A pesar de ser mayoría en los gremios, hay menos mujeres en cargos jerárquicos. Cuatro líderes sindicales de Córdoba convocan a la marcha “8M”.

Por: Magdalena Bagliardelli. Producción: Mariana Rey. Fotos: Paola Lucero Canales.

Son las ocho de la mañana. Ilda Bustos comparte el desayuno con su mamá en Colonia Caroya. Luego tiene un viaje de una hora a la Unión Obrera Gráfico Cordobesa, donde ocupa el cargo de secretaria general. Empezó a estudiar en la Escuela de Ciencias de la Información, hoy Facultad de Comunicación, en los setentas hasta que la cerraron en 1975. Logró terminar la carrera en la década siguiente. Los años de plomo la encontraron trabajando en la Editorial Córdoba y militando en la JUP.

Sufrió junto a sus compañeros de imprenta el vaciamiento de la empresa. En julio de 1981 hubo una huelga general de trabajadores de la CGT del país y ese día el diario no salió. En ese marco comenzó su militancia sindical.

“Empieza a cambiar el panorama y comenzamos a exigir una actualización salarial”, recuerda.

Casi a la misma hora de un jueves, Alcira Burgos ingresa al Sindicato de Personal de Casas de Familia. La mujer llegó a Córdoba a los 16, desde Santiago del Estero, estudió en el Colegio Normal Alejandro Carbó y su primer trabajo fue en el servicio doméstico: limpiaba la casa de un cura.
Antes de empezar a trabajar se acercó al sindicato, conoció el estatuto y accedió a la libreta de trabajo, creada por el gobierno de facto de Aramburu para combatir la informalidad.  Hasta hoy, el trabajo doméstico es uno de los menos registrados: de un universo de 70.000 trabajadoras en Córdoba, hay un 20 por ciento formalizadas.

“Perón no hizo nada por las empleadas domésticas, en cambio sí sacó el estatuto del peón rural”, dice.

 

Es de noche y Estela Giménez entra al Hospital de Niños a cumplir su turno como enfermera, que dura hasta las 6 de la mañana. El número de trabajadoras en esta tarea supera ampliamente al de hombres, en un porcentaje de 90 a 10. Ella, al igual que su mamá, trabaja en un hospital público y pelea por mejores condiciones para los trabajadores y para la salud. A sus primeros pasos los dio en la organización Enfermeras Unidas. Luego asumió como referente de sus compañeros de hospitales públicos en la Unión de Trabajadores de la Salud.

“Yo le digo a mis hijos, que siempre van a ser trabajadores como sus padres y sus abuelos, tengan la remuneración que tengan”, aclara.

Del trabajo al sindicato y de vuelta al trabajo. Así transcurren los días de Silvia Aguirre, secretaria general de la Gremial San Martín, la Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de Córdoba.
Luego de 9 años de estar intervenida, hace dos que hubo elecciones y surgió una representante elegida por sus afiliados. Silvia arrancó a estudiar en la Facultad de Derecho y todavía le queda como deuda pendiente: terminar la carrera.

“Hay una discriminación muy marcada: siempre el varón ha tenido más espacios”, cuenta.

Más mujeres, menos jefas

Ilda habla y a sus espaldas hay una imagen en la pared, en la que aparecen varios hombres, entre ellos Raimundo Ongaro, quien fue secretario general del gremio de los trabajadores gráficos y el primero en proponer en la dirección nacional a una mujer: Alicia Fondevila. “Era raro, no había mujeres al frente y él la puso”, cuenta.

El mayor problema de las trabajadoras gráficas es que no logran acceder a puestos jerárquicos o ser recategorizadas. “Incluso los niveles de representación no se trasladan más arriba, no hay jóvenes ni mujeres en la CGT Nacional”, afirma la referente de la CGT regional Córdoba.

En la UNC la situación de desigualdad se va revirtiendo. Las trabajadoras no docentes, como le dicen al claustro, van ocupando más espacios jerárquicos y, según la titular del gremio, tienen “más fortaleza que antes”. Para Aguirre, “las mujeres se merecen una participación plena en el país” y cita como ejemplo a Eva Perón. “Es una figura muy fuerte. Además de conseguir el voto femenino, luchó contra el poder económico. Es abanderada de los humildes”, confiesa la mujer que empezó militando en los barrios con grupos de peronismo, previo a su participación en la universidad.

De igualdad de oportunidades no conocen mucho las trabajadoras de casas de familia, que en algunos casos cargan con un triple “estigma”: ser mujer, pobre y empleada doméstica. “Pasa mucho tiempo hasta saber lo que significa empoderarse. Lo peor para la trabajadora es el dominio psicológico: las mujeres se consideran que son de segunda categoría y es difícil generar una conciencia de clase”, cuenta Alcira. Y agrega: “Creemos que tenemos libertad y nos falta mucho. Hay tantas cosas permitidas para los varones y no para las mujeres”.

Los datos del mercado laboral en Córdoba muestran que la tasa de empleo es superior entre los varones,  y que las mujeres de hasta 29 años son las más afectadas por la tasa de desempleo. En los últimos años, “4 de cada 10 mujeres ocupadas” se desempeña en actividades de “empleo doméstico, enseñanza o salud”, según la Encuesta Anual de Hogares Urbanos.

Estela Giménez es referente de trabajadoras de la salud hace casi diez años y también ve diferencias en el acceso a la jerarquización de los cargos. Por ejemplo, en el caso de las especialidades médicas, puede que haya más mujeres en un servicio, pero en general los hombres son nombrados jefes.

¿Por qué participan?

Ilda Bustos. “Mi ideal es que haya una sociedad más justa y más igualitaria, sin explotación. Que cada uno la pelee desde donde pueda. Yo elegí este camino. Creo en la honestidad, la transparencia en el manejo de los recursos. Hoy los sindicatos se convirtieron en empresas. Hay que revertir el descreimiento en la dirigencia y tener conciencia de que el sindicato es hoy la única herramienta que tienen los trabajadores para defenderse. ”

Silvia Aguirre. “Aprendés a trabajar con hombres y mujeres, hay que conducirlos a todos, a los que te gustan y a los que no. Creo que la autoridad moral, seriedad y responsabilidad son necesarios para mirar a los compañeros”

Alcira Burgos. “Hay una sociedad muy hipócrita. Muy individualista. Es difícil conseguir que la trabajadora sea consciente. ¿Qué me dan? No hay conciencia de pensar que “yo sola no voy a poder hacerlo”. Mi ideología es la reivindicación de las trabajadoras. Yo creo que aún no teniendo nada, siempre tenés algo para dar”

Estela Gimenez. “Nunca hay que criticar a un trabajador y hay que nivelar para arriba. Creo en la humildad, democracia, empuje, constancia. Le digo a mis hijos que estudien, se capaciten y se preparen para defender los derechos de los otros”.

Este miércoles 8 de marzo más de 50 países convocan a un paro y movilización por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. A las 18 desde Colón y Cañada inicia la marcha.

Como experiencia inédita en Córdoba, se conformó un espacio Intersindical de Mujeres que se propone “avanzar en la conquista de derechos como trabajadoras” y dar batalla al “modelo neoliberal de ajuste y concentración de la riqueza”, cuyos integrantes también se ven reflejados en esta nota.

Realidades en números:

Gráficos: 1250 afiliado/as. Mayoría hombres.

Trabajadores de la UNC: 2100 afiliado/as. Mayoría mujeres.

Trabajadores de la Salud: 3.000 afiliados/as. Mayoría mujeres.

Casas de Familia: 7.000. afiliado/as. Mayoría mujeres.