A 10 años de la LEY DE EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL, su aplicación es irregular. Falta de capacitaciones, la perspectiva integral y temor a la familia son las causas principales.

 Por Lucía Paula Rhó. Estudiante FCC.

En el año 2014, la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) elaboró una encuesta a 2800 estudiantes de escuelas secundarias, para conocer con qué frecuencia se abordan los temas contemplados en la Ley de Educación Sexual Integral en las aulas. Los resultados de dicha encuesta señalaron que en el aula se habla de métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual y embarazo adolescente; y que  aborto, diversidad sexo genérica y disidencia sexual tienen menos presencia.

Otra encuesta realizada por profesorxs del colegio C.E.N.M.A N° 111 – Pedro Goyena, reveló que la mayoría del estudiantado considera que la masturbación en la mujer no es normal, que los hombres tienen mayores necesidades de tener relaciones sexuales que ellas y que tanto chicas y chicos no conocen la diferencia entre sexo, sexualidad y género.

Lucía Beltramino, coordinadora del Área de Capacitación de la UEPC, reconoce tres situaciones que se presentan frecuentemente en los cursos de capacitación docente: un gran desconocimiento de la normativa; que a lxs educadores les cuesta hablar sobre diversos temas porque no se sienten formadxs para ello; y que tienen miedo de la reacción de las familias de sus alumnxs frente a ciertos contenidos. Además, señala que durante los cursos muchxs profesorxs manifiestan enojo en relación a las perspectivas propuestas por la Ley sobre el aborto y la identidad sexual y que se niegan a enseñarlas.

Estos datos y la creencia de que la homosexualidad es una enfermedad, ponen en evidencia que aún siguen existiendo irregularidades en la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral. Pero, ¿son lxs docentes responsables de estas irregularidades?

 

El rol docente

Natalia Di Marco es docente capacitadora en Educación Sexual Integral y está en desacuerdo con culpar a lxs docentes de estas irregularidades ya que la realidad es otra: la Ley fue sancionada y no estuvo acompañada por políticas públicas que hicieran efectiva su implementación. Di Marco expresa que: “La Ley quedó en una enunciación interesante y necesaria, de hecho ha sido una reivindicación histórica del movimiento de mujeres, pero no trascendió más allá de una legislación, no generó las políticas suficientes para que eso llegara a las escuelas”.

lucia2La docente capacitadora reconoce que hubo una producción de recursos y materiales, y dispositivos masivos de capacitación docente impulsados desde la Provincia y la Nación. Sin embargo, cree que no es suficiente: la capacitación es el principal problema. Sostiene que lxs docentes están preparados para enseñar lo que aprendieron durante su formación académica, y que ningunx fue formadx para trabajar en sexualidad y género desde una perspectiva integral. Recientemente se incorporó en los planes de estudio de terciarios y magisterios a la  Educación Sexual Integral como una materia, pero esto no sucede en la Universidad Nacional de Córdoba.

Natalia identifica una gran complejidad en el tema: “Que de golpe baje una reglamentación y no esté acompañada de capacitación no sirve demasiado
para entender lo que implica la perspectiva de la Ley”.

La Ley de Educación Sexual Integral viene acompañada de cinco principios que le dan un marco: la perspectiva de género, la perspectiva de derechos, el respeto por la diversidad sexual, el cuidado de la salud y el cuerpo y la valoración de la afectividad. A su vez, la norma está atravesada por un marco jurídico: la Ley 25.673, de creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable; la Ley 23.849, de Ratificación de la Convención de los Derechos del Niño; la Ley 23.179, de Ratificación de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Ley 26.061, de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y las leyes generales de educación de la Nación.

Sumado a la necesaria formación docente y la incorporación de un nuevo marco legal, Di Marco cree que “a nivel docente, el desafío más grande de la Educación Sexual Integral es que nos interpela a nivel personal. Nos lleva a hacer un proceso que pone en juego todos nuestros prejuicios, las percepciones sobre nuestra sexualidad, nuestro propio cuerpo y nuestro género. Y exponer eso frente a un grupo de estudiantes, asusta”.

 

Un recorrido transversal

Lucía Beltramino y Natalia Di Marco coinciden en que la Educación Sexual10385388_645677388859950_3806002121190164850_n Integral desborda cualquier disciplina, y que por lo tanto, es necesario romper con el paradigma biologicista y sanitarista, e ir más allá del aparato reproductivo, embarazo adolescente y anticonceptivos. Ambas opinan que es necesario darle una mirada desde múltiples disciplinas.

En relación a esta forma de trabajar, Alberto Castro, profesor del C.E.N.M.A N° 111–Pedro Goyena explica que en la escuela los contenidos se abordan, principalmente, desde la materia Psicología Social y el Taller de Ciudadanía y Participación. Allí se discute la desnaturalización de la sexualidad, para no tomarla como algo dado y pautado; la diversidad sexual; las nuevas masculinidades y el marco regulatorio del aborto, entre otros temas. A su vez, en la escuela también trabajan en Matemática con el análisis de estadísticas (sobre aborto, por ejemplo) y tabulan encuestas de conocimiento acerca de la Ley, desde Lengua y Biología.

Pero la transversalidad no se agota en la integración de diversas disciplinas. Según Natalia, la Educación Sexual Integral debe trascender el contenido curricular y ser incluido en toda la institución escolar, tiene que ser algo que atraviese las maneras de construir los vínculos institucionales. Para la UEPC, no solo debe interpelar a docentes, sino que también se debe formar a preceptorxs y coordinadorxs de curso.

 

Docentes versus familia

Algunxs docentes temen la reacción de las familias ante diversos temas propuestos desde la Ley. En este sentido, Natalia Di Marco cuenta que el rol de la familia fue uno de los más temas más fuertes al momento de debatir la sanción de la Ley ESI. El conflicto se generó con la idea de que lxs niñxs deben aprender educación sexual en el núcleo familiar.

La nueva Ley de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes –que enmarca a la Ley de Educación Sexual Integral- establece que ya no es la familia el sujeto de derecho, sino que ahora son lxs niñxs y adolescentes. Esto no implica que se desconozca al contexto familiar y social de esos chicxs, pero sí que no puede condicionar al acceso a la información y a la educación.

Para la Ley, una forma de resolver la tensión entre el derecho de lxs chicxs y el ejercicio de la maternidad o paternidad es involucrar a las familias en las escuelas para que sepan de qué se habla y qué piensan que es necesario trabajar.

Hoy se posiciona a lxs alumnxs como poseedores del derecho de recibir Educación Sexual Integral, con lo cual, lxs docentes no necesitan pedir autorización para abordar los contenidos. Todos lo contario, es un lineamiento curricular y una obligación trabajarlo.