Doctor e investigador en Comunicación, Esteban Zunino propone formar periodistas comprometidos con la comunicación como un derecho humano y que –aún en tiempos de crisis– puedan “disputar sentido en medios comunitarios y también en medios masivos y dominantes”.
Por Gustavo Urenda *
“No queremos una universidad pública que forme el profesional que nos pide el mercado, pero tampoco podemos darnos el lujo de tener una universidad pública que niegue la existencia del mercado o piense solo en formar investigadores o académicos”, es uno de los planteos del investigador en Comunicación Esteban Zunino, en una entrevista realizada luego de su participación en el Encuentro Nacional de Carreras de Comunicación (ENACOM) 2019, que tuvo como sede la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Durante el ENACOM, convocado por la Federación Argentina de Carreras de Comunicación (FADECCOS), docentes, profesionales, investigadores, graduados y estudiantes de las carreras de comunicación de universidades públicas y privadas de Argentina y América Latina colmaron nuestras aulas y pasillos con el propósito de reflexionar sobre el estado de la disciplina y el futuro de la comunicación social a nivel nacional y regional.
Al interior de la FCC, el encuentro provocó una particular sinergia: cátedras, docentes, equipos de investigación y de gestión integraron esfuerzos para que cada una de las actividades respondiera a las expectativas de todes los participantes. El Taller de Lenguaje I y Producción Gráfica “B” de primer año asumió el compromiso de coordinar junto a Redacción II (cuarto año de la orientación en producción gráfica) el panel Formación de periodistas en la universidad pública.
El viernes 6 de setiembre, Zunino, docente de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), investigador del CONICET y doctorado en ciencias sociales, integró dicho panel junto a directores y editores de periódicos. Con el objetivo de recuperar algunas de las reflexiones compartidas aquella mañana, lo entrevistamos minutos después de su presentación. Les presentamos un extracto de la entrevista, en la que se refiere a los perfiles profesionales en los nuevos planes de estudio, las tensiones profesionales que atraviesan el campo periodístico y las vinculaciones entre investigación social, universidad y sociedad en la Argentina actual.
-¿Cuál es su punto de vista sobre los perfiles profesionales que deberían diseñar las carreras de comunicación?
-Desde mi perspectiva, estamos en un momento bastante crucial del campo disciplinar de la comunicación; por un lado, está siempre presente la complejidad del objeto, porque La comunicación es un campo de tensiones, y más en una época de revolución de las comunicaciones, que si bien no es nueva o no lo es tanto (tiene al menos dos décadas), implica un trastocamiento de todo lo que conocíamos y la pérdida de algunas certezas que creíamos tener. Desde lo concerniente a la formación periodística hasta las formas de consumo de las audiencias –ya no sabemos como definirlas: ¿Consumidores, usuarios, navegantes?–, necesitamos pensar en algunas variables que pueden, paradójicamente, asumirse como constantes: la idea de un profesional crítico, en el sentido de que pueda interpretar la complejidad del campo, que pueda desenvolverse en él, que lo pueda poner en cuestión y sobre todo que pueda poner en cuestión su propia práctica y la incidencia en dicho campo.
-¿Eso qué implica?
En el marco de los procesos de rutinización, esto implica la posibilidad de lograr un quiebre, de un alejamiento para reflexionar, lo que resulta muy complicado; con las dificultades económicas, los tiempos se aceleran y en las crisis como la que enfrentamos no solo somos multitareas, sino que estamos flexibilizados… Entonces, creo que la idea –que no es nueva– de un profesional crítico va acompañada de la idea de un profesional comprometido con la comprensión de la comunicación como un derecho humano fundamental. En un momento en que las comunicaciones tienden a mercantilizarse y existen disputas sobre sus regulaciones –¿el Estado debe regular o es el mercado quien debe equilibrar automáticamente la circulación de la mercancía comunicacional?–, volver a insistir desde nuestro campo con la idea de la comunicación como derecho humano es otra de las aristas que le agregaría a ese profesional, que no pierda de vista que se trata de un derecho humano fundamental, que es también su derecho como comunicador y ciudadano, pero al que debe contribuir a desarrollar.
-En el panel expuso sobre las tensiones que atraviesan la profesión periodística. ¿Cuáles son?
-Respecto a la profesión del periodista, estaba pensando primero en tensiones intrínsecas a la cotidianeidad del comunicador; las que se dan, por ejemplo, entre la necesidad de profundizar en la cobertura de una notica y los tiempos y recursos con los que cuenta para hacerlo. Entonces, recuperar ahí la dimensión del periodista como un trabajador o trabajadora de la comunicación. Las tensiones con los consumos: las que imponen agentes que son parte del proceso de la comunicación, como son los usuarios y las audiencias, que hoy consumen en dispositivos distintos, en tiempos distintos y que condicionan la labor profesional. Las tensiones con el resto de los actores: en el escenario mediático ampliado, con las plataformas como arenas de disputa, operan actores políticos y empresarios con intereses de monetización de contenidos; estas tensiones llevan a reflexionar cómo operan sobre la profesión diaria del periodista y qué margen tienen los periodistas para operar sobre esas tensiones. Por ultimo, una que me preocupa particularmente y es polémica, es la tensión de la universidad con el campo profesional. Creo que en momentos de reformas de los planes de estudio hay que sentarse a analizar esta tensión todo lo que haga falta. Yo fui estudiante de universidad pública, soy docente de universidad pública y defensor de la universidad pública de nuestro país, con acceso irrestricto, gratuito y formación de calidad. Pero uno no puede ser sordo a las demandas de los estudiantes que plantean que hay una universidad aislada de ciertas problemáticas y rutinas de la profesión, aislada del desarrollo práctico y técnico de algunos aspectos profesionales; y ahí está la tensión entre la universidad y el mercado. Lejos de pensar que no puede haber un diálogo, allí tiene que haber un diálogo crítico, en el sentido de poner en cuestión y problematizar las demandas del mercado.
-¿Qué rol le cabe a la universidad?
-No queremos una universidad pública que forme el profesional que nos pide el mercado, pero tampoco podemos darnos el lujo de tener una universidad pública que niegue la existencia del mercado o piense solo en formar investigadores o académicos. Desde mi punto de vista, esto no es cumplir con el rol social de la universidad pública y deja abierto todo un campo para desarrollos privados y mercantiles: el de los estudiantes que van a buscar técnicas a instituciones privadas. Y me parece que termina lesionando a nuestro derecho humano a la comunicación. Hay que formar periodistas que vayan a disputar sentido a los medios comunitarios, pero también a los medios masivos y dominantes. Es una discusión que nos tenemos que empezar a dar: cómo formamos el profesional más crítico, pero también el más preparado para desempeñarse en esa arena de tensiones.
-¿Cómo analiza la articulación actual entre investigación, universidad pública y sociedad en nuestro país?
-Estamos en momentos muy difíciles de la ciencia y de la universidad, por plantear dos ámbitos que tienen múltiples conexiones, porque se hace ciencia en la universidad y porque muchos de los investigadores del CONICET y otras instituciones son docentes universitarios. Y son muy difíciles concretamente por una política presupuestaria de ahogo y expulsión. Si siempre fueron difíciles esas articulaciones en nuestro país, si siempre fue difícil hacer que el investigador salga de su burbuja y sus investigaciones tengan impacto real en la sociedad, con un CONICET desfinanciado, que no incorpora investigadores o incorpora muy pocos –y en esta época de sequía, muchos menos del área social y menos aún de la comunicación dentro de las áreas sociales y humanas– esos débiles puentes que eran ya endebles tienden a resquebrajarse. Yo creo, además, que la investigación sin la docencia y la universidad no tienen sentido, y por eso lo que tratamos de hacer con este congreso, desde el panel de esta mañana hasta la discusión que estamos teniendo ahora, es sistematizar hallazgos de una investigación en una serie de reflexiones que exceden el propio dato que construimos. Eso es impactar en el espacio público a través del debate, a través la docencia, del trabajo con los jóvenes estudiantes que nos plantean preguntas que nosotros no nos hacemos, y usos que no conocemos y que nos tensionan. Creo que ahí hay una punta que me parece inescindible; no comprendo la investigación sin la docencia y no comprendo la docencia sin otras actividades que trae aparejada, como la investigación y la extensión.
-¿Qué es lo que falta?
-Creo que falta mucho. Ese puente todavía depende del investigador y de las ganas que tenga de sostenerlo, y debiera institucionalizarse mucho más: que haya políticas públicas desde donde los investigadores encuentren demanda por parte de otras organizaciones estatales y de la sociedad civil, incluso de organizaciones privadas que los convoquen para aplicar aquello que vienen desarrollando, y particularmente a quienes hacemos investigación básica. Hubo intentos, por ejemplo, proyectos de investigación orientada entre el CONICET y la Defensoría del Público y que se cortaron desde hace tres años y medio con el gobierno de (Mauricio) Macri. Me parece que es un desafío –no un latiguillo– que la política educativa y científica sean políticas públicas de Estado, que esté quien esté haya políticas de financiamiento. Eso permite la generación de puentes y vinculación entre el investigador y el impacto de su investigación en el contexto social en el que se desenvuelve. Una política educativa y científica debería institucionalizar esos puentes, hacerlos más fuertes, con financiamiento asegurado y con soluciones a cuestiones burocráticas y administrativas que a veces son difíciles de zanjar y deberían estar mucho más aceitadas, para que el investigador no tenga que preguntarse cómo volcar lo que hace, sino que ya existan canales institucionalizados. Entonces, apostemos a que el financiamiento vuelva y que además se puedan solidificar esos puentes.
Link: entrevista completa
* Doctor en Comunicación y docente de la FCC-UNC. Coordinador del panel Formación de periodistas en la universidad pública en el ENACOM 2019.