Quienes promocionan el ejercicio físico, la alimentación sana y los suplementos dietarios declaran como objetivo “un cuerpo sano”, pero persiguen “el cuerpo perfecto”. El ideal de belleza muta de acuerdo a los movimientos de la sociedad. Se viene el verano y las estrategias publicitarias apelan al hedonismo, el consumismo y la desesperación.

Por Milenka Álvarez Paúr *

Ilustraciones: Macarena Torres **

Deslizo el dedo hacia abajo para actualizar las historias: un video en el gimnasio de una conocida haciendo abdominales; una imagen de mi mejor amiga con su perro; una foto de un batido proteico de otra que conozco; una comparación de un antes y después de alguien; un dibujo que hizo una amiga de una chica desnuda y feliz entre flores; un texto sobre un fondo verde: “¿Te cansaste de dietas imposibles? ¿De hacer mil horas de ejercicios y que no alcance para llegar al verano? Te damos la solución con un producto natural ‘Herbalife’”. Salgo y cierro sesión para ponerme a estudiar.

Instagram, como el resto de las redes sociales, junta en mi cuenta visiones de la vida muy distantes. A menudo me encuentro con mujeres que promueven “el amor propio”, pero lo novedoso es que el concepto cambia de una historia a otra. Algunas abrazan la singularidad de su cuerpo. Otras, al modelo hegemónico de belleza femenina.

La curiosidad por ver hasta dónde son capaces de llegar estas chicas poseídas por el discurso de la perfección me hace buscar sus perfiles de Instagram para ver sus fotos e historias. Alejo el apunte de Producción Gráfica para ponerme cómoda.

La primera se define como reina de un consorcio caminero, modelo, futura profesora de química y amante del gimnasio de mi pueblo. Tiene 1.971 publicaciones de sí misma en donde se observa de forma explícita su objetivo: mostrar su figura “casi perfecta”. Las comillas y el “casi” se refieren no solamente a la utopía del modelo de belleza, sino que ella así responde a lo que le escriben por medio de la opción “Preguntame algo” de la red.

Sus historias destacadas del gimnasio me abrumaron. Los videos no me mostraron a una chica haciendo ejercicios, sino a un cuerpo sometido por la ropa deportiva apretada y las grandes pesas. Pero el triste momento se convirtió en escándalo cuando leí las siguientes historias: “La sencillez enamora”; “No me importa lo material ni lo superficial. Busco a un chico que me haga soñar”… La contradicción de perseguir el cuerpo ideal y proyectarse como políticamente correcta, junto a la búsqueda de un “príncipe azul”, forma una de las combinaciones que promueven el capitalismo y el sistema patriarcal.

En la nota “Fábrica de princesas, fábrica de súbditas”, publicada en 2014 por La Izquierda Diario, Celeste Murillo afirma que las películas de princesas de Disney se basan en dos pilares: encontrar el amor y difundir el estereotipo patriarcal de conducta femenina. “Los roles de género y los estereotipos de belleza o conducta responden a los valores occidentales, donde el ideal femenino se traduce en ser blanca, heterosexual, delgada y joven. Todos los modelos condensados en los personajes funcionan como engranajes de la reproducción de roles esperados en la sociedad”.

Antes de seguir con mi investigación por Instagram, recuerdo que una de mis amigas había dicho durante una reunión de verano que se quería hacer las tetas, porque las sentía “muy chicas”. Mi pregunta de por qué se haría semejante cirugía derivó en un “para mí misma” como respuesta. Estallé. Le contesté que no lo iba a hacer por ella, sino para encajar dentro de los dictámenes que el machismo establece sobre los cuerpos. Silencio.

Otro episodio invade mi mente. A mediados de octubre, en el festejo de un cumpleaños, mis amigas estaban fascinadas con los catálogos de bikinis de Andressa. Cuando pasamos la siguiente hoja, una dice: “Si tuviera ese cuerpo, subiría todo el tiempo fotos en malla”. Mi cabeza no dejó de pensar en eso durante toda la noche.

Todas las redes sociales son invadidas en cualquier época del año, sobre todo en verano, por fotos de jóvenes semidesnudxs que buscan encajar en el prototipo hegemónico. Pero son las mujeres las que aparecen con mayor frecuencia en las pantallas de los celulares. ¿Acaso la web se transformó en una pasarela para que los chicos gocen y las chicas imiten? La duda me hace levantarme de la mesa para hacerme un café con leche.

En 2015, Alejandra Tolosa, la titular de la oficina del Comité de América Latina para la Defensa de los Derechos de la Mujer de la provincia de Chubut, criticó el concurso de belleza Bikini Open Night que se realizó en Rawson. “Denigra a las mujeres utilizando el cuerpo femenino fragmentado y semidesnudo como objeto sexual a disponibilidad de los varones y legitima de este modo el rol subordinado de las mujeres en la sociedad”.

A partir del otoño, comienza una carrera en el gimnasio y las dietas para así “llegar al verano” en “buen estado”. El círculo vicioso se completa de manera exitosa, sobre todo para Herbalife. Esta empresa multinacional fabrica productos suplementarios dietarios para “mayor rendimiento deportivo, reducir de peso y ganar masa muscular”. Su fin es “mejorar la salud de las personas y su  bienestar financiero a través de la oportunidad de un negocio de ventas directas”. Lxs nutricionistas, las víctimas estafadas y un documental de Netflix, “Betting on zero”, demuestran lo contrario.

La preparación de mi merienda, acompañada de buena música, me provoca tal sensación de relajación y armonía que me hace reflexionar sobre lo que más me impacta. Y no precisamente en los manuales de ética periodística de Producción Gráfica…

Actualmente, la belleza está vinculada a la idea de salud y juventud. En un capítulo de la serie “Cuerpos” del Canal Encuentro, Christian Ferrer, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), señala que esta mezcla forma el capital erótico de cada persona, y por lo tanto, su aceptación social. Sin embargo, la idea de salud que se maneja está distorsionada: va más allá del bienestar del cuerpo y el óptimo funcionamiento del organismo. Detrás de este concepto, está el imperativo de adecuarse a las medidas del cuerpo perfecto.

Además de Ferrer, la Dra. Flavia Costa sostiene que, en épocas de guerra, la mujer flaca suponía mala salud y hambre. Por eso se preferían los cuerpos “con carne”. Sin embargo, hoy las publicidades utilizan personas “reales” para vender, porque saben que el público es difícil de engañar. Esto quiere decir que los cuerpos expuestos son los más perfectos posibles dentro del ámbito de la verosimilitud. En definitiva, es más de lo mismo, aunque lo que cambia es el grado de astucia del sistema.

Con café en mano, avanzo con mi indagación social porque el apunte teórico ya me aburrió. Ahora, mi celular muestra el perfil de Instagram de otra chica de mi pueblo. “Couch de Herbalife. Industrias alimentarias – UTN. Agradece cada día y sé feliz”. Primero, redactó mal: es “coach”, no “couch”. Segundo, de tanto leerla, ya no sé si la última frase de su descripción es su filosofía de vida o un consejo para mí, pero me quedo con que es un cliché utilizado por la gente que quiere ser aceptada.

Sus fotos y, por lo tanto, la personalidad que transmite no difieren mucho de la anterior: ella, su sonrisa falsa y su cuerpo en diferentes poses, en la eterna persecución de la belleza hegemónica. No obstante, tiene una particularidad: es vendedora de productos de Herbalife. Sus historias destacadas sorprenden: desde sus videos entrenando en el gimnasio, las propuestas de sus servicios para el “desafío de 21 días”, las capturas de pantalla de conversaciones por un grupo de WhatsApp acerca de cuánto adelgazó un chico en una semana y, por supuesto, las felicitaciones de sus compañerxs por el logro, hasta las fotos comparativas de un antes y después de una chica para mostrar los resultados de los productos.

Delgados. Así eran todos los cuerpos que fueron desfilando ante mis ojos. La perversión es directamente proporcional a la desesperación por llegar a ese modelo utópico inalcanzable. Es una adicción disfrazada bajo el eufemismo de salud que te consume de a poco, y muy pocxs lo pueden ver.

Diferentes amigas me dijeron que los productos de Herbalife no son saludables por varias razones. Algunas opinan que deben ser complementos a la dieta y no suplementos, como ellxs te lo venden, porque jamás se debe sustituir el alimento natural. Otras sostienen que el contenido en sí es perjudicial para el cuerpo.

Pero la curiosidad mató al gato y a mí me hizo escribirle un mensaje por WhatsApp para ver qué tipo de respuestas tenía de ella.

—Buenísimo, gorda, te voy a pasar un audio que dura un minuto en donde explica cómo trabajamos para que juntas logremos tu objetivo.

El “gorda” y el “para que juntas logremos tu objetivo” me hicieron arrepentirme de escribirle. Pero ya lo había hecho, porque mis objetivos eran “bajar de peso y aumentar masa muscular”.

El audio se basaba en el proceso que lxs coach de Herbalife llevan a cabo con cada cliente. Los pilares están compuestos por la actividad física (proponen determinados ejercicios), alimentación (enseñan a “comer y a tomar agua” por medio de talleres online y “desafíos de 21 días”), asesoramiento (chat de 24 horas con coach) y la nutrición (hacen programas de productos de Herbalife “para control de peso y desayuno saludable”).

Luego de preguntarle por el desafío de 21 días, me manda un mensaje prediseñado con muchos iconos que empieza con: “TODO LO QUE NECESITAS PARA BAJAR!!!”, y dejo de leer porque fue demasiado. Le pregunto si los productos sustituyen la comida.

—Sustituyen el desayuno y complementan la cena, gordi.

La comida más importante del día es reemplazada por un batido, cuyo contenido está simplificado en una imagen que me envía en donde se muestra el envase de Herbalife alrededor de varias comidas. La persuasión visual incita a comprarlo, ya que en cada producto están los elementos valiosos que te otorgan las bananas, naranjas, pan integral, atún, yogurt, mangos, almejas, espinacas y pollo. Pero, a su vez, te provoca rechazo, porque detrás de esa saludable fachada siempre hay algo podrido.

—Para empezar, llenamos una fichita y cada 10 días nos vamos controlando para ir viendo el progreso.

Su uso del plural debe estar pautado en la estrategia de neuroventas. No puedo evitar asimilar las palabras “controlando” y “progreso” a los regímenes dictatoriales. La persona que acepta esto está sometiendo a su cuerpo “indisciplinado”.

Los pocos minutos de conversación ya me habían saturado. Mi actuación ya me resultaba agotadora y sus respuestas, desagradables. Pero seguí, y no se me ocurrió otra forma que ser como ella:

—Oh, yo tuve que haber empezado más temprano para poder llegar al verano…

—Se puede llegar. Para eso está el desafío que es muy bueno. Los resultados son únicos.

Le contesté con un “gracias por las palabras de aliento”, pero en realidad le estaba agradeciendo por seguir sustentando la opresión de los cuerpos, con una sonrisa falsa.

Con esas líneas, se me acabaron las energías. Mi próximo paso fue usar el método de huida que nunca falla:

—¿Cuánto sale el plan?

—Hay diferentes tipos de planes. Está desde el económico, de dos batidos, por $2.162, hasta el Premium, que te viene con dos batidos, proteína PPP, Herbal Aloe y Té Herbal (50g), de $5.859.

—Bueno, lo pienso y te escribo. ¡Gracias por toda la información!

Lo escribí en serio. Realmente estaba agradecida: por los datos y porque la charla había terminado.

Para desintoxicarme, acudí nuevamente a Instagram. Pero esta vez, para ver las ilustraciones feministas que hace una amiga. Como existen los “cánones de la perfección” que esclavizan los cuerpos, también están las voces que cada día se siguen sumando en su contra para denunciarlos.

Mi compañera así lo demuestra en cada dibujo y comentario que hace: “No hay nada malo en vos. Lo único malo es que existan los estereotipos de belleza y darles bola. Vos y tu cuerpo son pura hermosura”.

 

* Milenka Álvarez Paúr es estudiante de cuarto año de la orientación en Comunicación Gráfica de la Licenciatura en Comunicación Social (FCC-UNC). Este texto fue escrito para la cátedra Redacción Periodística II (Periodismo de Opinión).

* Macarena Torres es estudiante de cuarto año de la orientación en Comunicación Gráfica de la Licenciatura en Comunicación Social (FCC-UNC) y está finalizando la carrera de Diseño Gráfico en el IES. Trabaja como diseñadora gráfica e ilustradora free lance.