Por Gastón Lippi *
Entrevista a la estudiante de la FCC que investigó el grave caso de corrupción en la Facultad de Odontología de la UNC, cuya publicación derivó en la detención de los responsables y fue noticia a nivel nacional. Para Alejandra Boccardo, el periodismo es “una herramienta muy poderosa para mostrar lo que pasa y que se pueda hacer justicia”.
La mañana del 23 de septiembre del 2020, Alejandra comprendió el fragor de la palabra. Sin premeditarlo, cumplió la máxima aspiración de quienes circulan las aulas para ser periodistas. Su nota trascendió la pantalla e impactó de lleno en la sociedad. Alcanzó tal relevancia que, once días después de su publicación, concluyó con detenidos por la Policía Federal y un proceso judicial inédito en la historia universitaria.
Alejandra Boccardo tiene 25 años y está por finalizar la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad. Se especializa en gráfica y, actualmente, trabaja como redactora de un medio muy reconocido. Nació en Las Perdices, adentrada en la cepa de la provincia, pero eligió recorrer el mundo. Fue niñera, trabajó en una típica pizzería yankee de Chicago, recorrió Europa con su mochila a cuestas y luego regresó a Córdoba, sin mezquinar su natural estado de aventura permanente. Hay algo en los ojos de Alejandra que contrastan con su gesto de tranquilidad, parece el vértigo de que algo está por suceder.
El 12 de septiembre pasado, publicó en Hablando Claro una nota que se viralizó de inmediato y fue replicada por gran parte de los medios del país. El texto denunció un caso de corrupción en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba. Según lo que luego apuntalaría una acusación penal, el docente titular de la cátedra de Microbiología, Luis Augusto Olmedo, encabezó una cadena delictiva que consistía en extorsionar a los alumnos para que se inscriban en un instituto privado que dirigía junto a otros cómplices. De no hacerlo, los estudiantes eran aplazados o aprobaban la materia con grandes impedimentos. El hecho era de público conocimiento en los pasillos de la casa de estudios, incluso fue señalado reiteradas veces por los estudiantes, pero el reclamo nunca cobró la relevancia que merecía.
Al enterarse del caso, Alejandra elaboró una publicación donde detalló cómo operaba esta cadena de extorsión y a través de distintos testimonios la expuso públicamente. La nota se viralizó a las pocas horas y una oleada de comentarios de estudiantes y egresados reafirmaron la existencia del caso de corrupción. Cuatro días después, el fiscal federal, Maximiliano Hairabedián, confirmó que había una investigación en curso, la cual culminó con la detención de Olmedo y sus cómplices, a fin de mes.
Nos adentramos en la vida de una estudiante y periodista de la casa. Alguien que viajó, regresó, eligió y logró generar un cambio necesario a través del impacto de su palabra.
-¿Cómo llegaste al periodismo?
-Desde muy chica tuve contacto con las letras. Me gustaba mucho leer historias, cuentos y novelas, más que nada. Mi madrina es profe de literatura y creo que eso también tuvo que ver porque todos los cumpleaños recibía un libro nuevo. De más grande, a los diecisiete años, terminé el secundario y me desplomé en llanto porque tenía que decidir qué quería ser y no lo sabía. Lloraba porque no entendía cómo alcanzar eso que pensaba. Básicamente, no lo tenía en claro, pero a mí me gustaba mucho la literatura y escribir. Entonces, busqué qué carrera se orientaba más hacia eso. Pasaba mucho tiempo averiguando y buscando información sobre las carreras disponibles, hasta que encontré la Escuela de Ciencias de la Información (hoy, Facultad de Ciencias de la Comunicación). En ese momento, de alguna forma vi que la literatura y las ganas de contar historias podían ser funcionales a algo más allá de la ficción.
-Luego de la relevancia que tuvo tu nota, ¿sentís que descubriste ese “algo más”?
-Creo que sí. Desde este lugar, además de contar historias, podemos transformar muchas cosas. No solo poner el ojo en ciertos lugares e interpretar la realidad. Tenemos una herramienta muy poderosa para demostrar lo que está pasando y para que se pueda hacer justicia, como sucedió en este caso, ¿no? Lo veo de esa manera. El periodismo como una herramienta transformadora. El otro día, un amigo me preguntó qué significaba la facu para mí. Me flasheó la pregunta, porque nunca lo había pensado. Acá me pongo un poco romántica o poética, pero le dije que la facultad era como una burbuja. No como una burbuja en el sentido hermético, sino como una burbuja donde vos entrás, te convertís en una burbujita y salís al mundo con otros ojos. Entonces, vas por el mundo siendo burbuja y queriendo que todos ingresen a ese lugar.
-Andás burbujeante…
-¡Sí! Y te contentás con salpicar un poco de todo eso. Creo que el periodismo es eso.
El salto al mundo laboral
-En el momento que la publicaste trabajabas en Hablando Claro, un medio del interior de Córdoba, ¿cómo ingresaste ahí?
-Trabajé allí durante más de un año. Llegué a través de una convocatoria que me pasaron. Envié mi currículum y a los días me llamaron. Primero, entré como si fueran unas prácticas y después me eligieron para que quede fija. Antes de eso, para que mi currículum sea vistoso, hice prácticas pre profesionales en la facu, por ejemplo. Me moví un poco para tener experiencia. Creo que la experiencia y el saber hacer periodismo te lo da, más que nada, el salir de la facu. Si bien nos brinda muchas herramientas útiles, también es necesario buscar más allá. No hace falta entrar a un medio. Con abrir un blog, creo que es suficiente. Moverse en la calle, comenzar a escribir y buscar eso que a una le gusta o moviliza. Hoy formo parte del equipo de redacción de otro medio de Córdoba, pero sin duda la experiencia en Hablando Claro fue un antes y después en mi carrera.
-¿Tenés alguna costumbre en particular durante tu rutina de trabajo?
-Escucho música, pero eso depende de mi humor. Además, chequeo Twitter porque me parece alta herramienta para el periodismo, donde podés leer diversas opiniones sobre un tema o encontrar notas de manera fácil. En la compu tengo marcadores de distintos medios, principalmente, alternativos. Y si me cuesta escribir, lo hago igual, aunque no sepa qué va a terminar siendo. Sé que debo seguir escribiendo, porque en algún momento va a tomar forma. Cuando camino por Córdoba y se me ocurre alguna frase por inspiración, la anoto porque me va a servir en una nota.
De Instagram a la Justicia Federal
Una tarde de 1956, un tal Rodolfo Walsh tomaba café y jugaba ajedrez en un bar cuando oyó que había un fusilado vivo. Esa fue la antesala de Operación Masacre, una investigación que cambió el periodismo en la Argentina. De modo similar, casi toda investigación periodística trascendente tiene un inicio fortuito.
¿Cuál fue la antesala de tu nota sobre el caso de corrupción en odontología?
-Un día estaba en casa, tranquila y chequeando Instagram, cuando recibí el mensaje de una conocida. Me envió el perfil de una cuenta que comencé a chusmear y que subía publicaciones con testimonios de estudiantes de la Facultad de Odontología que contaban irregularidades de esta cátedra. Cuando comencé a leerlo no podía creer que sucediera y que nadie lo hablara públicamente. Pensé: “Si esto es verdad, es muy heavy”. Después comencé a preguntar y resultó ser una temática bastante conocida. Mucha gente sabía al respecto y algo ya circulaba, pero estaba tan naturalizado que nadie hacía algo para que dejara de pasar. Empecé a hablarle a conocides que estudiaban o fueron egresades de Odontología y me contaron historias que no podía creer. Ahí fue que le propuse hacer la nota a la editora, Carla. Ella me dijo: “Metele”. Cuando junté más testimonios y me di cuenta de que la cosa era mucho más grave de lo que pensaba, me empezó a dar miedo de que Carla no quisiera publicarla porque realmente era preocupante. Al contrario, insistió en que saliera lo antes posible. Desde allí, comenzó un trabajo de edición de lo redactado hasta su publicación. Después, explotó en las redes.
-Desde la fecha de la publicación hubieron detenidos, una ola de testimonios que reforzaron las acusaciones, múltiples declaraciones de autoridades y el destape de un caso de corrupción inédito en la Universidad. ¿Esperabas semejante repercusión?
-Para nada, solo imaginaba que iba a tener repercusión en las redes sociales. Lo sabía porque son muchos los estudiantes de Odontología. La mayoría son jóvenes y están en las redes. Pensé que leerían la nota, pero nunca que iba a tener efectos en la Justicia. Eso fue algo que no esperaba, porque mucha gente me dijo: “Mirá Ale, no quiero ser forra, pero ya se han hecho cosas. Incluso una vez se habló muy por arriba en el Lagarto y no pasó nada”. Yo estaba un poco escéptica en ese sentido. Mirá si una nota va a llegar a algo cuando no pasó nada durante tanto tiempo… Sin embargo, pasó y fue una alegría muy grande.
El poder de contar
-¿En qué momento comprendiste la magnitud que tenía?
-Al redactarla y poner los testimonios juntos. Ahí empecé a procesar la información. Dije: “Esto es grande, en serio”. Después, cuando publicamos en Instagram una partecita, la gente empezó a comentar y se hizo viral enseguida, me di cuenta de lo que estábamos generando. Fue impresionante. Cuando vi que llevaban detenido al profesor pensé en la capacidad transformadora del periodismo.
-¿Qué estabas haciendo cuando te enteraste?
-Estaba durmiendo. Me desperté a las ocho y media de la mañana por un mensaje de mi compañera de trabajo que me mandó la noticia. Vi que lo iban a detener y lo primero que se me cruzó por la cabeza fue: “Como periodista, desde mi casa y frente a una compu, pude lograr que se termine esta injusticia”. Esto implica muchas cosas. Yo tomé la iniciativa de escribir la nota, pero en realidad, si los pibes no se hubieran animado a hablar, a contarme sus testimonios, nada hubiera pasado. Creo que había un hartazgo por parte de ellos que llevó a que confiaran en mí para ser vocera de sus experiencias. Este era el momento para que sucediera. Los chicos no le estaban viendo la cara todos los días. Distinto hubiera si tenían que ir a cursar al otro día de que publicada la nota. Esto fue un cúmulo de cosas que la impulsaron y a su vez la Justicia pudo actuar enseguida. El fiscal Hairabedián lo venía investigando y cuando salió la nota apuró los trámites. Todo esto fue lo que permitió el resultado que vimos ese miércoles.
Poner el nombre y el cuerpo
-Apenas la publicaron, tu nombre no figuraba y días después lo agregaron. ¿Qué les hizo cambiar de parecer?
-Al comienzo no figuraba por miedo propio. Los mismos chicos me aconsejaron. No sabían de qué era capaz este hombre. Le tienen mucho miedo y eso me lo trasladaron. Después me di cuenta, cuando se hizo más grande e intervino la Justicia, que estaba respaldada. Aparte, desde Hablando Claro me bancaron y dijeron: “Ale, si llegara haber algún problema, tenemos abogados”. Me apoyaron para que pusiera mi nombre y me apropiara de ese trabajo. A veces, me cuesta apropiarme de mi trabajo. Siento que peco de inocencia y no me importa que salga mi firma, pero por otro lado es una investigación propia y no me parece que esté mal reconocerlo.
-¿Cómo fue el proceso de recolectar los testimonios y acudir a las fuentes?
-Los chicos tenían mucho miedo. Lo que hice fue que tener de intermediarias a personas conocidas Le hablé a dos o tres con quienes tengo relación y que estudian o estudiaron Odontología. Ellas me contaron sus testimonios y a la vez me ayudaron a recolectar otros. A partir de eso, empecé a recibir audios y mensajes. Los chicos no querían contarle esto a cualquier persona y esta forma me permitió acceder a ellos. Además, les dije que iba a ser anónimo y que no se preocuparan.
Redes sociales y rigor periodístico
-Fuiste parte de un medio que surgió desde la autogestión, en el interior, cuya redacción está compuesta 100 por ciento por mujeres y que lleva a cabo muchas de sus tareas desde casa. ¿Creés que es necesario revalorizar estas nuevas modalidades?
-El periodismo de las redacciones donde están todos los hombres fumando y tomando café no existe más. Es completamente diferente a lo que concebía y vivió Gabriel García Márquez. El periodismo que nosotros aprendemos es completamente diferente. Creo que se puede hacer periodismo desde las redes sociales, es posible.
-¿Con el mismo impacto que tuvo en aquella época?
-Totalmente. Siempre con la rigurosidad de una buena investigación, el chequeo de información certera y sus fuentes, utilizando las redes sociales para difundir, creo que se puede. Vemos que genera impacto. Reniego un poco de la gente que afirma: “Bueno, pero ya no se lee el diario en papel”. Creo que hay que adaptarse a eso. El hecho de que ya no haya tanto diario en papel y que la gente no lo lea es una realidad. No tenemos que quedarnos ahí. Actualmente, estoy terminando de cursar, pero cuando comencé, en los primeros años, me cuestionaba muchas cosas de la profesión. Qué iba a hacer con todo lo que estaba aprendiendo y qué iba a hacer a futuro, si el periodismo estaba “muerto”, como solían decir. Después una encuentra su camino y qué le gusta hacer dentro de la profesión. Es muy amplia y te permite encontrar diversas formas para lo que deseás comunicar.
-¿Sentís que hace falta alimentar un poco más la idea transformadora que tiene, tanto en el ejercicio como en las etapas de formación?
-Siento que últimamente es muy bastardeado y que está la concepción de ya no es lo que era. Si bien esto último es cierto, no significa que sea un mal periodismo. El periodismo hegemónico que vemos y se consume en su mayoría no es al que debemos apuntar. Los grandes medios por ahí solo buscan el click.
-La primicia.
-Exacto. Creo que el periodismo no es la primicia. Al contrario, el buen periodismo lleva tiempo. No soy partidaria del periodista molesto, sinceramente. Sí siento que se necesita curiosidad para poder avanzar y llegar a donde uno quiere, pero eso es una cuestión interna que a uno lo moviliza, no creo que haya que molestar constantemente a una persona para conseguir lo que sea para tener nombre. Si bien el periodismo cambió por las nuevas tecnologías –que ya no son nuevas, de hecho hace más de veinte años que convivimos con ellas– hay que saber utilizarlas para hacer periodismo desde el lugar que nos toca. Como jóvenes, también. Eso es súper importante. Los jóvenes no debemos ser puestos en el lugar de la ignorancia, de ser quienes no comprenden o entienden cosas de la realidad, sino todo lo contrario. Vivenciamos que las generaciones actuales se preocupan por lo que pasa, se movilizan, generan cambios y transformaciones desde sus lugares. En ese sentido, Hablando Claro surgió de la virtualidad pre pandemia, hace casi tres años y siempre el trabajo fue remoto, utilizando redes sociales y la web. Todas mujeres y jóvenes, egresadas de la facu. Hay que revindicar que se puede ser periodista desde casa y con una computadora.
El pueblo, el mundo y sus historias
-¿Cómo te organizás para atravesar el último tramo de la carrera, tener esta experiencia profesional, la vida personal y otras responsabilidades?
-Es muy caótico. En realidad, siempre trabajé y estudié. Cuando no trabajaba como periodista, era niñera. Por ahí cuesta más, es muy difícil poder organizarse y cumplir con los tiempos, pero no es imposible. No soy la persona más organizada del planeta, pero creo que es importante tener los tiempos divididos. Cuándo dedicarle tiempo al estudio, cuándo al descanso y cuándo al ocio. Siempre fui de aprovechar mucho los fines de semana, porque solía trabajar de lunes a viernes y por ahí me ponía al día con la facu esos días a la tarde. Soy del interior y noto que hay muchos estudiantes con quienes compartimos la misma situación. Que utilizamos tiempo para ir a visitar a nuestras familias, para volver a casa y se hace difícil adaptarse a vivir sola en una ciudad que todavía no conocés, pero después te acostumbrás, aprendés y descubrís que se puede.
-Parece que algo te motiva…
-Siento que este camino me va a llevar a algún lado y tarde o temprano voy a estar haciendo lo que quiero por más que sufra un mal momento. Varias veces me replanteé la carrera y por más que existieron esos momentos de bajón, supe darme cuenta de que sí quería continuarla. Hay muchas historias diferentes, también, ¿no? Que son válidas. A las personas que les sucede que están un toque bajón mientras cursan, yo les diría que si están seguros de ser periodistas o ser comunicadores –que es más amplio– sigan adelante, porque algún día van a encontrar el propósito por el cual continuaron.
-Recorriste el mundo y luego decidiste volver para continuar la carrera. Es muy llamativo. Justo estamos al inicio del ciclo 2021. ¿Qué le dirías a los ingresantes interesados en la actividad?
-El periodismo existe para contar las historias que son invisibilizadas. Es lo que siempre me gustó de esta tarea. Tener la posibilidad de escuchar a la gente, retratarla y llevar la historia de esa persona o comunidad a otro lugar. Es también lo que me llevó a viajar. El poder conocer otras miradas y culturas. Y es lo que me empujó a seguir en la facu. Con el periodismo puedo hacer que se conozcan otras formas de ver el mundo y también, como en este caso, saldar algunas injusticias para hacer mejor el lugar que me rodea. Siempre fui muy inquieta y desde chica quería viajar. Una profesora que tuve en el secundario siempre recuerda una anécdota de la que nos reímos. Nos dio como actividad pensar qué deseábamos ser cuando fuéramos grandes y yo le respondí que quería ser mochilera. Después, cuando terminé el secundario, vi la posibilidad de viajar como intercambio laboral a Estados Unidos y eso me abrió la oportunidad de conocer otros mundos. A partir de ahí, no quise parar más. Fue como abrir una puerta. Luego se dieron otros viajes y nunca dije que no.
-¿Ser inquieta también es fundamental?
-Totalmente. La inquietud, la curiosidad y preguntarse por qué esto es así y no de otra forma, tiene mucho que ver. Salir a la calle y no quedarse con una sola respuesta, suma muchísimo para ejercer el periodismo y para la vida en general. Es muy importante cuestionar y conocer para seguir haciendo, para no quedarse con lo primero que se ve.
* Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social, orientación en Producción Gráfica, de la FCC-UNC.