Leandro César Juárez era estudiante cuando comenzó a participar de la resistencia a Monsanto en Malvinas Argentinas. En su trabajo final toma la asamblea como un agente social que interpela al Estado y al capital internacional y expresa su opinión respecto al tipo de desarrollo productivo que la ciudadanía necesita.
Por Sol Bender y Daniela Balverde*
En el año 2012 se anunció la instalación de una planta acondicionadora de semillas de maíz transgénico Monsanto, en la localidad de Malvinas Argentina, Córdoba. Inmediatamente comenzó la movilización de los vecinos que se oponían a la multinacional y se conformó la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida.
Leandro César Juárez, ahora licenciado en Comunicación, comenzó a participar de las actividades de la asamblea movilizado por su interés en los conflictos socio-ambientales. Tiempo después, transformó esa experiencia en el tema de su trabajo final para la licenciatura, con el objetivo de analizar el proceso de conformación y visibilización en el espacio público de la asamblea. Una vez terminada la investigación, la tituló: “La Asamblea Malvinas lucha por la vida y Monsanto. Conflicto en torno a los bienes comunes naturales. Comunicación, espacio público, territorio y nuevas formas de sociabilidad”.
En su trabajo final toma la asamblea como un agente social que interpela al Estado y al capital transnacional, generando un espacio político donde la ciudadanía expresa su opinión respecto de qué tipo de desarrollo productivo quiere para su ciudad y cuál no.
-La metodología que utilizaste fue la de acción participativa. ¿Qué aspectos observabas?
-Iba a todas las asambleas, las registraba, las sistematizaba, veía las dinámicas de funcionamiento e identificaba a los actores principales. También registraba las actividades que surgían, como marchas, ferias de ropa, actividades por temas legales, recursos de amparo. En base a eso identifiqué algunos actores claves, que tenían cierto protagonismo o responsabilidades y a ellos les hice entrevista en profundidad para ir cotejando algunas cosas.
– ¿Cuánto tiempo duró la observación?
– Fue bastante porque siempre iban surgiendo cosas nuevas, pero la tuve que cortar. En el medio había situaciones complejas, empezó el bloqueo, había semanas que no nos juntábamos, asique tuve entre nueve y diez asambleas bien registradas. Incluso hay material que me sobró.
– ¿A qué conclusiones llegaste?
– Lo que más me llamó la atención es el crecimiento político que tuvieron los participantes: cómo fueron conociéndose entre sí y cómo vieron que podían cambiar ciertas cuestiones que pasaban en el pueblo y les molestaban, pero que nunca se habían planteado cambiar. Se dieron cuenta de que juntándose, discutiendo y podían ser protagonistas de la realidad. También, y lo digo en la tesis, el sentirse pueblo, la sensación de que compartís un territorio y que tenés un destino común, eso a nivel personal es muy emocionante. Sentir a tu compañero del pueblo tan intensamente hace que se formen lazos muy fuertes. A mí me sorprendió, yo también me sentí parte.
– En la tesis vinculás este conflicto con el neoliberalismo. ¿Cuál es la relación?
– Ahora el capitalismo plantea la privatización de los bienes comunes naturales, como el agua, las semillas, la tierra. Creo que en este caso es un punto límite porque se avanza sobre el cuerpo, la salud, la población; donde ya no es algo simbólico, algo que se pueda disimular. La gente lo ve, se muere, y eso es algo que hace tomar reflexión a los pueblos. Muchos se están organizando y tomando decisiones sobre cuestiones que antes pasaban desapercibidas. Da miedo ver a lo que hemos llegado por el avance y la voracidad de ciertas políticas económicas, del capitalismo y ver que a nadie le importa.
-¿Qué aportes hace la tesis a la asamblea y al campo de la comunicación?
-La importancia se puede ver desde varias perspectivas. Yo lo hice desde la investigación, a partir de categorías de Sergio Caletti, de espacio público, construcción de visibilidad y legitimidad. Me pareció importante, desde la academia, acompañar ese proceso, y contribuir a difundir esa lucha desde un trabajo académico sistematizado. Ese fue mi aporte. Creo que el hecho de que la universidad se haga presente y le dedique tiempo y trabajo, ayuda a difundir el conflicto y a legitimar el reclamo, que era justo, no un capricho. En la tesis yo trato de demostrar eso con argumentos: no se oponen a Monsanto porque les parecía, quedó demostrado que hasta era ilegal. Hoy el ex intendente y el ex secretario de ambiente (Bocco y Arzani) están imputados por incumplimiento del deber del funcionario público. Todo esto fue logrado por la asamblea. Hay que tratar de ver dónde están las falencias del Estado de derecho, porque si no se organizan ellos, estaría Monsanto y se estarían violando la constitución y las leyes. También está la cuestión de salud y ambiental que es fundamental, pero siempre remarco todos los procedimientos que se violaron.
– Personalmente, ¿qué te significó hacer el trabajo?
– Fue un cambio muy fuerte en mi vida, me hizo crecer mucho como investigador, porque yo en el medio también me fui formando. De hecho hice en el medio un curso de “extractivismo y resistencias sociales” y lo daba como taller para los compañeros asambleístas. Significó mucho en mi formación personal, porque fui aprendiendo de todas estas temáticas y fui estudiando.
Por otro lado también me dedico a esto, a participar en conflictos socio-ambientales. Ahora me voy a hacer una maestría a Río de Janeiro en Planificación Urbana y Regional, llevo los conflictos de acá para trabajarlos en un laboratorio. Me sirvió y me marcó en lo personal, es lo que me gusta trabajar, lo que me gusta hacer, me terminó de definir. Si bien uno sabe qué le interesa, a la hora de hacerlo te das cuenta si es así o no… en mi caso sí, me encanta, y sigo en eso.
– En la tesis hablás de la importancia de vincular la comunicación con la política. ¿Cuál es el rol del comunicador en estas situaciones?
– Está bueno que como comunicadores participemos, nos involucremos con estas problemáticas para hacerlas visibles, difundirlas, que no se quede sólo con una mirada estigmatizadora. Esto último lo vivimos en carne propia, muchas veces de ciertos medios hegemónicos. Lo interesante es acercarse a esos conflictos, intentar escuchar a la gente, darle voz y difundirlo si creemos que sus reclamos son justos. Yo creo que eso es fundamental.
*Artículo publicado en El Cactus 6, edición 2017.