Por Carlos Julio Sánchez *
“No odiamos, no queremos venganza, no queremos que muera nadie… Sólo queremos Justicia”, plantean la familia y amigos del adolescente víctima de gatillo fácil en Paso Viejo, al noroeste cordobés. La Cámara del Crimen de Villa Dolores ordenó liberar a dos de los cinco policías que dispararon más de treinta proyectiles.
La madrugada del 25 de octubre de 2020 muchos vecinos y vecinas de Paso Viejo escucharon el estruendo de las balas. Los que vivimos más lejos de la plaza nos despertamos esa mañana con la noticia de que habían matado un chico. Algún medio había hablado, muy temprano, de “enfrentamiento” y “tiroteo”. Nos convocamos a las 10 horas en la plaza. Había un movilero de Cadena 3. Varios vecinos y vecinas le gritaban: “¡Decí la verdad, decí la verdad, los chicos no tenían ningún arma!”. El frente de la sede policial estaba destrozado.
Ahí nos fuimos enterando de que los policías echaron a los chicos de la plaza, y más tarde de detrás del dispensario, y al rato, la encerrona, los disparos, el asesinato de Joaquín, la herida de Braian Villada, el abandono, la corrida, el pedido de ayuda a la misma policía de parte los chicos y chicas que estaban en la plaza y de cómo fueron recibidos y recibidas a tiros provocando la indignación y el apedreo del edificio.
En esos días, amigos, amigas y familiares de Joaquín juntaron los materiales e hicieron una pared en el lugar donde fue asesinado, una grutita, un mural con su rostro, el nombre de sus compañeros, inscripciones de cariño. Ahí nos juntamos desde ese día todos los lunes. Los primeros lunes nos reuníamos en la plaza, hacíamos carteles y caminábamos por distintas calles del pueblo hasta el mural. Últimamente vamos al mural directamente. A veces somos veinte personas, a veces más, a veces menos. Hacemos carteles, caminamos, prendemos velas en la grutita, conversamos, lloramos. A veces rezamos un padrenuestro y un avemaría. Cuando hay novedades de la causa, las comentamos y pensamos qué podemos ir haciendo.
Un lunes, cerca de Navidad, colgamos adornos en el tala que cobija el mural. Otro lunes vimos un video. Una vez vinieron a visitarnos Los Caruchines, de Córdoba y nos juntamos en la cancha de fútbol. Cuando se rumoreó que podrían dejar libres a cuatro de los policías fuimos a los tribunales de Cruz del Eje. A los cuatro meses del homicidio, también. Nos acompañaron amigos y amigas de Cruz del Eje, chicas y chicos del Movimiento Campesino, de la mesa de derechos humanos y de otras organizaciones.
Así de sencillas son nuestras juntadas. Tranquilas, a veces silenciosas.
Varios chicos dejaron de venir. Se dice que los parceleros no contratan para la cosecha a los que vengan los lunes al mural. Nos duelen los comentarios jodidos, estigmatizando a los changos. Que chupan, que se drogan, que chorean… Está claro que en el pueblo corre el alcohol, la droga y el choreo entre muchos changos. Como si el alcohol lloviera, a la droga la trajera el viento y los objetos robados los comprara una empresa china. Nos duele que se diga que la solución es “mano dura” o se justifique el tiro por la espalda, cuando no hay más oportunidades para la changada que la explotación en la cosechas, o la cárcel de Cruz del Eje, del lado de las rejas la mayoría, del lado de afuera de las rejas algunos. A Joaquín no le dieron ni siquiera esas.
Nos juntamos los lunes un grupo de indignados e indignadas. Pero no odiamos, no queremos venganza, no queremos que muera nadie, no le deseamos el mal a las familias de los policías ni a los o las camaristas que liberaron a dos de los policías en los últimos días. Sólo queremos Justicia por Joaquín, para sanar esa tremenda herida que padece nuestro pueblo. Porque sin justicia se va a profundizar la herida, en forma de impunidad y más violencia.
Foto principal: Darío Almagro
* Docente, ex sacerdote, artista plástico, integrante del Movimiento Campesino de Córdoba y vecino de Paso Viejo.