Hernán Brienza habla de la lógica que lleva a un gobierno a polarizar cuando está creciendo, o a generar una política hegemónica cuando logra instalarse. Además, dice que el problema en el periodismo es la unicidad de relato. 

Por Daniela Balverde Moll – Fotos: María Sol Bender

−Está llegando, ¿dónde lo entrevistamos? En la Biblioteca está la muestra de Sarlanga, va a quedar bueno para las fotos.
−Bueno, vamos.

Para algunos es periodista político, para otros periodista K, Hernán Brienza dice que no tiene muy en claro qué es el periodismo. Sí sabe, por experiencia propia, que el periodismo empresarial no es mucho mejor que el oficialista o periodismo militante.

Llegó a Córdoba para presentar su nuevo libro Urquiza: el salvaje, y para dar una conferencia en la Bienal de Periodismo en la Facultad de Comunicación, que se llamó “Periodismo en tiempos de amigos y enemigos”. El título nace de la discusión entre dos modelos políticos que existe en Argentina hace ciento cincuenta años. “A grandes rasgos son el mercado interno, por un lado, y el modelo agro exportador, por otro, y a partir de ello pelean sus ejecutores culturales. Ya sean escritores, sean periodistas, sean intelectuales, políticos y fuerzas militares también y, bueno, casos más extremos”, dice el escritor.

Para Brienza esa lógica amigo-enemigo transparenta la división y produce un achicamiento de las posibilidades de debate. “Vemos que cuando uno de los dos polos se convierte en hegemónico, el debate desaparece. No hay grieta porque desaparece uno de los contendientes, por lo tanto la calidad democrática del debate se deshace”.

El historiador cree que es más interesante una lógica sonsa y prodemocrática como la de amigo-enemigo que la desaparición de uno de los contendientes.

Algo parecido decís en una carta abierta: “basta con que existan dos polos y una lógica centrífuga para que la democracia corra peligro”
Hay momentos en los cuales esa polarización impide dialogar y se produce una lógica centrifuga que entorpece las relaciones democráticas en una sociedad. Lo malo ahí es la lógica centrífuga y fundamentalmente la fragmentación. Se fragmenta y no hay diálogo, allí es donde se producen gesticulaciones, como la de dos “Penado 14”, en las cuales no se entienden, no se escuchan, no se hablan. Tienden a alejar sus posiciones en vez de llegar, no a un acuerdo, pero si a un respeto de la diversidad, de la rivalidad.

¿Para vos es funcional al poder, de acuerdo a sus necesidades, mantener o rechazar esa lógica amigo-enemigo?
El poder tiene distintas facetas. Uno es el poder político, otro es el poder económico, otro es el poder mediático, digamos, en el sentido de que a veces formamos parte de una misma unidad y otras veces no. ¿En qué momento se necesita la polarización? Yo creo que hoy por ejemplo, un gobierno o una fuerza política necesita la polarización cuando está creciendo. Cuando está instalado necesita generar una política hegemónica. El Kirchnerismo quedó atrapado en su lógica amigo-enemigo y creo que el Macrismo lejos de aplacarla, la profundizó. Hoy esa lógica está mucho más fuerte que antes. Por lo tanto, pensar qué necesita el poder en términos estratégicos, es pensar en cada uno de los momentos históricos, a veces necesita planchar y hegemonizar y otras necesita polarizar.

Ante estos polos ¿Cuál sería la función del periodismo?
No tengo muy claro qué es el periodismo y cuál es su rol. Lo mejor que puede hacer el periodismo es, en todo caso, reflejar con honestidad intelectual, cuáles son cada una de sus posiciones. Creo que una vez generadas las pautas mínimas de democracia en los países de América Latina el principal problema está en las formas hegemónicas de producir y distribuir la información a la sociedad.

El principal foco autoritario está en las grandes empresas, en las formas en las cuales intentan tener una sola verdad, una sola narración de lo que es el relato político, de espectáculo, futbolístico. El problema es la unicidad de ese relato desde el mundo privado o desde los grandes medios de comunicación.

Brienza defiende que existan distintos tipos de periodismo: “Puede haber periodismo comercial, militante, oficialista, opositor, mercenario. Yo creo que cada uno tiene derecho a ser, a ejercer el periodismo que quiera ejercer. El problema es cuando se obliga a hacer periodismo de una sola forma”. Cuando creemos que hay una sola forma de distribución de ese periodismo, entonces se empobrece el debate y se genera un verdadero autoritarismo.

“El periodismo siempre está mediado por algo”, dice. A veces por la ideología, otras por la pauta publicitaria, o por los intereses personales del CEO de una empresa.

Un salvaje

Su motivación para escribir su nuevo libro Urquiza, el salvaje, nació de pensar al personaje en medio de dos líneas: la nacional y popular, y la liberal conservadora. Urquiza quería lograr la unidad nacional, la organización nacional, buscaba fusionar el partido liberal y el partido federal. “A mí me pareció que era un personaje con un fondo dramático muy fuerte como para poder contar esa encrucijada, esa traición a sí mismo, ese cruce de intereses y al mismo tiempo como se va formando la organización nacional. Urquiza, era un personaje que me permitía contar todas esas cosas”, cuenta Brienza.

“El salvaje”, como lo llamaban los federales: “salvaje unitario”, es el título que eligió. Sin embargo también hay rasgos de su personalidad avasalladora. “Esta lógica de ciento cincuenta y dos hijos, de tener docenas de mujeres y, al mismo tiempo, de vivir en guerra y de intentar pacificar un país y ser asesinado. Hablaba de una exuberancia en su persona; la palabra salvaje generaba la tensión necesaria sobre su apellido”.

El libro empieza hablando de la gran cantidad de mujeres con las que había estado: “un buen principio es una fórmula muy eficaz”, recuerda Brienza. Al momento de escribir, el autor intenta meterse en la cabeza de Francis Ford Coppola para pensar cómo la contaría él desde el cine. Cree que esa es la forma que mejor le sale, y que el lector agradece esa caricia estética de no empezar un libro de historia biográfica con el día del nacimiento del protagonista.

“El libro tiene investigación histórica, fuentes, datos, que permiten ser recreados. Utiliza las herramientas de la crónica periodística, herramientas literarias, para poder contar sin fallar a lo que digan los textos y las fuentes. Yo trato de no inventar nada de lo que escribo. Lo que si trato es de ponerle color y eso es válido, creo que hago crónicas históricas”, cuenta el escritor.

¿Qué aporta un libro como este, sobre Urquiza?
Primero, una mirada que no sea blanco y negro, que no sea amigo enemigo, que no sea binaria. Creo que ni Rosas es tan bueno como quieren los revisionistas ni tan malo como quieren los liberales, lo mismo pasa con Urquiza. Los personajes pueden ser buenos y malos en sí mismos y eso es una mirada diferente sobre lo que ocurre en la historia argentina donde son un poco más binarios y hablan más de procesos que de personajes. El segundo punto es pensar la lógica de la organización nacional en el medio de una guerra civil del Río de La Plata, que excede a la Argentina, a Uruguay, a Brasil y a Paraguay. Es un enfrentamiento regional, no es un enfrentamiento de naciones, ni entre naciones. Porque los partidos liberales peleaban con los partidos federales ya sea uruguayo o argentino y, en el medio, el imperio brasileño lograba su propio beneficio.

 

Brienza friendly

Se suma más gente a la biblioteca, para verlo, sacarse fotos, hacerle preguntas, y más fotos. “Estas chicas me entrevistan me sacan fotos, pero no me convidan un mate”, dice. El mate pasa de mano en mano hasta llegar al auditorio donde se realiza la charla. Sigue saludando gente, posa para las fotos y contesta preguntas.

Mariano Saravia es el encargado de presentarlo. Brienza dice que cuando alguien es tan alabado tiene que preocuparse porque algo está haciendo mal. Se olvidó por un momento que tiene a los medios en contra.

Inicia su conferencia Periodismo en tiempos de amigos y enemigos: hace chistes, habla en serio. Dice que “la verdad no existe, que todo depende de quién lo diga, de quién lo escuche”. Recuerda que tiene a los medios en contra y que está desempleado. Habla de la lógica amigo enemigo y todos escuchan.

Alguien levanta la mano, él contesta. Se sorprende de que nadie haga preguntas o lo critique. Todos nos preguntamos por qué nadie crítica.

Más tarde ese día, comentó en su cuenta de Facebook lo bien que la había pasado en la Facultad:

https://www.facebook.com/hernan.brienza/posts/10154534589132321

Parece que él también se fue contento.