El campo de exterminio nazi de Auschwitz, un símbolo de la barbarie humana que no debería repetirse. Y sin embargo... / Foto: Ron Porter - Pixabay

Por Fernanda Juárez *

Hay cadáveres

En su nuevo libro, El cielo fuera de quicio, el sociólogo Christian Ferrer indaga en episodios y fundamentos de la violencia política en el Siglo XX, como hilos negros que se anudan en los surrealistas líderes del presente. Entre las fuerzas del cielo y el cielo por asalto.

El cielo fuera de quicio es el título con el que Christian Ferrer volvió a la escena pública para referirse al insólito presente que vive la Argentina. Por medio de una sofisticada operación sobre las coordenadas de tiempo y espacio, el autor de Baron Biza, el inmoralista dio a luz un ensayo –de cariz histórico y tinte irreverente– en el que linkea sucesos mundiales del siglo pasado con el momento inexplicable que hoy atraviesa nuestro país. Dos estatuas de igual tamaño e idéntica gestualidad –en posición equidistante y fondo sanguinolento– anuncian, en portada, los términos de un debate entre dos ideales en aparente tensión: “liberalismo” y “proteccionismo”. La Estatua de la Libertad y la efigie de Mao Tse-Tung lucen igualmente victoriosas –Estados Unidos y China– y hermanadas por un mismo cielo crepuscular en el que se adivina una clave de lectura: la violencia política.

Mediante un exhaustivo rastreo de información, de tipo “clasificada”, el autor revela aquello que se esconde detrás de los encendidos recitados actuales y da a conocer el origen de los ingredientes que componen el mézclum de preceptos liberales y máximas de mercado – salpicadas con nombres austríacos de difícil pronunciación–  que hoy se repiten, motosierra en mano y agitando la peluca. ¿Quién fue Friedrich von Hayek? ¿Qué tiene que ver ese economista nacido en Viena a fines del siglo XIX, exponente de una teoría económica marginal, con la historia argentina? ¿Cómo se enlaza su nombre con personajes como Pinochet, Benegas Lynch, Hitler, Thatcher, Videla y Galtieri? 

Christian Ferrer en una conferencia sobre "El gran cerebro interconectado: comunicación, técnica y control”, coordinada por Vanina Papalini en la IV Bienal de Periodismo y Comunicación de la FCC-UNC

El libro va a unir el último nudo que cuelga de esa maraña de hilos negros con la estrambótica figura de Javier Milei. Así es como a ciertas referencias que aparecen en nuestro loco presente, expresadas en frasecitas lanzadas a la ligera, Ferrer les va a responder con toneladas de verdades.

Garrotazos

¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos? El autor pretende desarmar esa pregunta –siempre respondida desde hinchadas contrarias, en pie de guerra– y trazar nuevas coordenadas de lectura, que vayan más allá de las tradicionales ideologías que dividieron la Tierra a mediados del siglo XX. El autor busca una tiza y dibuja una diagonal –una línea imposible– que atraviesa distintos sucesos históricos, como la Revolución Cultural China o el nazismo, y se sumerge en esas tragedias –con la actitud de alguien que excava en una mina– para regresar de las profundidades como exégeta del presente. A medida que pasan las páginas, el lector se verá obligado a abandonar la tranquilidad que supone imaginar que alguna vez existió una época en la que los seres humanos hicimos las cosas bien.

“Quizás sería gesto de caballero –resume Ferrer– advertir al eventual lector o lectora que en sus páginas se le descargan garrotazos a la izquierda y la derecha, a liberales y populistas, a libertarios y nazis –a todo el que me vino a la mente–, y si no le pegué un palazo al peronismo es sólo porque es partido de ideas que carece de entidad geopolítica suficiente para merecerlo. A nadie le debo nada, estoy limpio y estoy afuera”.

La neura argentina

La propuesta podría resumirse en el siguiente movimiento: abrir el zoom. Es decir, ampliar el campo de visión para intentar capturar una escena panorámica en la que, a su vez, se pongan en foco aquellos elementos que quedan fuera del análisis político coyuntural. En relación con la variable cronológica, el gesto de Ferrer consiste en estirar –en sentido inverso– la línea de tiempo hasta mediados del siglo pasado. En cuanto a la variable espacial, la idea es agrandar el mapa, expandir los ajustados contornos de esa mini geografía en la que periodistas, operadores y encuestadores se mueven cuando analizan la realidad local.

Así, la neura argentina puede ser vista –¿comprendida?– en el marco de los corcoveos producidos por movimientos políticos y corrientes de pensamiento de mayor alcance y a la luz de aquello atroz que la humanidad ha sido capaz de hacer –y rápidamente olvidar– en el último siglo. Una vez desplegado el manto de la historia, entonces, el autor recurre a su poderoso instrumental analítico –lupa, cincel y mandoble– para descender hasta el fondo del asunto. En ese pozo oscuro, los nombres e ideas referenciadas con liviandad por la fauna twittera vernácula van a adquirir, bajo un halo luminoso, su verdadera dimensión.

El matadero

Hay una verdad última en el libro de Ferrer que ningún ser humano quiere escuchar: somos capaces de matar sin orden ni medida –lo hicimos, lo hacemos en el presente y, casi seguro, lo haremos en el futuro– y, peor aún, somos capaces de justificar, cada vez, esas matanzas en nombre de no importa qué. Ante la pregunta, ¿de qué está hecha la historia de la humanidad?, Ferrer responde: de crímenes y asesinatos en masa. La carnicería humana a escala mundial es un hecho. Las interpretaciones, las excusas, las coartadas, en fin, las palabras, vienen después. Primero matar, después justificar.

En ese abismo que se abre entre vencedores y vencidos descansan las almas de millones que se fueron de este mundo sin juicio ni alegato. El último suspiro quedó atrapado en un frasquito con etiquetas intercambiables: “error de cálculo”, “falla en el sistema”, “ajuste de cuentas”, “daños colaterales”, “estrategia política”, “ojo por ojo”, “prueba y error”, “avances científicos”, “mal menor”… Da lo mismo lo que hayan escrito los oficialismos de turno en esos rótulos fúnebres.

El tono es perfecto ¿cómo decir todo eso sin caer en un mar de insensibilidades ni en un clamor de moralista horrorizado? No resulta fácil caminar por esa delgada cuerda, llamada “ironía”, a tanta altura. Es un acierto haber combinado la parodia y el estilo socarrón y desprejuiciado con el carácter implacable de los datos duros y las cifras.

 También aparece la voz de la calle, una lengua viva con los giros y expresiones propias del habla argentina (identificada, especialmente, con el dialecto porteño). Un compendio de bestialidades con una modulación única. Como alguna vez lo hizo Néstor Perlongher, cuando tematizó los crímenes de la dictadura argentina con un originalísimo fraseo poético, Ferrer también se va a ocupar de recordarnos, con un canto animado, que detrás del comunismo chino y de Von Hayek “hay cadáveres”.

Imagen propagandística de La Larga Marcha (1935) conducida por el líder comunista Mao Zedong durante la guerra civil china, un hito inspirador de la violencia revolucionaria guerrillera del Siglo XX

El inteligente útil

¿Existen las “dictablandas”? ¿Se puede argumentar a favor de la violencia contra otros? ¿Es posible defender esos crímenes mediante algún tipo de justificativo, no importa cuál? El libro recupera los viajes de von Hayek a Chile, Brasil y Argentina, en pleno apogeo de las últimas dictaduras militares y relata, particularmente, los encuentros del Premio Nobel, tanto con Pinochet como con Videla. “Ambos jefes de Estado sólo estaban haciendo un cameo de sí mismos para el profesor, un ‘acting’ destinado a mejorar su ‘imagen’ en el exterior –nadie desaprovecha a un ‘inteligente útil’ que está haciendo antesala”.

Otra pregunta: ¿se puede ser “medio nazi”? Vale la inquietud si se indaga en el historial de la familia von Hayek y, especialmente, en las volteretas que tuvo que hacer este célebre economista para salvar a su hermano acusado de practicar anatomía con cadáveres de dudosa procedencia.

 El libro se concentra en explicar cómo se perfeccionó el arte de disimular todo tipo de salvajadas –vengan de drive o de revés– bajo las supuestas premisas de una ideología en boga, mientras se barren los muertos debajo de la alfombra. ¿Se puede defender lo indefendible –asesinar– en nombre de algo supuestamente superior a la vida misma?

En este sentido, el planteo trae algo del pensamiento de Walter Benjamin –nuestro presente como un gran “documento de barbarie” cosido con justificaciones y olvidos– y, en un subtexto, también se pueden leer los coletazos de la última polémica que resquebrajó el campo cultural argentino, inaugurada por Oscar del Barco con su “No matarás”.

En resumen, es un libro sobre la moral de los hombres –el dilema acerca de cómo proceder cuando llega la noche oscura– y sobre la quintaesencia del poder: ¿qué somos capaces de hacer los seres humanos cuando tenemos el poder de decidir sobre la vida de otros?

 

* Periodista, ensayista y docente de la FCC-UNC.