Por Andrés Manzano *
A 25 años del conflicto que marcó un hito de resistencia obrera en los años 90, algunos ex trabajadores de la emblemática cervecería que llegó a tener 700 empleados atestiguan los pesares, legados y formas de organización de una lucha que aún da que hablar.
“Cuando vienen a desalojarnos los bomberos, nos guiaron por un pasillo largo. Nos sentimos como asesinos seriales. Recuerdo a los gendarmes abrazados a los escudos esperando que saliéramos por la puerta. Me quedó grabada la situación al día de hoy. Esa sensación de terror. Quedamos sin nada”. El testimonio es de María José, hija de unos de los trabajadores de la Cervecería Córdoba. Cumplió los nueve años adentro de la fábrica. La narración refiere a la toma de la Cervecería Córdoba, conocida como la toma más larga de una fábrica argentina por parte de sus trabajadores. Duró 105 largos días.
El edificio de la Cervecería Córdoba se levantó el 1 de mayo de 1917. Ocupaba 20 mil metros cuadrados y estaba enclavado frente al río Suquía, en Arturo Orgaz 646, a metros de la cancha de Belgrano, en el barrio Alberdi de la ciudad de Córdoba.
La fábrica y sus trabajadores fueron un motor pujante de la identidad obrera e industrial de Córdoba en aquellos tiempos. La población se movía al ritmo de la Cervecería. “La cervecería era un símbolo de identidad, casi toda la gente que trabajaba en la empresa se había afincado ahí. Toda gente trabajadora. La fábrica llegó a tener 700 empleados. La gran mayoría vivía en el barrio”, contó a Qué Portal Julio Cejas, uno de los trabajadores de la fábrica de aquellos primeros tiempos.
“La fábrica le dio una impronta industrial al barrio, al desaparecer en el año 1998, resultaba difícil conseguir trabajo de calidad y bien pago, como los que habíamos tenido los empleados de la cervecería. Arrancaron los problemas familiares, algunos se dedicaron a la bebida. El conflicto trajo una disociación familiar. Todo esto afectó a la comunidad, al barrio y se trasladó a su entorno”, agregó Cejas, quien participó con otros ex compañeros en la apertura de una semana de homenaje organizada por la Facultad de Ciencias de la Comunicación, con el título: “A 25 años de la toma de la Cervecería Córdoba. Memoria, periodismo y lucha obrera”.
MEMORIA DE LUCHA CERVECERA EN LA FCC-UNC
Los obreros, la familia, la comunidad
Al cabo de varios años de políticas económicas neoliberales en el país y Córdoba, en 1998 la fábrica estaba en quiebra, aunque activa. Los trabajadores tomaron las instalaciones durante casi cuatro meses, reclamando la continuidad laboral. Finalmente, el 17 de agosto, unos 80 operarios fueron desalojados por la Policía. CCU, la empresa chilena que la había comprado, no reactivó esa planta.
En agosto de 2023, se cumplieron 25 años de aquella manifestación significativa de trabajadores ocupando la fábrica. Un acontecimiento que contó con el apoyo de las familias y en el que jugaron un papel importante las mujeres. “Al principio la toma fue por los cerveceros, después como habían pasado muchos días, las mujeres se empezaron a organizar, a la falta de dinero había que buscarle la vuelta”, recordó María José.
“Siempre me llamó la atención la impronta de las mujeres de los cerveceros, fueron un factor fundamental en la toma, la forma en que acompañaron a los muchachos con los hijos, incluso en familia. Las mujeres jugaron un papel preponderante, me llamó mucho la atención”, expresó Cejas. Destacó, además: “A nosotros como varones, en aquella época, en el año 1998, nos llamó muchísimo la atención el despliegue, la inteligencia y como se jugaron las mujeres de los empleados”.
“Escuchábamos a las mujeres reunidas en la pecera, una habitación adentro de la fábrica donde se reunían las mujeres para definir el tema de la comida, la alimentación para los chicos, a organizar la colecta para juntar el dinero para obtener la comida que faltaba. Entonces al percibir eso, uno se iba dando cuenta de lo que estaba pasando. Aparte entre los mismos trabajadores se hablaba de cómo mantener la fuente de trabajo, que si los desalojaban se quedaban sin trabajo (…) Había cosas que te ibas dando cuenta de tanto estar ahí, porque prácticamente vivíamos ahí”, recordó María José.
“Tiraron al río toda la cerveza almacenada”
Otro testimonio fue el de Hugo Abratte, operario de la fábrica, quien dijo que “en el momento de la lucha, pensábamos que la empresa iba a continuar o iba aparecer alguien que pusiera el capital para poder continuar. Es más, a las máquinas les faltaba aceite y la gente colaboraba para comprarlo para de esa forma lograr que las máquinas continuasen funcionando. Todo esto con la esperanza de seguir trabajando, pero ya estaba decidido por la CCU, que se hizo cargo de la empresa, que no iba a ser de esa forma. No querían ni a la empresa ni a la gente. Cuidábamos a la empresa como si fuese nuestra segunda casa y de un momento a otro nos quedamos sin trabajo”.
Abratte en su testimonio narró también: “Yo trabajaba adentro de la fábrica, comencé con repartos, electricidad y después pasé a zona de máquinas hasta que quedé a cargo de todo lo que era el movimiento de la fábrica. La sala de máquinas entregaba el vapor, el aire y el agua para toda la empresa, casualmente de eso se trabajaba las 24 horas del día. La fábrica me daba casa para que en cualquier hora del día pudiera lidiar con algún problema que surgiera en la producción de la cerveza. Tal vez por eso es que cuando se produjo la toma, me solicitaron que siguiera manteniendo el servicio, el frío principalmente, para no arruinar el líquido que se almacenaba en el sótano. Me dieron ese trabajo por tres meses. Cuando fue la toma me pidieron que me fuera y que abandonara lo que me habían encargado como tarea. Todo el líquido que junto a mis empleados intentábamos cuidar en caso de que la fábrica continuase funcionando fue desechado. Lo tiraron al río. Recibimos la noticia pasados unos días mientras se producía la toma”.
Entre bronca y tristeza el operario contó que se terminó todo porque se le pidió que abandonara las tareas, tal es así, que lo citaron a declarar que los presentes en la toma, eran acusados de producir algún desmán. “No acepté. Fui al juzgado y dije que estaba todo bien. Me desecharon la declaración. La orden de dejar de producir era del juez Carlos Tale. Me decían que me fuera directamente de la empresa, que cortara todos los servicios y los dejara en sus manos. Lo que ellos hicieron fue que todo se echara a perder, para poder tirar toda la cerveza almacenada”, detalló Abratte.
“Fuimos los últimos en salir de la cervecería”
María José contó también que adentro de la fábrica había muchos niños y que entonces se daban “momentos para compartir con los niños” y disfrutar de la niñez “para que no estuvieran pendientes del presente, de lo que ocurría en la fábrica”. Recordó también que se vivían con mucha intensidad las manifestaciones porque “salíamos a marchar las familias completas, ahí íbamos con todos los chicos”. Pero cuenta también que, así como al principio lo hacían “como diversión”, con el paso de las semanas se dieron cuenta de cómo era, dónde era y de qué había que hacer. “Uno fue entrando en razón de lo que ocurría”, recordó, ella que apenas tenía nueve años cuando vivió todo el proceso adentro de la fábrica. Luego recordó con pesar: “La noche final de la toma mi familia y yo fuimos los últimos en salir de la cervecería. A mi papá lo sacó la policía al último. Nosotros estábamos durmiendo al fondo en un cuarto escondido en la cervecería, tapado por los cajones. Nunca se dieron cuenta de que había un dormitorio ahí. Habían desalojados a todos de la fábrica. Cuando mi papá llegó a la comisaría, se lo llevaron detenido. Él preguntó por su familia y ahí dio el aviso de que nosotros estábamos adentro. Cuando entraron al cuarto, entraron bomberos, nos levantaron a todos. Éramos seis hermanos y un chico más que era hijo de la médica del lugar. Los bomberos nos hablaron, nos dijeron que nos iban a sacar de ahí adentro, que nos iban a retirar, que nos teníamos que ir tranquilos que no pasaba nada. Nos hicieron un juego con el tema de los cascos y de los uniformes para entretenernos y distraernos. Cuando salimos de ahí adentro pasamos por un pasillo largo hasta la entrada, fue una cosa como que nos sentimos asesinos seriales prácticamente. Aún recuerdo que estaban de los dos lados del pasillo los gendarmes con casco, la escopeta el escudo en frente y abrazados codos a codo uno al lado del otro los gendarmes hasta que saliéramos a la puerta. A esa imagen la tengo intacta todavía en mi cabeza, esa sensación que al principio dio terror, porque fue preguntarnos algo así como qué habíamos hecho de malo, por qué nos sacaban así, si no habíamos hecho nada. Estábamos durmiendo. En la inconsciencia de cada uno, cuando salís de ahí, ver que los sacaron a todos, y pensar: ‘los sacaron a todos, guau’. Quedamos sin nada”, concluyó María con la voz entrecortada y los ojos brillosos a punto de soltar lágrimas.
De la especulación inmobiliaria a la recreación urbana
El predio de la cervecería fue utilizado como depósito hasta el año 2006, cuando CCU lo vendió al grupo desarrollista Ecipsa. Se puso en marcha el proyecto inmobiliario “Antigua Cervecería”, que luego quedó trunco y hoy está judicializado como “Causa Euromayor”.
El 15 de abril de 2010 se demolió la chimenea por problemas estructurales y se construyó una réplica, como parte de un proyecto inmobiliario que prometía construir cinco torres de departamentos y un centro comercial.
Espacio Cervecería Córdoba, es el nombre con el que se lo identifica hoy al nuevo predio. Es un gran paseo plaza que se extiende por parte del área de la ex Cervecería Córdoba de barrio Alberdi. Se encuentra en la manzana delimitada por avenida Costanera, La Tablada, Arturo Orgaz y 12 de octubre, enfrente del río Suquía y junto a la cancha del club Belgrano. En el sector que da sobre La Tablada y sobre Arturo Orgaz, que en la punta tiene la réplica de la chimenea, se construyó una plaza, que permite utilizar también una calle interna que ofrece la posibilidad de apreciar el edificio de la Cervecería en su totalidad.
La plaza cuenta con “un patio de las infancias” con diversos equipamientos: juegos de vanguardia y mangrullos, situados por encima de un solado de caucho antigolpes, y también con un área gimnástica con una variedad de equipamientos para el desarrollo de actividades físicas.
La memoria en los muros
En ese mismo sector, en lo que son las ruinas de uno de los pabellones de la fábrica, se pintó un mural de 300 metros cuadrados. Es una obra del artista Matías Loffredo. Se llama “Abuela, contarme la historia”, y relata la lucha de la emblemática fábrica de ese barrio cordobés.
Por otra parte, se bloquearon todos los accesos al edificio. En esos sitios también se pintaron murales y se colocaron fotos que recrean la historia de la cervecería.
En el frente que da sobre la Costanera se construyó una explanada que permitirá la instalación de una feria de la economía circular, donde se podrán comercializar productos realizados con materiales reciclados.
El legado de la solidaridad
“Hoy hay muchos lugares en los que se dan este tipo de conflictos, porque la gente tiene mejor acceso a la información y a la comunicación. La comunicación es muy importante, la gente con un celular, que antes ni existía, es decir, la gente se comunicaba de boca en boca, muchas veces decían: ‘no le des bolilla’. Hoy ves imágenes, te nutrís con la comunicación, entonces la gente está más enterada de las cosas, hasta compra y paga con el aparato. Le han solucionado la vida a la gente, le sirve, entonces la gente está al tanto de las cosas”, es la reflexión que hace Cejas, quien ofrece además otro mensaje: “Se pone jodida la cosa muchachos ahora. Yo no me inclino para ningún lado, pero les digo que investiguen, que se informen, vean que es y traten de hacer algo que no sólo les sirva a ustedes. Hay que pensar en comunidad. No pienses que te vas a salvar solo. Eso son mentiras. No le creas a nadie que te lo diga, nadie se salva solo acá, ¿eh? Si no te salvas en comunidad, no te salva nadie. Eso es una verdad”.
* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social de la FCC-UNC. Informe producido en el taller Periodismo: de lo hecho a lo posible, del sumario a la primicia. Qué portal, coordinado por la periodista y docente Pilar Ferreyra, en el marco de las Prácticas Supervisadas en la Secretaría de Producción y Transmedia y el Programa de Apoyo y Mejoramiento de la Enseñanza de Grado (PAMEG).