de remitir a otras situaciones históricas como recurso incisivo para la adecuada comprensión del proceso: “Si, para Lenin, el comunismo eran los soviets y la electricidad, para los ingenieros del caos, el populismo nace de la combinación de la ira con los algoritmos”.
El Trol supremo, titula el cuarto capítulo. El espacio y el tiempo se centran en EEUU y las últimas elecciones. Delinea las estrategias empleadas que llevaron progresivamente a Donald Trump, al poder desde ese caos que ha invadido progresivamente el mundo de la política y de las significaciones discursivas. Un recorrido cimentado y explicitado en los acontecimientos y la voz de los ingenieros. Concluye, nuevamente con una cita de uno de ellos: “La victoria de Trump era posible porque los principales medios de comunicación ni siquiera podían concebirlo. Si dicen que no es posible, eso significa que podemos hacerlo”. El caos en su máximo poder de dispersión y desorden. ¿No?
Pero estas transformaciones adquieren particularidades propias de cada espacio geopolítico. Las desarrolla en el capítulo siguiente, La extraña pareja de Budapest. Se centra así, en los países del Este y sus singularidades en la adquisición de estas transformaciones. Singularidades que remiten al comunismo como proyecto político ideológico. Magistralmente, el autor, revisa estos cambios desde un análisis pormenorizado e insustituible.
El capítulo sexto, se titula Los físicos. La referencia es unívoca. Los físicos como los científicos y su injerencia con la tecnología en la comunicación. Afirma: “En términos políticos, el advenimiento del Big Data podría compararse con la invención del microscopio”.
La comunicación política dirigida a grupos, ha sido reemplazada por la personalización y reconocimiento de las singularidades de los receptores, con las consiguientes implicancias. “Dado que gran parte de esta actividad tiene lugar en las redes sociales, ello implica, al menos en apariencia, una comunicación entre pares más que un mensaje oficial procedente de las altas esferas: este tipo de propaganda viral escapa a cualquier forma de control y verificación de hechos”.
Las Conclusiones, tienen un título: La era de la política cuántica. Sintetiza así, la verdadera significación de la política en la actualidad, resultado de las acciones de los ingenieros, protagonistas del texto. Una a una, señala dichas transformaciones que le permiten puntualizar los rasgos del caos que hoy identifica a este tiempo.
Remite nuevamente, a los objetivos del texto: “El propósito de este libro, reitero, no es negar la importancia de las propuestas concretas a esta crisis.” De ahí que puntualice estas propuestas tal como han sido desarrolladas en los sucesivos capítulos. Señala, entonces: “Con la política cuántica, la realidad objetiva no existe. Cada cosa se define temporalmente, en relación con otra cosa y, sobre todo, cada observador determina su propia realidad”.
De ahí la dificultad para alcanzar consensos. También las paradojas que emergen: “Los multimillonarios se convierten en abanderados de la indignación de los desposeídos, los responsables de las política públicas hacen de la ignorancia una virtud, los ministros desafían los datos de su propia Administración. El derecho a contradecirse y a marcharse, se ha convertido, para los nuevos políticos, en el derecho a contradecirse y a permanecer en el cargo, al apoyar una cosa y lo contrario en una sucesión de tuits y de entradas de Facebook que construyen, ladrillo a ladrillo, una realidad paralela para cada uno de sus seguidores”.
Concluye con una ratificación del objetivo fundamental del texto. Para eso, cita a Keynes, cuando ante los cambios de la Primera Guerra Mundial, exhortaba: “Debemos inventar una nueva sabiduría para una nueva época.” Concluye, enunciando: “Es en este espíritu, a la vez, creativo y subversivo, en el que todos los demócratas deberán ampararse para reinventar las formas y los contenidos de la política de los próximos años, si quieren defender sus valores e ideas en la era de la política cuántica”.
Solo nos queda, tomar conciencia de la necesidad de generar este espíritu creativo y subversivo. Un espíritu que nos permita entender el caos, pero también, convertirlo en una proceso más humano que deseche las paradojas negativas, y posibilite a la política cuántica el mejoramiento de la Humanidad y su Historia.
Solo queda la imprescindible lectura del texto. No me alcanzan las palabras. Solo siento la maravilla de esa voz que, desde su condición de intelectual y político, nos insiste en la aceptación condicionada pero también, en la resistencia ante un mundo caótico y desigual, carente de humanidad.
¿Encontramos la luz que estamos necesitando?
Los dejo pensando… y actuando en consecuencia.
Los abrazo fuerte.
Hasta pronto.
María
Texto
Da Empoli, Giuliano. 2019 Los ingenieros del caos. Editorial Oberon. Madrid. España.
* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.