Por María Paulinelli

Para leer en un tiempo dislocado, un conjunto de obras de autores que escriben desde lo fragmentario, lo errante y “la contingencia en la aventura de vivir”. 

Hablábamos de lecturas en este tiempo/no tiempo que vivimos. Proponíamos los fragmentos como posibilidad de lectura ubicua, inacabada, inconclusa y al mismo tiempo permanente.

Les hablé de algunos de mis amigos escritores, pero se me ocurrieron otras cosas. Les cuento…

Me parece que esto de los fragmentos no es solo una forma de lectura para estos días de aislamiento. Hay algo más.

La estética contemporánea se define desde la inespecificidad, la indistinción, la indiferenciación de los discursos, en cuanto formas susceptibles de ser ordenadas y categorizadas. Pero también se define por la fragmentariedad. Es decir, la composición de textos, no desde el montaje sino desde la combinación, el amontonamiento de fragmentos diversos con distintos formatos y lenguajes. Relatos de situaciones, recuerdos y momentos. Retazos de historias que van de un texto a otro. Formas breves que muestran, en esa yuxtaposición, la negativa –o quizás la imposibilidad– del autor a articularlas con un sentido único.

Entonces, el texto resulta ahora como una sombra de la realidad que no acaba de iluminarse a sí misma, como una presentación del caos del mundo, donde han desaparecido los demiurgos que lo explicaban y ordenaban en historias inteligibles. Una presentación infinita, permanente y no resuelta. Pero… presencia al fin. 

Les cuento, también, que leí en Cosecha Roja un texto de Omar Rincón que se relaciona con todo esto. Dice que pensamos en fragmentos, en un devenir eterno y virtual, propio del tiempo que vivimos, por lo que la fragmentariedad  es una resultante de las formas contemporáneas de comunicación entre los hombres (1). Yo agregaría: …y sobre esos hombres y ese mundo.                                                                                                                       No era tan aventurado, eso de hablar de los fragmentos de que estamos hechos. ¿No? 

Y hoy… ¿qué?

Releo últimos textos. Vienen entonces, otros amigos que quiero presentarles. Julian Barnes y Olga Tokarczuk. Ella,  importantísima: Premio Nobel 2018. Deslumbrante. Polaca para más datos. Él, presente siempre desde hace muchos años, con textos maravillosos. Irreemplazable. De nacionalidad inglesa.

Olga Tokarczuk

 El puro movimiento desde un yo que escribe con fragmentos

Los errantes es un texto  de autoficción, un libro de viajes, un conjunto de fragmentos. Es todo eso… y mucho más.                                                         

También puedo decir –con otros-  que es una novela inquieta. Es todo movimiento. “Mi energía es generada por el movimiento, el vaivén de los autos, buses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys”, dice. Por eso no se detiene  en un acontecimiento, ni en una historia, ni en un espacio,  ni en un tiempo, ni en un mundo.  Por eso, compila apuntes, recuerdos, reflexiones sobre el viaje y todas las vinculaciones posibles en el pasado, el ahora y el después.

Pero también puedo decir que es una novela inquietante, interpeladora. No solo por el sentido de sus relatos casi incomprensibles e incompletos, sino porque confiere al movimiento la capacidad de redención del mundo, de salvación para sus habitantes. Así dice: “Quien rige los destinos del mundo no tiene poder sobre el movimiento, y sabe que nuestro cuerpo al moverse es sagrado, Solo escaparás de él, mientras te estés moviendo. Ejerce su poder sobre lo inmóvil y petrificado, sobre lo inerte y quieto”. Bellísima metáfora, decimos nosotros, en la identificación de libertad y movimiento, de humanidad y vida móvil.

Por último, afirmaría que es un texto contemporáneo en esa indiferenciación de discursos que la integran: la cartografía como estrategia para referenciar lo existente pero también para apresar lo inasible. La subjetividad desbordada de su yo en la autoficción enunciada. La errancia como posible modalidad narrativa  en ese recuento de viajes propios y ajenos. Todo eso, desde un yo que escribe con fragmentos.  

Julian Barnes

La aventura de vivir en cada tiempo, en cada historia, en cada hombre

De Julian Barnespodría hablar de El ruido del tiempo,  de La única historia,  de Nada que temer. De muchas más. Pero Niveles de vida nos encandila con los tres fragmentos que la definen como un texto contemporáneo. De hoy. En el inicio, esboza una teoría del fragmento: “Juntas dos cosas que no se habían juntado antes, y el mundo cambia. La gente quizás no lo advierta en el momento, pero no importa. El mundo ha cambiado, no obstante”. Esa unión de elementos distantes, extraños entre sí,  es lo que explica los fragmentos como modalidad escrituraria. También, es el sentido subyacente de la aventura de vivir, implícita en los desafíos imposibles, en  los amores desbordados e inexplicables, en el dolor imposible y permanente por la pérdida de la amada, lo que explica “esos niveles de vida”. Tres son los fragmentos del texto, hemos dicho.

El pecado de la altura se refiere al sueño eterno de los humanos de conquistar el cielo, de tomarlo por asalto. En ese siglo XIX, mediante dos formas de desafío: con la historia de  los globos aerostáticos como posibilidad de recorrer el cielo por un lado. Con la toma de  imágenes con  fotografías aéreas de ese cielo, por el otro. Todo un tiempo.

En lo llano es la historia de un coronel británico viajero y bohemio, y su pasión por la actriz  Sarah Bernhardt . Doble aventura: la de conquistar el cielo como espacio y como imagen. La de conquistar el amor de una mujer inalcanzable. Toda una historia.

La pérdida de la profundidad es el tercer fragmento. Barnes abandona el siglo XIX y entra al siglo XX, deja las historias de otros, para quedarse con su propia historia: la muerte de su esposa. Lo inexplicable de la ausencia, lo absurdo de lo cotidiano, la imposible e inútil soledad.

Todo una persona humana

Distintos niveles de vida. Diversas significaciones. Barnes lo explica: “Vivimos a ras del suelo, en lo llano y sin embargo, aspiramos a elevarnos. Terrestres, a veces, ascendemos tan alto como los dioses. Algunos se elevan por medio del arte. Otros con la religión. La mayoría con el amor. Pero al elevarnos, también podemos caer  en picada”.

Una buena experiencia de lectura. Necesaria. 

Otros fragmentos posibles

Y entonces, esos fragmentos condicionados por ese espíritu del tiempo del que hablaba Edgar Morin , se fueron dando como modalidad escrituraria también, desde  los 60, adelantándose a esta estética contemporánea.  Siempre desde los fragmentos.

Vuelven entonces los recuerdos. Vienen viejos amigos que están siempre presentes.

Natalia Ginzburg

La inespecíficidad de los discursos: Natalia Ginzburg y Las pequeñas virtudes

El periodismo muta en la literatura a través de las palabras. La literatura muta en el periodismo en el relato de los hechos.

Breves textos periodísticos, los de la italiana Ginzburg, sobre la vida de todos los días. La memoria de los días felices y los días difíciles. La juventud, la militancia, los amigos irrecuperables. También las formas de vivir que definen una generación y un lugar en el mundo.

La indistinción entre prosa y poesía: Cortazar y las Historias de Cronopios y de Famas

Brevísimos textos del argentino, único e inolvidable, para mostrar la magia del mundo. Instrucciones para vivir mejor en una casualidad muy distante a la causalidad racional moderna. Formas posibles de existencia como los soñadores cronopios, las insufribles famas y las tontas esperanzas. Todo un aprendizaje del hombre nuevo, pero desde el humor y la maravilla de lo lúdico.

La indiferenciación entre  lo real del mundo y la realidad de los discursos Antonio Marimón y El antiguo alimento de los héroes

Un texto de memorias del militante y periodista cordobés, podría  también llamarlo. La memoria individual. La memoria de una generación. Ambas en fragmentos donde Córdoba y su historia, sus hombres y mujeres, sus sueños, sus alegrías, sus tristezas, se deslizan en textos densamente poéticos. Maravillosos. Irreemplazables. Espacios que, aún hoy, nos ayudan a pensarnos.             

Los dejo con mis amigos, que también ya son de ustedes. Seguimos conversando y disfrutando las palabras de esta buena gente. ¿Sí?

Hasta pronto. 

(1) http://cosecharoja.org/coronavirus-cuarentena-y-pensar-en-cuadritos/

Foto principal: https://www.cultura.gob.ar/

* Docente e investigadora. Fue profesora de Literatura Argentina y Movimientos Estéticos, Cultura y Comunicación en la ex ECI, a la que dirigió en en dos oportunidades. Es la primera Profesora Emérita de la FCC-UNC.