Por María Paulinelli *

Periodismo de investigación en clave biográfica, el poder represor y las rebeldías, sus nombres propios y sus contextos. Cachorro – Vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez y Todo lo que el poder odia – Una biografía de Viviana Avendaño (1958-2000).

El tiempo de la memoria.

El espacio de la escritura.

La biografía como nuevo espacio de enunciación.

Itinerarios discursivos posibles.

Camilo Ratti y Cachorro – Vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez.

Alexis Oliva y Todo lo que el poder odia – Una biografía de Viviana Avendaño (1958-2000).

¡Hola! Acá estamos. Una vez más. El círculo se cierra lentamente. Las últimas experiencias, suman ya totalidades en esa apelación a las distintas transformaciones de los discursos en éste, nuestro tiempo.

Un tiempo de la memoria en el espacio de la escritura.
La biografía, ya no de los sujetos, sino de las subjetividades.
Expansión, derramamiento, subversiones.
La contemporaneidad esparcida en discursos diferentes.
La contemporaneidad enunciada en modalidades confusas que suponen, integran, parcializan y logran formas nuevas. Distintas.

En esta implosión de conceptos, en este desmembramiento de ideas, el sujeto moderno también se transforma en una subjetividad desbordada. La biografía es, ahora, un espacio evanescente, difuso, impalpable. El espacio biográfico. Un espacio ocupado por indicios, sospechas, vanas sombras etéreas. Ya no están delineadas. Su singularidad es difusa. Su identidad es borrosa. Es por eso, que los discursos que hablan de cada persona, buscan otros discursos que permitan mostrarla. Nuevamente, la mezcla, la carencia de límites. El espacio biográfico se define desde muchos itinerarios posibles. Periodismo, literatura, historia, antropología… las ciencias sociales incursionan en esto. Documentan, informan, relatan… todo eso es posible para este enunciado. La subjetividad de toda persona, interesa. El imprevisible mundo de quienes son relevantes. Ahora también, el informe mundo de los comunes, vulgares. La subjetividad se desborda. Identifica a cualquiera. Todos son importantes. Todos son relevantes.

El espacio biográfico ocupa también, nimiedades. Lo común, interesa. La cotidianeidad. La rutina. La vida en todo momento. Es quizás, una síntesis, enunciar una vida. Compendiar los cambios que se fueron haciendo, lentamente, de a poco. Por eso, el espacio biográfico, suma, suma enunciados. Suma, suma discursos.

Entonces, el relato aparece como la forma que logra englobar, sumar todas estas posibles modalidades discursivas. El relato, en estos tiempos, como forma de saber de una sociedad. De ahí, la relevancia que adquiere la investigación de la que deviene: el relato confiere legitimidad. Afirma y confirma el orden de los acontecimientos. Confiere estatuto de existencia a lo narrado. Ratifica la existencia de una trama como estructura de relaciones por lo que se dota de significado a los elementos de ese relato al identificarlos como parte de un todo integrado. Conforma una visión del mundo, de ahí su pertenencia al espacio de las ideas, la relevancia y representatividad que alcanza.

Pero también, el relato señala los procedimientos discursivos posibles. La enunciación, el enunciado en sus distintas modalidades y recursos. Las formas actuales hablan de un relato factual –sobre hechos sucedidos– y de un relato ficcional –en la construcción de un mundo posible–. Ambos orilleando similares procedimientos de organización del discurso, posibilitando la narración de los acontecimientos en la estructuración de secuencias, en la enunciación de voces –performativo y constativo–, en la combinación de códigos –icónicos y lingüísticos–, en la elaboración de un paratexto como anclaje de lectura, en el diseño de un texto que direccionalice la lectura. Ambos compendiando la totalidad posible de representaciones, la suma de referenciaciones que posibilitan la potencialidad total en la elección de una verdad, de una visión del mundo.

De ahí la complejidad de los relatos desde esta significación que la contemporaneidad les adjudica. Una complejidad que resulta casi una aventura del lenguaje. Casi una aventura en desgranar la subjetividad de una persona.

¿Me acompañan en estas nuevas lecturas?

Dos textos. Ambos desde la suma de itinerarios posibles. Uno, desde la exacerbación de un poder sin límites. Otro, desde la interpelación a un poder que niega.

Cachorro, de Camilo Ratti

Camilo Ratti en la presentación de “Cachorro”, en el auditorio “Luis Gagliano” del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de Córdoba

Leo el texto. Miro obsesivamente la portada. ¿Qué significaciones supone esa imagen que acompaña el título, Cachorro? No logro clarificar ese rostro insinuado entre sombras, manchas, espejismos. Pienso en la posible metáfora que indica. Borrosa imagen que supone la opacidad de un hombre. La imposibilidad de asir la transparencia de una vida signada por la violencia, el atropello, el autoritarismo. Oscuridad en un tiempo de horror, de desaparición y muerte.

El subtítulo aclara los sentidos. Vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez. Entiendo entonces, los itinerarios posibles de recorrer en la lectura. Los enumero, los explico. Una biografía en las modalidades contemporáneas del espacio biográfico. Un hombre en las circunstancias de su vida. Lo relevante, lo conocido, lo definitorio, lo mostrado aunándose con lo trivial, lo desconocido, lo ambiguo, lo ocultado. La totalidad que integra el hombre público con la intimidad de la persona. La expresión de su subjetividad en esos testimonios que son sus declaraciones en los juicios, en proclamas, en entrevistas. Las miradas que se tienden desde otros sujetos: compañeros de armas, familiares, periodistas.

Un abordaje múltiple, heterogéneo que intenta mostrar la densidad de una existencia. La morosidad de una cronología que se inserta en un contexto histórico preciso y que permite avanzar en el delineamiento de esa imagen de una vida y muchas muertes.

La investigación periodística. En esa visión construida, resultado de la búsqueda, el conocimiento, la interpretación, la comprensión, la perspectiva crítica… La revisión de los materiales más disímiles –entrevistas, textos históricos, ensayos críticos, diarios, revistas, variados documentos– que permiten abordar los acontecimientos de un tiempo histórico. Ese tiempo que contextualiza, enmarca ese espacio biográfico desde una lectura atenta que cuestiona, evalúa la rigurosidad de la información y la documentación expuesta. De ahí, las consideraciones entre versiones distintas o incompletas. La mención a las fuentes, documentos que excede la síntesis bibliográfica del final del libro. Todo un relevamiento excepcional sobre el protagonista Menéndez y su tiempo.

Pero también, un texto que ratifica su categoría periodística en esa finalidad: transformar ese mundo expuesto, investigado mediante la publicación y la consecuente trascendencia en los lectores. En este caso, en el formato libro. La modalidad del relato como procedimiento aglutinante. Como itinerario que provoca la legitimidad de lo que se está narrando. Como construcción ficcional de hechos reales que lo completa en su dimensión factual, de acontecimientos verdaderamente sucedidos.

Cachorro es todo esto. Conjuga en distintos itinerarios las múltiples posibilidades que la contemporaneidad ha consumado y legitimado como válidas, representativas, necesarias. Vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez, dice el subtítulo. El texto se organiza en la referenciación de esa biografía. Se asienta en la investigación que se documenta, que se expone.

Trece capítulos desarrollan los avatares de esa vida y metaforizan las muertes –así en plural– consumadas: las derrotas, las frustraciones, las imposibilidades. Capítulos segmentados en fragmentos que alternan, mezclan, interpelan diferencias en el tiempo, en los protagonistas, en los acontecimientos relatados. Todos nominados con títulos y subtítulos que rezuman la capacidad poética del lenguaje: metáforas, préstamos de otros textos, sugerencias. Esa titulación posibilita la comprensión de una movilidad y alternancia en los enunciados que no es inocua, sino que permite comprender y elaborar las significaciones posibles.

La cronología de la biografía del protagonista, sutilmente se desparrama, se interfiere con los hechos históricos que contextualizan los distintos momentos de la vida. Menéndez es él y al mismo tiempo es un hombre de su tiempo. Se escalonan así, los acontecimientos como referencias posibles de ese acontecer vital, que se remonta a generaciones anteriores como sustrato imprescindible.

El texto va y viene por un tiempo que aúna la singularidad de esa vida con la pertenencia a un mundo histórico preciso. De ahí que Ratti inicie y cierre el texto con la performatividad de su presencia: en la entrevista a Videla que cruza el texto cargando de significaciones la persona de Menéndez. En la entrevista con el hijo del biografiado, que justifica y explica la ausencia, el silencio del Cachorro. La relevancia de este recurso –la modalidad de la enunciación– afirma la performatividad del texto, no solo en la realización de las entrevistas sino en la mirada oblicua –por señalar el uso de la tercera persona dominante– que organiza los acontecimientos, que señala la documentación, que sopesa los datos mientras los confronta, los valida. Es por eso que el cierre con A modo de Epílogo, sintetiza el objetivo final del texto en ese compromiso propio de las investigaciones periodísticas. Nada es seguro e inmutable porque la historia es un proceso dinámico y dialéctico, pero reproducir y transmitir los valores de libertad, pluralismo, justicia social, soberanía política e integración latinoamericana, es en sí el mejor homenaje que se le puede hacer a San Martín, Belgrano, Moreno, Castelli, Güemes, Alberdi y muchos otros que murieron por la independencia argentina-tan injusta y arbitrariamente apropiados por la cultura militar- y la peor derrota que puede sufrir uno de los más esforzados apóstoles de la barbarie y la decadencia occidental. Quien seguramente, más pronto que tarde, dejará, este mundo convencido de haber sido un héroe, sí, pero de un país y un mundo que no existen más.

El fragmento no tiene desperdicio. La afirmación de esos valores, es el espacio que sustenta el acontecimiento en su totalidad: biografía de Menéndez y relato de su tiempo. Un espacio avalado por una documentación exhaustiva en sus posibilidades. Documentación –que ya hemos señalado– se considera desde una mirada crítica que comprende, evalúa y lee entre los intersticios propios de todo texto. Lo hace desde la libertad que supone una lectura personal, pero lo hace también, desde la libertad que otorga al lector en la recepción particular de la lectura. El fragmento final, expresa el convencimiento de las muertes -metafóricas- del protagonista- con una actitud de reconocimiento de la particularidad de una biografía signada por una ideología- no exenta de fundamentalismo- pero inoperante ahora, en un mundo diferente. Quizás una de las muertes, sea su inoperancia en un tiempo transformado. La más dolorosa, por cierto.

Cierro el texto. He terminado la lectura. Miro la imagen de la tapa que –ahora, sí- transparenta el rostro de un hombre. Las sombras, la borrosidad de las líneas me dan la certidumbre de una vida sin la luminosidad de los grandes… esos que no mueren.

Todo lo que el poder odia, de Alexis Oliva

Presentación de “Todo lo que el poder odia”, con Eugenia Boito, Alexis Oliva y Esther BerDini, en la biblioteca “María Saleme de Burnichón”

Me subyugó el título del libro, allá hace un tiempo. Ahora me sigue enamorando. Todo lo que el poder odia. Ese todo como posibilidad de confluencia, coincidencia. Como sinónimo de totalidad posible. Ese todo como significación que interpela al poder –extraviado en su ejercicio– en su capacidad de negación, de destrucción. De odio, en definitiva.

Ahora, miro el libro. La tapa me conmueve con la nitidez de la imagen en colores de una mujer –como tantas– que extiende su mano mientras avanza. Como si el camino se mostrara en esa mano abierta, que se explaya. Lo demás es sombra. Imágenes borrosas que suponen un grupo de personas que la mira. Quizás, escuchan sus palabras. No importa. Están ahí. Referencian y significan aquellos olvidados del sistema. La única identificable es esa mujer definida en la presencia.

El subtítulo completa significaciones: Una biografía de Viviana Avendaño (1958-2000). Identifica así el tipo de discurso, la protagonista y la cronología de existencia. Una síntesis perfecta. La contratapa, muestra el frente del camión con que los desocupados cortaban una ruta. Lleva un cartel con la foto y el nombre: Viviana Avendaño. Un fragmento del Prólogo completa la información. Ese es todo el paratexto. Las marcas necesarias e indispensables para saber qué leeremos. La protagonista de los enunciados. La modalidad discursiva relevante.

El texto tiene una cuidadosa y compleja estructura. Remite a ese todo del título en los distintos fragmentos. Así, se puede reconocer una introducción –con un Prólogo, un Prefacio y un capítulo de apertura–, un cuerpo –con dos partes divididas en capítulos– y un cierre –dos epílogos, un compacto de imágenes, la bibliografía y los agradecimientos, conjuntamente con el índice–. Esa búsqueda de la totalidad, como interpreto, se da en la mixturación de imágenes y texto lingüístico. Las imágenes, insertas en los comienzos de capítulo, pero también integrando un compacto titulado: Una vida en imágenes. Es decir, el autor, emplea las dos modalidades posibles: compacto e imágenes aisladas.

La inclusión de distintas voces, en la Introducción, apela a esa heterogeneidad de presencias que posibilitan ese todo, también ahora, en las voces pertinentes. El Prólogo de María Eugenia Ludueña, subtitulado: Una negra terrible, explicita datos sobre la protagonista. Señala, asimismo, la modalidad discursiva. Historia, crónica, múltiples voces, investigación exhaustiva… son los términos significantes que definen. Permiten trascender la singularidad de una persona para proyectarse en otras mujeres, en otras singularidades similares.

El Prefacio enuncia la voz del autor –Las palabras del héroe vivo– y el capítulo de apertura la de la protagonista –La carta demorada–. Alexis resume la significación de la protagonista como antagonista del poder. Luego, explica por qué eligió la biografía como modalidad discursiva. Una biografía que se asienta en la investigación periodística en todas sus posibilidades. Así dice: También había textos que atravesaban la vida de Viviana Avendaño. Desde las libretas escolares, informes policiales y expediente penales, -nuestras contemporáneas lettres de cachet-, cartas desde la cárcel, notas periodísticas y un escrito final que daba cuenta de su propia mirada, su voz y su acción política, hasta una serie de homenajes póstumos que bregaban por preservar su figura como del olvido, pero también, la convertían en territorio de disputas políticas y apropiaciones simbólicas. Pero además, insiste: Además de estos registros, fue necesario escuchar las voces de quienes compartieron su paso por ámbitos que marcan la historia reciente de las luchas sociales.

De tal manera, emparenta los procedimientos de investigación con el objetivo y también, con la proyección del texto en la sociedad. De ahí el sentido de la metáfora Todo lo que el poder odia. Viviana Avendaño, condensa así, en la totalidad de su persona, las significaciones de los héroes populares en estos tiempos. Concluye entonces… esta biografía, solo pretende ser la microgénesis de una rebeldía individual que forma parte de la historia mucho más vasta de los heroísmos populares.

El otro Prefacio, aventura la posible mañana de Viviana en su último día de vida, con la escritura de una carta a Claudia, su amiga. Reproduce luego, la noticia Publicada en La Voz del Interior sobre el accidente. Finalmente, relata el encuentro, cinco años más tarde, del autor con Claudia, destinataria de la carta escrita ese último día. Tres elementos sugerentes sobre al absurdo final de Viviana Avendaño. Tres elementos que direccionalizan la lectura, pero que además, encuentran respuesta en la transcripción de la carta al final del texto.

Una estructura circular del relato que plantea interrogantes que se resuelven como cierre. También, como síntesis del enunciado. El cuerpo del texto mantiene ese sentido de totalidad. Dos partes, divididas en capítulos, historian la vida de la protagonista, cronológicamente. Cada fragmento narrativo, se introduce con una fotografía, y se cierra con las notas informativas pertinentes. Cada uno, en su totalidad de fragmento y en su independencia discursiva. El narrador en tercera persona, ordena, estructura el relato que se expande en la narración pormenorizada de acontecimientos, en la reproducción de los testimonios-siempre precedidos por los datos necesarios-, en los textos documentales. La profusa e increíble investigación, se explicita en ese discurso que supera la biografía para aunar las distintas posibilidades de referenciación.

Creo que el sentido del relato en la actualidad -que ya hemos señalado- permite ratificar la legitimidad de una vida desde la factualidad de su existencia y desde la ficcionalidad de una construcción ceñida a la significación de la totalidad de referencias y de modalidades discursivas. Los Epílogos, nuevamente, unen las voces del autor y de la protagonista. Cierran, como dijimos, las instancias enunciadas en los prefacios.

Alexis, en su epílogo, con la resolución del acontecimiento de la muerte de Viviana. Creo que a Viviana la mató un tentáculo de aquella dictadura que secuestró y desapareció a su hermana, y a ella la encarceló y torturó pero no pudo asesinarla. Un vestigio del terrorismo de Estado que no le perdonó no haber escarmentado y utilizar su libertad recuperada para comprometerse con tantas luchas. Reconocimiento de la presencia omnímoda del poder… ese que odia la rebeldía, la insurgencia de una vida en libertad… también, total.

La voz de Viviana en la trascripción de esa carta escrita esa última mañana. Una carta que expresa en las líneas finales: ¿Ahora entendés la sensación de desamparo con la que vengo? Metáfora de la intemperie elegida como forma de estar… siempre en respuesta a ese poder que desde el odio, la negaba.

Increíble texto. Maravilla la magnificencia de la investigación. De la certeza de la documentación. De la metáfora de la revolución posible que asoma en las historias de Viviana. Del reconocimiento de los cambios de paradigma que marcan el compromiso de los grandes con su tiempo. De la presencia para siempre de Viviana en la esperanza de quienes esperan otro presente… un poco más humano y más de todos… sin ese poder que niega y escarnece.

Los dejo en la lectura de estos textos imprescindibles.
Itinerarios posibles para hablar de unas vidas.
Itinerarios posibles para referenciar el poder.

¡Hasta pronto!

Textos
Oliva, Alexis. 2015. Todo lo que el poder odia. Una biografía de Viviana Avendaño (1958-2000). Ediciones Recovecos. Córdoba.
Ratti, Camilo.2013. Cachorro. Vida y muertes de Luciano Benjamín Menéndez. Editorial Raíz de dos. Córdoba.

Imagen principal
Retrato de Luciano B. Menéndez / Mechi Ferreyra – Retrato de Viviana Avendaño / archivo familiar

Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.