Por María Paulinelli *
Los mundos posibles de la literatura también se hacen con la entereza del recuerdo, con la totalidad de la alegría y la simpleza de estar vivos. Con la pasión futbolera. La vida por Brown de Fernando Agüero y Devuelvan la pelota de Ángel Sebastián Ramia.
¡Hola!
El invierno no se hundió en la primavera. Continúa con nosotros. Una bruma entre gris y azul gastado, nos sorprende a las mañanas. Nos pertrecha de la luminosidad de los días transparentes. Nos remite a la vaciedad de un mundo sin colores, sin relieve, sin tersura. Y… así vamos. Buscamos una señal, un gesto, un movimiento, como si eso nos llenara de algún brillo. La vida continúa.
Y entonces, ocurre que elijo la evanescencia como antídoto ante tanto espesor de color humo. Me empecino en encontrar la levedad en los acontecimientos del día a día. Quisiera que transcurra el tiempo velozmente y supiéramos que, después, podemos caminar en la esperanza. Artilugio vano e inútil. El tiempo no detiene su transcurso, pero tampoco se apresura. Lo sabio es no desesperarse y avizorar un camino, un trazado, un resguardo solo amable.
Es tiempo de espera, también en esto, me susurro. Reconstruir de a poco la posibilidad de hablar y ser hablados. De escuchar e interpretar lo que se dice con la ubicuidad que da la capacidad racional de los humanos. No acordar porque sí, tampoco negar en la premura que confiere la negatividad frente a los otros. Conformar un mundo de nosotros, sin la diferencia insalvable que resulta el otro… indescifrable, lejano, inalcanzable. Tiempos espesos de confusas propuestas. Tiempos de ruidos, indiferenciados y amorfos. Tiempos… Tiempos sin luces, sin destellos y sin brillos.
Entonces, armo un encuentro con Ustedes en esta luminosidad de la pantalla. Esta luminosidad que va más allá de la materialidad de los signos para alcanzar las significaciones de las palabras que les digo y que ustedes, después leen, escuchan, interpretan, dejan caer en la memoria. Un encuentro con los mundos posibles que algunos de Ustedes escribieron. Mundos posibles delineados desde la certeza de haber vivido esos recuerdos, de haber compartido inmensas alegrías, de conocer la simpleza de estar vivos.
La vida por Brown de Fernando Agüero y Devuelvan la pelota de Ángel Sebastián Ramia son los textos que leeremos entre todos… mientras el invierno se hundirá en la primavera y quizás, el mundo se torne más amable. El fútbol es un espacio que llena el mundo posible con historias. Uno, desde la certeza de relatos transparentes. Otro, desde la totalidad de los recursos para formular Esos cuentos desde el fútbol como los subtitula.
¿Empezamos? ¿Me acompañan?
La transparencia de los mundos posibles relatados
Fernando Agüero escribe La vida por Brown.
Trece relatos componen el texto que se explaya en la contundencia de un lenguaje diáfano, sereno, recostado en la inmediatez del mundo real pero también, imaginado.
Trece relatos que hablan de la vida y sus acontecimientos; de las historias de personas comunes, pero únicas; de un espacio pequeño que es un pueblo donde la singularidad se desplaza por sus calles; de un tiempo que es este pero tiene la contundencia de la memoria del pasado… Pero, por sobre todo, hablan ¡del fútbol! Porque ese es el principal protagonista. Por eso, el primer cuento: La vida por Brown, titula el libro. Resulta el hilo conductor de todo el texto, porque Brown es el club de fútbol, de ese pueblo donde se producen las historias –Malagueño– nombrado, descripto, imaginado. Es que el fútbol resulta ese sujeto colectivo que ordena los relatos, posibilita los sueños y esperanzas, construye imaginarios, provee de una común sabiduría. Y entonces… nos desplazamos por los cuentos.
La vida por Brown abre la magia del texto. Seis fragmentos enuncian la historia del protagonista que narra, que cuenta su vida, la vida –como dice el título–. Presente y pasado se mezclan en la memoria que viene, va y vuelve en la contundencia de la experiencia vivida. Su historia se hunde en otras historias. Se convierte así, en un gran mural donde el fútbol teje la trama de un tiempo, el tiempo de todos. Es que la singularidad del protagonista se muestra y se recorre en los distintos acontecimientos que tienen como referente al fútbol pero también, de hechos ajenos que se transforman al contacto con esa práctica deportiva que termina siendo la vida entera. Los entrenamientos en las distintas edades, los sucesivos intentos de integrar el plantel de jugadores, la atracción adolescente por Romina, la descripción de los partidos, la pasión… sí, la pasión por la pelota… se despliegan en el uso de recursos que cargan de significaciones el relato. Así el diálogo consigo mismo que es una forma de expresar el fluir de su conciencia, se transcribe con el cambio de grafía. Gustavo, no te engañes, si hubieras servido para algo alguien te hubiera visto y te llamaba para algún equipo, aunque sea para un campeonato barrial. Nunca nadie te llamó para nada.
La enumeración como recurso para describir el vestuario: Olor a hombre, a bolas. Linimento fuerte como para calmar caballos. Cuartetazo al mango en el vestuario de Brown. La repetición para expresar totalmente los sentimientos. Hoy es mi día de gloria. Hoy es mi día de gloria. Hoy es mi día de gloria. Hoy es. Hoy es. Hoy es. Las comparaciones, las metáforas para definir adecuadamente. La velocidad y la sorpresa nunca fueron lo mío. Pero llevo la fuerza de un toro y cuando agarro la pelota fuera de la 18, lo único que tengo en la cabeza es meterla con arquero y todo. Las interpelaciones como forma de avance del relato. Gustavo, estás flácido, falto de reacción, tenés 40 años, Gustavo. Las remisiones a un habla propia de los futboleros. Con 40 pirulos, así como estoy, lo dejo anclado en la tierra al 8. Las conductas del grupo sintetizadas en No es que me las dé de number one pero lo poco que aprendí de mi hermano Edgardo es a meter el pecho, avanzar sin parar con el arco entre ceja y ceja y no cesar hasta reventarla al fondo de la red o colocar un centro a la cabeza de un compañero.
La inclusión de modismos: ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! La puta madre que lo parió. ¡Vamo Brown! La transcripción de sonidos. Latidos fuertes, repiqueteados, como si salieran de un bombo santiagueño al compás de un gato. Pum, pumpum, pum, pum… Las referencias al fútbol con las particularidades que lo definen El fútbol te da cosas que ninguna otra cosa te da: poder conocer al dedillo todas las características de tu compañero, saber hacia dónde va a salir la pelota y hasta adivinar hasta que lugar de la cancha va a picar de acuerdo a un movimiento previo, imperceptible para los demás. Con Cacho éramos uno, él como enganche, yo como delantero. Éramos una perfecta coalición para el gol.
La descripción de un partido tiene la vitalidad de una transmisión radial en esa descripción meticulosa. Apenas arrancó la historia el siete picó a fondo y yo me metí por el medio como un nueve de área. El cuatro le sirvió un pase magistral al rápido guin, desde unos veinte metros. El siete amagó y el defensor de los otros resbaló en el pasto mojado y quedó fuera de la jugada. No olvida, mostrar la imagen de la cancha. La hinchada intentaba sacar una nueva canción. Siempre empieza con uno de los locos que hace de poeta y tira la letra a voz quebrada para que todos lo escuchen. Los que están más cerca toman la idea, memorizan y ya la segunda vez son tres o cuatro los que cantan. Así hasta que el resto de los locos la corean como si la supieran de siempre.
Y entonces, entendemos porque se titula La vida por Brown. Lo sentimos en los significados de los enunciados, pero también, en el soporte material que tienen las palabras.
Los restantes relatos tienen un hilo conductor que es el narrador. Una primera persona nos conduce en las secuencias de cada relato, mientras traduce en palabras, la sabiduría de la gente común para vivir, para entender, para hacer este mundo donde transcurre su existencia. Y de a ratos, como presencia permanente, el fútbol aparece, en una apelación, una referencia, la parte de una historia. Así en Cigarrillos sueltos, cuando relata su condición de manguero de puchos, cuenta. La T empezó con todo, era una tromba ordenada y punzante, Vélez no hacía más que defenderse. A la mitad del primer tiempo hicimos un gol. No recuerdo quien fue el autor de la conquista y creo que por la época que evoco del único jugador que tengo certeza de su presentación en ese partido es del Tanque… Mi fanatismo era muy fuerte por aquellos años y el grito de gol, me salió del estómago. Me abracé con mi ocasional acompañante, de di vuelta y terminé palmeándole fuerte la espalda al fumador de la grada de atrás. Los distintos relatos muestran momentos, escenas, magistralmente relatadas de una vida posible.
No puedo dejar de admirar la transparencia de esas narraciones que se desplazan por momentos alegres, tristes, rememorados, vividos en el presente de la escritura. Todos, desde la mirada que recuerda mientras vuelve a vivir en la escritura. Helado de Frutilla enmudece en la ternura y los afectos. Pan rallado se detiene en la belleza sin palabras de la cotidianidad de dos ancianos. El casamiento indaga en la aceptación de tiempos con modos diferentes y la aceptación de lo distinto. Pirucho: la leyenda se hizo canción documenta uno de esos mitos populares que logran combinar la sabiduría de los hombres comunes con el reconocimiento de su tiempo. Y así, todos los cuentos referencian lo posible desde esa afirmación que campea en las historias. Que la felicidad no tiene otra explicación que esto, vivir sin cuestionarse la alegría. Una lectura para volver a sentir la importancia de la vida… posible simplemente.
La totalidad de los recursos en los mundos posibles relatados
Ángel Sebastián Ramia escribe Devuelvan la pelota. Cuentos desde el fútbol. Titulo, la totalidad de los recursos, porque asombra la multiplicidad de posibilidades que el texto presenta tanto en su formulación discursiva como en la concreción de un mundo posible, volátil, indeciso, casi fantasmagórico por momentos, totalmente documentado otros, en las situaciones que describe. Pero también, como un texto inacabado en la posibilidad de continuar la lectura entre autor y lector como propone. Podría agregar, quizás, un texto inacabable en las marcas que encontramos cada vez que lo abrimos y leemos. Una experiencia de lectura que no se agota en las palabras, sino que hace del diseño y las imágenes, otra forma de acceso posible al mundo relatado.
¡Empecemos! El título enuncia Devuelvan la pelota. En el Prólogo a la segunda edición, su autor -el Gringo Ramia- explica: Devuelvan la pelota nació hace muchos años, primero como un deseo de abrir el juego, luego como un blog, para ser libro, programa de radio y proyecto editorial. Es decir, explica el conjunto de discursos o formas de comunicación de las que el libro forma parte. Y agrega: Lejos de quedarnos conformes, con los brazos cruzados, seguimos pidiendo a gritos que larguen el fulbo, que abran la cancha, que somos miles los que partimos habilitados, mirando de reojo al lineman, para seguir jugando, patear al arco, meter un gol. Le suma la consistencia de un deporte, el hecho de jugar, poner el fulbo -como pronuncia- en acción, hacerlo una práctica, convertirlo en una parte imprescindible de la vida.
De ahí, la compleja estructura discursiva que permite redimensionar la multiplicidad de enunciados y significaciones. Es que el libro, como proyecto, va más allá de la enunciación del texto. Forma parte de un complejo comunicacional –como hemos señalado–, pero también apela a una forma particular de continuidad de la lectura. Esto, explica que el libro se entregue en un sobre titulado Devuelvan la pelota. Elemento que define en cuanto objeto de comunicación, ese sentido de texto inacabado que supone la respuesta requerida. Les explico. El último relato deja en suspenso el fin del relato en ese Continuará con que se cierra. Una nota al pie, acota: A todos los que quieran leer la continuación de este cuento podrán mandar un correo electrónico a devuelvanlapelota@gmail.com recibirán en pdf la parte final de esta historia. Si llegaron hasta acá, no me queda otra que decirles GRACIAS. Un recurso que tiene como objetivo la persistencia de la relación autor/ lector. Grandioso. ¿No?
El subtítulo enuncia Cuentos desde el fútbol. Afirma así, el carácter de los textos. Cuentos, relatos, narraciones. Modalidades que serán enunciadas desde el fútbol. Un fútbol –genérico– que designa a la pelota, al deporte, a una práctica vinculada con particularidades derivadas de cada tiempo histórico. De ahí, la incorporación de variados tipos de discursos que complejizan y amplían el ámbito de referencia.
Sigamos. Un Prólogo escrito por Maximiliano Videla enfatiza esta multiplicidad del texto y lo hace ratificando la envolvente presencia del fútbol como generador de un habla particular: Pude atestiguar y a veces, acompañar su creación, sus métodos, sus derrapes y sus golazos.
Y entonces, entramos al texto propiamente dicho. Se estructura en cuatro capítulos que corresponden a los momentos de un partido de fútbol. Primer tiempo, Entretiempo, Segundo tiempo y Volviendo a casa (Pateando las piedritas). El índice así lo consigna. En cada capítulo se diseminan múltiples textos tanto lingüísticos como icónicos, relatos y epígrafes, cuentos ensamblados con otros tipos de discurso en un diseño móvil, impreciso, quizás totalmente imaginado. Todo es posible en esta vertiginosa enunciación. De ahí, la asociación con los momentos de un partido de fútbol más que con la estructura genérica de un texto de narraciones. Primer tiempo. Se inicia con un cuento. Tan solo un cuento de fútbol. Dedicado a los pibes de mi cuadra. Relata desde el protagonismo de la memoria, un partido de fútbol cuando chico, en el barrio. Las astucias, los pormenores para organizar los dos equipos, la intromisión de un muchacho desconocido que logra la hazaña del gol…. y que se llama Diego. La historia se acompaña con los rostros de los pibes, dibujados al margen de la hoja.
Un poema de Ángel Cappa –intercalado en el texto narrativo– completa la significación del recuerdo. Es decir yo a partir / de una pelota de fútbol/ soy alguien, / en el sentido profundo./ Me gano el respeto mío/ y el de la gente. La imagen dibujada o, mejor, sugerida por la imprecisión de las siluetas, metaforiza el sentido de la memoria. En la página siguiente, solo un epígrafe, ironiza sobre quienes triunfan. El fútbol es un deporte de once contra once, en el que siempre gana Alemania.
El segundo relato Esperando en el umbral narra las vicisitudes de un hincha de Racing –Rodolfo– en un partido contra Vélez, después de años sin triunfo alguno. El epígrafe de un Poeta Racinguista, resume la significación de la historia. Quizás, resuma las secuencias. Más allá de tu pasado, tu mañana y tu presente vas a ser Racing querido, mi delirio permanente, más de que algún día mi lealtad será un recuerdo, en la sangre de mi sangre voy a estar cuando esté muerto. Pero es, quizás, la referencia a un nuevo tiempo histórico sin desigualdades, con mayor justicia social, lo que se enuncia como un antecedente del triunfo del equipo de Racing. Pero el rumbo de la historia misma parecía estar cambiando. Latinoamérica se agitaba y no era solamente por la lucha por una igualdad social, por la distribución equitativa de las riquezas, sino que se estaba inclinando la balanza y una nueva y más igualitaria distribución de la felicidad se estaba gestando, solamente había que empatar con Vélez. Además identifica la singularidad de la identidad del hincha con el club de sus amores. Rodolfo miró sus manos y vio su vida. Arrugadas, gastadas, lastimadas como su vida, como su Racing. Textos en otra grafía, se intercalan narrando momentos de la vida de Rodolfo.
Momentos que documentan las transformaciones sociales en la sociedad, que había ya enunciado. Este entrecruzamiento de discursos posibilita una lectura más totalizadora de los protagonistas. Permite entender el fútbol como un acontecimiento social, vinculado a la sociedad y sus personas. El tercer relato se titula. Jugar a las figuritas era algo más que tirar papelitos rectangulares de 8 por cinco cm contra un ángulo de 90º que formaba el piso y la pared en primera instancia, y el techo y la pared en segunda instancia. Imágenes de un álbum de figuritas. La significación del juego de las figuritas, desde los recuerdos. Montón de situaciones, emociones y recuerdos. Era todo eso y más. Porque es difícil poner en palabras todas esas cosas que deambulan por mi pecho. Sentir como apretado el corazón y la garganta que me raspa cuando trago saliva. Una nueva hoja en blanco con la imagen de Maradona y un epígrafe al final cierra el capítulo. Maradona es la única verdad.
El segundo capítulo, Entretiempo, se inicia con El año del mundial. Una imagen de una pelota acompaña el texto Palabras previas. El autor explica como compaginó los distintos datos y acontecimientos de este “entretiempo”. La investigación que supuso la escritura de los textos. Establece así, otra forma de diálogo con el lector. Mejor dicho, los posibles y diferentes lectores.
Un epígrafe de Eduardo Sacheri, inicia el texto –sin título– siguiente. Ese epígrafe que es una respuesta a quienes dicen que el fútbol no tiene que ver con la vida del hombre. Desconozco cuanto sabe esa gente de la vida. Pero de eso, estoy seguro, no saben nada de fútbol. Enuncia la información documentada sobre los mundiales del 2014 y 2018 con todas las implicancias y vicisitudes. Introduce, en la parte inferior de la hoja, un texto en primera persona sobre René Orlando “el loco” Houseman. Ambos textos con imágenes que ilustran o sugieren los protagonistas relevantes. Contrapone así, en estos dos fragmentos, las `posibles actitudes frente al fútbol: la pasión auténtica y la utilización y el bastardeo. El fútbol vive en sus bases. En aquello que sienten la tierra. En los que siempre lo defendieron y lo sintieron como propio. Todavía hay goles pero sin repeticiones. Todavía hay quienes aplauden una buena jugada. La pelota sigue rodando.
Una hoja en blanco permite un corte, un espacio de reflexión en la lectura. Luego Una carta a Emmet Brown (Doc) reitera la necesidad de volver a creer en el fútbol verdadero. Y así, concluye. Quiero más fútbol y menos de esto, que ya no sé ni que nombre ponerle.
El capítulo se cierra con un epígrafe diseñado en la parte final de la hoja, firmado por “El Gringo Ramia” como un aporte más a la nostalgia. Un epígrafe que habla de un amor verdadero allá en la temprana adolescencia. Se cruzan, nuevamente, la singularidad de quien escribe, con el fútbol.
Segundo tiempo. Un epígrafe, diseñado –como los otros– en el final de la hoja, reproduce una expresión del Bambino Veira. Marca así, la presencia de los ídolos del fútbol.
El primer relato se titula Que me van a hablar de amor. Comienza con la transcripción del tango del mismo nombre de Homero Expósito. Seis fragmentos numerados y Palabras finales, conforman la estructura. La historia de Daniel un hincha… con todas las posibilidades que da la creación de los mundos posibles. Referencialidad, imaginación, en una escritura que va y vuelve por los distintos planos de lo posible.
Las Palabras finales explican la obsesión del autor –de nuevo la primera persona– para crear eventos inexplicables. Es por eso que concluye: Por todo eso y mucho más, es que sigo esperando el milagro de ver a mi equipo, mi club, mis colores gritando campeón. El sueño postergado de la eternidad. Entrecruza así, el mundo posible con su existencia, el personaje del relato Daniel con su protagonismo. Lo real y lo fantástico se unen en la experiencia escrituraria. En el medio del relato, y diseñado en otra letra –con esa primera persona que recuerda mientras escribe y se le arruga el corazón–, la historia del Negro Franco, un jugador de aquellos. Ahora cierro los ojos, trato de escuchar los sonidos, el griterío de los chicos que fuimos. A veces, por las noches, se escucha el pique de una pelota. Tranquilo. Es el Negro Franco haciendo jueguitos.
Y, por supuesto, el diseño que acompaña con dibujos, lo posible imaginado; que incita al lector a recordar o, por lo menos, a imaginar lo que sugieren. El segundo relato se titula Parece mentira. Es una larga carta al padre donde recuerda la pasión por el fútbol que compartían. La vida y sus momentos. También, los imposibles. Distintos avatares y nuevamente la inmersión en la nostalgia. Hoy, te extraño más que nunca, como siempre.
El epígrafe a la vuelta de la hoja, transcribe las palabras de Osvaldo Whebe que hablan de Belgrano. Otra forma de hablar al mismo tiempo del fútbol y de la Historia. Belgrano ha sido siempre un reclamo popular. Una bandera de lucha… una rebelde forma de mojarle la oreja a los poderosos.
El tercer relato se titula Sobran próceres. Habla de Belgrano y Alberdi como referentes de la Historia de Argentina. Próceres que –también– designan al club y el barrio elegidos como propios. Con esa referencia, concluye ese largo partido que hemos jugado en la lectura. Camino por una calle que es quizás la misma, tratando de no olvidar e imaginando quién agarrará mi mano para cerrar el círculo de mi historia, que es la de todos. Y… nuevamente la hoja en blanco para dar paso al silencio, a la memoria.
El cuarto capítulo es Volviendo a casa. Imágenes y palabras para mostrar Escritos al primer amor. Belgrano, Alberdi y su gente. Ubicado al final de página, como una forma de finalizar el partido que jugamos. Una entrevista exclusiva a Ángel, el Negro Ríos. La palabra de un mito del fútbol. El autor, ahora es el periodista que interroga, conversa, dialoga. El epígrafe, remite a esa costumbre cordobesa de mezclar vino con gaseosa. Así dice: Al pan pan, y al vino, Pritty. Los dichos, completan el habla, remiten a la cultura popular que es la de todos… como el fútbol.
Dos páginas, solo dicen Mano 127 y Dorso 128, abren el recuerdo de un penal no cobrado y que quedó para siempre en su memoria. El fútbol es como la vida, hermano. A veces, hacemos las mejores jugadas y un hijo de puta de la saca en la línea con la mano. Hoy, veinte años, después, no le puedo pedir perdón por su acción.
Un relato, Jugadas, narra un momento con su hijo. El padre trata de escribir en la computadora. El niño juega. Una situación tan cotidiana como propia que resulta adjetivada -por la justeza de su representación- como la imagen que proporciona el fútbol. Miro a mi hijo. Las tribunas se vienen abajo. Hacía años que no veía una jugada así.
Justicia es el cuento último. Como ya dije, está incompleto. Es necesario escribirle al Gringo Ramia para conocer cómo termina. Y… por supuesto ¡no olviden los dibujos!
Ha sido un largo recorrido por las distintas, increíbles palabras e imágenes del texto. Totalidad, aventuraría. Una totalidad que aúna, la memoria con la referencialidad documentada; la remisión a lo que alguna vez fue o sigue siendo con la imaginación, lo inexplicable, lo deseable; las historias de todos, que se ensamblan con la Historia que es de todos. La melancolía que da luz a lo vivido con la alegría de haber sido. Y… en todo, el fútbol. Para siempre.
Les confieso que no veo fútbol, ni he visto, ni creo que alguna vez, veré. Pero no dejo de sentir admiración por esa pasión que genera, que transforma, que hace vida. Quizás… quizás… me dej abrazar por la pasión.
Dos textos imperdibles.
Uno, desde la transparencia del relato. Otro, desde la totalidad de propuestas de escritura.
Aún el invierno no se hundió en la primavera. ¡Hasta pronto!
María
Textos
Agüero, Fernando. 2022. La vida por Brown. Editorial Recovecos, Córdoba Ramia, Ángel Sebastián. 2012. Devuelvan la pelota. Cuentos desde el fútbol. La Tía Producciones. Córdoba.
Foto principal: MexSport
* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.