Por Roy Rodríguez 

Con el cruce entre “escritura y soledad” como disparador, el sociólogo Christian Ferrer y la periodista Fernanda Juárez presentaron el archivo que rescata la obra del escritor, periodista y docente Jorge Barón Biza. “Jorge no era hipócrita o simplemente no sabía venderse”, fue una de las definiciones que dejó Ferrer en homenaje al autor de El desierto y su semilla

Las arenas que los vientos levantan en el desierto del Sahara vuelan hasta el Amazonas y le dan fertilidad. Esa idea, confirmada por la Nasa, surge al mirar a decenas de chicos de poco más de 20 años que esperan para escuchar hablar sobre Jorge Barón Biza. O simplemente Jorge Barón, como elegirá nombrarlo Christian Ferrer. A su lado, Fernanda Juárez hablará de mojones, de hitos, de encuentros. Coincidencias del sur del mundo, sincronías que hicieron posible la memoria y finalmente la presentación del archivo www.jorgebaronbiza.com.ar, que reúne la obra del escritor que alguna vez fue parte de la vieja Escuela de Ciencias de la Información.

Es mediodía. Y la luz suave otoñal se filtra por las ventanitas de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Ilumina rostros. Crea sombras. Hay dos sillas vacías al frente. Y en un costado, sobre una pantalla la imagen de Barón Biza acompaña la leyenda: Escritura y soledad. Desde la foto de Jorge nos mira. Es una de las últimas actividades de la IV Bienal de Periodismo y Comunicación.

Fernanda Juárez y Christian Ferrer ocupan los únicos lugares vacíos. Ambos conocieron profundamente a Barón. Fernanda era alumna de Ciencias de la Información cuando comenzó a reunirse con Jorge. Él quería publicar un libro con su obra periodística. Necesitaba que alguien tipeara esos papeles. El libro como tal tuvo que esperar. Pero fue ese encuentro la piedra basal de una amistad y un compromiso que hicieron que la obra y la memoria de Barón Biza tuvieran una centralidad en su vida. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea y docente de la FCC, parte de aquellos textos, se publicaron en Al rescate de lo bello, en 2018. 

Fernanda Juárez y Christian Ferrer, en la presentación durante la IV Bienal de Periodismo y Comunicación –

Christian Ferrer es sociólogo. Profesor de Filosofía de la Técnica y Pensamiento Contemporáneo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires UBA. En 2007, publicó Barón Biza, el inmoralista, una biografía de Raúl Barón Biza que nació después de que Jorge le enviara unas cuantas cajas con los archivos de su familia. Ahí nació otra amistad. Cajas con archivos y encuentros, resumen las sincronías que derivan en la presentación del Archivo Barón Biza.

Esas sincronías aparecen en los relatos. Algo que al pasar Ferrer llamará destino. O que Juárez subrayará a modo de hitos. Encuentros que posibilitaron amistades, charlas. Y, que  derivaron en que la obra periodística y la historia personal de Barón Biza esté hoy al alcance de los lectores en la web. 

Un caballero suave

“Había muchas formas de presentar la información. Y fue muy difícil tomar algunas decisiones porque eran todos personajes públicos. Myriam Stefford, Clotilde Sabatini, Raúl Barón Biza…  Finalmente creímos que la mejor manera de mostrar la historia era que Jorge fuera el sol y que los demás planetas giraran alrededor de él”, cuenta Juárez.

“Jorge era un erudito, un caballero suave, cuya erudición no se manifestaba con la idea de imponerse en el otro, sino que discurría”, dice Ferrer. Los que llegan cuando la charla ya lleva unos minutos encuentran rincones en el suelo. La voz de Ferrer apunta la condición de autodidacta y de exquisito crítico de artes de Barón.

También analiza la obra literaria. Intenta líneas argumentales que expliquen las múltiples lecturas, reediciones, traducciones y críticas de El desierto y su semilla, su única y maravillosa novela. Que no pertenecía a ninguna “generación literaria”, que no adhirió a manifiestos, que además escribió desde las provincias pero que, sin embargo, tras su muerte, se renueva en las lecturas de unos cuantos miles de lectores. Un milagro, un hito, más allá de los designios del mercado. Hay en en esa escritura, según Ferrer algo que está más allá de las modas. Un deseo de perdurar en la belleza, como perduraba en su interior el inmenso dolor que sobrelleva el relato. Es posible que todo lo haya alejado de los moldes y de los reconocimientos en vida. “Jorge no era hipócrita o simplemente no sabía venderse”.

Escribe Fernanda Juárez en el Archivo: “¿Qué pasará con los que quedan?”. Consciente de los efectos devastadores que produce la pérdida de un ser querido, Jorge Baron Biza asume que la vida de los que quedan se ha transformado “en una desértica pradera”. (…) “La vida y la muerte están separadas por una débil pared, delgada como una hostia”. Con la calma de quien ha estado en los bordes y sabe que ahí no hay nada, Jorge Baron Biza sale al encuentro del lector conmovido. “Nada perece, todo avanza hasta llegar a la inmortalidad” (Oscar Wilde). Será que hay algo más y no siempre todo pasa”.

“Les presento a Jorge. Él es periodista y escritor y se va a integrar a la cátedra”, nos había dicho María Paulinelli allá por el 94 o 95, durante una reunión. La frase “Escritura y soledad”, sigue brotando de la pantalla. La misma que María lee desde el público. Quien escribe recuerda aún esa mirada. La de Jorge. Y sus profundos silencios. Y en esos silencios, la palabra. La palabra: “El desierto y su semilla”. “Qué contar y qué no contar. Qué publicar y qué preservar” fue para Juárez un dilema a la hora de construir desde la idea de archivo. “Sólo el 20 por ciento de lo que tenemos está publicado”, explica.

Después llegan las preguntas. Voces jóvenes que buscan saber, contextualizar. Asomarse a la obra de Barón Biza. En cada explicación vuelven a sobrevolar, los hitos, los encuentros. Tanto que hasta es posible intuir la presencia de Jorge, más allá de la pantalla. La luz del sol, esa estrella sobre la que orbitamos, penetra. Acaso busque iluminar la semilla. Otros encuentros. Fortuitos. Necesarios. Lectores. Encuentros similares a los que funden el agua del Amazonas con las arenas del Sahara. Ahí donde el desierto se vuelve semilla. Y la semilla palabra. Cerrando y abriendo en un solo movimiento el círculo de eso que llamamos vida. O muerte. Literatura.

Fotos: Área de Comunicación de la FCC-UNC