Por Romina Arraya *
Los wichi del Chaco salteño, cazadores y recolectores desde sus orígenes, se encuentran aislados y en cuarentena desde hace muchos años. En el marco de la pandemia Covid-19 su situación se agrava.
Conocí a la Fundación Deuda Interna en el 2012, cuando volví a vivir en la Argentina después de una década en Europa trabajando en comunicación y cine con los refugiados políticos e inmigrantes ilegales. Me había acostumbrado a trabajar con las problemáticas sociales producto de enemigos claramente identificables: guerra, pobreza o dictaduras.
Desde mi primer viaje a Misión Chaqueña (la comunidad wichi más grande de la Argentina) pude sentir, como un cachetazo, la impotencia de la complejidad de la situación catastrófica en la que se encuentran nuestros hermanos wichi. Y digo hermanos, no para romantizar mi vínculo personal, sino para legitimizar la relación que cada uno de nosotros tenemos como argentinos (lo concienticemos o no) con esta parte de nuestra sociedad a la que le hemos usurpado la tierra, desmontado su entorno y contaminado el agua, entre otras cosas, con las políticas agroindustriales y negociados turbios en la maratón desenfrenada hacia el progreso.
Las comunidades wichi, cazadoras y recolectoras desde sus orígenes milenarios, se encuentran aisladas y en cuarentena desde hace ya muchos años. Las causas son complejas por su cantidad y naturaleza. Algunas comunidades fueron desplazadas a vivir al costado de la ruta, sin acceso al agua potable y rociadas literalmente con agrotóxicos por las avionetas que fumigan los campos de soja que los rodean (donde antes estaba el monte que los alimentaba y cobijaba). Otras aún afectadas por los coletazos de la Campaña del Desierto o de algunas prácticas padecidas, que harían escandalizar a cualquier organismo de defensa de los derechos humanos, como las esterilizaciones forzadas. Todas afectadas por igual por los mismos niveles de desnutrición severa que en África, los parásitos, el Mal de Chagas, la tuberculosis, la discriminación, la violencia y el ninguneo de los medios de comunicación.
Para enfrentar la emergencia
Hoy, en el marco de la pandemia Covid 19 que nos afecta a todos en menor y mayor medida (todos sabemos que los mayores afectados son y serán los excluidos y las minorías), la realidad de las comunidades wichi se encuentra agravada por el cierre de las escuelas (donde se brindaba, en la mayoría de los casos, la única comida a que accedían los niños diariamente) y la restricción de circular para llevar a cabo la venta de artesanías y otros trabajos informales. También la falta de acceso a internet y documentación imposibilita en muchos casos a realizar los trámites del IFE (ingreso familiar excepcional) que tienen el derecho a percibir.
Del privilegio a la empatía
Las consecuencias del aislamiento, la carencia en varias de sus formas, el arrebato de las múltiples posibilidades de convivir con la naturaleza, son temas que se han instaurado en las redes sociales y los medios de comunicación, porque hoy gran parte de la población mundial está sufriendo sus efectos, en mayor o en menor medida.
Tal vez este contexto puede ser el posibilitador de trabajar como seres humanos la empatía (del latín pathos: emoción, la capacidad de percibir, comprender y compartir, poniéndose en el lugar de otro) y una oportunidad para que cada persona pueda dimensionar el lugar de privilegio en el que se encuentra y (además de valorarlo) revisar que ese lugar de privilegio es, en muchos casos, lo que la Real Academia Española denomina “privilegio odioso”, en detrimento de otro.
Así, ante tanta complejidad humana, cuando me paro en la esperanza que intento tener en nuestra especie, creo en las voluntades particulares para la construcción del bien común y bosquejo una ilusión pequeña de que podamos concientizar la deuda que cada uno de nosotros tenemos con los pueblos originarios y trabajar conjuntamente para una reparación histórica como Nación.
Para colaborar y mayor información: www.deudainterna.org
Foto principal: Julián Manuel de la Reta
* Egresada de la FCC-UNC. Voluntaria Fundación Deuda interna.