Por María Paulinelli *
Los libros hablan de cómo somos, de cómo modificamos el mundo que vivimos, de cuáles son las huellas que dejamos… La memoria, la creatividad, las infinitas formas de la cultura, son los territorios elegidos para reconocer que algo está pasando. Son anuncios de cambios.
¡Hola! ¿Cómo están? Aquí estamos, de nuevo, en el diálogo que implica la lectura y la escritura. En esta conversación que se continúa más allá de las palabras. Más allá de las posibilidades de escuchar el sonido de otras voces. Más allá de pensar y de pensarnos.
Y entonces, digo, me descuelgo por la página centelleante que nos une, para contarles lo que pienso, lo que siento, en estos tiempos que vivimos. Tiempos nuevos, extraños, diferentes. Tiempos que escudriñamos vanamente desde una racionalidad casi estéril, carente de fuerza y de vigencia.
Esto es, quizás, lo que explican las palabras: Cambios, transformaciones, mutaciones. Marcan un recorrido de significaciones. De significaciones, pero también metáforas de la voracidad de un presente anulado en sí mismo en la imposibilidad de ser entendido, interpretado. Escucho a Pascal Quignard cuando afirma: “Cada instante del tiempo es un lugar donde no se vuelve”. Lo escucho y reconozco la urgencia de hacer el recorrido… desde la cercanía de lo que se fuga, desde las vivencias que, tal vez… se olviden. Por eso, las presencias que aparecen desde la nitidez de la experiencia: la memoria hecha recuerdo. Cambios. La novela del escritor chino Mo Yan.
Desde la búsqueda afanosa en la Literatura, de los signos que incursionan en otra forma de escritura: Transformaciones. Las notas al pie de Vila Matas en Bartleby y compañía.
En la entrega periódica de textos que escarban, disecan, interrogan, poetizan el inmenso espacio de la cultura de estos tiempos… de las formas que tienen los hombres de vivir últimamente. Mutaciones. Los bárbaros, de Alessandro Baricco. ¿Empezamos el recorrido? Seguramente encontraremos otras presencias, otras creaciones para escudriñar por qué los tiempos cambian, mutan, se transforman.
Ahora, en un otoño transparente, escribo. Converso con ustedes.
La nitidez de la experiencia
Cambios de Mo Yan, seudónimo de Guan Moye. Es uno de los escritores chinos más importantes de su generación, reconocido con el Premio Nobel de Literatura en 2012.
La ficción es el espacio de sus textos. Cambios, es el único que deambula en el resbaloso terreno de la memoria hecha recuerdo. Y en eso reside su capacidad para mostrar los cambios que sutilmente, se produjeron en el tiempo de su vida. “Lo que ahora describo, son recuerdos”, dice.
En los ocho capítulos del breve texto, recorre su infancia y adolescencia, para incluir algunos acontecimientos de su vida adulta. Pero este recorrido está movido por lo que señala: “Todas las cosas de este mundo sufren cambios y evoluciones”. Es por eso que los recuerdos se ordenan alrededor de las transformaciones que se producen en su vida personal desde 1969 y en un momento histórico preciso, pero motivados por las transformaciones políticas, sociales y culturales de esa época. Es decir, el período de la Revolución Cultural China, con la presencia de Mao Tse Tung, su posterior desaparición física y el pragmatismo de líderes que abandonan la pureza de los principios revolucionarios para generar la inserción en el mundo… con todo lo que implica.
En el caso particular de Mo Yan, genera también, cambios en la escritura. Esto explica la afirmación de la crítica que reconoce en su obra “esa mezcla de fantasía y realidad, de perspectiva histórica y social, que ha creado un mundo complejo en el que inserta la cultura occidental desde la tradición literaria china y la cultura narrativa popular”. De ahí que, en la tersura de su prosa, ocupa un lugar relevante, la sabiduría de la tradición que es incorporada a las nuevas formas resultantes. Dichos, refranes, sentencias dan cuenta de esta asimilación. “Para un árbol cambiar de sitio, es la muerte. Para un hombre cambiar de sitio es la vida” El aforismo milenario se contrapone a la presunta sabiduría de las nuevas experiencias. El pasado se introduce y se alza victorioso en esas presencias pequeñas, casi minúsculas.
El relato está centrado en la experiencia personal del narrador, pero también, abarca las experiencias de otros protagonistas. Se entrecruzan dichas experiencias. El relato pasa de unos a otros. La plenitud de la memoria permite que los tiempos se confundan en un ir y volver por los recuerdos. Se diluyen. Se contraponen. Se acoplan. Todo en un despliegue que ratifica la idea de movimiento, evolución, transformación. Porque de eso se trata. El cambio como signo que puede no solo conocerse mediante el desarrollo del relato, sino mediante los recursos expresivos que lo dicen.
La historia personal del protagonista, es la suma de decisiones con avances y retrocesos, con remisiones a un presente pero anclado en ese pasado que es la memoria. “Soñaba con ir a un lugar más vasto.” Por eso, ralentiza sus sucesivas experiencias que lo depositan finalmente, en el escritor que es. De la escuela a la granja comunitaria, de allí al ejército, nuevamente a la docencia como práctica. Y de allí finalmente a la escritura. De las experiencias comunitarias al crecimiento personal, de proponer y finalmente concretar. Todo enmarcado en una época donde se visualizan en lo cotidiano las transformaciones que, desde las propuestas de una revolución, hacen posible, un mundo más humano para todos: la fuerza de la movilidad social, el espacio de los sueños, la posibilidad de ser como se quiere, como se imagina, como se desea. Una revolución en todas partes.
La incorporación de la técnica a la vida cotidiana –la presencia del cine, los automóviles, los trenes, la máquina, las nuevas formas de alimentarse, de especialización del trabajo, de vivir, en definitiva– generan los nuevos valores metaforizados en la rapidez, el movimiento, la velocidad, el cambio. También como apoyatura de esa metáfora, el relato oscila entre distintos años: 1967 y 2008, 1974 y 1999… Por eso el narrador, no vacila en reconocer el protagonismo de personajes que corporizan ese sentido de contestariedad frente a lo establecido. Dibuja así, una sutil línea de sus historias para mostrar la relevancia de estas actitudes de transformaciones. El personaje de He Zhiwu lo ejemplifica ajustadamente. Comienza siendo un transgresor de las normas escolares para transformarse en una nueva y diferente manera de estar en el mundo. Cambios, todos cambios… hasta en la estructura del relato, como les decía. Un pasado, sin embargo, que permanece, tamizado por la nostalgia de lo que ya no vuelve. “Sé cómo funcionan las cosas hoy en día”, exclama. “Las cosas del pasado, las recuerdo mejor”, corrobora.
Una buena experiencia de lectura. Siempre, leer a los orientales, es una práctica gratificante. Es posible bucear en la transparencia de sus palabras, para encontrar las significaciones que provee la permanencia de una sabiduría persistente a pesar de los cambios que proponen y suceden en sus textos. Afuera, el sol no cambia. La tarde se torna incandescente de tanto verde y brillos suspendidos.
Me pregunto nuevamente: ¿Qué quedó de una revolución tan pero tan fuerte que quiso cambiar hasta la forma de vivir todos los días? En ese sentimiento de nostalgia de Mo Yan, ¿no estará oculta la tristeza de un sueño que finalmente quedó solo en un sueño? Cambios, hubo cambios… quizás volátiles como las metáforas que los nombran, que los dicen. Quizás… eso era lo único posible… ¿Sólo eso?
Transformaciones en la literatura
Bartleby y compañía, de Enrique Vila Matas. El texto se propone como un diario. También “como un cuaderno de notas a pie de página que comentarán un texto invisible”. Tres datos nos indican consideraciones relevantes: *un diario, es decir las experiencias cotidianas de un narrador –modalidad escrituraria relevante en la contemporaneidad–, agrego
*Notas a pie de página: “Sección inferior en la cual suele incluirse información adicional al cuerpo del contenido”, define el diccionario. Continúa: “La idea es marcar la diferencia y separación que los pies de páginas tienen respecto al cuerpo del texto que acompañan”.
Contradicción inicial sobre el tipo de discurso. ¿Un Diario? ¿Dónde se especifica el itinerario temporal de la experiencia del narrador? Una experiencia mínima, casi inexistente en el gran fresco que compone de la literatura de los Bartleby. Por lo que, el Diario como tal, referenciaría las transformaciones de la literatura en el ordenamiento que suponen las 86 notas que componen el texto. Transformaciones. Por otro lado. Cuaderno de notas a pie de página… ¿de qué cuerpo discursivo? Avancemos.
*El texto invisible, ¿es lo que justifica la caracterización de notas al pie? ¿Por qué es un texto invisible y cuál es? Vila Matas lo define luego de identificarse como rastreador de Bartlebys –“Seres en los que habita una profunda negación del mundo”–. Ese síndrome que es “el mal endémico de las letras contemporáneas, la pulsión negativa o la atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo una conciencia literaria muy grande (o quizás por eso) no lleguen a escribir nunca o bien escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o bien, tras poner en marcha sin problemas una obra en progreso, queden, un día literalmente paralizados para siempre”. Texto invisible, pues, derivado de una cierta afección negativa de los escritores, que provoca la transformación de la escritura como producto. De ahí esa invisibilidad.
De ahí, también, que el texto sea un cuaderno de notas a pie de página… porque simula la transformación de la literatura contemporánea en la negación de sí misma como texto, como producto discursivo. Esa es la cuestión: la transformación. Se propone pues, rastrear los textos que no fueron escritos o que dejaron de ser escritos. La metáfora elegida para referenciarlos, es los Bartleby, ese personaje de un cuento de oficinistas de Herman Melville, de quien se ignora todo. Nadie sabe quién es, de dónde viene, qué hace… porque nunca hace nada en su tarea de oficinista, y cuando se le pregunta “dónde nació o se le encarga un trabajo o se le pide que cuente algo sobre él, siempre responde diciendo: Preferiría no hacerlo”.
Por lo tanto, Bartleby y compañía se proponen como un rastreo de las transformaciones de la literatura contemporánea en su incapacidad para concretarse como texto. Y entonces, el narrador, en esa especie de Prólogo inicial –que no está definido como tal– explica: “Estoy convencido de que solo del rastreo del laberinto del No, pueden surgir los caminos que quedan abiertos para la escritura que viene. A ver si soy capaz de sugerirlos. Escribiré notas a pie de página que comentarán un texto invisible, y no por eso inexistente, ya que muy bien podría ser que ese texto fantasma acabe quedando como en suspensión en la literatura del próximo milenio. De la pulsión negativa, del rechazo, solo del laberinto lúcido del no, puede surgir la escritura por venir”.
(Un pie de página mío: Vila Matas publica el texto en el 2000)
Es por lo tanto una propuesta, una sugerencia-tomando sus palabras- de la literatura en un nuevo tiempo, en ese milenio que comienza. Las notas se deslizan en el tiempo de la escritura. Rastrean, indagan, coleccionan. No tienen un orden cronológico. Tampoco un orden lógico de tal o cual categoría. Se desplazan simplemente, con la libertad que da la carencia de las normas. Es por eso que afirma: “Todo permanece pero cambia, pues lo de siempre se repite mortal en lo nuevo, que pasa rapidísimo.” Transformaciones, pues que vienen de lo que está siendo, para convertirse en lo que será.
Podría proponerles recorrer juntos las notas a pie…Sería imposible comunicar tanta información, tanta versatilidad de datos, tanto sentido impune de la creatividad de tantos escritores… de tantos bartlebys. Desde los poetas, los ensayistas, los narradores a los balbuceos de las experimentaciones… desde los espacios legitimados por la academia y el mercado a los espacios no reconocidos, a lo desconocido… desde la Europa milenaria a Oriente y América Latina…. Desde el silencio por el horror de la inhumanidad de los hombres a la elección del silencio como afirmación de la vida… Desde las certezas de la ausencia de contenidos para armar los relatos hasta el desdén de los editores para no publicar lo ya escrito… Desde la carencia de imaginación para crear nuevos mundos hasta la incompletud de esos textos que no lograron finales… Desde los escritores solitarios ocultos y aislados, hasta los que terminan su vida como mudos suicidas… Desde las búsquedas infructuosas de un lenguaje posible hasta el silencio enervante de lo que no puede decirse… Desde… hasta… Desde…hasta… Y así seguiría…en una imposibilidad cierta de poder contarlo todo.
Miro mi libro oscurecido de tantos subrayados. Me pregunto cómo será esa literatura y si ya no la tenemos. No tengo respuestas certeras. Solo insistir en las transformaciones, que suceden y que han sucedido.
Interesante. Un genio Vila Matas. Maravilloso. (No dejen de leer Chet Baker piensa en su arte. Levitarán, quedarán suspendidos ante tanta creatividad, tanta inteligencia. Imagínense lo que significa proponer un texto donde los sonidos y las palabras, la música y la literatura buscan juntas la referencialidad de los significados. Menuda propuesta, ¿no?). La identificación entre la forma discursiva y los contenidos.
El inmenso espacio de la cultura de estos tiempos
Los Barbaros. Ensayo sobre la mutación de Alessandro Baricco. El texto reproduce las treinta entregas que, en el mismo año, el autor publicó en el periódico La República. Incluye además dos nuevos textos en el inicio y dos en el cierre, que justifican las transformaciones propias de la publicación en formato libro. Veamos la estructura del texto por las implicancias de estas inclusiones.
*Nota del editor italiano: señala la recopilación de las treinta entregas, manteniendo las modalidades de la publicación original. Explica y justifica la incorporación de las Notas y Fechas al final con los nombres de sus autores.
*Nota del autor: Detalla la génesis del libro y las motivaciones de la publicación periódica. “Lo escribí entre mayo y octubre de 2006 a un ritmo que para mí resulta más bien desaforado”. Ese ritmo es lo que justifica ciertas diferencias “con un libro de ensayo. Habría utilizado un lenguaje distinto, habría argumentado mucho más, habría reflexionado mucho más y, al poder volver atrás y corregir, habría construido mejor la arquitectura del discurso”. Es que, continúa, “estaba más preocupado por la urgencia de pensar que por la prudencia de publicar”. De modo que justifica la recopilación de dichos textos manteniendo esa propuesta inicial: “Me apetecía que el texto siguiera siendo lo que era en un principio, con sus debilidades, sus incautas velocidades y su franca barbarie”. Es decir que asume las transformaciones, mutaciones –para usar el nombre del proceso que indaga– del discurso. Mutaciones respecto al ensayo tradicional y a su vez, a las publicaciones periódicas que componen el cuerpo del texto ahora en un formato distinto, el libro. Más aún, fíjense que enuncia” franca barbarie” lo que implica que dichas mutaciones se orientan a las particularidades de los protagonistas, los bárbaros.
* El cuerpo del texto compuesto por un Inicio, las entregas y una especie de Epílogo titulado La gran muralla. Se reproducen sin cambios, las publicaciones originales de las entregas.
* Notas: nombres y expresiones marcadas con un asterisco en el texto periodístico que completan datos y referencias.
* Fechas: “una selección de noticias relativas a cada uno de los días en que aparecieron las entregas correspondientes”. Es, este apartado lo que implica una ratificación del propósito inicial del autor, en ese mantenimiento de la contextualización. Originalmente, en el periódico en cuanto espacio informativo; ahora con este resumen de los acontecimientos producidos. Interesante, ¿no?
La tarde avanza. El otoño parece haber mutado en cierta primavera. El tiempo es cálido y el viento juega con las nubes. Yo… converso, sin interrupciones, con Ustedes.
El cuerpo del texto –la transcripción de las entregas– puede graficarse como un mapa del territorio a recorrer. Y digo así porque lo expresa en la metáfora del torreón como el lugar desde donde mira el mundo: “Que fuerte sopla el viento en este torreón”. Un Inicio, cinco capítulos, desglosados en fragmentos –Epígrafes, Saqueos, Respirar con las branquias de Google, Perder el alma, Retratos– y el Epílogo lo componen. Recorramos, el territorio dibujado por las palabras. Iniciemos la aventura de conocer las mutaciones que produjeron los bárbaros con su presencia… y mutemos también, en la lectura… en la comprensión de que los tiempos mutan…
Inicio. Lo llamaría Protocolos para avanzar en la lectura. Baricco no escatima su presencia. Apelaciones, indicaciones, notas, se entremezclan en ese deslizarse por el territorio de la escritura. Direcciona la lectura para evitar los inútiles tanteos, para que sepamos que todo es importante, a la vez, es diferente, nuevo. Hubo y hay cambios generadores de transformaciones, de mutaciones continuas. Por eso, resume, acota, recuerda, ratifica. Todo en una poetización de la experiencia de pensar y hacer pensar. Así, entonces, es que explica el porqué de la publicación por entregas. “Me atraía la fragilidad del asunto” … ”De vez en cuando y no solo en el trabajo, uno busca la indigencia. Y es posiblemente una forma de recuperar cierta autenticidad”. ¡Ya está! Propósito inicial. Escribirá un ensayo “una tentativa de pensar escribiendo”. Es por eso, continúa, que quiere “comprender en qué consiste la mutación que veo a mi alrededor”. Comprender que “Todo el mundo percibe en el ambiente, un incomprensible apocalipsis inminente y por todas partes esta voz que corre: los bárbaros están llegando”. Se explica a sí mismo, busca justificaciones de los avances de la historia de los hombres. Establece la particularidad de este momento. “Esta vez parece distinto. Están cambiando el mapa. Tal vez, ya lo hayan cambiado”. Es por eso que escribirá mientras piensa desde el torreón donde se encuentra para poder mirar mejor. “Me gustaría examinar la mutación no para explicar su origen, sino para conseguir aunque sea desde lejos, dibujarla”. De ahí que escriba un libro. Un libro –apunto yo– en esas entregas de La República.
Mutó en eso la significación de libro como producto cultural. Ahora el libro tiene otro espacio donde vive -los diarios- y tiene otra función: “Es un viaje para caminantes pacientes”. Como apoyatura de esos ciertos protocolos coloca epígrafes al comienzo que darán cuenta del camino. “Sirven como viático”. Y entonces, formula el primero de los cuatro epígrafes que guiaran el texto: Un primer epígrafe que nos adentra en el clima de época. Lo dibuja en las imágenes que dice: “El miedo a ser derrotados y destruidos por hordas bárbaras es tan viejo como la historia de la civilización. Imágenes de desertización, de jardines saqueados por nómadas y de edificios en ruinas en los que pastan los rebaños…”. Hubo otros tiempos donde también, hubo modificaciones, cambios, mutaciones. Es importante saber que en la Historia de la Humanidad hubo otros bárbaros… y el mundo siguió andando.
Veamos los otros tres epígrafes.
El segundo epígrafe ancla en un momento determinado de esos cambios: el Romanticismo con Beethoven como protagonista y el estreno de la Novena Sinfonía como acontecimiento. Es por eso que apunta: “Elegancia, pureza y medida que eran los principios de nuestro arte, se han ido rindiendo gradualmente al nuevo estilo, frívolo y afectado que estos tiempos, de talento superficial, han adoptado…” “ …no consiguen pensar en otra cosas que no sean los trajes, la moda, el chismorreo, la lectura de novelas y la disipación moral…” “Beethoven escribe para esos cerebros…”. Una nueva manera de mirar el mundo, los hombres y sus acciones. La subjetividad, la libertad, la irracionalidad como los estamentos de donde se expanden estas formas diferentes.
El tercer epígrafe: “Micky Mouse”. Solo ese nombre. Uno de los protagonistas indiscutidos de una forma de cultura en el siglo XX, resultante de las transformaciones de que habla el segundo epígrafe. Explicita su significación a partir de la experiencia de Walter Benjamín en el rastreo de la cultura de su tiempo, en esa búsqueda del sentido del mundo no como estaba construido, sino en lo que estaba convirtiéndose: “Lo que le fascinaba en el presente, eran los indicios de las mutaciones que acabarían disolviendo ese presente”. Acentúa así la significación del conocimiento y la verdad: “Para comprender el mundo. No para ser un erudito inútil”. Y allí está Micky Mouse referenciando esa nueva forma de experiencia.
El cuarto epígrafe, lo toma de una novela de Cormac McCarthy donde el sheriff –personaje principal– ante la maldad sin explicación de uno de los protagonistas, piensa que nunca había conocido ni conocería a una persona así. Se pregunta a sí mismo “si no sería una nueva clase de ser humano”. Es que -concretamente- y aquí la transcripción del epígrafe: “Era de trato fácil. Pero yo no sabía que decirle. ¿Qué le decís a un hombre que reconoce no tener alma? ¿Qué sentido tiene decirle nada? Pensé mucho en ello. Pero él no era nada comparado con lo que estaba por venir”. Genial, ¿no? La imposibilidad de conocer, explicar, entender a alguien –común, como todos– que parece no tener el elemento que por siglos definía a los humanos: el alma. Pero más aún: esa condición solo era un adelanto, un esbozo, algo posible en los tiempos que vendrían.
Epígrafes como protocolos, les decía. Avisos para tener en cuenta en el camino que es el libro: Los cambios en la historia del mundo. Cambios que apelan a las formas de conocimiento de ese mundo. Cambios que establecen nuevos paradigmas. Cambios que auguran más transformaciones. Mutaciones.
La tarde avanza. Nubes oscuras borran la luminosidad y la transparencia del otoño. Transforman la quietud en torbellino. Los colores en tonos desvaídos. El silencio en ruidos y susurros. La tarde sigue siendo. Es solo una mutación la que acontece.
Merodeo, los capítulos que siguen. Saqueos con fragmentos titulados Vino, Animal, Futbol, Libros. El mapa señala los territorios demarcados y desde el torreón de la lectura, reconocemos la pérdida de gestos. El reemplazo por otros, más simples pero espectaculares. Mutaciones que hablan desde la consideración de elementos propios del mundo que habitamos. Así de los saqueos en el vino, enumera: disminución de la calidad y consiguiente aumento de la cantidad. Innovación tecnológica. La belleza sustituida por la espectacularidad. Evolución en las formas de expresión. Emergencia del Imperialismo como nuevo orden mundial. Lucha entre el poder consolidado y nuevas modalidades…
Sentencia: “La mirada que se detiene sobre un único rasgo de la invasión bárbara se aproxima peligrosamente a la pura y simple estupidez”. Trato de no perder la amplitud de la mirada. Sigo con el fútbol y las mutaciones producidas que conducen a esta afirmación: “En todos los saqueos está escrita esta sentencia: Un sistema está vivo cuando el sentido se encuentra presente en todas partes y de manera dinámica. Si el sentido está localizado e inmóvil el sistema muere”. Los libros –el capítulo que sigue– me conducen a nuevas consideraciones que justifican tantos cambios, tantas mutaciones… Legitimaciones… Interrelaciones… Producciones… Todo lo que hace vivo a un libro y que supone la relevancia como objeto de comunicación.
Sigo porque quiero que ustedes piensen las mutaciones en los libros a partir de esta afirmación de Baricco –de ese viajecito, como llama a este fragmento–: “Le gustaría que aprendiéramos dos cosas. La primera los grandes mercaderes no crean necesidades: las satisfacen. Si se dan nuevas necesidades, estas nacen del hecho de que nueva es la gente que ha tenido acceso al reservado campo del deseo. La segunda en esa aldea, los bárbaros sacrifican incluso el barrio más alto, noble y hermoso, en favor de una dinamización del sentido. Vacían el tabernáculo con tal de que corra el aire. Tienen una buena razón para hacerlo: es el aire que ellos respiran”.
¿Identificamos y entendemos ahora cómo los libros son los libros en este tiempo?
La tarde se acaba. Muta en noche. Imagino. Casi sueño. Baricco propone “intentar unir las estrellas en la figura completa de una constelación: ese sería el retrato de los bárbaros”. Lo transcribo no solo por la contundencia sino por la poesía de su prosa. “Una innovación tecnológica que rompe con los privilegios de una casta, abriendo la posibilidad de un gesto a una población nueva. El éxtasis comercial que va a poblar ese gigantesco ensanchamiento de los campos de juego. El valor de la espectacularidad como único valor intocable. La adopción de una lengua moderna como lengua base de toda experiencia, como condición previa para todo acontecimiento. La simplificación, la superficialidad, la velocidad, la medianía. El pacífico acomodo a la ideología del imperio americano El laicismo instintivo, que pulveriza lo sagrado en una miríada de intensidades más leves y prosaicas. La sorprendente idea de que algo, cualquier cosa, tenga sentido e importancia únicamente si consigue enmarcarse en una secuencia más amplia de experiencias”. Su mirada se vuelve a la invención de estos tiempos: Google. Invención que, modifica el saber, las formas de conocimiento. Ahora, como trayectoria. “El gesto de conocer debe ser algo parecido a surcar rápidamente por lo inteligible humano, reconstruyendo las trayectorias dispersas a las que llamamos ideas, o hechos o personas”. Y continúa: “…en la necesidad de reconocer la mutación en curso de la invasión bárbara, es necesario que la miremos desde el punto exacto en el que estamos ahora y que la comprendamos como una consecuencia de la profunda transformación que ha dictado una nueva forma de experiencia”. Lo repito: una nueva forma de experiencia.
Podría seguir delimitando territorios. Hablar de la desaparición del alma. Comprobar las diferencias en los nuevos retratos que hablan de la espectacularidad, de la nostalgia, del pasado, de la autenticidad, de la democracia, de la educación… Podría…Podría… Les dejo a ustedes la lectura, el recorrido.
Leo en voz alta, el Epílogo, último capítulo. La dimensión del mundo muta en sueños. Lo acompaño a Baricco. Ahora, en la noche que invade estos momentos, miramos juntos la Muralla. La gran Muralla. La muralla de los chinos, milenaria. Muy antigua. ”Parece la fortificación de una frontera, pero es la invención de una frontera”, escucho que me dice. Imagino la inmovilidad, la fortaleza, la inconmensurabilidad y me pregunto si eso significa esa dualidad tan conocida de la civilización y la barbarie. Los dos lados. En dónde podemos ubicarnos. Del lado de la civilización seguramente… pero me escuece la curiosidad del movimiento, de la mutación que diviso allá del otro lado. “Una idea distinta respecto a qué es la experiencia, y un emplazamiento distinto del sentido en el tejido de la existencia”.
Seguimos caminando. De nuevo retoma la palabra y me dice, mirándome a los ojos: “Aceptar la idea de una mutación en curso no significa que deba aceptarse cuando sucede tal y como es, sin dejar la huella de nuestros pasos. Lo que llegaremos a ser, sigue siendo hijo de lo que queríamos llegar a ser.”
Quedo embelesada. ¿Puedo entonces –le pregunto– entrar en la mutación en un gesto que supere las inútiles y viejas antinomias y nos permita no dejar a salvo, sino mutar para que el mundo se transforme en un tiempo diferente? Se suma, en el silencio que hemos hecho, la palabra pausada de McCarthy, que referencia la imagen de un hombre tallando la piedra, dejando así una huella. “Y debo decir que lo único que se me ocurre pensar –de ese hombre– es que su corazón albergaba una especie de promesa. Me gustaría formular esa clase de promesa. Creo que eso es lo que más me gustaría”.
No importa qué tiempo ha transcurrido. Ahora somos tres quienes caminamos en torno a la muralla. Quizás, Ustedes, se plieguen a esta marcha.
La mutación la hacemos entre todos. Somos los bárbaros, nosotros, quienes estamos caminando en una muralla que no existe porque es imaginaria. El mundo está siendo otro. La continuidad de la vida es el reconocimiento de que todo cambia y todo se transforma. Se muta desde un estado de existencia. Lo nuevo y lo viejo se confunden en ese nuevo estado de barbarie. Estamos mutando lentamente. Los bárbaros llegan. Están llegando todavía. Así con el gerundio que lo expresa. Ese tiempo se acomoda hace quince años. 2006 para ser más precisos. Las mutaciones se siguen produciendo. Hoy, a lo mejor, los bárbaros ya están aquí para quedarse.
¡Qué cosa que tienen los libros y los hombres! Nos hacen vivir a pesar del aislamiento, la soledad y la tristeza de este tiempo. Me posibilitan los encuentros con ustedes, Baricco, Mo Yan y Vila Matas. Permiten, volver a ese espacio del tiempo desde donde no se vuelve porque es el pasado, lo anterior, lo sucedido.
Un abrazo desde el territorio inagotable de las experiencias con palabras. Nos reencontramos muy pronto.
Textos
-Mo Yan (2012). Cambios. Seix Barral. Buenos Aires.
-Vila Matas, Enrique (2000). Bartleby y compañía. Anagrama Barcelona.
-Baricco, Alessandro (2008). Los Bárbaros. Ensayo sobre la mutación. Anagrama. Barcelona.
Foto principal: www.letraslibres.com
* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.