Por Maria Paulinelli *
Toda escritura en torno a la memoria significa fundamentalmente la expresión, la representación y la referenciación del yo. Es un sujeto el que recuerda condicionado por su tiempo, pero también por su pertenencia a una sociedad.
En la contemporaneidad, la eclosión de la subjetividad, ha colocado a estos relatos en una relevancia inusitada. Relevancia que se asienta en ese espíritu de época que muestra el reemplazo de los futuros presentes de la Modernidad, por los pretéritos pasados. Pretéritos pasados en la importancia de la identidad/ las identidades y de algunos acontecimientos de la Historia.
En todos los tiempos, la memoria se consideró como esa capacidad esencialmente humana para referenciar a cada hombre, a cada grupo, a cada contexto temporal. Ahora, lo hace, desde una subjetividad que avasalla las historias de la vida en la cotidianidad pero también en las situaciones de excepción… desde una subjetividad que eclosiona singularidades pero que también, referencia las particularidades de una existencia social. Todos… en lo que llamamos, relatos de memoria.
La memoria no es un conjunto, una suma de recuerdos.Es, más bien una determinada organización de signos, de rastros, de indicios, de vestigios. Se pronuncia contra la ausencia, contra la precariedad de la vida, contra el vacío del tiempo.
Los hombres, en los últimos años, como signo del espíritu de la época, han relatado memorias. De diversas maneras. Pero también, han definido qué y cómo recordar en cada espacio, en cada tiempo, en cada grupo. Variadas y disimiles propuestas de lo que se dice-los enunciados- pero también, de cómo se dice esa memoria –las enunciaciones-.
Y entonces, me pregunto cómo seleccionar, ordenar, reflexionar sobre esta cantidad de textos que buscan ser leídos, conocidos, significados, interpelados, -¿disfrutados?- … y que podría llamar relatos de memoria. Algunos, desde determinados enunciados.
Otros, desde las estrategias discursivas que posibilitan relatar una memoria. Algunos, desde espacios narrativos que priorizan la problemática de la identidad y su despliegue plural-las identidades-.
Otros, desde la fuerza ilocutiva de la memoria en el relato de las situaciones límites, de aquello que no debe olvidarse, que no puede explicarse cómo pudo ser posible que sucediera.
Y entonces, me digo, que es quizás un esfuerzo inútil… que no logrará condensar tantas maneras de relatar esa memoria explayada, desbordada desde esa subjetividad contemporánea… que es la nuestra. Será, pues, solo un punto de partida. Quedará para Ustedes, la aventura de continuar esos recorridos. ¿Lo intentamos? ¿Vamos?
Pensar, referenciar el sentido del tiempo y la memoria
Lo anterior 2016 del francés Pascal Quignard. Lo anterior es el segundo tomo de Ultimo Reino. Un conjunto de textos sobre la capacidad de los hombres en el tiempo para pensar el mundo y referenciarlo… desde la poesía que tienen las palabras.
Desgranar las palabras, que hablan del tiempo y la memoria, de la acción de recordar y la escritura, es la maravilla de este texto.
Transcribo algunos párrafos para que sientan la profundidad de las significaciones y se dejen envolver por la cadencia de un lenguaje exprimido hasta lo último en la posibilidad de decir lo que se piensa y, también, lo que se siente
“El tiempo es el viajero que no vuelve nunca”. “Nada es más móvil que el pasado, pues el presente no deja de reordenar aquello que lo alimenta”.
“El pasado es un inmenso cuerpo, cuyo ojo es el presente. El desgaste y el peso de cada hora sepultan o esparcen sus vestigios… …El pasado ha sumido en la ausencia y la indiferencia… …. Estoy volviendo a copiar frases que a su vez, cayeron en el tiempo y que la época dejó de frecuentar. Eurípides, pensaba así. Yo pienso así. Resulta que una misma savia resurge cada primavera… … Hay que recoger sin descanso pruebas que se parte a extraer en el subsuelo de la tierra y la sombra de la Historia. Es el baldío encantado”.
“El pasado se incrementa y el pensamiento de quien piensa bajo el efecto de la instalación del lenguaje en él, se incrementa con el pasado del que se provee los libros que lee o en los subsuelos que hurga.” “Cada hombre es un vivir terminable y un decir interminable.” “El lenguaje es la única resurrección para lo que ha desaparecido. Es lo que permite responder al primera enigma: porque el éxtasis del pasado se volvió un éxtasis del lenguaje”. “El lenguaje es la casa para todo lo que ya no está”.
“Un rostro de otra vez, vaga en las generaciones de los hombres”. “Las rememoraciones que poco a poco comprometen nuestra voluntad procuran una calidez que ya no proviene de sus contenidos.
Imperceptiblemente se han narrado en el fondo de nosotros solos. Al examinarlas nos decimos: Así como los momentos del pasado eran capaces de comunicar sus energías y sus alegrías, cuando las releamos, repetirán su poder… Entonces, nos volveremos más felices”.
“Por definición, las huellas nunca son visibles en tanto que huellas. Solo son visibles cuando son buscadas como marcas de lo que ya no está más allí”. “Todo hombre que recuerda, se evade, rompe el lugar, abandona la estación: su mirada se ausenta, su rostro, se transfigura”. “Lo verdadero es lo que no se logra olvidar”. Increíble, ¿no? Para leer una y otra vez.
Narrar la memoria. Luego, interpelar esa memoria como proceso y escritura
Invención de la soledad (1982) del estadounidense Paul Auster.
El volumen contiene dos textos: El hombre invisible (1979) y El libro de la memoria. (1980, 1981). Ambos, completan esa invención de la soledad a que alude el título. Uno desde el relato de memoria del padre. El otro, desde las disquisiciones sobre las distintas significaciones de la memoria, variadas experiencias del recuerdo y las posibilidades de la escritura de memorias. Uno, desde un narrador en primera persona que presentiza esa acción de recordar al padre recién muerto. La narración de la memoria es la presencia. Una presencia que termina, “cuando ponga un pie en el silencio significará que mi padre ha desaparecido para siempre”. Otra, desde el distanciamiento en una tercera persona enunciadora, que permite, visibilizar las posibles maneras de hacer memoria… y de esa forma completar el sentido de la ausencia, de la muerte: “Fue. Nunca volverá a ser. Recuérdalo”. El silencio será esa “invención de la soledad”. El hombre invisible. Una búsqueda. La del padre. Ese hombre invisible. “Era un hombre invisible, en el sentido más profundo e inexorable de la palabra. Invisible para los demás, y muy posiblemente para sí mismo”. De ahí la búsqueda del hijo de una presencia que se ´profundiza ahora con la desaparición física. Y entonces, recuerda. “Mi recuerdo más temprano”… “Recuerdos más próximos”… “Recuerdos”… “recuerdos”… “Las imágenes más pequeñas inmutables, ocultas bajo el lodo de la memoria, no enterradas, ni del todo recuperable. Y sin embargo, cada una de ellas es una efímera resurrección, un momento que de otro modo se hubiera perdido”. Por eso la memoria relata, narra, cuenta. Impide que su padre desaparezca en el silencio. Las palabras, pues, como recuperación de la presencia. Pero también, “es probable que una vez que esta historia haya acabado siga narrándose a sí misma. Incluso después de haber gastado todas las palabras.”
Tersura de un relato que habla del hijo que escudriña vanamente la imagen casi vacua de su padre. Poder de la palabra en su lucha con el silencio y el olvido para evitar que la soledad siga inventándose como otras veces. El libro de la memoria Un movimiento similar a la memoria, recorre todo el texto. Del presente –la muerte del padre- al pasado -en la recuperación de la memoria- y de allí al futuro-en la presencia del hijo-. Imagen cíclica de la acción de recordar expresada en el sintagma con que se abre y se cierra el texto. “Fue. Nunca volverá a ser. Recuérdalo”.
La estructura remeda el funcionamiento de la memoria. Iluminaciones. Irradiaciones. Fugacidad de imágenes y palabras. Carencia de un orden cronológico. De una secuencialidad. Solo fragmentos.
Algunos presentan ese hombre en una habitación, observado, mirado por el narrador. Un hombre –A– que revisa los sistemas clásicos de la memoria, la correspondencia entre naturaleza y pensamiento humano. Un hombre para quien la habitación es la metáfora del presente.
Otros fragmentos, aluden a su experiencia personal, los recuerdos de una vida. Marcan el movimiento hacia un pasado. Un pasado con acontecimientos, hechos, significados culturales… pero también, con la presencia de su hijo que le permite proyectarse hacia un futuro. “Sin saber bien porqué, en ese instante se sorprende a sí mismo temblando de dicha y pesar al mismo tiempo, si es que esto es posible, como si fuera hacia adelante y hacia atrás a la vez, en dirección al futuro y al pasado.” Asimismo, fragmentos que definen la memoria. Como lugar, cercano al habla y la escritura. Como espacio donde todo ocurre por segunda vez. Como posibilidad de sobrevivir. …y en la relación con las casualidades. Como resultado de principios morales y religiosos que señalan qué es posible recordar… San Agustín, Beckett, Freud, Proust… Como el beisbol en cuanto metáfora de la inmersión en la sociedad, como catalizador para recordar su propia vida, como estructura artificial que puede ordenar el pasado histórico. Como la imagen del abuelo que implica la sobrevivencia concreta. Como construcción de nuevas experiencias. Como una voz. Como futuro. Como prueba de vida en el momento actual. Como posibilidad de inmersión en el propio pasado y en el pasado de los otros. Como escritura. Como identidad de los otros… Todo eso, en los fragmentos desordenados, ubicuos, intrascendentes. Múltiples significaciones que completan ese movimiento permanente entre un pasado, el presente y un futuro…. Todo eso es la memoria.
Siempre he buscado palabras que hablen del padre, de los padres. Pocas veces, encontré esa consistencia de ternura y soledad como en este relato. Una invención que se interroga, que interpela, que pregunta, cómo es posible estar tan solo… cómo es posible la invisibilidad de una persona… cómo a veces no alcanzan las palabras… a pesar de todo lo que relata y significa la memoria.
Fragmentos de una memoria y su escritura
Polvo ( 2010) de la cordobesa Gabriela Halac.
La memoria remite a las huellas de lo sucedido alguna vez. Lo que ha sido, pero en una conjunción de tiempos: el presente, el pasado, el futuro. Es que la memoria marca la continuidad temporal y el carácter propio del recuerdo. De ahí que la memoria individual-como todas las memorias- se construye en el tiempo. Este deslizarse en el tiempo / los tiempos implica el trabajo de la enunciación en los relatos. Explica el proceso de construcción en la lectura. La memoria es del tiempo. Recordar, puede ser, entonces, reconstruir esas partículas en suspensión que se convierten en imágenes de un momento, en huellas que pueden generan un nuevo relato.
Polvo se propone eso. Un relato que recordando, construye. Por eso resulta un relato de memoria. La contratapa del texto, orienta la lectura, así dice: Un texto de memoria. Polvo, es un diseño de imágenes-como fotografías- de la infancia, procesadas para hacer la huella, el rastro. Un rastro imperceptible que el lector aviesamente debe buscar, encontrar, descubrir para acceder a esas imágenes de un momento. Esto explica la relevancia del proceso de lectura, porque completa las significaciones enunciadas o permite la construcción de nuevos momentos. Justifica esa relación inextricable entre el tiempo y la memoria, entre un pasado, un presente y un futuro escalonados en los procesos del relato. La estructura del texto ratifica ese sentido de incompletud, de irresolución de lo narrado. Los dibujos, son fugaces, indelebles líneas. Irresolubles formas que aluden, entredicen, insinúan. Ningún signo conduce a referenciaciones. Sólo el sentido de la sugerencia. De otra posible huella. Los blancos – de una presencia relevante en el diseño- suponen el tiempo indispensable para el armado de esas figuras, de esas imágenes con las partículas que toman vida, en cada acto de lectura. Contar la propia historia significará, además de mostrar las huellas de lo sucedido en la memoria, la configuración de la identidad individual o colectiva. Una representatividad que se vincula con esa explosión de subjetividades. Muestra, a su vez, su inserción en la práctica social del relato como tal: se cuentan y se escuchan historias. Una memoria enunciada desde una subjetividad particular pero explayándose a otras subjetividades. El sujeto enunciador se reviste de una meditada lejanía. La tercera persona es la voz que, pausadamente, rememora. Pero es una tercera persona que referencia sujetos móviles, diferentes. El niño, la niña, la adolescente, la mujer… Cruzan entonces, los protagonistas de esa memoria familiar no solamente los tiempos, los espacios, sino los relatos y sus posibles significaciones. De allí que, imprevistamente, la memoria se desplace y termine centrada en ella, el sujeto protagonista de Polvo. Ese sujeto que busca-en un acto de memoria- enunciar lo más vital de su vida, lo que dejó marcas. Los lejanos tiempos de la infancia, la adolescencia. El tiempo más cercano de los recuerdos, casi de un presente. Por eso: fragmentos. Fragmentos que buscan mostrar y –a su vez-armar las huellas de esa familia. Casi como un palimpsesto: el sujeto enunciador, con los otros sujetos que forman la memoria. Es decir, ella y su familia. Pero también, dos infancias: la propia y la de los otros. La que fue y ya no es. La sucedida y la rememorada. La vivida y la posible. La que arma la memoria y la que resta el olvido, dispersando. Quizás, también, la/s memoria/s que se construyen con la lectura del relato. Un mundo con propia existencia en esa memoria plural que se va arma, se armó y podría armarse.
El reconocimiento de un mundo creado y por crear, es lo que justifica la estructura circular del texto. Los niños juegan a contar historias, con reglas precisas. Al final del texto, los niños ya no están Han contado las historias. El padre, mientras… sube la escalera.
Ahora bien, No es gratuita esa estructura. Todos están presentes en la historia / las historias, que se cuentan se memoran, se construyen De allí los lábiles, ubicuos trazos entre la historia/ las historias, los protagonistas/ la protagonista. Una forma de memoria individual que toma las memorias de los otros, en esa acción de recordar relatando recuerdos que implican otros relatos, otros sujetos que también escuchan y que quizás, también hablan. Todos implicados, en esa memoria, esas memorias múltiples e inacabadas que hacen las partículas del polvo de lo vivido y de lo imaginado, de lo recordado y lo olvidado, de lo propio y de lo ajeno, de lo cierto y lo mentiroso, de lo… en fin, de una familia, de una subjetividad, por sobre todo.
Hermoso y poético texto. Referencia el polvo de que estamos hechos. Polvo de las subjetividades que nos muestran pero que también, pueden ser reconocidas en la acción de contar, narrar… que también es escuchar, leer, reconocer.
Las memorias de lugares, tiempos y hombres… en esa maravilla de narrar, contar, relatar….
Memorias de viento y sal ( 2011) de los cordobeses Ariel Pensa y Rubén Pensa El título ordena la lectura. Es un texto de memorias.
De memorias de un espacio. Allí donde el viento y la sal definen un paisaje, un contexto, unos sujetos, una memoria, en definitiva.
Las fotografías insertas en el texto, denotan, referencian ese espacio. Enfatizan ese carácter de documentación que tienen para ratificar la existencia real, concreta de ese espacio generador de estas memorias. Los distintos relatos se dispersan alrededor de ese yo enunciador, que desaparece por momentos, para reaparecer con otras voces. Voces que también, construyen las memorias Por eso, si bien ese yo construye desde su primera persona enunciadora, se convierte en el reservorio de la memoria de ese espacio y de los habitantes de ese espacio Es, pues, la memoria de un grupo. Es una memoria colectiva.
Está pues la idea de una constitución simultánea, mutua y convergente de ambas memorias y que posibilita entender esa interacción entre el individuo y los individuos, entre un yo y un nosotros, entre la memoria individual la memoria colectiva. Los textos oscilan entre ese yo enunciador de la memoria individual, pero también en ese yo que recuerda con los recuerdos de otros. Homenaje, enuncia esto. “Yo los nombro por recordar algunos/ sin olvidar los miles que han quedado/ y luchando en la noche de los tiempos/ siguen armando el gran futuro para los de mañana”. Un yo individual, que se define en Salinero: “Yo nací en ese sur de pampa y plata/ callado, humilde y soberano pueblo con horquilla y pala/ que se levanta y duerme con la luna de guía,/ que encorvada a la tierra va dejando la vida/ sobre la flor de sal y el de fuego que lo abraza/ Con el viento del norte que arremolina historias/ que duermen a la sombra de los algarrobos, que en primavera nacen hechos flor de jarilla para aromar los sueños postergados” El yo y su pueblo, su espacio, sus relatos.
Más aún, esos recuerdos se toman prestados de los relatos de otros. A su vez, esos recuerdos se encuentran inscriptos en relatos, que también, forman parte del imaginario colectivo. Es por eso que Memorias de….se estructura en tres partes: Quienes, Imágenes y Relatos.
Quienes, rememora identidades. Personas convertidas en personajes emblemáticos en ese carácter de mitos que la contemporaneidad construye. Bachi o más bien Vachi, La seño, El bordero, Juan Verón….
Imágenes, construye la memoria de los lugares, las cosas, los paisajes. Bar El Tropezón, Fresquitos los rosquetes, El 613, La casa vieja….
El último fragmento, trabaja los relatos escuchados y aprendidos Enuncia esa historia simple de mi pueblo: “Allí se guardó un tiempo viejo en la memoria”…”En ese rancho había nacido parte de la historia/ de aquel pueblito humilde y olvidado / de mi Córdoba, al norte” Relatos como El sapo rococó, Kaico, El viajero sin prisa…que resguardan tradiciones y las historias orales transmitidas Relatos que vienen de relatos, que fueron escuchados y vueltos a contar….y constituyen la memoria de todos. Los tiempos se entreveran desde los tiempos inmemoriales a los que la memoria reconstruye de los días de la niñez y adolescencia, del tiempo cotidiano… y también del tiempo irrecuperable, de aquel que ya no vuelve…. Sujetos de memoria. Espacios de memoria. Tiempos de memoria Un nostálgico texto de memoria. Desde las memorias de espacios, sujetos y tiempos diversos en la humana capacidad de relatar para no olvidar…
La memoria de lo imposible de narrar
Procedimiento Memoria de La Perla y La Ribera (2007) de Susana Romano Sued
Procedimiento tiene una doble significación. Por un lado remite al acontecimiento relatado: la vida en los campos de detención en la Dictadura que se inicia en el 76. Una situación que tiene el límite extremo de la singularidad, de la excepcionalidad, de la abyección. Esto explica el singular del sustantivo procedimiento. El texto también, señala de diversas formas esta singularidad en el límite de la experiencia del discurso. El diseño de la tapa-la rasgadura y falta de la mitad de la hoja- con la imagen del alambrado de los campos de concentración, reforzado con el gris y negro de las tonalidades empleadas, lo referencia.
La estructura del texto refuerza más aún esa singularidad, esa imposibilidad. Los epígrafes ratifican: la necesidad de contar dichas situaciones desde todas las posibilidades del relato. También ahondan en esa urgencia de hablar por las víctimas, por aquellos que no tienen voz. Por eso es que el texto se propone como testimonio y en consecuencia como documento. Un breve texto escrito en tercera persona, informa sobre la ubicación de los lugares de detención: La Perla y La Ribera. Como cierre, otro texto, en primera persona señala la documentación-el testimonio- que supuestamente es la memoria que se enuncia. “Plantaré pensamientos donde fueron hallados los papeles en el atado de trapo hecho jirones”. Este recurso -el uso de un testimonio supuestamente encontrado- confiere verosimilitud a esta memoria, profundiza la posibilidad de construir el acontecimiento desde los límites mismos de la palabra.
Las víctimas son las protagonistas del acontecimiento. Víctimas testigos de esa experiencia límite. Romano Sued las enuncia desde la condición genérica de víctimas: ubicadas en los campos de Córdoba, pero asimiladas a toda una tradición occidental por las referencias raciales y los condicionamientos de género. Es decir, son las víctimas de ese estado de excepción que se condensan en los campos como espacio de deshumanización. A la opacidad de la referenciación de toda situación límite, se propone la construcción de una memoria. Por eso, el texto se estructura en fragmentos, iluminaciones, estallidos, similar al funcionamiento de la memoria. Los enunciados referencian una multiplicidad de voces: víctimas y victimarios. Se entremezclan las voces de las detenidas con la de los represores, sin intermediación alguna. .Se despersonaliza el sujeto enunciador. Los monólogos están desprovistos de toda lógica. Los tiempos son discontinuos, intermitentes, vacíos de toda posible cronología.
Una lógica poética reemplaza a la lógica narrativa secuencial para la enunciación del acontecimiento. Es, en la estructura sintáctica donde esta lógica se expande con mayor nitidez e impacta en la enunciación: la ausencia de artículos, adjetivos, nexos. Esto sumado a la desarticulación sintáctica enfatiza la imposibilidad de narrar esa situación límite. De allí lo inefable que resulta. De allí la experiencia de relatar contra los límites de la representación, contra los límites del lenguaje.
El texto se abre, pues, como una experimentación con las formas de relatar pero también con la imposible adecuación entre referente y enunciación. Crea un hueco que la palabra poética trata de rellenar en ese relato descarnado, por momentos, irreferenciable. La memoria imposible de narrar, de contar, de relatar.
Pienso en otras voces. Primo Levi, Jorge Semprun, Boris Pahor… Recuerdo otros textos cercanos a nosotros… Antonio Marimón, Sergio Schmucler, Carlos Shilling. Todas búsquedas irrefrenables para hablar de lo que está más allá de la condición humana, de la dificultad de la palabra para relatar, narrar, balbucear…
Metáforas de la memoria
Detrás del vidrio ( 2000) del cordobés Sergio Schmucler
Es quizás uno de los textos más bellos que he leído. Quizás, porque quise mucho a Sergio. Quizás, porque conversamos tanto sobre sus significaciones. Quizás porque los afectos entre hermanos, pocas veces, han sido explicitados con tanta ternura, con tanta nostalgia, con tanta melancolía… y también, de lo que es irremediable. Y entonces, digo…
Un relato de memoria. Testimonios varios. Un testimonio de ese narrador en primera persona. Testimonios de otras voces… de una generación… de todo un tiempo. También, la biografía de un hermano, esa presencia permanente. Fragmentos de textos de ese espíritu del tiempo explicitado en canciones, estribillos, consignas… Relatos factuales que muestran acontecimientos… Todas búsquedas, en palabras de Sergio, “para decir la verdad cruda, incoherente, agresiva y dolorosa, como si la literatura fuera finalmente la única posibilidad de decir realmente lo que quería”. Es la memoria de lo que sucedía en esos días, en esos meses, en esos años trasvasados en la metáfora que nombra todo el texto: Detrás del vidrio. Mirar desde la distancia que da el paso de los años…. Mirar desde la particularidad de una mirada que recuerda… Mirar desde “esa metáfora que nombra el desasosiego”, como lo sintetizara el autor.
Fragmentos de fragmentos en esa multiplicidad de discursos, en esa multiplicidad de miradas sobre la irreversibilidad de lo vivido, la imposibilidad de volver a vivir determinadas experiencias, la clausura irremediable de un tiempo que quiso ser inolvidable.
Tres momentos marcan la progresión del relato: el aprendizaje y la militancia, la desaparición de Pablo y el inicio de un exilio que se tornaría permanente. Momentos que se intermedian, se entrecruzan para finalmente, desplegarse en el presente con toda la soledad y “ese desasosiego”.
El primer momento ahonda en su experiencia. La niñez y adolescencia. Los padres, los abuelos. La generación de los 60. La experiencia personal más la de su tiempo. “La lucha, la revolución. Hacer la revolución. Ser la revolución” Un tiempo “en el que estábamos todos juntos…” Narra acontecimientos, describe los protagonistas: Cámpora, Perón Ezeiza, Lopez Rega, Isabelita, la militancia, la clandestinidad, el compromiso. Pero también, descorre hilachas de la cotidianidad de aquel entonces. El ritmo de la vida. Los enamoramientos, amistades, los sueños y utopías, la represión, las detenciones, los asesinatos, los allanamientos, la violencia, la censura, las horribles delaciones, las desapariciones, las muertes. Las diferentes actitudes: el miedo, las certezas, las dudas, el olvido. Todo en un presente que actualiza los recuerdos de tanta vida y también, de tanta muerte, de tanta precariedad, de tanta tristeza y soledad. Y allí… Pablo. Ese hermano compañero que se transforma en una sombra que se avizora detrás de un vidrio en la última imagen que le queda. Pablo…un rumor callado en esas voces, que solo susurran el silencio de lo ausente. Un momento muy largo y siempre esquivo. La angustia inexplicable de lo vacuo. Lo que pierde consistencia como si se derramara en un tiempo diferente. “Cada recuerdo es una imagen nítida, obsesiva, en medio del desierto.”
El tiempo del exilio como estado permanente. “Las cosas desaparecen. Se diluyen. Llego tarde. Las cosas se murieron y no estuve en el momento en que murieron”…. Un tiempo diferente. “Me olvidé de la revolución. Ya no creo que haya que dar la vida para cambiar el mundo, Me olvidé de la revolución, de que había un pueblo y socialismo y patria o muerte y liberación o dependencia y todas las palabras y las frases y las consignas que fueron tan importantes. Un día el mundo se quedó sin esas palabras. Ahora me río y lloro y pienso y odio y amo pero sin que ellas estén ahí cerca, no las podría ni siquiera pronunciar porque suenan raras, y a veces siento que con las palabras disueltas algo más se disuelve, porque sin ellas no entiendo que pasó.” Un tiempo sin regreso y sin partida. El tiempo ese del desasosiego.
Memoria. Memorias. Testimonio. Testimonios. Tiempo. Tiempos. Esperanza y sueños. Desesperanza y muerte. Todo, visto detrás del vidrio, metáfora de la memoria.
Hermosísimo texto. Me quedé sin palabras. Ahora solo queda en el vidrio, la ausencia. La tristeza. Seguiremos hablando de la memoria y de sus voces. ¡Hasta pronto!
* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex Escuela de Ciencias de la Información, a la que dirigió en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.