saforcadaEnrique Saforcada, referente de la psicología en Argentina, reconstruyó la evolución de la carrera en la UNC y evaluó el estado actual de la disciplina.

Por: Lucía Céspedes. Estudiante de la ECI.

Los argentinos nos enorgullecemos de nuestros récords, por más extraños que resulten. Un ejemplo: somos el país con mayor cantidad de psicólogos cada 100000 habitantes. ¿A qué se dedica esa masa de profesionales de la salud mental? Según Saforcada, están concentrando sus fuerzas en el área equivocada. En Argentina, el paradigma ampliamente dominante es el psicoanálisis y la psicología clínica, sin embargo, el especialista consideró que “lo menos importante es la clínica, por múltiples razones: porque la hacen otras profesiones como la Medicina, porque los enfermos son muchísimos menos que los sanos, y porque desde la formación se empuja a la gente al consultorio, lo que es delictual”. Ante este cuadro, Saforcada consideró que “muchas veces el graduado no sabe qué hacer con la profesión”.

-Entonces, ¿qué áreas deberían priorizarse?

-En Buenos Aires generamos una nueva carrera de Psicología, básicamente orientada a la social comunitaria y la investigación. Si se crea, los egresados saldrán como investigadores totalmente formados en áreas de vacancia: Psicología económica, ambiental, salud comunitaria y gestión de salud positiva, del tránsito y la seguridad vial, y clínica del desarrollo humano normal. Con esta formación podrían acceder a otras áreas de vacancia, por ejemplo, la psicología rural. O la Psicofísica, que es el campo de la Psicología científicamente más desarrollado y con el que la Psicología empieza como ciencia independiente. Es la Psicología aplicada al estudio de los sentidos, que tienen un componente biológico muy fuerte, pero un componente psicológico propio de la especie humana. Esa disciplina es la ciencia básica de la Psicología ergonómica. Estudia la adecuación de los ambientes a las características humanas de modo que en ese ambiente el ser humano tenga bienestar, y por ende no genere problemas de salud. Es una disciplina fundamental que fue borrada de Argentina, salvo en Córdoba. Hoy esa tarea la cubren los ingenieros, pero tocando de oído.

Cuestión de clima

“En Córdoba la Psicología ha dado lugar a un perfil profesional que no tiene nada que ver con el resto del país. En ningún lugar de la República Argentina la Psicología llegó a tener el nivel de desarrollo que tiene acá”, declaró Saforcada en más de una ocasión. Adjudicó esta particularidad a que, en comparación con otras universidades, en Córdoba la carrera estuvo mucho tiempo dentro de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Para Saforcada, eso determinó que se abriera un espectro de especializaciones profesionales muy amplio, muy diverso, en muchos campos. “Yo rescato ese clima del ámbito universitario, multidisciplinar. Carreras que sinérgicamente se potenciaban compartían el mismo espacio físico. La trama social de amistad mezclaba carreras: Pedagogía, Historia, Arqueología, Antropología… si nos juntábamos entre amigos y nos poníamos a discutir un tema cualquiera, estaban todas las visiones. Había un entramado intelectual y académico de alto nivel”, recordó el psicólogo. “En el Pabellón Francia habíamos comprado un tocadiscos, entonces cursábamos las clases y a las 5 bajábamos al salón a tomar el té y escuchar música. Nos íbamos hasta el Hotel Windsor con los profesores a tomar café, una hora de charla que era como otra clase. Eso fue una influencia enorme en mí”.

-¿Por qué se perdieron esas prácticas?

-Los golpes militares destruyeron profundamente el tejido social y las universidades, tal fue el grado de brutalidad del terrorismo de estado. El tejido social se rompe en las familias: si se rompe para los padres, se rompe para los hijos, generacionalmente. Reconstruirlo es una tarea ciclópea, y no se ha hecho, si bien hemos pegado saltos fenomenales. Pero todavía tenemos al sector más conservador del país, que es profundamente irresponsable ciudadanamente. Lo extraño es que sectores de otros niveles socioeconómicos se comporten igual a la hora de votar. Creo que esto pasa porque en Argentina somos profundamente autoritarios, mucho más de lo que la gente está dispuesta a aceptar. Todavía hay muchos huevos de serpiente (en referencia a la película de Ingmar Bergman). Cuando hay un clima para que germinen, lo hacen. Este proceso democrático no ha tomado decisiones de fondo para lidiar con eso. El único modo de desarmarlos es por la vía de la educación.