En el ciclo Café con graduados, organizado por la FCC-UNC, les periodistas Virginia Guevara, Gerardo López, María Ester Romero y Sergio Zuliani debatieron sobre los factores e intereses que ponen en riesgo a la profesión periodística, su sostén económico, credibilidad y función social.
Por Roy Rodríguez *
“El periodismo debe desaparecer”. La frase de Julián Assange sobrevoló el primer Café con graduados, un espacio creado por la Facultad de Ciencias de la Comunicación para que alumnes y profesores puedan conversar mano a mano con quienes construyen el día a día de la comunicación en Córdoba. Fue la primera charla del ciclo y el primer evento en el marco de los festejos del 50 aniversario de la Facultad. Bajo el título de Hacer periodismo en Córdoba y con la moderación de Edgardo Litvinoff, María Ester Romero, Virginia Guevara, Gerardo López y Sergio Zuliani recordaron su paso por la entonces Escuelita de Ciencias de la Información, sus comienzos en la profesión y la actualidad donde la dictadura del clic, el mercado publicitario liderado por los algoritmos de Facebook y Google llevan a un callejón sin salida. Discutieron acera de ese “todo vale” que le reclama al periodismo actual un cambio, para volver a la idea de contar una historia basada en hechos y datos verificables. Solo periodismo. Con honestidad intelectual.
“Julián Assange, que es un tipo que ha dado la vida por este laburo, hace poco en un reportaje dijo algo terrible: el periodismo debería desaparecer. Porque el periodismo ha sido el instigador de las últimas 10 guerras más importantes que ha tenido el mundo y tal como está ahora debería desaparecer. Perdón que lo diga acá, pero lo dijo un referente mundial que está pagando con su vida las investigaciones que ha realizado”, dice Sergio Zuliani. Habla de la crisis de credibilidad del periodismo. Una de las salas del Centro Cultural Córdoba España queda en silencio, en medio de la penumbra.
La charla organizada por la Secretaría de Graduados de la FCC-UNC lleva más de una hora. La pelota va de uno otro. Y cuando se trata de hablar del futuro, la sala parece oscurecerse aún más. “Soy bastante pesimista en el modo en que nos vamos a informar en un plazo de cincuenta años. No sé quién va a solventar el periodismo. Me imagino una elite muy bien informada que pueda pagar, pero ya no imagino los medios masivos gratuitos, porque no sé quién los va a sostener. Ese es otro desafío para la FCC, que al menos a mi generación nos enseñó a ser terriblemente críticos con los medios, porque eran los grandes manipuladores y hoy nos parece que unos algoritmos que manejan dos personas son democráticos”, dice Virginia Guevara.
Virginia Guevara es redactora jefa de Política en La Voz del Interior. El día que rindió su última materia en 1995 vio un cartel para una pasantía. Fue la puerta de entrada al diario. Romero, López y Zuliani pasaron por la Escuela de Ciencias de la Información en tiempos en donde aún algunos profesores iban vestidos de ese negro atroz de la dictadura. “Hice el primer cursillo de cupo en el 81 y no pude rendir el examen porque me incorporaron a en febrero a la colimba”. El cupo era de 60 alumnos por año. Ese joven Sergio Zuliani iba a comenzar a trabajar en publicidad y de allí en adelante transitar por los medios más importantes de Córdoba. Hoy conduce en Radio Sucesos y Canal 12.
“Soy del último ingreso con cupo en la Universidad. Y los recuerdos son maravillosos en un momento donde estábamos volviendo a la democracia. La universidad todavía no estaba normalizada y había gente que tuvo mucho compromiso con la dictadura. Fue una época intensa”, recuerda María Ester Romero. Había llegado desde La Rioja a estudiar y con el tiempo se convertiría en una de las voces reconocidas de Radio Nacional Córdoba. También escribe para Perfil y es parte del proyecto colaborativo Ruido.
Un año después llegó a la ECI Gerardo López, el periodista y conductor de Telefé Noticias y Radio Suquía. “Yo tenía 18 y 19 años y teníamos compañeros que 30, de 40. Muchos volvían del exilio. Me acuerdo, cuando fue el Juicio a las Juntas Militares, de repente veíamos a compañeros nuestros que fueron a declarar, porque habían sido torturados en los campos de concentración. Se armaban cátedras paralelas porque había todo un grupo de docentes que venía de la dictadura”.
“En Ciencias de la Información armé una hermandad. Ocho hermanos que todavía nos seguimos viendo. Ciencias de la Información fue la Guerra de Malvinas, la caída de la dictadura. Fue ir a ver con amigos los cierres de campaña de Alfonsín y de Luder y el de Oscar Allende, en 27 de Abril y Vélez Sársfield; fue la vuelta de la democracia, el festival latinoamericano de teatro. Una cosa demencial”, dice Zuliani.
Todos reconocen a los Servicios de Radio y Televisión (SRT) de la UNC como escuela de periodistas de aquella época. Y cierta facilidad de inserción en los medios. Mientras, las anécdotas van y vienen sobre los prácticos en la escuelita, sin siquiera tener un micrófono o con apenas una cámara de SuperVHS. La democracia parece asociada a la llegada de las primeras FM y el espacio para nuevas voces. “Gracias a una puteada del Milico Heredia al aire en el primer programa en FM A Galena, la FM fue legalizada. La denunciaron al entonces Comité Federal de Radiodifusión. Y presentando esa denuncia como antecedente, Jaime Servent logró la legalización”, dice Zuliani. Habla de Los Burdos el recordado grupo de radio. Juntos, los ocho, en los pasillos de Ciencias de la Información. Otros tiempos. Del periodismo, del país y del mundo.
Hay un recuerdo común: el ruido de las máquinas de escribir en las redacciones, mezclada con el sonido de las teletipos y una nube de humo de tabaco sobrevolando la hora de cierre. Un tiempo que parece lejano, perdido. “Sabíamos que todo iba cambiar, pero no que iba a ser tan rápido”, dice Gerardo López.
El presente arrumbó máquinas y viejas costumbres. Ya no es necesario hacer un bollo de papel ante la primera equivocación. Y puso en crisis al periodismo. “Cambiaron los lenguajes, cambió la forma de hacer periodismo, pero mientras exista el periodismo como lo conocemos el abc seguirá siendo chequear datos, buscar fuentes, buscar información, volver a chequear datos e informar siendo honestos intelectualmente”, reflexiona Romero.
La crisis del periodismo parece una anécdota cuando el ejemplo de desinformación, fake news y dependencia informativa lo trae a la mesa a Oscar Ruggeri, antiguo campeón del mundo de fútbol que, imitando a Will Smith, un actor estadounidense que supuestamente le dio un cachetazo al conductor de los Oscars. Gerardo López dice no dejar de sorprenderse por esos títulos falsos. Lo que fue una parodia se titula como una realidad, como un escándalo. Y después, en el cuerpo de la nota, se dice todo lo contrario. “Ese título buscaba un clic. Tráfico. Mover los algoritmos. Justificar la publicidad”.
“Cuando vemos el universo en que nos movemos, la voz propia y habilitada en determinados temas, con notas bien desarrolladas y profundas, nos puede dar ventajas. El manejo de redes es necesario. Pero hay que saber qué decir. Y para eso se requiere una postura ante el trabajo, una forma de encarar la profesión que no tenemos que olvidar. No pueden estar todos los periodistas copiando y pegando lo que circula. Eso no es periodismo”, dice Virginia Guevara.
De canarios y crisis
Todos coinciden en un punto. La formación profesional va mucho más allá de una carrera universitaria y del plano práctico en el trabajo. “Yo no viví en la época de Cristo, pero sé la historia de Cristo. El background personal es imprescindible. Alguna vez le pregunté al Negro Castro Torres –viejo periodista del diario Córdoba–: ¿Qué leo para mejorar mi escritura? Leé todo lo que caiga en tus manos. Si estás en el dentista y tenés un libro sobre canarios, leé sobre canarios…”, ejemplifica Zuliani.
“En otras épocas, publicar una fake news iba en contra del propio medio. Porque era un descrédito para el propio medio. Pero ahora está desmadrado el tema”, dice Romero. Y agrega Zuliani: “Ya no sabemos qué es y qué no es. Si Ucrania denuncia el bombardeo de una maternidad y Rusia contrainforma que el gobierno de esa maternidad es un montaje y en ambos casos se publican fotos con una credibilidad absoluta de las dos versiones, ¿a quién le creés?”.
Entonces, la ética periodística. ¿Sirven los códigos de ética para mejorar la actividad periodística? “Creo que es el mercado publicitario el que se va a dar cuenta que esa basura no le da nada a una marca que vaya a poner plata ahí. Se empiezan a mirar otras variables. No sólo la cantidad de clics, sino el tiempo de permanencia de la gente en las páginas. El valor de un medio no se construye solo por la cantidad de clics. Hay prestigio, hay calidad de la información, hay historia, trayectoria”, opina Guevara.
“Cada uno tiene conciencia del peso de su palabra. Pero creo que está sobredimensionada la idea del formador de opinión. La gente no es tan tonta como se quiere hacer creer”, dice Gerardo López.
“Un código de ética hoy se convierte en una piedra en el zapato para la empresa, no para el periodista. Porque, en definitiva, son las grandes corporaciones las que hace rato que se han olvidado de hacer periodismo”, agrega Zuliani.
La concentración de medios, pero por sobre todo la concentración de la pauta publicitaria, pone en peligro las bases del periodismo. “Hoy el 90 % de la pauta global se la llevan Facebook y Google,que no producen contenidos. Por eso, pensar en el periodismo que queremos hacer de ahora en más va a ser pensar en cómo lo vamos a financiar, con una estructura que nos permita hacer el periodismo que queremos”, dice Guevara.
“El periodismo de investigación o el periodismo de datos que avance sobre información de calidad de este tipo es colaborativo. No es posible hacerlo en forma individual. Mucho del periodismo de investigación va a ir hacia una tarea colaborativa, como fue lo de los Panamá Papers. Si ustedes me preguntan si de eso podría vivir hoy… no. Pero en un futuro no lo sé”, dice María Ester Romero. Habla del proyecto Ruido, en donde periodistas de todo el país trabajan chequeando datos que deberían ser públicos.
Pasado y futuro tironean la charla. Como si fueran parte de un presente nebuloso. La Ley de Medios regresa a la discusión. Y otra vez la coincidencia. Cierta extemporaneidad en la letra de la ley y errores en su confección, unidos a las circunstancias políticas, no la hicieron posible.
El presente es la realidad de las redes sociales y la información basura dando vueltas en las pantallas de todo el mundo. Entonces Zuliani deja un diagnóstico certero: “Así como la liga inglesa hoy es uno de los espectáculos más lindos del mundo, en un momento se suspendió porque era un mar de violencia. Se paró y se empezó de cero. Porque las empresas empezaron a perder dinero, porque los jugadores empezaron a morirse de hambre. Entonces dijeron: ‘Paremos la pelota’. Dentro del periodismo tendría que suceder algo parecido, porque estamos en un momento verdaderamente peligrosísimo”.
Fotos: Pedro Fraire – Secretaría de Comunicación de la FCC-UNC.
* Licenciado en Comunicación Social egresado de la ECI-UNC. Trabajó en varios medios nacionales y de Córdoba y actualmente se desempeña en el área de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.