El auge actual de las sagas de literatura fantástica ha generado un gran corpus de obras que se adaptaron al cine, con éxito parcial o rotundo, superando las fronteras de más de 200 países y territorios. Argentina no es la excepción.
Por Ana Belén Jara, egresada ECI.
Una llamativa cantidad de estas obras juveniles invade actualmente el mercado: de casi unos 3 mil títulos en ese género publicados en 1997, la cifra se incrementó hasta la actualidad llegando a los 30 mil volúmenes. De acuerdo a los datos otorgados por The Atlantic, las cifras recaudadas exceden los tres billones de dólares en el 2014.
No es casualidad que justamente en esos años se produjera tal incremento en la literatura fantástica. Harry Potter es una de las sagas pioneras de este éxito. Esta obra fue lanzada por el sello editorial Bloomsbury Publishing en 1996, cuya autora, J. K. Rowling, vendió los derechos cinematográficos a Warner Bros poco tiempo después de su publicación.
Se vendieron 400 millones de copias de sus libros desde que Rowling publicó la primera entrega, otorgándole el Record Guinness como la serie de libros infantiles más vendidos en la historia. Pero el auge no se detiene ahí. Actualmente, las aventuras del joven mago han tenido tal repercusión que están disponibles en 69 idiomas en más de 200 países y territorios, lo que hace posible, según estas estadísticas, que cada 30 segundos alguien en el mundo empieza a leer un libro de Harry Potter.
La Dra. Stella Maris Poggian, especialista del Instituto Universitario Patagonico de las Artes, confirma que los casos de los libros de Rowling marcan una “curiosa circunstancia ya que fueron numerosos los jovencitos que se abocaron a su lectura, a pesar del volumen de cada uno de esos textos”. Pero también realiza hincapié en su adaptación al cine, que según datos de la agencia especializada Exhibitor Relations, la última película de la saga de Harry Potter batió todos los records de taquilla con una recaudación de 168,6 millones de dólares en un fin de semana, marcando en el inicio de una era de adaptaciones de sagas.
Rocío Sueiro, periodista y crítica de cine, define el éxito de las adaptaciones como “óptimo, excelente”, ya que es lo que necesita el cine: “Hablando con colegas de allá, desde hace unos años Hollywood está atravesando una falta de ideas escandalosa”. Tal es así, por ejemplo, que el 85% de los films galardonados con el Oscar a la mejor película son adaptaciones de obras literarias. “Esto desde las películas, obvio. En las series no es así, de hecho todo lo contrario, incluso la industria se sustenta más con tiras por varias razones, la principal es que son más baratas, no hay ni punto de comparación lo que cuesta hacer una película (…) Pero claro, una película es más exitosa si el libro es bueno (…) siempre una película es mejor con una buena historia. Con Harry Potter estaban todos como locos antes de que fuera una saga cinematográfica, con Los Juegos del hambre fue al revés, con Tolkien ni hablar”.
En el nuevo siglo, las sagas juveniles fantásticas entraron en apogeo con otros dos títulos destacados: Crepúsculo, de Stephenie Meyer (cuatro novelas, entre 2005 y 2008) y Los juegos del hambre de Suzanne Collins (tres novelas, entre 2008 y 2010).
Luego de la adaptación de estos best sellers, los títulos de sagas adaptadas al cine crecieron notoriamente, trayendo diferentes propuestas para el público juvenil: Las Crónicas de Narnia (C. S. Lewis); Divergente (Verónica Roth); Cazadores de Sombras (Cassandre Clare); Percy Jackson (Rick Riordan), por ejemplo.
El auge fue tal que pasaron meses de duelo cuando se publicó, en 2007, Harry Potter y las reliquias de la muerte y la saga tuvo su fin. Desde entonces, los lectores y el mercado comenzaron a buscar, en blogs y fan fiction, la escritura amateur de los lectores.
Las librerías acompañaron este éxito generando sectores propios. En este momento, las grandes editoriales del país tienen unos 120 títulos publicados en sellos juveniles, casi la mitad de su producción.
Karina Giordano, representante de la sección infanto-juvenil de El Mundo del libro, una de las librerías más grandes de la provincia con 14 mil títulos disponible, cuenta que el Fantasy es uno de los géneros que más se vende en estos últimos tiempos, “más que nada por el auge que arrancó con los Juegos del Hambre, Divergente, con Crepúsculo en su tiempo que todavía se sigue vendiendo. Harry Potter, Narnia, esos son ya clásicos”.
A su vez, Karina afirma que cuando se estrena una película aumenta la venta porque “el que vio la película quiere saber más, se arrima por la película y después termina leyendo la saga”. Pasó por ejemplo con Divergente y “ahora los juegos del hambre, que se va a seguir moviendo en ventas porque al último libro lo adaptaron en dos y falta la última parte”.
Con el tiempo, la influencia del cine en los lectores es más notoria. Si bien “el público lector de Harry Potter ya leía antes, ahora comienzan nuevos lectores, chicos que quizás no leyeron nunca, más de lo que les obligan en el cole, y se enganchan con la peli, vienen y se dan cuenta de que es algo nuevo, distinto y comienzan a leer”, comenta Karina.
Incluso afirma que desde el 2014 en diferentes colegios de la provincia pidieron Los Juegos del Hambre y Divergente como material para estudio, ya que si bien son “libros caros”, los docentes preguntan a sus a alumnos, y ellos “no querían leer ni el Quijote, ni el Martín Fierro”. “Los papás se quejaron un poco obviamente, no era un libro de $80 o $100 sino libros de más de $200. Bueno todo sea para que los chicos lean”.
Stella insiste en que es posible que a la mayoría de los seguidores de las películas que no son lectores habituales la versión audiovisual no les modifique sustancialmente sus conductas, “pero con que la curiosidad atraiga hacia los libros a una porción de ellos, los filmes habrán aportado algo que va más allá de sí mismos”.
Fuentes consultadas:
- Exhibitor Relations.
- Guiness World Records.
- “Harry Potter and the Deathly Hallows – Part 2” (en inglés). Box Office Mojo.
- SEGER, Linda (2000). El arte de la adaptación. Editorial Rialp, Madrid, España.