Por Andrés Manzano *

La crítica situación económica del país afecta a muchos sectores y se profundiza en los comedores y merenderos populares. Ante una demanda creciente, la decisión del Gobierno nacional de recortar presupuestos, suspender la ayuda alimentaria y auditar los comedores los obliga a subsistir con sus propios recursos. Referentes de espacios comunitarios de la provincia de Córdoba nos cuentan su situación y cómo afrontan la escasez de alimentos.

Muchos sectores de la sociedad se han visto afectados por los recortes -con lógica de motosierra- en distintas áreas y funciones del Estado. Entre ellos, los comedores comunitarios, perjudicados además por la retención del suministro de comida que la Nación enviaba regularmente como parte de políticas sociales hoy desguazadas. 

Sobre este conflicto, es conocida la denuncia del dirigente social, excandidato presidencial de Unión por la Patria (UP), Juan Grabois, contra la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, por no repartir los alimentos retenidos en galpones hace meses. Además, también se cuestionó la falta de un plan a la hora de repartir estos alimentos. 

La denuncia del referente de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) cita una estimación del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), según la cual “el 64% de los 13 millones niños, niñas y adolescentes que viven en este país son pobres”. 

“La pobreza infantil es la principal deuda que tiene la clase política en su conjunto desde hace 40 años, con los sectores más postergados de nuestro país, pero el problema y la responsabilidad que sí le cabe al actual gobierno y en particular a la Lic. Pettovello es el hecho de no hacer nada para mitigar esta situación, y lo que es peor, convirtiendo en delito, es la decisión política, devenida en acto administrativo, de suspender la entrega de alimentos básicos a los comedores mencionados, incumpliendo así, las obligaciones vigentes para que al menos 13 millones de personas puedan comer dos veces al día”, señalaba el texto presentado por Grabois.

El juez Sebastián Casanello hizo lugar al planteo y envió a Capital Humano la orden de entregar a los comedores los alrededor de seis millones de kilos de alimentos retenidos y presentar un “cronograma detallado” de su cumplimiento. El ministerio que conduce Pettovello apeló a la Cámara Federal -que confirmó el fallo de Casanello- y luego a la Cámara de Casación, que consideró “inadmisible” el planteo y también avaló lo resuelto por el juez de primera instancia.

“No hay apelación que valga frente a su infame programa de hambre. Perdieron en primera instancia, Cámara y ahora rápidamente en Casación de forma unánime. Siete jueces de trayectorias y pensamientos distintos coinciden en que el gobierno debe repartir los alimentos. Los depósitos siguen llenos. Las ollas semi vacías. Este fin de semana murieron tres personas de frío, malnutrición y abandono”, escribió Juan Grabois en la red X tras el fallo de Casación. 

Mientras esperaban la resolución de las Cámaras y tras la renuncia del secretario de Niñez y Familia Pablo de la Torre, los abogados de Capital Humano presentaron ante Cassanello un plan de distribución de leche en polvo destinada a comedores y merenderos a través de la Cooperadora para la Nutrición Infantil (CONIN).

Según datos oficiales, en Argentina existen 1768 comedores y 962 merenderos. En Córdoba, son alrededor de 230 / Foto: Revista Anfibia
Con demanda duplicada y sin suministro

Según el Registro Nacional de Comedores y Merenderos (RENACOM), en Argentina existen 1768 comedores y 962 merenderos a los que en el año 2022 asistían unas 370 mil personas. El registro se realizaba a través de la web https://rncm.mds.gob.ar/registro. Al momento de la realización de esta nota el enlace se encontraba caído.

Sin embargo, con la crisis, los espacios en las mesas se multiplicaron en todo el país como un acto de solidaridad y resistencia comunitaria, frente al aumento del hambre y la exclusión. Este acto de amor colectivo fue articulado principalmente por las organizaciones sociales y las iglesias que nunca se retiraron de los territorios con más vulnerabilidades. En esos comedores y merenderos, según los movimientos sociales, se alimentan al menos cuatro millones de personas, en su mayoría, niños, niñas, adolescentes. 

El abastecimiento de los comedores depende de la entrega de mercadería del extinto Ministerio de Desarrollo Social y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. “Con cada comedor que cae desabastecido, hay cien pibes que no comen. Cuando todos se encuentren desabastecidos, serán unos cinco millones de personas sin alimentos”, decía la denuncia de Grabois.

En la ciudad de Córdoba, donde según los datos oficiales funcionan más de 230 comedores y merenderos, el aumento de la cantidad de personas que acude por un plato de comida se agrava por los inconvenientes que afrontan las organizaciones para conseguir esos alimentos. Algunos -los menos- subsisten con otras fuentes de financiamiento y provisión de víveres, pero la mayoría, frente a una política oficial que los pone en situación de conflicto, se encuentra en riesgo de no poder cumplir su cometido.

El comedor nocturno Papa Francisco, de la Fundación San Roque, brinda cena a entre 180 y 240 personas por noche / Foto: ONG Comedor Esperanza
“Viene a comer mucha gente de barrios lejanos”

El comedor Papa Francisco está al costado del viejo Hospital San Roque, sobre Obispo Salguero. Funciona con el financiamiento de la Fundación San Roque, que nació en 1763 tras una donación de tierras en la zona de Pampa de Olaen. El usufructo turístico de esas tierras permite financiar estas y otras actividades destinadas a personas con escasos recursos y/o afectadas por enfermedades. 

Ana Maria Tonnelier es parte de una ONG llamada Comedor Esperanza que, desde hace años, se dedica a alimentar a personas en situación de calle y hoy está a cargo del comedor nocturno del San Roque, el Papa Francisco

“Atendemos a mucha gente: jubilados, pensionados y personas que viven en las pensiones del alrededor. Porque, hasta la Terminal, esta es una zona de muchas pensiones. También viene gente que está trabajando en el centro y que vive en barrios lejanos. Pasan, comen y después regresan”. 

 

Son entre 180 y 240 personas por noche. “En el caso nuestro, toda la situación de no entrega de alimentos o la demora en el reparto no nos afecta, porque esas cosas llegan desde la Fundación San Roque”.

La Fundación realiza procesos licitatorios bajo el régimen de las organizaciones del Gobierno de la Provincia. De esta manera compran los alimentos.  “Muchos comedores de Córdoba sí deben estar afectados por esta situación”, dice Tonnelier. 

Sin embargo, la situación económica no les es ajena. Cuenta que, durante los últimos meses, son más las personas que llegan desde la periferia de la ciudad a buscar su comida. “Están desde las cuatro y media de la tarde, esperando y se retiran una vez que terminamos, no es solo gente que vive acá en el centro”. 

“No vamos a lograr un país mejor castigando a los chicos”

El comedor Evaluna y sus amigos, de barrio Los Artesanos, en el sureste de la ciudad, es uno de los tantos afectados. Luego de 14 años de trabajo comunitario, hoy cuenta con su espacio propio en el que brinda alimentos a los niños del barrio y ayuda escolar. Lizbeth Piñedo, militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y referente del lugar, se preocupa: “Hoy, estamos en una situación muy crítica, porque no tenemos nada para seguir trabajando. Doblegamos las horas de trabajo para poder seguir sosteniendo, pero no alcanza”. 

“No vamos a lograr un país mejor a través de recortes, castigando a los chicos, haciéndole faltar el alimento y la educación en un mundo donde está todo digitalizado”,  plantea Ana Márquez,  coordinadora de los merenderos Manos Solidarias y Arco Iris, en la ciudad de Cruz del Eje, al noroeste de la provincia. 

Ambas referentes cuestionan las decisiones del Gobierno. Para Piñedo “es una vergüenza, un golpe bajo para los comedores y espacios, enterarse de que había muchos alimentos a punto de vencerse”, cuando a cada comedor se le hace cada vez más difícil “parar la olla”. 

“Me parece algo inhumano. Creo que, en Argentina, si bien es cierto que es un país muy rico en recursos naturales, en lo que se refiere a posibilidades de trabajo, de educación y de acceso a la alimentación -a lo básico- todo se vuelve muy escaso. Y el Gobierno no está gobernando para los que menos tienen”, opina Márquez.

La Justicia ordenó al Ministerio de Capital Humano entregar seis millones de kilos de alimentos que permanecen retenidos / Foto: Nacho Sánchez - Telam y Agencia Tierra Viva

En el interior de la provincia la situación de los comedores también es crítica. Márquez intenta graficar la complejidad. Como en los barrios donde trabajan no cuentan con espacio propio donde cocinar y servir la comida, los merenderos y comedores van cambiando de lugar. Pero, básicamente, lo que cambió es la cantidad y calidad de los alimentos que pueden brindar: “En uno de los merenderos se brindaban viandas de comidas durante dos días, que incluían carnes y verduras. Además, nosotros teníamos ventas de pan casero, y con eso se compraban las cosas para cocinar. Ahora es muy difícil, porque la venta se hace en el mismo barrio y cada vez cuesta más. También nos cuesta conseguir la leña. Y todo aumentó más de tres veces. Con la venta, antes comprábamos patas de pollos o algún corte que estaba en oferta y ahora no. No alcanza para nada”. 

Según la coordinadora, desde diciembre no llegan alimentos desde  organismos nacionales. Y lo que llega desde la Provincia no alcanza: “Ha crecido la cantidad de personas que se acerca porque no están llegando con su economía familiar para poder acceder a la alimentación, a lo básico”. Para Márquez hay “demasiada insensibilidad” ante una situación que se hace cada vez más “triste y preocupante”.

 

“Hay una persecución por parte del Gobierno”

En medio de la preocupación por alimentar a quienes lo necesitan, las referentes hablan del anuncio del Gobierno nacional de auditar los comedores.  “Para venir y constatar que nosotros trabajamos, nos hacen auditorías. No solamente es la Nación, sino también el Gobierno provincial y el municipal. Nos sentimos perseguidos por tres gobiernos diferentes. Y en realidad nos sirve, porque vienen a conocer y darse cuenta de qué forma trabajamos y cómo estamos organizados, que no somos como ellos dicen, que no es que no existimos”, señala la integrante del MTE.

“Los merenderos están inscriptos en el programa RENACOM, que se exige que envíen el punto de localización donde está ubicado el espacio, donde está la persona, la vivienda, Piden datos de quienes asisten y de cuantas meriendas se sirven o cuántos almuerzos, Toda esa información se pedía siempre y que nosotros la actualizábamos, justamente por estos cambios que había de los espacios”,  cuenta Márquez.

“Sí, existimos los comedores. Existimos los trabajadores de la economía popular. Que vengan y que vean para que no saquen otras versiones en las noticias, Nos sentimos perseguidos también, porque no existe un diálogo. Nosotros los comedores, exigimos que debe existir un diálogo previo, tener información. Si van a auditar debemos ponernos de acuerdo. Y que vengan en el horario que trabajamos. Y no venir en cualquier horario y decir que un comedor está cerrado. Tenemos horarios que cumplir, porque por $78mil que ganamos no tiene sentido que el comedor esté funcionando todo el día. El Gobierno hace esto para deslegitimar a todo lo que nosotros venimos realizando o a todo lo que estamos organizando y venimos trabajando”, cuestiona Piñedo.

Manos solidarias es uno de los merenderos que atiende a la población en emergencia en la ciudad de Cruz del Eje, al noroeste cordobés / Foto: MTE
Sentir al otro como hermano

Sin embargo, los comedores no han cerrado sus puertas. “Al contrario, seguimos trabajando aún más -aclara Piñedo-, porque tenemos que hacer trabajos de ventas para autofinanciarnos y así comprar un kilo de carne, papas o fideos, que hoy no tenemos. Todo se hace con el trabajo y esfuerzo de los compañeros. Y todos los comedores estamos pasando por lo mismo”.

Desde su espacio, Tonnelier habla del trabajo cotidiano con emoción. Nueve personas sostienen el quehacer diario: “Todos los que trabajamos acá, somos voluntarios. El único aporte que reciben los chicos es para boletos y artículos de higiene. Trabajamos con mucha dedicación, con mucha entrega. Porque todos hemos vivido situaciones adversas y nos damos cuenta que ayudar es lo más importante y sentir que el otro es nuestro hermano”. 

 

 

* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social en prácticas en el portal Qué la Secretaría de Producción y Transmedia de la FCC-UNC.